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El primer día en aquel nuevo colegio de primaria fue decisivo en la trayectoria de la autora. Alzó la mano para hacer una pregunta y se dirigió a la maestra como "Zeñorita". Un estallido de risas la sorprendió. Al poco tiempo, entendería que en Madrid no se hablaba con la zeta como en su tierra natal, Andalucía. Pero probablemente de aquella necesidad de adaptación a su entorno nació su vocación por los idiomas, que la llevaría a estudiar Filología Románica y Anglogermánica. Al graduarse, eligió la docencia y se convirtió en profesora de inglés. Sus primeros pasos en la escritura fueron simples anotaciones en el cuadernillo que la acompañaba en sus viajes: reflexiones sobre pasajeros curiosos, descripciones de horizontes inspiradores... Más tarde, mientras se formaba como escritora en el Ateneo Barcelonés, escribió varios cuentos de suspense publicados en diversas antologías (Tres devociones, Un barrio popular, etc.), y acabó su primera obra, titulada El silencio de los niños. Ya en 2019, mientras cursaba el Máster en Creación Literaria en la Business School of Management de la UPF, fue elaborando la novela que aquí se presenta, La mirada vaciada. ¿Cuáles son ahora sus aspiraciones? Sobre todo, que muchos lectores de habla hispana disfruten de este relato y compartir sus impresiones con ellos. Y, por supuesto, seguir leyendo y escribiendo, porque si algo está en la raíz de su impulso hacia la literatura es, sin duda alguna, el amor por las lenguas y los dialectos. Incluido, cómo no, el andaluz. Con zeta.