Cadena De Daisy - Owen Jones - E-Book

Cadena De Daisy E-Book

Owen Jones

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Beschreibung

Cadena de Daisy. Amor, Intriga y el Bajo Mundo en la Costa del Sol. Daisy la orgullosa hija del un millonario ex mafioso londinense, John, y si esposa española, Teresa, creció en Marbella en la Costa del Sol, también conocida como la Costa del Crimen. Ella idolatraba a sus padres e intentó impresionar a su anciano padre ayudándolo a dirigir los negocios familiares después de graduarse de la uni. Sin embargo, un desastroso error de juicio termina en una tragedia familiar, y su madre pone a Daisy en un camino más seguro, ayudando a la comunidad local como una penitencia. Cadena de Daisy es un cuento trágico con un placentero final feliz.

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Contenido

CADENA DE DAISY

Derechos de autor

Colección Costa del Sol

Citas inspiradoras

1 LA VILLA BLANCA, MARBELLA, 1995

2 LOS PRIMEROS DÍAS DE DAISY

3 EL APRENDIZAJE

4 DAISY SIENTE SUS PIES

5 LOS ILEGALES

6 LA HISTORIA DE TERESA

7 LA SALIDA NOCTURNA DE DAISY

8 LA LUCHA POR LA IDENTIDAD

9 UN PLAN QUE VIENE ACOMPAÑADO

10 EL CHIVO EXPIATORIO

11 EL ERROR DE DAISY

12 REPERCUSIONES

13 EL PRECIO DE LA LOCURA

14 RECUPERACIÓN

15 EL CRUCERO

16 LA INVESTIGACIÓN

17 LOS DOCUMENTOS DE JOHN

18 EL TORNILLO APRIETA

19 EL VÍNCULO PERDIDO

20 EL LAVADO

21 JUSTICIA, MAS O MENOS

22 EL PRIMER ESLABÓN

23 EPILOGO

Acerca del autor

Otros libros del mismo autor

CADENA DE DAISY

Amor, Intriga, y el bajo mundo en la Costa del Sol

por

Owen Jones

Traducido por:

Mabel Lugo

Derechos de autor

Derechos de autor © Owen Jones 2024

Portada diseñada por GetCovers

Reservados todos los derechos

Colección Costa del Sol

1] Cadena de Daisy

Amor, Intriga, y el bajo mundo en la Costa del Sol

2] EL Cucú de Andropov

Una Historia de Amor, Intriga y la KGB

3] Los demonios de la calle Goya

Una historia sanadora de buenas intenciones y malas acciones

Citas inspiradoras

No creas en algo simplemente porque lo hayas escuchado,No creas en algo simplemente porque fue dicho y rumoreado por muchos,No creas en algo simplemente porque está escrito en tus textos religiosos,No creas en algo meramente por la autoridad de maestros y ancianosNo creas en tradiciones solo porque éstas han sido transmitidas por generacionesPero tras la observación y el análisis, si algo concuerda con la razón y conduce al bien y beneficio de todos y cada uno, entonces acéptalo y vive de acuerdo con eso.

Gautama Buddha

––

Gran Espíritu, cuya voz está en el viento, escúchame. Déjame crecer en fortaleza y conocimiento.

Déjame contemplar siempre la roja y púrpura puesta de sol. Permite que mis manos respeten las cosas que me has dado.

Enséñame el secreto oculto detrás de cada hoja y cada piedra, tal como has enseñado a las personas durante siglos.

Déjame usar mi fuerza, no para ser mejor que mi hermano, sino para pelear con mi mayor enemigo: yo mismo.

Déjame presentarme siempre ante ti con las manos limpias y el corazón abierto, para que cuando mi estancia terrenal se desvanezca como el ocaso, mi Espíritu regrese a ti sin vergüenza.

(Basado en una oración tradicional Sioux)

–—

No Busco caminar por las sendas de los Sabios de antaño.

¡Busco lo que ellos buscaron!

Matsuo Basho

––

“¿No os lo he ordenado? Sé fuerte y valiente. No temas ni te desanimes, porque Yahveh, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas”.

Josué 1:9

“Cualquier desgracia que os ocurra [a la gente], es a causa de lo que vuestras propias manos han hecho -Dios perdona mucho-Corán 42:30

––

Yo mismo cuando joven frecuentaba ávidamenteDoctor y Santo, y oí grandes argumentosSobre ello y sobre ello; pero a menudosalía por la misma puerta por la que había entrado.

Omar Khayyam

El Rubaiyat XXIX.

1 LA VILLA BLANCA, MARBELLA, 1995

Teresa estaba descansado sobre su espalda en la cama, respirando profundamente con una gran sonrisa en su cara, junto a su jefe, John, quien a sus sesenta y cinco años ya había tenido demasiado sufrimiento en la vida como para asumir un rol activo al hacer el amor apasionadamente, por sí mismo. A él le gustaba que ella jurara que les daría placer a ambos, pero esto no surgía de forma natural en ella así que normalmente se le olvidaba en el calor del momento. Teresa tenía cuarenta y dos años y estaba orgullosa de tener a John como su amante.

De hecho, ella lo había amado por años a pesar de la diferencia de edad. Ella se vio atraída en principio por el distinguido Caballero Inglés cuando él solía comprarle cosas en el mercado Fuengirola, y se enamoró de él casi desde el mismo día que la contrató como su cocinera y ama de llaves. Poco sabía ella, en ese entonces, que las visitas frecuentes al mercado habían sido excusas para verla.

—Eso fue grandioso, Teri, niña… Oh si… Tú eres suficiente para hacer a un hombre maduro llorar.

Teresa se enrolló hacia su amante, llegando hasta brazo derecho de él, que esperaba por ella. Ella puso su brazo derecho sobre el pecho de él mientras se besaban.

—Tú eres la mejor, dijo él.

—Es fácil para mi hacerte feliz, Johnny, porque yo te amo. Tú eres mi héroe y mi salvador, respondió ella, como siempre lo hacía.

Una explosión sonó como un estallido apagado afuera. El teléfono sonó justo cuando John iba a levantarlo. Era la persona a la que John pensaba llamar para preguntar que pudo haber sido.

—¿Qué fue eso, Tony? — preguntó sin una traza de ansiedad en su voz.

—No estoy seguro aún, jefe, pero nosotros no hemos sido impactados — fue interrumpido por una segunda explosión similar a la primera y entonces una tercera de tipo diferente.

—Viene desde lejos hacia abajo por la carretera. Yo creo que es en donde los O´Leary a juzgar por los penachos de humo. Estoy saliendo ahora para tener una mejor vista — Tony era un hombre grande, en forma de puerta con una cabeza calva sobre ella. Era el jefe de seguridad de John y había estado con él por diez años.

John podía oírlo corriendo al otro lado del teléfono, no respirando pesadamente del todo, y entonces se detuvo. —Estoy a unas dos yardas de su puerta frontal ahora. Parece que la casa ha sido impactada, y la puerta del frente… y hay pedacitos de motocicleta por todos lados… dos hombres caídos… en fuego… ¡Oh! Parece que han sido golpeados con un simple golpe de bate de beisbol en sus cuellos. Parece hecho por un RPG. Yo voy regresando. No quiero ser atrapado como testigo de esto.

—No, claro que no. Regresa y hazte el tonto, pero fíjate si puedes encontrar algo bajo cuerda. Avísame más tarde— Él colgó.

Cinco minutos después, John se quedó dormido, como frecuentaba hacerlo, y Teresa se levantó sigilosa, se vistió y regresó al trabajo – ya era hora de preparar la cena de sus empleados.

Durante la comida, Tony le dio a John su reporte verbal del bombardeo.

—No es oficial, jefe, pero lo supe de uno de los chicos de O´Leary, así que creo que esto es lo más cercano a la verdad que alguna vez vamos a tener. Fue un atentado y usaron granadas propulsadas por cohetes. Aparentemente, ellos lanzaron la primera cuando pasaron. Ésta fue a través de las barandillas del portón e impactó la casa. El portero, quien probablemente cuenta con su estrella de la suerte no fue herido y tuvo pocos impactos. — Los motociclistas entonces regresaron y pasaron la puerta, abrieron fuego de nuevo, pero el tubo lanzador del RPG debe haber hecho ignición con el combustible que salía por un agujero de bala en el tanque y explotó. La segunda granada impactó la puerta, como la primera probablemente debía hacerlo, y la voló. Fue cuando la moto explotó y los motociclistas cayeron a tierra en llamas. Los hombres de O´Leary le rompieron sus cuellos con bates de beisbol para no dejar cabos sueltos.

—¿Quién fue el responsable, ellos lo saben, Tony?

—Él dice que ellos no lo saben, pero cuando yo le sugerí que fue una pandilla irlandesa rival de su casa, él no supo decir que no fuera así.

—¿Había alguien más aparte de los motociclistas heridos?

—El portero está en mal estado. Recibió heridas de metralla y la gran puerta de hierro forjado le dio un buen golpe cuando voló, pero probablemente sobrevivirá. Una limpiadora recibió algunas astillas de vidrio en la espalda, pero ella está bien. Los O´Leary estaban en la parte de atrás cerca de la piscina, así que ellos están ilesos también.

—¿La policía llegó? Yo escuché algunas sirenas, creo, pero yo estaba medio dormido entonces y podría haber sido soñando.

—No, si llegaron también… y los bomberos y la ambulancia, después que todo acabó. Los O´Leary habían montado al portero y a la limpiadora en la Range Rover y los llevaron a ambos al hospital por su cuenta. La ambulancia levantó los cuerpos de los motociclistas; los bomberos apagaron los restos humeantes y entonces revisaron los daños en la estructura de la casa y la policía acordonó toda el área. Todavía están allí, unos cuantos de ellos tratando de parecer preocupados y ocupados.

—Ellos me preguntaron si yo había visto algo y yo les dije que solo el humo. Realmente no le atinan a un mono mientras que no haya un español involucrado.

—No, estás en lo cierto. Bien, gracias por esto, Tony. Bien hecho, como siempre. ¿Piensas que estamos en algún peligro?

—No, jefe, solo fueron los Micks, eh, lo siento jefe, los irlandeses teniendo una guerra por territorio. Nada que ver con nosotros. Yo he traído un par de manos extras, para estar seguro.

—Bien. ¿No has comido aún? Le preguntó moviéndose hacia una silla.

—No, pero habrá algo esperando por mí en la oficina cuando yo regrese, Gracias.

—Si estás seguro, Tony. Siempre eres bienvenido, lo sabes, OK, depende de ti, no me dejes alejarte de tus comidas. Te veo más tarde en mis rondas— A John le gustaba caminar alrededor de los jardines de la casa dos veces, antes de ir a la cama, como parte de su régimen de ejercicios.

John Baltimore se mudó por primera vez a Marbella veinte años antes cuando tenía cuarenta y cinco, a pesar de que era solo por tiempo parcial, sus periodos de estadía se fueron alargando gradualmente. Él no había huido allí, como muchos otros antes que él, sino que había hecho y heredado suficiente dinero como para hacerle pensar que era una buena idea salir del Reino Unido antes de que las personas, es decir la policía, la Inland Revenue y la prensa comenzaran a hacer preguntas. Si se removían suficientes piedras, alguna podría eventualmente golpearlo a él, así que emigró, aunque tanto él como su padre, antes que él, habían tenido la propiedad en Andalucía por décadas.

La prensa había apodado la costa de la provincia de Málaga como la Costa del Crimen, pero había más verdad en eso de lo que la mayoría de las personas, es decir el público británico en general, sabía. Esta era una descripción bastante acertada en lo que concernía a una considerable minoría británica en el área. Muchos de la Mafia británica se habían mudado a la Costa del Sol con la intención de retirarse de su antigua vida de crimen, pero se aburrían y entonces volvían a las andadas. Algunos simplemente realizaban sus antiguas operaciones en Gran Bretaña remotamente, y otros trataban de articularse en la comunidad local, a lo cual los españoles y otros se resistían. Esto llevaba a la violencia, algunas veces los británicos ganaban, otras veces no.

John había renunciado a todo en Gran Bretaña, pero tenía una serie de negocios rentables en España, en los cuales gradualmente había ido perdiendo interés, pero como era un adicto al trabajo y no tenía herederos o ni siquiera una esposa, él tuvo que seguir adelante. Él se había casado tres veces y había tenido muchas aventuras. Algunas de sus amantes le reclamaban haber tenido un hijo suyo, pero él nunca aceptó la responsabilidad, porque esperaba tener un heredero legitimo algún día. No obstante, ese día nunca llegó y, a su edad, hace mucho tiempo que había perdido la esperanza de que pudiera suceder.

Él tenía planes de hacer que Teresa se sintiera cómoda de por vida, en vista de que tenía sus esposas “reales”, y estaba jugando con la idea de dejar al resto a una fundación benéfica para mujeres que estén pasando por momentos difíciles. Él y su padre habían metido sus manos en poner a muchas mujeres en estos predicamentos, así que esto parecía lo justo.

El padre de John, de quien había recibido su nombre, a pesar de que su verdadero padre se llamaba Sean, había sido enviado por su madre a Londres desde Dublín para prevenir que se involucrara en una revuelta propuesta por la Hermandad Republicana Irlandesa, rumores que habían comenzado a esparcirse en la gente desde finales de 1914. Ellos planeaban aprovechar la fuerte participación de Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial, y Alemania les había ofrecido armas si ellos podrían organizar algún tipo de revuelta. Ella se sintió atemorizada por la seguridad de su hijo después de que un amigo le dijera que John estaba pensando seriamente en unirse a “La Causa” – para reunificar Irlanda y deshacerse de la Influencia del Westminster.

Él había sido un delincuente menor en el East End de Londres durante el primer año de la Primera Guerra Mundial, pero había vivido en la habitación de una casa en donde habían alojado a refugiadas belgas. Había cientos de miles de refugiados Belgas en el Reino Unido, la mayoría eran mujeres y niños. El notó que muchas de ellas entraban al juego para mantenerse, así que astutamente, había pedido suficiente dinero prestado a un prestamista para rentar una casa la cual usaba como burdel. Él tenía a diez mujeres jóvenes y niñas Belgas viviendo y trabajando todos los días de la semana, y tenía una docena de estos “negocios” al año. En cinco años, ya era propietario de todas las casas.

La primera cosa que él hizo cuando comenzó a ganar dinero fue llamar a sus hermanos menores para que lo ayudaran a llevar sus nuevos, y cada vez más complicados, asuntos.

Él se hizo millonario antes de los treinta, hecho del cual estaba particularmente orgulloso, dado que había llegado a Londres en 1914 con menos de una libra a su nombre.

John junior fue el producto de una de las muchas relaciones de una de las chicas trabajadoras, pero no con el hombre al cual él había llamado padre, su padre adoptivo, porque sus propios padres habían sido asesinados por su propia familia en dos distintas peleas con armas. John senior adoptó a John junior, debido a que se sentía avergonzado de lo que su hermano había hecho, y de la manera que su descendencia había provocado la venganza. También se rumoraba que existía un bajo conteo de espermatozoides en la familia y John junior siempre había pensado que él seguiría la tradición de sus predecesores masculinos.

Dos meses más tarde, después de otra sesión de amoríos, pero antes de que John se quedara dormido, Teresa susurró en el oído de su jefe:

— Johnny, mi querido héroe, vas a ser padre…

—¿Eh? ¿De qué estás hablando, Teri? Yo no puedo tener hijos… Nunca he tenido ninguno y ciertamente ahora estoy muy viejo. Además, tú me dijiste que ya habías llegado a la menopausia, así que tú tampoco puedes.

— Eso es lo que yo pensé, así que este bebé es un regalo de Dios para nosotros, Johnny…

— Un milagro sangriento, si es que es cierto. ¿Ya has visto a un doctor?

— No, aún no, pero una mujer sabe estas cosas, no necesita que un doctor se lo diga.

— Quizás no, pero un hombre si, así que ¡ve mañana y asegúrate, mi niña!

— Pero y si es verdad, Johnny, ¿qué dirías entonces?

— Simplemente no puede ser verdad. ¡Yo no puedo, y tú no puedes tener un bebé!”

— Pero, ¿y si es cierto?

— Basura, no puede ser. Tienes un viento… o estás subiendo de peso. Eso es lo que pasa, estás subiendo de peso.

—¡No, Johnny, nuestro bebé solo tiene el tamaño de un maní! Yo no estoy más gorda por eso. De hecho, tengo el mismo peso de siempre: cincuenta y dos kilos, pero tengo un bebé. Tan imposible como parezca, yo estoy embarazada. Yo recuerdo esta sensación desde antes, pero iré a consultar con el doctor mañana.

— ¡Bien! Haz eso y verás que yo estoy en lo cierto.

Segundos después, él se quedó dormido y Teresa se ocupaba de asegurar el confort de su amado.

Cuando John escuchó que iba a tener un hijo antes de que terminara el año, no supo cómo reaccionar. Parecía que todo estaba ocurriendo muy rápido, y aunque él estaba secretamente regocijado, el hombre duro que había dentro de él había ganado, así que insistió en una prueba de ADN. Cuando la prueba de amniocentesis, a las diez semanas, le confirmó que él era el padre, le pidió matrimonio a Teresa, y quedó desconcertado cuando ella parecía renuente.

— Yo pensé que a ti te gustaría casarte conmigo, Teri— le dijo.

— Me gustaría— ella admitió dolorosamente — pero no solo porque estoy esperando a tu bebé. A mí me gustaría que me pidieras matrimonio porque me amas.

— Pero yo te amo, Teri, tú lo sabes. Solo que no soy muy bueno para decir ese tipo de cosas, pero yo pensé que tú lo sabías.

— A una mujer le gusta oírlo, Johnny…

— Yo supongo que un hombre también lo hace, querida, admitiré que lo hago por ti, pero si alguna vez le dices a alguien, lo negaré.

— Ustedes tontos hombres machos—, ella se burló gentilmente mientras caía en la curva de su brazo. — Tú quieres oírlo, pero no quieres dar el mismo placer a las personas que amas. Eso es egoísmo, ¿no es así?

Él no respondió por varios minutos, pero Teresa estaba dispuesta a esperar.

— Si, supongo que es así—, finalmente admitió. — Lo siento mucho por no haberte dicho antes que te amo. Yo nunca se lo he dicho a nadie en toda mi vida, excepto quizás a mi madre. No recuerdo. ¿Alguna vez te he hablado sobre ella?

— Su nombre era Fleur y vino de Bélgica, pero no hablemos más sobre ella por ahora. ¿Te casarías conmigo, por favor, Teri? Eso me haría el hombre más feliz del mundo, y yo sé que suena cursi, pero yo soy un hombre de acción, no de palabras… Creo que ya tú sabes eso también.

— No suena cursi, Johnny, esas son palabras muy bellas—… Sus ojos se llenaron de lágrimas. — Me casaré contigo, Johnny. Siempre te he amado, pero quiero que me prometas que cuidarás a nuestro hijo. No me preocupo por mí, pero a nuestro bebé debes cuidarlo, o sería mejor si me voy ahora.

— Mi querida Teresa, si te casas conmigo, nuestro bebé, niño o niña, heredará todo lo que poseo.

— En ese caso, Johnny, Acepto. Me casaré contigo.

John quería que la ceremonia de boda se celebrara en una semana, pero Teresa insistió en planear y hacer todo apropiadamente, excepto que ella no le pidió a John convertirse al Catolicismo y ella no pidió que el bebé fuera educado como un católico.

A las catorce semanas, después de la enorme boda, Teresa le dijo a John que estaban esperando una niña. Ella estaba preocupada de que John pudiese estar decepcionado, pero ella no pudo notar ningún signo de esto.

John, por su parte, pensó que él debería haber estado decepcionado, pero para su sorpresa se encontró con que no lo estaba.

— ¿Qué nombre deberíamos darle? —Preguntó Teresa una mañana en la cama.

— ¿Podríamos llamarla Daisy? — Preguntó él.

— Seguro—, ella reflexionó. — Daisy… Margarita en español… una perla… una gema oculta. Este es el nombre perfecto para nuestra hija, nuestro regalo de Dios, quien nunca debió haber existido.

2 LOS PRIMEROS DÍAS DE DAISY

El embarazo de Teresa, su tercer embarazo, ya que los otros habían terminado prematuramente, transcurrió con normalidad, a pesar de que ella estaba ansiosa, naturalmente por su experiencia pasada. John estaba al pendiente de esto y consiguió una enfermera privada para ella y un segundo carro, así el jardinero podría llevarla al hospital, en caso de que él o Tony no estuviesen en casa. No obstante, todo fue bien, y Daisy nació en casa, el 14 de diciembre, en una tarde soleada, con la ayuda de una partera que fue proporcionada por la compañía de seguros de la familia. Fue un parto sin problemas y John resplandecía de orgullo al ver a su hermosa esposa sosteniendo a su hermosa hija.

John nunca había sido de fotografías, pero en esa semana él había sacado cientos de ellas. Él las mostraba a sus amigos y conocidos, y cuando ellos decían que ella tenía su nariz o sus ojos, se sentía demasiado orgulloso, aunque él mismo no lo notaba. Para él, ella era la viva imagen de su adorada Teresa, y él no podría desearlo de ninguna otra manera. Él nunca la llevaba fuera de los portones, pero le gustaba pasear alrededor del jardín con ella en su cochecito, describiendo las flores y las aves para ella, cuando él estaba seguro de que nadie lo podía escuchar. Él derritió el corazón de Teresa una mañana, cuando ella estaba llegando para ver a Daisy y vio a John cantando “Ba, Ba, Black Sheep” para ella. Él se puso rojo de la vergüenza cuando vio que ella lo estaba escuchando, y ella nunca más lo vio hacerlo de nuevo.

Las caminatas por el jardín se detuvieron poco después, y esto tuvo un efecto en Teresa también, porque John no solía socializar sin una compañera, así que quería que su esposa lo acompañara, lo cual significaba que ellos necesitaban una niñera. A pesar de que esto no era lo que Teresa quería, ella sintió que debía complacerlo porque John había sido muy amable con ella.

Los periodos de tiempo en los que la bebé Daisy era dejada con su niñera, Lisa, fueron extendiéndose y haciéndose más frecuentes, tanto que la bebé mostraba más afecto hacia Lisa que a su madre. Esto rompió el corazón de Teresa, pero no había nada que ella pudiera hacer al respecto. Por este tiempo, Tony notó que la pequeña Daisy a veces estaba sola dentro de su corralito en el jardín, así que se detenía para entretenerla. Él no tenía problema alguno con que lo vieran o pensaran que era tonto y que le gustaban los niños, siempre se lamentaba no haber tenido ninguno propio. Daisy lo adoptó también a él y se convirtieron en buenos amigos.

John estaba ausente de casa cada vez con más frecuencia, a pesar de que su oficina estaba allí, pero no conocía nada diferente, esto no le aburría. Así fue como él había sido educado.

Desde pequeña ella demostró ser rápida para el aprendizaje, prácticamente aprendiendo español e inglés a la misma velocidad. Teresa utilizaba estas oportunidades para perfeccionar su dominio del inglés, en lo cual hasta ahora había sido en promedio razonable para el área y sus alrededores. Esto sirvió para mantenerla en buena forma esos años y mejorar la relación con su hija.

Sin embargo, a pesar de esto Daisy creció más o menos solitaria, o más precisamente, con sus sirvientes. Ella vivía en la misma villa que sus padres, pero a John le gustaba su vida de soltero y ya estaba muy viejo para cambiar. A él le gustaba irse de tragos y comidas en las noches y esperaba que su esposa lo acompañara, así como las esposas de sus amigos lo hacían, no obstante, el hecho era que las mujeres resultaban sentadas a un lado de la mesa y los hombres al otro lado, cuando ya la comida había terminado.

A la hora que ellos regresaban a casa, más era las veces que no, la pequeña Daisy ya había sido metida en la cama por su niñera y se había quedado dormida mientras le leían una historia. A decir verdad, la niñera de Daisy no podría haberla amado más si fuera su propia hija, y la madre de Daisy hacia todo lo posible para compensarla por estas ausencias regulares, ya que ella nunca dejaba de sentirse culpable por ello. Pero ahora confiaba en que el futuro de Daisy era seguro y eso era lo que le preocupaba más que cualquier cosa.

Daisy nunca tendría que hacer lo que ella tuvo que hacer para asegurar su futuro y el de sus hijos cuando los tuviese algún día.

Daisy siguió el camino de muchos niños de padres adinerados. En sus primeros años pasaba de ser mimada por culpables padres a ser descuidada por ellos mismos una vez más, en un mismo día. Entonces cuando ella cumplió los cinco años de edad, la inscribieron en el preescolar, donde los maestros intentan reemplazar a los padres y niñeras. Cada uno era bien intencionado pero el único resultado fue más confusión, aislamiento y soledad para los niños, incluyendo a Daisy.

Ella fue creciendo un poco fría de corazón, una solitaria que no buscaba ni amistad ni compañía. Esto no detenía que otros niños trataran de ser amigables con ella, pero ninguno se acercaba a ella lo suficiente. Ella no tenía idea de lo que era un mejor amigo.

La escuela fue más de lo mismo, aunque Daisy pareció destacar en ésta. Si la verdad se supiera, fue porque ella estaba tratando de obtener la aprobación de su padre. Ella estaba más segura de la aprobación de su madre, quien pasaba más tiempo con ella cuando no tenía que llenar los “deberes” de la vida social de John.

Fue en esta etapa de su vida, en la escuela secundaria, que ella comenzó a escuchar sobre las hazañas de su padre y su reputación de “hombre duro”. Algunos a veces fueron tan lejos como para describirlo como “despiadado” y “asesino a sangre fría”. No obstante, estas descripciones de su padre no le hicieron cuestionar su carácter, eso solo sirvió para aumentar su estatus de héroe en su joven mente. Después de todo, ¿su madre no lo hacía, y frecuentemente lo llamaba, “su héroe”?

Ella nunca habló de sus sentimientos sobre esas frecuentes ocasiones en las que la gente hablaba tan mal de su padre, pero tampoco respondía cuando la gente hablaba de él con asombro, a pesar de que interiormente, ella estaba brillando de orgullo por la persona de la que estaba aprendiendo más por boca de otros que por él mismo.

Ella fue enseñada en inglés y en español en la misma escuela y hablaba completamente fluido en ambos idiomas. Se mezclaba tan fácilmente con niños españoles pobres y ricos como lo hacía con los británicos ricos. Nunca conoció a ningún británico pobre, así que cuando fue internada en una escuela en Gran Bretaña, a los dieciséis, para hacer sus niveles “A”, ella no tenía idea de que existían. En ese aspecto, ella era como muchos niños españoles.

Sus padres la llevaron a Londres para comenzar en un internado, cuando ellos la dejaron allí, su madre lloró, pero ella se dio cuenta de que era al hombre a quien llamaba Tío Tony, la cabeza de seguridad de su padre, a quien extrañaba más. Las niñeras iban y venían, así como los maestros en la escuela, pero Tony había estado allí siempre, y esto era más de lo ella podría decir de sus padres. Él la enseñó a montar bicicleta con rueditas de soporte, y fue él quien se las quitó y la levantaba cuando ella se caía. Él también le enseñó a nadar, a trepar árboles, a patear y lanzar un balón y hasta le enseñó rudimentos de boxeo y karate. Tenía buenos recuerdos, mirando rugby en la televisión, con él y disfrutaba viendo cuánto se alegraba él al ver que Inglaterra anotaba un punto o jugaba especialmente bien.

Varias veces, ella casi rompe en llanto por aquellos días felices, pues sabía que muy probablemente se habían ido para siempre.

Fue en el internado y en la universidad donde estudió Economía y Negocios en la LSE que desarrolló la gruesa coraza de un rinoceronte y la astucia de un zorro. Ella siempre tuvo la misteriosa habilidad de recordar cada palabra que cualquiera haya dicho sobre ella, su familia y en especial su padre. Siempre tuvo el hábito de escribir todo en diarios, y lo estuvo haciendo por una década, pero fue solo una forma de guardarlo en su memoria. Ella descubrió durante su infancia, que una vez que escribía algo a mano, nunca lo olvidaba.

Como actividad extraescolar durante los años de escuela, y después en la universidad tomó lecciones de artes marciales mixtas. Era experta en Karate Kyokushinkai de full contacto y estudió Aikido y boxeo al mismo tiempo, cuando dejó la escuela.

John y Teresa se sintieron los padres más orgullosos del planeta cuando fueron a Londres a ver a su hija recibir su grado honorifico de primera clase. Ellos celebraron en el Ritz directamente con sus amigos y luego con los amigos de Daisy en la noche. Fue el día perfecto, y quizás el único, en diez o quince años, en el cual Daisy se había sentido de valor para ambos padres al mismo tiempo.

John y Teresa le ofrecieron un boleto de primera clase para un viaje alrededor del mundo como recompensa por sus logros, y además tenía un nuevo Porche 911 Carrera S Cabriolet en la cochera en España como sorpresa, pero para asombro de sus padres, Daisy rechazó el boleto.

— Yo preferiría volar de regreso a Málaga con ustedes, si es lo mismo— dijo ella— yo quiero contribuir en algo al negocio familiar. Ya habrá tiempo de sobra para volar alrededor del mundo después. Yo quiero trabajar en la empresa familiar contigo, Papá.

Papá, a los ochenta y seis, no estaba seguro de que hacer con esto, pero sintió un cálido brillo en su corazón. Él puso sus brazos alrededor de su hija y la apretó. Fue un momento de unión muy raro para ambos.

Como una alternativa al viaje alrededor del mundo, los padres de Daisy la llevaron a un día de compras de £5,000, al corazón de Londres. John sacó su excusa típica de su mala espalda para no acompañar a su esposa e hija, ellas sabían que a él no le gustaba hacer compras de todas maneras y fueron solas. Se la pasaron a lo grande y desfilaron sus nuevos atuendos frente a él al regresar. Él fingía interés, pero nuevamente, ambas lo conocían muy bien como para esperar algún entusiasmo por la moda, de su parte.

Preocupado por la prensa Británica, John decidió que lo más seguro para él era regresar a España al día siguiente y, su pequeña familia estuvo complacida de irse con él. Había estado lejos tanto tiempo que ya Gran Bretaña, y ni siquiera Londres, se sentía como casa. A Teresa le gustaba Londres, solo por las compras y Daisy estaba entusiasmada por comenzar su nueva vida. Ella se sentía mayor, más responsable, y más capaz de conocer a sus padres en un nivel superior de lo que era posible cuando había sido una niña.

—¿No tienes un enamorado o alguien especial de quien quieras despedirte? — Le preguntó su madre

—No— respondió ella tímidamente, y no estaba siendo tímida porque tuviera novio, era solo que ella estaba muy consciente de que la gente esperaba que una mujer hermosa como ella tuviera uno, y ella no lo tenía. Teresa no le creyó, pero lo dejó pasar. El hecho fue que habían existido algunos chicos y hombres detrás de ella, en los cinco años que pasaron, pero ella no había sido capaz de sentirse emocionalmente atada a ninguno de ellos.

Ella lo intentó en el primer año, realmente lo intentó, pero no disfrutaba al besar, especialmente el beso al estilo Francés, y a ella no le gustaba ser tocada o ser de esas que complacen a los chicos. Ello hizo el amor tres veces con dos parejas diferentes, pero no disfrutó de las experiencias. Después de eso, se rindió, y usaba la excusa de un novio ficticio que vivía en España para mantener su orgullo. Ella no tuvo amigas que fueran tan cercanas como para notar que nunca conoció a ningún novio, al cual llamaba Dick porque la hacía reír.

Ella llegó a la conclusión de que era asexual, aunque en lo profundo sabía que esto no era cierto. Le gustaban los chicos lujosos, no las chicas, pero no le gustaban ninguno, o por lo menos ninguno de los que había conocido hasta ahora además que tenía que admitir que en la Universidad había pocos.

No obstante, con la idea de sacar a su madre de la escena, ella salió por su cuenta por unas pocas horas esa noche, no fue más que a ver una película y comer una hamburguesa.

Los tres, especialmente Daisy estaban felices de volar de regreso a España la siguiente tarde.

3 EL APRENDIZAJE

El domingo en la tarde después de su regreso, Daisy le dijo a su padre, después del almuerzo, —Papá, estoy lista para ayudarte, en cualquier forma que tú quieras usarme. Yo quiero ser tu hombre de confianza, chica, o, eh, mujer, como sea que tú quieras pensar en mí. Pienso que nuestros negocios son mejor si se quedan en la familia, así que, si tú quieres, tomaré el trabajo de Tony como tu adjunto, desde mañana.

Ella esperaba, o por lo menos tenía la esperanza de otro abrazo de su héroe por tal declaración de lealtad, pero ella se decepcionó otra vez, no es que hubiera dejado que esas cosas se mostraran en su bonita cara por muchos años.

—Tony ha estado conmigo por treinta y tantos años… Tú no puedes solo ponerte en sus zapatos, así como así, querida… y, además, ¿Qué diablos crees que diría tu madre? Tony tiene un trabajo peligroso. Yo no puedo ponerte en su posición…

Se le partió el corazón, pero solo ella lo supo.

—Yo solo quiero ayudar, Papá. Yo quiero hacer mi parte en la organización que tú has creado y que paga por nuestro estilo de vida…. Mío y de mi mamá.

—Eso es muy dulce de tu parte, Daisy, pero yo no veo cómo puedes…. Te diré lo que haré. Dame un par de días para pensarlo y te pondré en una posición en nuestro negocio familiar. ¿Está bien?

— ¿Me lo prometes?

—Te lo prometo, Pollita, para el final de esta semana.

Ella adoraba cuando él la llamaba “pollita”, y lo besó en la mejilla.

—Ve ahora y déjame pensar al respecto—, dijo él.

John estaba orgulloso de su hija y de la forma en que ella lo idolatraba, pero le preocupaba que su idolatría no resistiese tanto escrutinio, si le permitía a Daisy conocer mucho sobre sus intereses de negocio. Así que él trató de mantenerla bajo su brazo dándole un trabajo, en el cual solo tenía conexiones con la parte legal de sus asuntos financieros.

—Daisy, he encontrado el trabajo perfecto para ti—, le dijo un día.

—Vamos a convertir tu estudio en una apropiada y prestigiosa oficina, y puedes estar al pendiente de las finanzas. Tú serás la contable de la firma… o la contadora, cuando estés completamente al día con las leyes financieras en este país. Sé que has estudiado todo eso con lujos de detalles para el Reino Unido, pero España es ligeramente diferente, así que debes poner tu cabeza a trabajar en eso desde ahora—. Él tenía la esperanza de que, poniéndole carga extra encima, ella no tendría tiempo de estudiar sus negocios

—¿Tú me quieres como empleada? Después de pasar todo ese tiempo estudiando – dieciséis años o más – Me convertiré en aprendiz de contador.

Era claro que ella estaba ofendida y decepcionada, y que desviarla no iba a ser tan fácil como él esperaba. Este era un problema que él no había previsto.

—Tienes que comenzar en algún lado, Pollita, y no puede ser desde arriba. Cada uno tiene que ganarse su lugar en la organización comenzando desde abajo… y tú no estarás justo al fondo. Toda compañía necesita buenos contadores, o el gobierno y algunos empleados la despellejarían vivo.

—Tu trabajo será evitar que nuestra compañía pierda dinero—. Él estaba pensando en sus cabales, ahora, para lo cual era bueno. —Tendrás que analizar cada aspecto de nuestro negocio y compararlo con sus resultados financieros. Entonces podras sugerir mejoras de cómo hacemos las cosas. Sabes, yo me estoy poniendo viejo, y ya no puedo mantener mis dedos a pulso sobre todas nuestras operaciones como solía hacerlo antes.

—Es por eso que te necesito. Un miembro de la familia confiable, inteligente y bien educada… una persona joven que tenga fuerza y entusiasmo para hacer el trabajo correctamente. ¿No hay nadie más aquí que se ajuste al perfil, cierto?

Ella buscó en sus ojos para juzgar si él la estaba timando, pero tuvo que admitir que no había nadie más que pudiera cumplir tal función. —Yo sé que me estás evadiendo, Papá, pero es difícil discutir contigo, así que yo haré lo que tú quieras que haga, pero estoy decidida a tener un verdadero trabajo, no alguna excusa tonta que tú hayas inventado para mí. Hablo en serio cuando digo que quiero hacer mi contribución real a nuestros negocios. Quiero dar algo a cambio. ¿Nos entendemos?

—Sí, querida, pero tú debes entender esto también: tomará algún tiempo para acomodarte en tu nuevo rol. No es tan solo un nuevo trabajo, solía revisar todos mis negocios como rutina, por lo menos cada día o semana, dependiendo de las circunstancias, pero tuve que dejarlos a un lado, así que quiero que lo retomes en donde yo lo dejé. No obstante, este es un nuevo rol para ti así que me tomaré algún tiempo para enseñarte.

— ¿Entiendes eso?

— Si, Papá, ¿Cuándo comienzo? No puedo espera para trabajar contigo.

— Yo tampoco, mi amor, vamos a conseguirte una nueva computadora solo para tu trabajo de oficina y un escritorio más grande. Tú puedes ordenar todo e inscribirte en algún tipo de curso de contabilidad. Pregúntale a Manuel, nuestro contador, a ver qué te recomienda él y conseguiremos los mismos programas que él usa, también—. Mientras John estaba diciendo esto, se dio cuenta que la pelota estaba de vuelta en su cancha al darle a su hija una función tan significativa de la que podría sentirse orgullosa al hacerlo bien.

Sin embargo, aún no quería que ella se acercara a las cosas dudosas que él hacía.

Cuando Daisy se sentó detrás de su escritorio, a las nueve en punto de la mañana del siguiente lunes, encendió su Apple Mac y comenzó con un programa para contabilidad vacío. Nadie vino, nadie le envió ningún dato y nadie le pidió consejo alguno. No obstante, ella estaba decidida a hacer su trabajo. Ella sabía que su padre la estaba engañando de alguna manera, pero también sabía que él decía la verdad cuando le dijo que admitía que había dejado las cosas a un lado los últimos años. En una forma u otra, ella iba a arremeter en esa holgura.

Sin embargo, al no tener nada tangible que hacer, ella comenzó el trabajo de su vida completando los ajustes de una docena o más de programas en su nueva computadora y entonces se fue a almorzar.

— ¿Cómo fue tu primer día trabajando con tu padre? — le preguntó su madre.

— ¡Oh!, configuré todos mis programas y esperé por alguien que me dijera que hacer… o al menos me diera alguna información acerca de los negocios que se supone que yo estoy escrudiñando – algo así como sus nombres y direcciones, pero nadie vino. Así que hice lo que pude y vine a almorzar.

—Esa es la forma, querida. Lo lograrás al final. Lento y constante se gana la carrera—. Ella observó a su madre, quien a veces profería lugares comunes sin sentido, en los momentos menos apropiados, pero ella estaba comiendo y sin mirarla. Entonces buscó la mirada de su padre, pero él también la estaba evitando.

—Entonces, Papá, ¿Quién va a ayudarme a comenzar? —. Ella estaba decidida a no dejarse vencer por la situación.

—Lo siento, Pollita, ¿Qué fue eso? Estaba pensando. Antes lo olvidé, ¿Manuel te envió la información que le solicité?

—No sé a qué información te refieres, ¿sabes? No obstante, ya que ni él, ni nadie más en este asunto, me ha enviado nada en toda la mañana, no, él no lo hizo.

—Quizás me olvide pedírselo. Espera un segundo—. Oprimió algunos botones en su teléfono y habló con alguien. —No, yo no sé sus nuevos datos de contacto, dejaré que ella misma te lo diga—. Él le pasó su teléfono a Daisy, diciendo, —Necesitas tener algunas tarjetas de presentación impresas, para que la gente sepa que existes y pueda contactarte. ¡Ni siquiera yo lo sé y vivo en la misma casa que tú!

El asunto se resolvió. Si las personas sabían o no qué hacer con ella, ella era igualmente culpable de ser inaccesible. Esa tarde, ella diseñó una tarjeta de presentación usando una impresora en línea, realizó el diseño usando Jing y las envió por correo a una impresora local para su procesamiento inmediato. Mil tarjetas de presentación a color serían entregadas al siguiente día. El único campo en el cual ella tuvo problemas fue con escribir su cargo laboral. Ella estaba decidida a no describirse como asistente contable o ni siquiera como contadora. A ella le encantó la descripción que finalmente se puso: “Trouble Shooter” (Solucionadora de Problemas).

Éste se ajustaba al temperamento de la familia, pensó ella, y le sonó agresivo para una mujer. Especialmente una joven y bella, rubia de ojos azules. Era perfecto. Entonces ella introdujo los nombres y detalles de los negocios de su padre y se familiarizó con dónde estaban y que hacían.

A la hora de la cena esa noche, ella se presentó ante su padre con una lista de quince negocios que le habían sido asignados.

—Muy bien, Papá—, comenzó, —quiero conocer por mí misma a los gerentes de cada una de estas compañías, y declarar mi intención de estudiarlas. ¿Piensa si es mejor que tú me lleves y me presentes o quieres llamarlos primero y darles una carta de presentación de tu parte?

— ¿Con cuál de ellos quieres comenzar?

—Pienso que lo mejor sería comenzar con las dos más pequeñas. Entonces puedo perfeccionar mi técnica antes de abordar a las más grandes. ¿Qué opinas?

—Suena bien para mí. ¿Esta lista tiene un orden particular?

—Va desde mayor a menor ganancia. ¿Ni siquiera sabes eso? La segunda columna muestra el porcentaje de ganancia en la facturación.

—Yo recibo estas cifras cada trimestre por parte de Manuel, en la medida que me parecen razonables, no me preocupo mucho por ellos—. Y era verdad. Él era multimillonario y sus negocios legítimos cubrían más que su estilo de vida, pero sus otros intereses, traían mucho, mucho más.

—Te llevaré a conocer al primer par de tu lista, no hay problema, pero no te garantizo llevarte con los quince. ¿Qué dices, uno por día?

—Ese es el plan base, pero realmente depende de lo que yo encuentre. Algunos podrían tomarme más tiempo.

John asintió con la cabeza en señal de que estaba de acuerdo. —Yo iré en mi carro y tú puedes ir en el tuyo. Una vez que te presente, me iré a atender mis asuntos y tú a los tuyos. ¿Eso está bien para ti?

—Claro, es perfecto. No es necesario que tú me cargues colgando de tus pulgares.

La primera de su lista, para ser visitada a las once en punto, fue “Cambio” – un lugar donde la gente podía cambiar dinero y cheques de viajero por efectivo, ubicada en el paseo marítimo en Los Boliches, a treinta minutos al norte de Marbella. Como ellos iban allí en carros separados, Daisy le explicaba sus preocupaciones a su padre a través del manos-libre de su teléfono móvil.

—Es una lucha, Papá. La renta es alta para un quiosco, y la retribución es despreciable. Lo mejor sería cerrar este negocio y reinvertir los fondos en cualquier otro lado.

— ¡Guao, chica! Ve más despacio. Tu tarea es investigar. Debes traerme lo que encuentres y entonces decidiremos que hacer. No comiences cerrando mis negocios antes de discutirlos conmigo. ¿Está claro?

Ella no lo había dicho de esa manera, pero aprendió la lección de escoger más cuidadosamente sus palabras cuando estuviesen discutiendo temas delicados. Ella se disculpó. —Disculpa, Papá. Eso estuvo mal. Estaba pensando en voz alta.

—Entonces esa es otra cosa que debes aprender a hacer. Se cuidadosa al decirle a las personas lo que estás pensando. Es aceptable con tu madre y conmigo, pero no cuenta con cualquiera. Es como decirle a la gente cuáles cartas tienes. Es tonto.

—Ok, Papá, te copio alto y claro—. De hecho, ella lo sabía desde hace mucho tiempo, pero había pensado que esto no aplicaba para sus padres, tal como él lo dijo. No obstante, al parecer lo hizo, y así fue aprendida otra lección.

John le presentó su hija a Paco, quien llevaba la pequeña tienda, aceptó una taza de café y luego los dejó. Paco y John se consideraban el uno al otro como viejos amigos, pero cuando éste se fue, él fue cauteloso con Daisy.

Ella le preguntó por el número de transacciones por día y el valor promedió de las mismas, las horas más ocupadas y los días más ocupados. Ella ya tenía esta información incluida hasta el final del trimestre previo, pero ella quería saber que tan honesto era Paco.

A las dos en punto, ella fingió tener hambre y salió. No obstante, sólo llevó su ostentoso Porche fuera de la vista y caminó de regreso a un restaurant en la playa, diagonal al quiosco, vistiendo una pañoleta y lentes de sol como una estrella famosa discretamente disfrazada. Pidió una ensalada de lubina seguido de un helado que duro por horas y tomó fotografías a cada persona que fue al quiosco, haciendo zoom con los lentes de su cámara Nikon SLR.

Estaba emocionada por sus hallazgos y quería reportarlos con su padre en la cena esa noche, pero ella resistió la tentación debido a lo que él le había dicho esa mañana. Ella simplemente le dijo que un análisis completo tomaría varios días más y que no lo necesitaría para presentarla en el próximo negocio hasta el siguiente sábado, si él quería, o el lunes.

Ella regresó al restaurant para un largo almuerzo cada día de esa semana y escribió un reporte en la tarde del viernes. Su primer análisis estaba completo y ella estaba inmensamente orgullosa por esto.

Ella lo presentó a sus padres después de la cena el viernes en la noche.

Después del reporte que duró unos veinte minutos, ella dio voz a sus conclusiones.

—Mi primera impresión fue que el gerente, Paco, no estaba siendo franco, o que estaba metiendo sus manos en las cosas. No obstante, me complace decir que a pesar de que Paco parece estar perdiendo su tino en la empresa, él es honesto, y trabaja todas las horas que declara. Sin embargo, es un negocio escasamente rentable debido a: 1) las personas están felices de cambiar moneda local directamente de sus cuentas de banco usando una tarjeta de cajero automático, y 2) las ventas con cheques de viajeros han declinado por años y eso está afectando las ganancias.

—Por razones puramente de lucro, sería razonable cerrar este negocio. Las retribuciones podrían ponerse en otro negocio, pero no puedo aún decir en cual—. Ella se sentó para ser aplaudida por su madre.

— ¿Daisy lee muy bien, cierto Johnny? Tal cual como una verdadera profesional… y no lo olvides, “¡una puntada a tiempo ahorra nueve! Eso es lo que yo siempre digo.

Ambos la miraron, asintieron, sonrieron y entonces se miraron el uno al otro. Daisy esperaba una alabanza, pero sabía que no debía esperarla.

—Gracias, Daisy—, respondió John después de unos pocos minutos de reflexión. —Creo que estas en lo correcto con tu análisis. Fundamentalmente, correcto, como sea. ¿Observaste cualquier cosa acerca de Paco?

—Él está lisiado, ¿si a eso te refieres?

—Si… sus piernas están destrozadas. Él está, como tú dices, lisiado. Teresa, ¿Recuerdas a Paco? El hombre que dirige el Cambio en Los Boliches—, Ella asintió y sus ojos se llenaron de lágrimas.

— ¿Cómo está ese adorable señor, Johnny?, ¿Está bien?

— Si, querida, él está bien. Daisy ha estado pasando tiempo con él toda la semana…

—¡Oh, eres una buena chica, Daisy! Nunca olvides a tu Tío Paco.

Daisy estaba confundida. Ella nunca antes había oído de un ‘Tío Paco’. — ¿Quién es él, Papá?

—Yo te diré quién es él, Pollita, él solía trabajar con Tony. Un día, un hombre intentó rociarme con una ametralladora mientras yo salía del carro en Fuengirola. Tu madre aún estaba en el carro y Paco estaba sosteniendo la puerta por mí. Él me empujó dentro del carro y recibió 5 balas en las piernas.

—Cinco balas que eran para mí, y posiblemente para tu madre, también. Yo, nosotros, le debemos nuestras vidas a Paco. Después de eso, él se volvió un lisiado, como tú correctamente lo dices, así que nosotros le montamos un negocio para darle un ingreso y algo de respeto.

—No te digo esto para criticar tu trabajo, el cual es de hecho muy acertado, pero Paco tiene un trabajo de por vida… él me entrega un poco de ganancias también, que tu madre y yo ponemos en un fondo que, él desconoce que será para él cuando se retire.

Daisy se sintió como si hubiese caído en una trampa, pero se reconfortó con el hecho de que ella había hecho un esfuerzo honesto para analizar el negocio en el marco de conocimientos que se le había dado.

Tomó meses para analizar los otros catorce negocios, pero no hubo más trampas escondidas, a pesar de que uno de los bares era dirigido por otro ex-empleado. El imperio legítimo de John en Andalucía consistía de tres hoteles de rango medio, una tienda de conveniencia 8-Till-Late, cuatro restaurantes, cuatro bares, una agencia de viajes, un operador turístico y la casa Cambio de Paco. No obstante, ella si encontró discrepancias con dos de los bares y dos de los hoteles.

Una tarde, mientras pasaba un rato del día con Tony en el jardín, ella le pidió un consejo, como lo había hecho toda su vida; él era mucho más que un tío y un confidente para ella que cualquiera de sus verdaderos parientes.

—Tío Tony, tú has estado con mi Papá por mucho tiempo, ¿crees que estoy siendo de ayuda para la empresa o solo me están engañando?