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De vida inquieta, este catalán introvertido con años vividos en lugares tan dispares como Gran Canaria o Irlanda del Norte, aprovecha sus vivencias para dar base a una prosa que ha cultivado desde el momento en que, con doce años, una de sus profesoras le aconsejó: "está bien, no hables si no quieres, escribe, deja que sean las letras las que cuenten". Articulista en revistas de ocio y guionista literario, aprovecha su día a día como especialista en producción química y experto en sistemas automatizados para dar peso a sus relatos, aunando en Kiara 23.5 la crudeza, casi siempre amarga, de los datos reales con las historias cotidianas del alma de sus personajes, en un mundo del que el lector no puede escapar. "Tal vez tenga derecho a otra vida, pero es esta la que quiero y la que cuento, y te la entrego a ti para que la leas y la disfrutes."