Andrew Murray - Andrew Murray - E-Book

Andrew Murray E-Book

Andrew Murray

0,0

Beschreibung

Si usted tiene hambre de Dios, este devocional diario será un banquete de satisfacción y riquezas. Contiene una selección de los mejores escritos de Andrew Murray que han venido a ser un tesoro sobre la oración, juntamente con herramientas sencillas que le ayudarán a tener una relación más cerca con Dios.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 185

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Andrew Murray: 120 meditaciones para nutrir el espíritu y refrescar el alma

©2024 por Editorial Patmos

Publicado por Editorial Patmos

Miramar, FL 33027

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por Cook Communications Ministries, 4050, Lee Vance View, Colorado Springs, CO 80918, con el título The Best ofAndrew Murray © 2008 por Cook Communications Ministries.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.

® Reservados todos los derechos en todo el mundo.

Las citas bíblicas indicadas como «rvr1960» han sido tomadas de la Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso.

Reina-Valera 1960® es una marca registrada de Sociedades Bíblicas Unidas, y se puede usar solamente bajo licencia.

Traducido por Rogelio Díaz- Díaz.

Diseño de portada e interior por Adrián Romano.

ISBN: 978-1-64691-384-8

e-ISBN:978-1-64691-388-6

Categoría: Devocional.

Nota del Editor: Las selecciones de este libro han sido «modernizadas ligeramente» para el lector actual. Las palabras, las frases y las estructuras de las oraciones se han actualizado por claridad y legibilidad; se han combinado títulos de capítulos nuevos y versículos de las Escrituras con extractos del texto de Andrew Murray. Se ha hecho el esfuerzo de preservar la integridad e intención de los escritos originales de Murray. Se incluye preguntas de reflexión al final de cada lectura para ayudar a la exploración personal y discusión de grupo.

Llamando a los creyentes a una vida cristiana más profunda e íntima

Andrew Murray (1828-1917) fue uno de los ministros y escritores más venerados de su tiempo. Pasó su vida llamando a los creyentes a una santidad sin concesiones, a una confianza en el Espíritu Santo y a una relación cada vez más profunda con el Padre celestial.

El segundo de los cuatro hijos de Andrew, padre, y María Murray, se crió en Graaff-Reinet, Sudáfrica, que en ese entonces era considerado el lugar más remoto del mundo. A la edad de diez años fue enviado a Escocia para seguir su educación formal y después estudió tres años de teología en Holanda. Regresó luego a Sudáfrica para ministrar en reuniones de avivamiento, en trabajo misionero social y educativo y como escritor de textos devocionales.

El primer pastorado de Murray fue en Bloemfontein, un territorio aislado y despoblado de casi 80.000 kilómetros cuadrados y solo 12.000 habitantes, más allá del río Orange. Sus dones fueron pronto reconocidos y apreciados, y en los años siguientes llegó a convertirse en líder de la Iglesia Reformada Holandesa, y pastoreó varias iglesias grandes e influyentes. Como predicador reunió regularmente inmensas multitudes y llevó a muchos a Cristo. Posteriormente fue utilizado por Dios para liderar un avivamiento que recorrió todo Sudáfrica.

Pero la vida de Murray no estuvo exenta de penalidades. Soportó la adversidad y la aflicción, las cuales refinaron su fe y le permitieron tener un discernimiento más profundo de la naturaleza de Dios. Cuando joven, una prolongada enfermedad lo dejó frágil y débil. Posteriormente, en la cumbre de su ministerio una severa enfermedad lo obligó a dejar el púlpito por dos años.

Dios utilizó estas dificultades para moldear más la actitud y el corazón de Murray. Como lo recuerda su hija: «Fue después del “período de silencio” (de enfermedad) cuando Dios se acercó tanto a mi padre y él vio con mayor claridad el significado de una vida de pleno sometimiento y de una fe sencilla. Comenzó a mostrar en todas sus relaciones esa constante ternura y llana benevolencia y un interés sin egoísmo por los demás que caracterizaron su vida a partir de esos días. Además no perdió nada de su fortaleza y determinación».

Padre de nueve hijos, Murray y su esposa Emma ministraron a una interminable cantidad de personas que iban y venían por su casa. En 1873 ayudó a establecer el Seminario Hugonote, una institución que capacitó a jovencitas para la labor educativa. También prestó sus servicios como el primer presidente de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ).

Fue utilizado poderosamente durante su vida para impulsar avivamiento y movimientos del Espíritu Santo. Su legado de fe continúa vigente hoy a través de sus muchos escritos. En efecto, Murray es considerado uno de los escritores cristianos más iluminados, inspiradores y prolíficos de los últimos siglos. Entre los numerosos libros suyos que han sido más leídos están With Christ in the School of Prayer (Con Cristo en la Escuela de la Oración), Absolute Surrender (Entrega Absoluta), Abide in Christ (Permanezca en Cristo), Waiting on God (Esperando en Dios) y The True Vine (La Vid Verdadera).

Durante su vida la oración de Andrew Murray fue: «Que no pase ni un solo momento de mi vida fuera de la luz, el amor y el gozo de la presencia de Dios, y ningún momento sin estar completamente rendido a Dios como un vaso suyo que pueda llenar plenamente con su Espíritu y su amor». Pocos negarían que sus oraciones fueron respondidas y que su total dedicación y devoción a Dios siguen siendo una inspiración para los cristianos de todo el mundo.

Elija vivir como Cristo

1

«El que afirma que permanece en él debe vivir como él vivió». 1Juan 2:6

Cuando Jesús nos redimió con su sangre y nos presentó al Padre en su justicia, no nos dejó a expensas de nuestra vieja naturaleza para que sirviéramos a Dios como mejor pudiéramos. No, en él habitaba la vida eterna, la vida celestial. Y todo el que vive en Jesús recibe esa misma vida eterna en su santo y celestial poder. De modo que nada puede ser más natural que esperar que la persona que vive en él reciba su vida y ande como él anduvo.

Esta vida poderosa de Dios no obra como una fuerza ciega que nos impulsa a actuar como Cristo de manera ignorante e involuntaria. Por el contrario, caminar como él debe ser el resultado de una elección deliberada que se ha buscado con anhelo y se ha aceptado con una voluntad activa.

Cuando Jesús nos llama a vivir en él para que recibamos la vida más abundante, nos señala su vida sobre la tierra y nos dice que nos ha dado esa misma vida para que podamos caminar como él caminó. Como él fue debemos ser nosotros.

Reflexión: ¿Qué significa, específicamente, «caminar como Cristo diariamente»? ¿Cómo puede usted seguir mejor su ejemplo esta semana?

No limite a Dios

2

«Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia…». Efesios 3:20–21

Dios puede hacer por nosotros muchísimo más de lo que podemos pedir o imaginar, y aún así estamos en peligro de limitarlo cuando confinamos en nuestros propios pensamientos.

La gente tiende a ponerle límites al poder de Dios. Cuando Moisés prometió carne en el desierto, dudaron: «¿Podrá Dios preparar una mesa en el desierto? Cuando golpeó la roca, el agua brotó en torrentes; pero, ¿podrá también darnos de comer? ¿Podrá proveerle carne a su pueblo?» (Salmo 78:19-20). No tenían duda de que Dios podía proveer manantiales en el desierto, porque ya lo había hecho. Pero ante la idea de que Dios hiciera algo nuevo, lo limitaron. Sus expectativas no podían elevarse por encima de sus experiencias pasadas o de lo que concebían como posible.

De igual manera quizá nosotros, por nuestras concepciones de lo posibles, estemos limitando a Dios en cuanto a lo que ha prometido o es capaz de hacer. Tengamos cuidado de no limitar al Santo de Israel en nuestras oraciones. Confiemos en que las promesas de Dios tienen un significado divino más amplio e infinitamente superior al que nosotros les otorgamos. El cumplimiento de ellas puede ser con un poder y una abundancia muy por encima de la idea o la concepción más grande que de ellas tengamos.

Reflexión: ¿Limita usted a Dios en sus ideas terrenales? ¿Como puede «ensanchar» sus pensamientos en lo que Dios puede hacer?

Dios mira el corazón

3

«Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero». Hebreos 10:22

En la naturaleza del ser humano el corazón es el poder central. Tal como es el corazón, así es la persona. El deseo y la capacidad de elección, el amor y el odio del corazón prueban lo que ya es ese hombre o mujer y determinan lo que llegará a ser.

Así como juzgamos la personalidad física por su apariencia exterior, así el corazón nos da la medida del carácter real del ser interior. El ser humano escondido que hay en el corazón es el que Dios mira.

La verdadera religión es asunto del corazón, es la vida interior. Solamente cuando el corazón enfoca sus deseos en Dios, le expresa su amor y se deleita solo en él, puede un individuo acercarse a Dios. El corazón del ser humano fue expresamente diseñado, creado y dotado con todos los poderes para que pudiera recibir y disfrutar a Dios y su amor. Una persona no puede tener más religión, santidad, amor y salvación que los que tiene en su corazón.

El corazón sincero alberga verdadera consagración, el espíritu que anhela vivir totalmente para Dios, que gustosamente renuncia a todas las demás cosas a fin de vivir totalmente para él. Y sobre todo, el corazón sincero se entrega a sí mismo como la clave o el secreto de su vida interior.

Reflexión: ¿Es su corazón sincero y está totalmente rendido a Dios? Si no es así, ¿qué le está impidiendo rendirlo totalmente a él?

Dios posee los primeros derechos sobre nuestro tiempo

4

«¿Así que no han podido velar conmigo una hora?». Mateo 26:40, rvr1960

¿Cómo es que algunos cristianos no pueden pasar un cuarto o media hora a solas con Dios y su Palabra? Nos es fácil encontrar suficiente tiempo cuando tenemos que atender una importante reunión o algo que consideramos ventajoso o placentero.

Nuestro gran Dios, por su maravilloso amor, anhela que pasemos tiempo con él para poder comunicarnos su poder y su gracia. Aún los mismos siervos de Dios, quienes deberían considerar como su privilegio especial pasar mucho tiempo con él en oración, están tan ocupados con su propio trabajo que encuentran poco tiempo para lo que es de total importancia: esperar en Dios para recibir poder de lo alto.

Querido hijo o hija de Dios: nunca digamos «no tengo tiempo para Dios». Dejemos que el Espíritu Santo nos enseñe que el tiempo más importante de todo el día y el que nos produce el mayor beneficio es el tiempo que pasamos a solas con Dios. La comunión con Dios a través de su Palabra y de la oración es tan indispensable para nosotros como el pan que comemos y el aire que respiramos. Aunque todo lo demás se quede sin hacer, Dios tiene el primero y el principal derecho sobre nuestro tiempo. Solo entonces nuestra rendición a la voluntad de Dios será plena y sin reservas.

Reflexión: ¿Cuánto tiempo pasa usted con Dios? ¿Cómo arreglaría su horario para poder pasar más tiempo esperando en el Señor y poder recibir así las bendiciones que tiene para darle?

Viva una bendita vida de amor

5

«Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros». 1 Juan 4:11

El mismo Espíritu que dijo: «Consideren a Cristo Jesús: tomen tiempo y presten atención para conocerlo bien» nos dice: «Considérense unos a otros: tomen tiempo y presten atención para conocer las necesidades de las personas que los rodean». Cuántos hay cuyas circunstancias son desfavorables, cuyo conocimiento es limitado, cuyas vidas no tienen esperanza, los cuales tienen pocas probabilidades de lograr una vida mejor. Con ellos solo hay una cosa que se puede hacer: nosotros que somos fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles. Cada uno que empieza a ver la bendición de una vida completamente rendida a Cristo debe ofrecerse a sí mismo a él para ser su mensajero ante los débiles y los cansados.

Amor y buenas obras debe ser el objetivo de la iglesia en el ejercicio de su comunión. Todo lo que pueda estorbar el amor se debe sacrificar y desechar. Todo lo que pueda promover, persuadir y estimular a otros al amor, se debe estudiar y realizar. Y junto con el amor, las buenas obras también.

La iglesia fue redimida por Cristo para probar al mundo el poder que él tiene para limpiar el pecado, conquistar el mal y restaurar la santidad y la bondad. Considerémonos unos a otros en toda manera posible para promover el amor y las buenas obras.

Reflexión: ¿Qué puede promover el amor en la iglesia? ¿Cómo puede mostrar amor a alguien que está enfrentando grandes retos?

Santidad: la clave de la alegría

6

«Y los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo». Hechos 13:52

Si quiere tener alegría —una alegría plena y permanente que nada ni nadie se la pueda quitar— esfuércese por ser santo así como Dios es santo. La santidad es bienaventuranza. Nada puede oscurecer o interrumpir nuestra alegría excepto el pecado. La alegría de Cristo puede más que compensar y sobrepasar cualquier prueba o tentación que enfrentemos. Como lo dijo Pedro: «Ustedes, aunque no lo ven ahora (a Jesucristo), creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso» (1 Pedro 1:8).

Gloriémonos en él quien es nuestra santidad porque en su presencia hay plenitud de gozo. Estudie para entender el divino valor de la alegría. Ella es evidencia de que usted está en la presencia del Padre y viviendo en su amor. Es la prueba de ser conscientemente libre de la ley de la restricción del espíritu de servidumbre. Es la muestra de que está libre de cuidados y responsabilidad porque se está regocijando en Cristo Jesús como su santificación y su fortaleza. Es el secreto de salud y vitalidad espiritual que llena todo su servicio con la feliz seguridad de que el Padre no le pedirá nada para lo cual no tenga fortaleza, y de que acepta todo en este espíritu.

No hay nada tan atractivo como la alegría. ¿Y cuál es el secreto de estar alegre? Es el deseo y la disciplina de procurar la santidad.

Reflexión: ¿Por qué es tan atractiva la alegría? ¿Podrían decir las personas que lo conocen bien que usted es alegre? Si no es así, ¿cómo podría el pecado estar afectando su alegría?

Encuentre el perfecto descanso

7

«Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana». Mateo11:28–30

El secreto del perfecto descanso es un total sometimiento a Jesús. Las condiciones del discipulado son entregarle totalmente la vida de uno, someterse para que lo guíe y enseñe y vivir en él. Sin ellas ni pensar que se puede mantener el descanso que recibió cuando vino a Cristo por primera vez. El descanso se encuentra en él y no en alguna cosa aparte de él mismo.

Muchos creyentes no echan mano de esta verdad y entonces el descanso se les escapa rápidamente. No saben que cuando Jesús dijo: «Mi yugo es fácil» hablaba la verdad. Justamente el yugo produce descanso porque en el momento en que el alma se rinde para obedecer, el Señor da la fortaleza y la alegría para hacerlo. No han tomado nota de su amonestación «aprendan de mí» y de sus palabras siguientes, «porque soy apacible y humilde de corazón». No saben que cuando dijo: «Permanezcan en mí» solo estaba pidiendo sometimiento a él mismo.

Estos dos factores, sometimiento y fe, son los elementos esenciales en la vida cristiana: entregar todo a Jesús y recibirlo todo de él.

Reflexión: ¿Cómo puede usted obtener perfecto descanso en Cristo? ¿Qué pasos debe tomar para acercarse más a él?

Busque conocer la voluntad de Dios

8

«Es más, todo lo considero pérdida […] a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos, y llegar a ser semejante a él en sumuerte». Filipenses 3:8, 10

El camino de muerte es el camino de vida. La única manera de ser liberados de nuestra naturaleza caída, y con ella de la maldición y el poder del pecado, es morir a ella. Jesús se negó a sí mismo y no hacía nada para complacer la naturaleza carnal que había adoptado, y aunque esta naturaleza estaba en él, vivió sin pecado. Y lo hizo negándose a sus deseos, muriendo a ella.

Jesús rindió su voluntad para el cumplimiento de la voluntad de Dios. Y esta es para nosotros la senda de vida. Aceptar la voluntad de Dios en cada situación. Obedecerla cuando se expresa en cada mandamiento a través de su Palabra. Busque conocer y cumplir la perfecta voluntad de Dios. Diga como el salmista, «He aquí vengo, para hacer tu voluntad, oh Dios». Que el cumplimiento de la voluntad de Dios sea el propósito número uno de su vida. Para nosotros será igual a lo que fue para Jesús, aunque nos lleve a través de la muerte, el camino de Dios y de la vida.

A medida que conocemos a Cristo en el poder de su resurrección, nos lleva a semejanza de su muerte, y lo hace en el poder de su Santo Espíritu. La muerte y la vida de Jesús obran en nosotros y nos llevan con la voluntad de Dios a donde él está.

Reflexión: ¿Qué significa «a semejanza de su muerte»? ¿Qué tan profundo es u deseo de hacer la voluntad de dios en vez de la suya?

Cuando su alegría en Cristo palidece

9

«Permanezcan en mí». Juan 15:4

Usted, que ha escuchado y prestado atención al llamado, «vengan a mí», escuche esta nueva invitación que proviene del mismo amoroso Salvador: «Permanezcan en mí». Sin duda usted nunca se ha negado a venir cuando él lo ha llamado. Ha encontrado que su Palabra es la verdad. Él ha cumplido todas sus promesas. Lo ha hecho partícipe de la bendición y la alegría de su amor. ¿Por acaso no fue su bienvenida de corazón, su perdón pleno y gratuito, y su amor lo más dulce y precioso?

Sin embargo se ha tenido que quejar de frustración cuando el tiempo ha pasado y sus expectativas no se han realizado. Las bendiciones que una vez disfrutó se perdieron. El amor y la alegría de su primer encuentro con su Salvador, en vez de crecer se han vuelto lánguidos y débiles. A menudo se ha preguntado por qué su experiencia de salvación no puede ser más plena.

La respuesta es sencilla: se ha desviado de él. Las bendiciones están conectadas con su invitación «vengan a mí» y son para disfrutarlas solamente en plena comunión con él. Quizá no entendió plenamente, o no recordó con exactitud que el llamado significaba: «Vengan a mí y permanezcan conmigo». Pues bien, este fue precisamente su objetivo y su propósito cuando lo llamó a usted por primera vez. No fue para renovarlo por unas pocas horas después de su conversión con la alegría de su amor y su liberación, para después dejarlo vagar en la tristeza y el pecado.

Ciertamente que no. Jesús planeó de antemano que usted viviera y permaneciera en él, toda su vida y cada momento de ella mientras realiza cada una de sus acciones disfrutando una ininterrumpida comunión con él.

¿Quién, al buscar el palacio del rey, se contenta con estar en la puerta después de ser invitado a entrar y permanecer en su presencia compartiendo con él la gloria de su vida real? ¡Entremos, pues, y permanezcamos y disfrutemos la plenitud de la rica provisión de su maravilloso amor que preparó para nosotros!

Reflexión: ¿Qué significa «permanecer» en Cristo? Piense en su relación con él y si está satisfecho con esa relación. ¿Qué le causa insatisfacción en su caminar espiritual? ¿Qué esperanza le ofrece el Señor?

Imitando a Cristo en el sufrimiento

10

«Porque es digno de elogio que, por causa de la conciencia ante Dios, se soporten las aflicciones, aun sufriendo injustamente. Pero ¿cómo pueden ustedes atribuirse mérito alguno si soportan que los maltraten por persistir en hacer el mal? En cambio, si sufren por hacer el bien, eso merece elogio delante de Dios». 1Pedro 2:19–20

En nuestra naturaleza pecaminosa hay más fe en la fuerza y la razón que en el poder divino del amor. Pero la persona que desea ser como Cristo, procura conquistar el mal con el bien. Mientras más daño le hace otra persona, más llamado se siente a amarla. Aún si por el bien público es necesario que el ofensor sea castigado, se cuida de que no haya en ello motivación de venganza personal. En cuanto a lo que él le concierne, perdona y ama.

Cuánta diferencia habría en nuestras iglesias y en nuestro testimonio al mundo si siguiéramos el ejemplo de Cristo y cada uno que es insultado «no replica con insultos»; si cada quien que padece «no amenaza, sino que confia en aquel que juzga con justicia» (1 Pedro 2:23). Mis hermanos y hermanas cristianos: esto es literalmente lo que el Padre quiere que hagamos.

En la vida cristiana ordinaria en donde muchos de nosotros buscamos cumplir con nuestra misión como redimidos mediante el esfuerzo propio, la conformidad con la imagen del Señor es imposible. Pero en una vida de pleno sometimiento, en la cual le hemos entregado todo en sus manos, se despierta la gloriosa expectativa de que la imitación de Cristo en esta área está ciertamente a nuestro alcance.

Reflexión: ¡Qué cambios los que podrían ocurrir en nuestras iglesias si cada cristiano respondiera de manera paciente y perdonadora mediante el poder de Dios cuando es tratado mal! ¿De qué maneras ha actuado usted vindicativamente hacia alguien que lo ofendió primero? ¿Cómo hubiera deseado Dios que hubiera respondido a esa persona?

El asombroso poder de la Palabra de Dios

11

«Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos». Isaías 55:11

Dios «llama las cosas que no son como si ya existieran» (Ro4:17). Tan cierta como esta verdad son todas las obras poderosas de Dios desde la creación hasta la resurrección de los muertos, y ello se aplica a cada palabra que Dios en la Biblia.

La Palabra es el poder de Dios para salvación; ella suple todo lo que nosotros necesitamos. Todos los tesoros y bendiciones de la gracia de Dios están a nuestro alcance. La Palabra tiene poder para iluminar nuestra oscuridad. Ella trae a nuestros corazones la luz de Dios y el conocimiento de su voluntad. La Palabra puede llenarnos con valor para conquistar todos los enemigos y con fortaleza para realizar cualquier cosa que Dios nos pida que hagamos. La Palabra limpia, santifica, y se convierte en nosotros en la semilla de todas las características que nos hacen semejantes a nuestro Señor. Mediante la Palabra el Espíritu nos guía a toda la verdad, es decir que hace realidad en nosotros todo lo que hay en la Palabra y así prepara nuestro corazón para ser el lugar de morada del Padre y del Hijo.