Alcanza el éxito a cualquier edad - Russell Conwell - E-Book

Alcanza el éxito a cualquier edad E-Book

Russell Conwell

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¿POR QUÉ EL CONOCIMIENTO ES EL PRIMER PASO PARA ALCANZAR LA GRANDEZA? Las obras de Russell Conwell continúan siendo un misterio para muchas personas, aun cuando han servido de inspiración para autores de la talla de Og Mandino y Napoleon Hill. Si bien hoy en día forman parte del maravilloso arsenal de libros de crecimiento personal y autoayuda, los conceptos que propone Conwell como eje de su discurso fueron desatendidos durante mucho tiempo. El libro que llega ahora a tus manos puede impulsarte a entender mejor los procesos cognitivos por los que has transitado, así como a incorporar el estudio por cuenta propia como un hábito determinante en el desarrollo de un proyecto de vida exitoso y sustancial. Esta edición  compendio de tres de sus mejores trabajos Cada hombre su propia universidad, Las claves del éxito y Lo que puedes hacer con tu fuerza de voluntad  te exhorta a conocerte y a aprovechar tu potencial interno para crear un camino eficiente y sumamente notorio. Narra las historias de vida de distintas personalidades que han allanado su propio sendero hacia la prosperidad. De esta manera, sus enseñanzas te ayudarán a comprender teorías fascinantes, te darán ideas frescas, te inspirarán a emprender nuevos desafíos y, sobre todo, te motivarán a explorar terrenos nunca antes conocidos.

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Alcanza el éxito a cualquier edad

Copyright © 2024 - Taller del Éxito

Based on the Three Book-Collection: The Key to Success, What You Can Do With Your Will Power, Every Man His Own University

Copyright © Russell Conwell

All right reserved.

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida por ninguna forma o medio, incluyendo: fotocopiado, grabación o cualquier otro método electrónico o mecánico, sin la autorización previa por escrito del autor o editor, excepto en el caso de breves reseñas utilizadas en críticas literarias y en ciertos usos no comerciales dispuestos por la Ley de Derechos de Autor.

Traducción al español: Copyright © 2024 Taller del Éxito, Inc.

Copyright © 2018 Taller del Éxito, Inc.

Sunrise, Florida 33323

Teléfono: 954-846-9494

ISBN: 9781607387008

Editado y publicado en Colombia por Editorial Taller del Éxito S.A.S. con

La autorización de Taller del Éxito, Inc.

Editorial Taller del Éxito S.A.S.

Cra. 58 # 127 – 59, Oficina 386

Bogotá, D.C., Colombia

ISBN: 978-958-01-01-44-4

Impreso en Colombia - Printed in Colombia

Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de desarrollo y crecimiento personal, liderazgo y motivación.

Traducción y corrección de estilo: Nancy Camargo Cáceres

Diseño de cubierta y diagramación: María Karla Castellanos

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PARTE 1: LO QUE PUEDES HACER CON TU FUERZA DE VOLUNTAD

Otros escritores han descrito el camino al éxito. Mi única esperanza es que estas líneas que escribo con convicción te inspiren a encontrarlo.

—Russell H. Conwell

CAPÍTULO 1

El éxito no tiene secreto

El éxito no tiene secreto. Por todas partes, se escucha hablar de él. Es un grito que retumba hasta el desierto y la carga de ese grito está bien descrita en una sola palabra: ¡Voluntad! Cualquiera que lo escuche y le preste atención está equipado con todo lo necesario para ascender a las alturas del éxito.

El mensaje que me gustaría darte es el mismo que he venido transmitiendo con humildad desde hace más de 50 años y su exactitud se ha afirmado y reafirmado en miles de vidas cuyo progreso he tenido el privilegio de evidenciar. Se trata de esto: tu futuro está ante ti como un bloque de mármol en bruto. Tú estás capacitado para enfocarte en lo que quieras alcanzar. Ni la herencia ni el medio ambiente ni los obstáculos superpuestos por el hombre te impedirán avanzar en línea recta hacia tu éxito siempre que lo hagas con determinación férrea, empuje, salud y la inteligencia adecuada.

La determinación es la fuerza que comanda cada camino de la vida. Es la armadura que te protege contra los misiles de la adversidad. Si hay algo que he tratado de hacer de forma persistente a lo largo de estos años es inculcar en la mente de los jóvenes el hecho fehaciente de que, cuando le damos rienda suelta a nuestra capacidad de determinación, no hay ni la menor duda de que nos elevaremos a nuevas alturas.

La institución que surgió a partir del auspicio de la Universidad de Temple, en Filadelfia, fue fundada para brindarles oportunidades de educación superior a los niños sin recursos que estén dispuestos a trabajar para obtenerla. He visto a 90.000 aspirantes entrar por sus puertas. Un porcentaje muy grande de ellos llegó a Filadelfia sin dinero, pero firmemente decidido a obtener su educación. Nunca he conocido a uno de ellos que regresara derrotado a casa. La determinación tiene las propiedades de un ácido poderoso —todas las cadenas se derriten ante él.

Por el contrario, la falta de fuerza de voluntad es el arma más útil en el arsenal del fracaso. La suposición más desesperada de todas es la de aquella persona que piensa que el éxito es una puerta con la cual se tropezará alguna vez, pero si deambula lo suficiente. Algunas personas esperan que las aves las alimenten; que lo que ellas necesitan les llegue a sus puertas; que los peces salten a su sartén a la hora de comer. Hay quienes creen que la vida es una serie de milagros, así que buscan su estrella de la suerte, confían en ella y además declaran audazmente que el mundo les debe un estilo de vida mejor.

De hecho, el mundo no le debe nada a alguien que nada se gana. En esta vida, solo obtienes lo que buscas y deberás retribuirlo con algo de valor equivalente al de aquello que se te da. No existe el éxito inactivo.

Estoy repasando en mi mente historias de miles de niños que han enfrentado todo tipo de obstáculos y han triunfado por encima de ellos únicamente por su voluntad y perseverancia. Hace casi 30 años, un joven inglés entró en mi oficina. Quería asistir a las clases nocturnas en nuestra universidad para aprender oratoria.

“¿Por qué no vas a la escuela de leyes?”, le pregunté.

“¡Soy demasiado pobre! ¡No tengo oportunidad!”, me respondió, sacudiendo triste la cabeza.

Entonces, me volví hacia él bruscamente y le dije: “¡Es cierto, tú no tienes oportunidad!”, exclamé, “¡pero te estás conformando con que así sea!”.

A la noche siguiente, el chico volvió a llamar a mi puerta. Su rostro estaba radiante y había una luz de determinación en sus ojos.

“He decidido convertirme en abogado”, dijo. De inmediato, supe por el tono de su voz que el chico lo decía en serio.

Muchos años después, luego de convertirse en alcalde de Filadelfia, él asumió con total convicción que aquella decisión fue el punto de inflexión en su vida.

También recuerdo a un joven agricultor de Connecticut. Sus maestros lo rechazaban, porque era demasiado lento para aprender, así que él terminó abandonando la escuela cuando tenía un poco menos de 10 años y se dedicó a trabajar en la granja de su padre hasta que cumplió los 21. Entonces, un fuerte interés despertó en su mente con respecto al origen y desarrollo del reino animal. El joven comenzó a leer trabajos sobre zoología y para aumentar su capacidad de comprensión, regresó a la escuela para educarse formalmente. Todo comenzó cuando alguien le dijo: “Si quisieras, tú podrías llegar a la cima!”.

Escuchar eso lo ayudo a encontrar la esperanza y determinación que él necesitaba para triunfar. El joven ingresó a la universidad a los 28 años y se abrió camino en su campo de interés, llegando a ser un respetado profesor de zoología en una universidad de Ohio.

De estos ejemplos hay muchos. De todos los jóvenes a quienes he tratado de ayudar a través de la universidad no puedo pensar en uno solo que haya fallado por alguna u otra razón y que esta no esté relacionada con problemas de salud. Pero, por supuesto, nunca he ayudado a nadie que no se ayude a sí mismo primero. Tan pronto como una persona determina la meta hacia la cual está marchando, entra en una posición estratégica en la que podrá ver y aprovechar todo lo que contribuya a ese fin.

Cada vez que un joven me dice que, si “pudiera”, sería un abogado o un ingeniero, siempre le respondo: “Tú puedes ser lo que quieras, siempre que eso sea algo que el mundo exija y necesite de ti”.

Esto trae a mi mente una cierta vedad que la juventud necesita tener en cuenta: los jóvenes deben invertir su tiempo y dinero en algo que valga la pena. Deben elegir una ocupación que se adapte a sus habilidades con el fin de poner su saber al servicio de la humanidad. Elige lo antes posible cuál será el trabajo de tu vida. Después, ocúpate a diario en saber cada vez más sobre ello y cumple tu propósito. Hay muchas cosas que la persona promedio aprende en la escuela y que también se pueden aprender fuera de ella.

Casi cualquiera podría hacerse rico en esta tierra de incontables oportunidades. Sin embargo, hay quienes piensan que son pobres, porque Dios así lo quiere y además que ese es un hecho honorable. Están equivocados. No hay honor en la pobreza. Más bien, sé diligente con tu vida y sácale provecho. No culpes al dinero por lo malo que sucede; culpa al amor por él; esa es la raíz de todo mal. El dinero en sí mismo es una fuerza dinámica que podría ayudar a la humanidad.

En mis conferencias he sopesado en gran medida el hecho de que todos estamos caminando sobre acres de diamantes y minas de oro. Hay personas que piensan que su fortuna se encuentra en algún país lejano, pero es mucho más probable que se encuentre en su propio patio trasero o en la puerta de su casa, escondida de su ojo invisible. La mayoría de los millonarios descubrió su fortuna simplemente mirando a su alrededor.

De un tiempo para acá, he estado investigando la vida de muchos millonarios. Todos, menos algunos de ellos, comenzaron su vida siendo niños que crecieron en medio de familias de escasos recursos, sin embargo, todos han contribuido en gran medida a sus comunidades y les colaboraron a sus empleados a medida que ellos avanzaban.

Ahora bien, si una persona ha desperdiciado algunos años, ¿podrá desarrollar el carácter y la fuerza motriz que la lleve al éxito? Pues claro, querido lector. La fuerza de voluntad no solo se puede desarrollar, sino que es como la pólvora, que solo necesita una chispa de fuego para reaccionar. Con mucha frecuencia, pienso en la vida de Abraham Lincoln, ¡ese hombre maravilloso! Estoy agradecido de que se me permitió reunirme con él. Abraham Lincoln desarrolló su espléndida voluntad después de cumplir 21 años de edad. Antes de eso, él era solo un tipo errante, de buen carácter. Siempre me he arrepentido de no haberle preguntado qué circunstancia especial lo animó a cambiar su vida y a expandir las alas de su voluntad.

Hace muchos años, algunos de los estudiantes de la Universidad de Temple celebraron una reunión en un edificio frente al Bellevue-Stratford Hotel. Al salir de allí, notaron que un extranjero vendía cacahuetes en la acera opuesta.

Entonces, mientras le compraban, se pusieron a hablar con él y mencionaron el hecho de que cualquiera puede obtener una buena educación si está dispuesto a trabajar para alcanzarla. Con entusiasmo, el humilde hombre absorbió toda la información que pudo y, poco tiempo después, se matriculó en la Universidad de Temple. Así comenzó su camino hasta que se convirtió en un eminente médico practicante en la capital de la nación (EUA).

A menudo, pienso en cierto empleado de oficina quien tomó la decisión de que podría realizar las ambiciones que se agitaban en su interior si tan solo lograba tener un mejor nivel de educación. Con esto en mente, el empleado asistió a nuestras clases nocturnas y se graduó. Años más tarde, se convirtió en el jefe millonario de una de las casas de corretaje más grandes del país.

“Donde hay voluntad hay un camino!”. Sin embargo, uno necesita usar un poco de sentido común para elegir ese camino. Un general puede determinar una victoria, pero si arroja a sus tropas a través de un campo abierto, hacia las ráfagas de plomo de la artillería del enemigo, está generando desastre y derrota. Por eso, el mejor general diseña su plan de ataque con sumo cuidado y hace avanzar sus tropas de manera que estas logren conservar una posición estratégica. Lo que quiero decir con esto es que uno debe tener un plan de vida.

Nadie debería limitarse, ya sea a sí mismo o limitar a otros, a estar trabajando en una fábrica, en una tienda o en cualquier otro lugar, a menos que trabaje allí por elección —por dinero o sin necesidad de él—, sin mayores necesidades en la vida.

“Como piensa un hombre, así es su vida”, dice el escritor de Proverbios. Y como un hombre se adapta a sí mismo, así es él realmente. Un gran problema para muchas personas es que están formadas por cierto tipo de maquinaria que no está ajustada, que está fuera de lugar, por lo tanto, no tienen forma de avanzar.

Algunas personas nunca se toman la molestia de autoevaluarse y así saber para qué están o no preparadas. Aun así, se preguntan por qué permanecen entre el montón, sin saber cómo destacarse. Recuerdo a una joven que me dijo que no creía que ella pudiera ser de alguna utilidad en el mundo. Entonces, le mencioné una docena de cosas que ella debería poder hacer.

“Si solo te conocieras a ti misma”, le dije, “te pondrías a escribir. Deberías ser escritora”.

Ella sacudió la cabeza y sonrió como si pensara que me estaba burlando de ella. Más tarde, las circunstancias la llevaron a tomar la pluma. Y cuando se acercó a mí y me dijo que ganaba $3.000 dólares al año en obras literarias y que pronto aumentarían sus ingresos, recordé cuando ella era una niña pobre que ganaba $3 dólares a la semana, durante aquellos tiempos en que fallaba al no autovalorarse.

CAPÍTULO 2

Una voluntad férrea

Existe una deplorable tendencia entre muchas personas que se sientan a esperar una oportunidad particularmente favorable para declararse en la batalla de la vida aun cuando la oportunidad ha estado frente a sus narices durante años.

Piensa en lo siguiente: muchos de los grandes inventos han sido ideados por varias personas, pero solo una logró actuar a tiempo y darle solución a un problema común. Mientras muchos curiosos se sentaron a soñar cómo sería su vida si ellos materializaran sus ideas, una persona con iniciativa se decidió y actuó. El telégrafo, el teléfono, la máquina de coser, el freno neumático, la máquina segadora y la máquina de linotipo son solo algunas ilustraciones de la acción de un verdadero emprendedor.

La idea más maravillosa carece de valor hasta que se pone en práctica. El gobierno beneficia al que primero obtiene una patente o al que primero pone su invención en uso práctico. El mundo hace lo mismo. En cambio, el soñador siempre se queda detrás de la puerta.

La verdadera fuerza de voluntad también estimula la concentración. Nunca olvidaré el momento en que fui a ver al presidente Lincoln para pedirle que le perdonara la vida a uno de mis soldados que fue condenado a recibir un disparo. Mientras caminaba hacia la puerta de su oficina, sentí un miedo más grande que el que experimenté cuando los proyectiles estallaron a nuestro alrededor en la batalla de Antietam. Al fin, reuní coraje para llamar a su puerta y oí una voz de adentro gritar:

“¡Entra y siéntate!”.

Cuando entré, el hombre que se encontraba en el escritorio no levantó la vista. Estaba ocupado con un montón de papeles. Sin embargo, me senté en el borde de una silla y deseé estar en Pekín o en la Patagonia. Nunca levantó la vista hasta que terminó de revisar todo el papeleo que tenía frente a sí. Luego, se volvió hacia mí y me dijo:

“Soy un hombre muy ocupado y solo tengo unos minutos de sobra. Dígame en pocas palabras qué es lo que quiere”.

Tan pronto como le expliqué el caso, dijo:

“He escuchado todo acerca de ese asunto y no es necesario que me diga más. El Sr. Stanton me habló de eso hace unos días. Puede irse a su hotel y tener la seguridad de que el presidente nunca firmó una orden para dispararle a ese joven menor de 20 años ni nunca lo hará. Infórmele esto a su madre”. Luego, después de esa breve conversación, tomó otro montón de papeles y dijo: “¡Buenos días!”.

Lincoln, fue uno de los hombres más importantes del mundo y le debió su éxito en gran parte a una regla: a todo aquello que fuera que tuviese que hacer, él le dedicaba toda su mente y su esfuerzo hasta que la tarea se completara. Eso hace a los hombres grandes en casi cualquier lugar.

Demasiadas personas se sienten satisfechas por haber hecho algo “bastante bien”. Sin embargo, esa es una mentalidad fatal. Eso de pensar que hicieron las cosas “bastante bien” ha sido un infortunio para muchas personas. “Bastante bien” ha arruinado empresas. “Bastante bien” ha destruido naciones. Si es posible alcanzar la perfección en una tarea, nada menos que la perfección es “lo suficientemente bueno”. El gobernador Talbot, de Massachusetts, obtuvo su alto cargo porque el general Swift hizo una feliz aplicación de la verdad al decir frente a la convención: “Nombro como gobernador de este Estado a un hombre que, cuando vivía de niño con sus padres granjeros, recogía la cosecha hasta la puesta del sol”. Ese dicho se convirtió en su eslogan de campaña en todo el Estado. Cuando la gente descubrió que esta era una de sus características, lo eligió de forma abrumadora como gobernador de Massachusetts.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que algo en exceso tampoco hace bien. Los jóvenes deben trazar una línea entre el tipo de estudio que da sabiduría y el tipo de estudio que abre la mente. Existe diferencia entre el ejercicio que es saludable y el ejercicio que es perjudicial; entre una conciencia que es sana y pura y una conciencia que es demasiado morbosa y demente; entre una economía bien llevada y una tacaña o derrochadora; entre la industria que emplea un uso razonable de sus poderes y la industria que hace uso excesivo de ellos, lo cual conlleva solo a la destrucción.

La mente mejor ordenada es aquella que capta todo el tiempo los problemas que surgen a su alrededor y sabe cómo resolverlos hasta llegar a una conclusión lógica. Es la que ve rápidamente el significado de las cosas, ya sea una exhibición de bienes, una yuxtaposición de eventos o los hilos de una buena literatura.

Una persona está compuesta en gran parte de sus observaciones diarias. El entrenamiento escolar sirve para instruirla y disciplinarla de tal modo que pueda leer correctamente la lección en todo aquello que ve a su alrededor. Algunos individuos han hecho fortunas poderosas con solo usar sus ojos.

Hace varios años, cené en Nueva York con uno de los grandes millonarios de esa ciudad. En el curso de nuestra charla, él me contó algo acerca de sus días de infancia. Me dijo cómo, con apenas un centavo en el bolsillo, echó sus pertenecías en un pequeño bulto, se lo puso al hombro y anduvo por todo el Canal de Erie en busca de trabajo hasta que consiguió uno. Le pagaban $3 dólares a la semana por ayudar a fabricar un jabón suave que les permitiera a los trabajadores lavarse las manos. Difícilmente, puede uno imaginar una ocupación más humilde, pero este chico mantuvo los ojos abiertos y descubrió las desventajas de aquel jabón y se puso a trabajar para hacer uno mejor con el cual sustituirlo. Por fin, tuvo éxito y el resultado le generó muchos, pero muchos millones.

Cada persona está diseñada para ciertas ocupaciones en la vida, ya que cada uno está equipado con diferentes habilidades. Si eres un excelente jardinero, dedícale el 100% de tus habilidades a esa labor. Es tu responsabilidad identificar en qué eres bueno y buscar oportunidades de crecimiento en ese campo.

Recuerda que todos somos capaces a nuestra manera, ya que cada uno de nosotros está equipado con ciertas habilidades. Por lo tanto, dedícale toda tu concentración e interés a lo que tienes frente a ti. Cabe señalar que también somos capaces de aprender cosas nuevas; por tal razón, no debemos limitarnos ante nuevas oportunidades disfrazadas de retos.

George W. Childs, quien era dueño del Philadelphia Ledger, pero en sus comienzos lustraba botas y vendía periódicos frente al edificio del Ledger, me contó que solía mirar ese edificio y declarar una y otra vez que algún día él sería su dueño. Cuando les mencionó su ambición a sus amigos, ellos se rieron de él, pero Childs tenía un carácter indomable, gracias al cual llegó a ser dueño de esa propiedad y también del periódico, uno de los mejores del país.

Otra cosa que es muy necesaria en la búsqueda del éxito es el empleo adecuado de los momentos de espera. ¿Cómo utilizas el tiempo de espera a la hora de las comidas o cuando estás esperando tu tren o para abrir las puertas de tu negocio? Supongo que, si el individuo promedio empleara sabiamente estos intervalos en los que pierde el tiempo silbando, pronto acumularía el conocimiento suficiente como para cambiar su vida.