Beckett en 90 minutos - Paul Strathern - E-Book

Beckett en 90 minutos E-Book

Paul Strathern

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Beschreibung

Beckett en 90 minutos presenta una instantanea brillante de la vida y la obra de este escritor dentro de su contexto historico, y explica, de un modo claro y accesible, el significado, la trascendencia y el modo en que su obra ha transformado nuestras vidas desde entonces.

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Siglo XXI

Paul Strathern

Beckett

en 90 minutos

Traducción: Sandra Chaparro

La obra de Samuel Beckett provoca reacciones apasionadas. Lectores y público o reverencian al autor o consideran que escribe un montón de sinsentidos pretenciosos. Pero siempre habrá una generación de jóvenes lectores para su filosofía del pesimismo, capaz de hacer aflorar las burbujas de jabón arco iris de la ilusión y dejarnos parpadeando, contemplando con ojos penetrantes la implacable realidad. El derrotismo de Beckett no fue una elección fácil: tenía hierro en el alma y el humor burlón de quienes son capaces de sobreponerse a la mala fortuna y nunca admiten la derrota final.

En Beckett en 90 minutos, Paul Strathern nos ofrece un relato tan conciso como experto sobre la vida y obra de Beckett, y explica su influencia sobre la literatura y la lucha del hombre para entender su lugar en el mundo. El libro incluye asimismo una cronología de su vida y época, así como lecturas recomendadas para quienes quieran saber más.

«90 minutos» es una colección compuesta por breves e iluminadoras introducciones a los más destacados filósofos, científicos y literatos de todos los tiempos. De lectura amena y accesible, permiten a cualquier lector interesado adentrarse tanto en el pensamiento, los descubrimientos y la obra de cada figura analizada como en su influencia posterior en el curso de la historia.

Diseño de portada

RAG

Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

Nota editorial:

Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

Título original

Beckett in 90 minutes

© Paul Strathern, 2005

© Siglo XXI de España Editores, S. A., 2016

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.sigloxxieditores.com

ISBN: 978-84-323-1817-7

Introducción

En 1946 Beckett se encontraba de vuelta en Irlanda viviendo con su reprobadora madre. Había dejado París porque no tenía dinero para vivir en su ciudad predilecta. Se acercaba a los cuarenta y debía afrontar la perspectiva de su completo fracaso. Todos sus sueños de juventud se habían quedado en nada. Solo le habían publicado algunas piezas sueltas en revistas poco importantes y tenía en el mercado una única novela. A los lectores les había pasado prácticamente desapercibida y la mayor parte de las copias se habían liquidado. Durante la guerra había escrito otra novela sintiendo que al fin llegaba a alguna parte. Pero sus editores acababan de rechazarla; decían haber experimentado «cierta perplejidad» al encontrarla «salvaje e ininteligible». En su opinión no había posibilidad alguna de publicarla.

Aunque este rechazo le hiriera profundamente, en el fondo Beckett tampoco estaba satisfecho de su trabajo. Sospechaba que no iba por buen camino. Algo faltaba, algo le eludía, evitando que lograra todo aquello de lo que era capaz. La promesa que le hiciera nada más y nada menos que el mismísimo James Joyce no se había cumplido.

Beckett no sabía qué hacer y empezó a beber mucho en los bares de Dublín. Por las noches recorría las calles ebrio, perdido en sus pensamientos. Una noche se encontró de pie al final del malecón de piedra del puerto de Dún Lao­ghaire. Años después evocaría ese momento en una primera versión de su obra La última cinta de Krapp, en la que la voz grabada de Krapp relata de forma inconexa:

Espiritualmente, un año de lo más negro y pobre hasta aquella memorable noche de marzo, en el extremo del muelle, bajo el ventarrón, jamás lo olvidaré, en que todo se me aclaró. Al fin, la revelación. Me imagino que esto es, sobre todo, lo que debo grabar esta noche, pensando en el día en que mi labor esté concluida y ya no quede sitio en mi memoria, ni frío ni cálido, para el milagro que […] para el fuego que la abrasó. Lo que entonces vi de repente, fue que la creencia que había guiado toda mi vida, es decir […] grandes rocas de granito y la espuma que brillaba a la luz del faro, y el anemómetro que daba vueltas como una hélice; veía claro, en fin, que la oscuridad que yo siempre había rechazado encarnizadamente era, en realidad, mi mejor […] indestructible asociación, hasta mi disolución de tempestad y noche en la luz del entendimiento y el fuego […].

Beckett se dio cuenta de que llevaba mucho tiempo buscando en el lugar equivocado, en la dirección incorrecta. En vez de intentar adaptarse al mundo que le rodeaba, debería haberse centrado en su mundo interior, en «la oscuridad contra la que había luchado para que no le engullera». Joyce había llegado todo lo lejos que se podía llegar en «la dirección de saber más, de controlar el material». Pero Beckett se dio «cuenta de que mi propio camino estaba en el empobrecimiento, en la falta de conocimiento, en la necesidad de eliminarlo, en restar más que en sumar». No escribía sobre los grandes logros intelectuales de la condición humana, sino sobre su falta de esperanza, su desesperación, el elemento triste y ridículo de su fracaso ineludible, todo aquello que él conocía tan bien. A partir de entonces a Beckett ya no le importaría escribir cosas «salvajes e ininteligibles». Expresaría la desconexión de su voz interior que había experimentado hasta entonces en el largo viaje de su vida.

Vida y obra de Beckett

Samuel Beckett nació un Viernes Santo, 13 de abril de 1906, en Foxrock, un suburbio de clase media al sur de Dublín situado entre las montañas Wicklow y el mar de Irlanda. Descendía de hugonotes, es decir, de protestantes que escaparon de las persecuciones de los católicos franceses a finales del siglo xviii. Pero hacía ya tiempo que los Beckett se sentían plenamente irlandeses. La familia formaba parte de la próspera minoría protestante de Irlanda, a su vez parte de Gran Bretaña. Los ancestros de Be­ckett no tenían inclinaciones artísticas que sepamos, con la posible excepción de su abuela paterna, Fannie, cuya sensibilidad insatisfecha la empujó a la bebida. Según la leyenda familiar solía encerrarse en su cuarto durante días y días, o pasear por ahí con un loro sobre el hombro que chillaba de celos cuando cualquiera besaba a Fannie.

William Beckett, el padre del escritor, era un filisteo jovial que hizo una considerable fortuna como constructor y especulador inmobiliario. Beckett tenía buenos recuerdos de su padre, con el que daba largos paseos por la campiña yerma, sin árboles, de las cercanas montañas Wicklow. Pero el progenitor dominante en la vida de Beckett fue su madre, May, una mujer alta, de cara larga y carácter difícil que descendía de una familia de terratenientes arruinada. Quienes la conocieron coincidían en que había algo raro en ella, algo que no acababa de encajar en su papel de ama de casa de suburbio convencional. Padecía insomnio y mandó quitar las alfombras de la planta superior para poder oír los pasos de cualquier fantasma que se aproximara. Sin embargo, no era demasiado excéntrica en otros aspectos, aunque era famosa por una obstinación que al parecer su segundo hijo, Samuel, había heredado. El hermano mayor de Beckett, Frank, había salido a su padre, pero pronto se hizo evidente que Samuel era psicológicamente mucho más complicado, algo que a él le desagradaba tanto como a los demás. El resultado fue que se convirtió en un niño solitario, tanto por inclinación como por las circunstancias.

Al joven y reservado Beckett le fue sorprendentemente bien en la escuela, pues tenía buenas dotes intelectuales y destacaba en deportes a pesar de su mala vista. Llevaba gafas redondas de borde metálico desde muy pequeño y las usaría toda su vida. En 1920, a los catorce años, entró en el internado Portora Royal, un colegio privado protestante en la provincia del Úlster, que más tarde se convertiría en Irlanda del Norte. En 1922, Irlanda obtuvo la independencia, pero el Norte de Irlanda optó por seguir siendo parte de Gran Bretaña. Hubo una guerra civil en el Estado Libre de Irlanda entre las dos facciones católicas. Beckett era un colegial y no se enteraría de gran parte de estas cosas, pero sin duda debe haber sido consciente de las revueltas que estaban teniendo lugar. Es difícil saber exactamente qué traumas pudo provocar en Beckett este trasfondo histórico que dejaría una honda huella en su contemporáneo, también irlandés y protestante, el pintor Francis Bacon.

La nueva Irlanda independiente era un país desesperadamente pobre y lleno de problemas, en el que la Iglesia católica tenía un peso enorme y prohibía la anticoncepción. Las familias eran numerosas, lo que no contribuía a aliviar la pobreza de la población católica mayoritaria. Muchos emigraron a Gran Bretaña o Norteamérica por necesidad o ambición, dejando atrás familias tristes y abandonadas. Aunque Beckett nunca vivió en la pobreza en su patria, los personajes, oprimidos y sin esperanza que forman parte de su obra de ficción hubieran podido salir de cualquier calle de Dublín (aunque Beckett solía situarlos en escenarios más cercanos a las Montañas Wicklow). Puede que el hombre poco acomodaticio que había en Beckett fuera un lejano descendiente literario de ese «pobre animal desnudo y bífido» que viera el rey Lear de Shakespeare en la tierra maldita, pero los personajes de la obra de Beckett también son gente real, caracteres sin esperanza pero con mucho humor negro labrados por una desesperación auténtica.

A los 17 años enviaron a Beckett al Trinity College de Dublín, donde estudió lenguas modernas (inglés, francés e italiano). Allí adquirió una gran afición por la cerveza, que consumía en grandes cantidades, y una sed comparable de literatura y filosofía. Al final de su cuarto año obtuvo un puesto en el equipo de críquet de la universidad e hizo con él una corta gira de verano jugando contra estudiantes de otros condados ingleses. (Describió estos partidos en Wisden, la biblia de los aficionados al críquet, siendo el único Premio Nobel cuyo nombre ha aparecido en sus augustas páginas.)