4,99 €
El objetivo de este libro es ofrecer, a través de una diligente selección de los escritos de Einstein, una representación concisa pero clara y unificada de sus doctrinas científicas y concepciones filosóficas. Sus escritos no son muchos: unas breves memorias, algunos ensayos bastante sucintos, conferencias y entrevistas son todo lo que se puede extraer para formarse una imagen concreta de su filosofía y su actitud ante la vida. Para que el lector no especializado pueda comprender la esencia y el valor de las teorías de la relatividad, hemos reproducido en su texto original algunos escritos y discursos de Einstein destinados a un público no matemático y que exponen brevemente la génesis y el carácter de estas teorías. Escritos en un lenguaje conciso y claro, sin referencia, salvo raras excepciones, a símbolos y fórmulas de alta matemática, darán a cualquier lector de educación media una visión clara de las teorías de Einstein y de la evolución lógica del pensamiento que las concibió y condujo.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
ALBERT EINSTEIN
COMO VEO
EL MUNDO
Traducción y edición 2021 de ©David De Angelis
Todos los derechos reservados
ÍNDICE
PREFACIO
CIENCIA ETERNA Y CIENCIA DE LOS HOMBRES
SOCIEDAD Y PERSONALIDAD
Libertad espiritual de los individuos y unidad social
Decadencia de la dignidad humana
El sistema económico obstaculiza la libre evolución
Valor social de la riqueza
Por qué vivimos
Límites de nuestra libertad
Bienestar y felicidad
Un caballo que tira de sí mismo
Todos deben ser respetados
La guerra
RELIGIÓN Y CIENCIA
El sentido de la vida
Religiosidad cósmica
La base humana de la moral
Ids de forma humana
La religiosidad cósmica no conoce dogmas
Demócrito Francisco de Asís y Spinoza se acercan
Antagonismo entre la religión del terror y la ciencia
Maravilloso acuerdo entre la religiosidad cósmica y la ciencia
Elevar a los hombres
Paz
La Internacional de la Ciencia
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
La verdad científica y no
Fundamentos de la investigación
Cuantos de Planck
LA CUESTIÓN DEL MÉTODO
EVOLUCIÓN DE LA FÍSICA: KEPLER Y NEWTON
EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE REALIDAD FÍSICA
CARACTERES DE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD
¿QUÉ ES LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD?
EL ESPACIO, EL ÉTER Y EL CAMPO
ORIGEN DE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD GENERALIZADA
Me parece que sólo he sido como un niño en la orilla del mar, divirtiéndome al encontrar de vez en cuando un guijarro más liso o una concha más graciosa de lo habitual, mientras el gran océano de la verdad seguía sin ser explorado ante mí.
ISAAC NEWTON, "Memorias de Brewster".
El objetivo de este libro es ofrecer, a través de una diligente selección de los escritos de Einstein, una representación concisa pero clara y unificada de sus doctrinas científicas y concepciones filosóficas. Sus escritos no son muchos: unas breves memorias, algunos ensayos bastante sucintos, conferencias y entrevistas son todo lo que se puede extraer para formarse una imagen concreta de su filosofía y su actitud ante la vida.
Para que el lector no especializado pueda comprender la esencia y el valor de las teorías de la relatividad, hemos reproducido en su texto original algunos escritos y discursos de Einstein destinados a un público no matemático y que exponen brevemente la génesis y el carácter de estas teorías. Escritos en un lenguaje conciso y claro, sin referencias, salvo raras excepciones, a símbolos y fórmulas de alta matemática, darán a cualquier lector de educación media una visión clara de las teorías de Einstein y de la evolución lógica del pensamiento que las concibió y condujo.
Dado que este libro pretende tener un carácter eminentemente divulgativo, hemos omitido las obras que Einstein dedicó a los especialistas: el análisis de los conceptos que componen estos escritos toca las cimas más altas de las matemáticas y el lector se encontraría con dificultades insuperables.
Preocupados por no alterar en lo más mínimo la formulación genuina de las ideas del gran físico, hemos mantenido deliberadamente cierta dureza de lenguaje y de forma, necesariamente seca y sin adornos en la parte científica. El resultado es una traducción fiel, pero quizá ingrata para las exigencias musicales de la mentalidad latina. Sin embargo, incluso la forma de su prosa, que aquí está llena de altisonancias, contribuye a resaltar uno de los rasgos fundamentales de Einstein: su gran sencillez y su absoluta ausencia de formalismos externos. Toda su vida es un ejemplo de sencillez y modestia.
Albert Einstein nació en Ulm (Wüttemberg) el 14 de marzo de 1879. En su niñez no hubo ningún signo de facultades extraordinarias: en vano se buscarían los signos premonitorios de ese genio que luego estalló, poderoso y vigoroso, en su juventud. Comenzó sus estudios en Múnich en la escuela de gramática de Liutpold y recibió su primera educación matemática de un tío ingeniero. Aunque mostró una marcada aptitud para las ciencias exactas, en las que superaba con creces a sus compañeros, no se distinguió por méritos singulares. "Parece tener muy buenas cualidades, pero no es muy proclive al estudio", fue la opinión de uno de sus profesores.
En 1894, tras un cambio de fortuna, la familia Einstein abandonó Alemania y se trasladó a Italia, donde su padre trabajó como ingeniero eléctrico en Milán, Pavía, Isola della Scala y otros lugares de la región del Véneto. El joven Albert llegó hasta Génova, desde donde emigró a Suiza y, en medio de no pocas dificultades económicas, se matriculó en la escuela cantonal de Aarau, donde obtuvo un certificado de admisión en la famosa escuela politécnica de Zúrich. Aquí recibió clases de Herman Minkowski, que más tarde se convertiría en uno de los partidarios más tenaces e influyentes de la teoría de la relatividad para la que el poderoso pensamiento de Einstein había sentado las bases. En 1910 se licenció y obtuvo el título de profesor de matemáticas y física. En 1911 obtuvo la nacionalidad suiza y trabajó como experto técnico en la Oficina Federal de Patentes de Berna.
Los años que van de 1902 a 1909 representan el periodo de su más intensa producción científica. Su descubrimiento de los fundamentos de la teoría especial de la relatividad (relatividad en sentido estricto o del movimiento uniforme y rectilíneo) le valió un nombramiento como profesor titular de matemáticas superiores en la Politécnica de Zúrich en 1912. En noviembre de 1913 obtuvo una cátedra de física en la Academia Prusiana de Ciencias de Berlín y en la primavera de 1914, sucediendo a Enrico Van't Hoff, fue llamado a dirigir el Instituto Kaiser-Wilhelm de física.
En 1933, la persecución política y racial de los nazis obligó a Einstein a abandonar Europa. Emigró a los Estados Unidos de América y se incorporó al Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde permanece en la actualidad.
Albert Einstein aportó una ingeniosa creación a la física moderna que permanecerá durante siglos como uno de los hitos de la historia del pensamiento humano. En 1905, sentó las bases de la teoría especial de la relatividad basada en la constancia de la velocidad de la luz en el vacío en su libro Zur Elektrodynamik bewegter Körfer. Al reexaminar los conceptos de espacio y tiempo y la simultaneidad de dos acontecimientos que ocurren en puntos distantes, pudo establecer, mediante una lógica extremadamente sutil, la inercia de la energía y la interpretación geométrica de las fuerzas de gravitación.
Uno de los resultados que Einstein había deducido de esta teoría, a saber, que la masa y la energía son equivalentes, iba a tener una confirmación aterradora cuarenta años después, con una fuerza de destrucción sin precedentes: la detonación de la primera bomba atómica. Pocos saben que Einstein desempeñó un papel clave en este acontecimiento. Fue gracias a su intervención directa que el presidente Roosevelt puso a disposición las colosales sumas de dinero necesarias para la investigación que conduciría a la bomba de Hiroshima e, implícitamente, al fin de la guerra. En 1939, los físicos Fermi y Szilard habían logrado importantes resultados en el campo de la física atómica, especialmente en la desintegración del uranio, y se habían dado cuenta de las enormes posibilidades de utilizar la energía atómica con fines bélicos. Sin embargo, sabían que no serían escuchados a menos que el asunto fuera presentado directamente a una alta figura mundial, Fermi y Szilard conferenciaron con Einstein. Einstein no deseaba inmiscuirse en asuntos militares, ni quería fomentar la construcción del arma más terrible jamás fabricada por el hombre. Sin embargo, sabía que si Alemania era la primera en poseer energía atómica, no dudaría en utilizarla como instrumento de dominación mundial. Unos días más tarde, Einstein escribió al presidente Roosevelt: "Los recientes trabajos de E. Fermi y L. Szilard, que me fueron presentados en forma de manuscrito, me convencen de que el elemento uranio puede ser utilizado como una nueva e importante fuente de energía en un futuro próximo.... Una sola bomba de este tipo... explotando en un puerto... podría destruir muy fácilmente todo el puerto junto con el territorio circundante. Las consecuencias de esta carta son bien conocidas.
Dejando a un lado los notables trabajos que realizó sobre la teoría de los movimientos brownianos, sobre la teoría estadística de los campos gravitatorios y la poderosa contribución que hizo a la teoría cuántica (a Einstein se le atribuye la introducción del fotón en la ciencia, corroborada por los descubrimientos posteriores de los últimos años), no se puede pasar por alto, por su inmenso alcance, la memoria ya clásica que apareció en 1916, Die Grundlagen der allgemeinen Relativitästheorie. Incluye una nueva e ingeniosa teoría de la gravitación con sus más brillantes consecuencias y predicciones: explicación de la aceleración secular en la perihelia de los planetas; desviación de los rayos de luz en un campo gravitatorio; desplazamiento de las líneas del espectro hacia el rojo, etc. Esta teoría iba a tener una rotunda confirmación por los hechos en 1919. Y he aquí cómo.
En su teoría, Einstein predijo el desplazamiento de las imágenes de las estrellas durante un eclipse total de sol (desviación de los rayos de luz en un campo gravitatorio). El 29 de marzo de 1919 se produciría un eclipse total de sol, que podría proporcionar condiciones favorables para la verificación de la teoría de Einstein. La Royal Society y la Real Sociedad Astronómica de Londres nombraron un comité presidido por el distinguido físico Sir Arthur Eddington para que realizara los preparativos de una expedición a la zona donde el sol aparecería totalmente oscurecido. Se enviaron dos expediciones a dos puntos muy distantes dentro de la zona del eclipse total: una a Sobral, en el norte de Brasil, y la otra a las Islas Príncipe, en el Golfo de Guinea. El 6 de noviembre de 1919, la Royal Society y la Royal Astronomic Society anunciaron que los rayos de luz se desvían efectivamente en el campo gravitatorio del sol y precisamente en la cantidad predicha por la nueva teoría de Einstein. A. N. Whitehead, distinguido filósofo y matemático contemporáneo, que estuvo presente en esa sesión, dice entre otras cosas: "Tuve la suerte de estar presente en la reunión de la Royal Society de Londres cuando el Astrónomo Real anunció que las placas fotográficas del famoso eclipse, medidas por sus colegas del Observatorio de Greenwich, habían confirmado la predicción de Einstein de que los rayos se desvían al pasar cerca del sol. Había una atmósfera de drama griego. Éramos el coro que comentaba los decretos del destino, revelados por el desarrollo de acontecimientos excepcionales... en el fondo el retrato de Newton nos recordaba que la mayor generalización científica estaba ahora, después de más de dos siglos, a punto de recibir su primera modificación... La gran aventura del pensamiento había llegado por fin a la orilla. La esencia dramática de la tragedia no es la desgracia: reside en el progreso inexorable de las cosas... esta inexorabilidad es la que impregna el pensamiento científico. Las leyes de la física son los decretos del destino".
En aquella época, Sir J. Thomson, el famoso físico, era presidente de la Royal Society. En la apertura de la sesión calificó la teoría de Einstein como "uno de los mayores logros en la historia del pensamiento humano". Y añadió: "No es el descubrimiento de una isla apartada, sino de todo un continente de nuevas ideas científicas". Los científicos de la Royal Society tuvieron que reconocer ahora que la observación directa de la naturaleza había confirmado la teoría de la curvatura del espacio y la invalidez de la geometría euclidiana en el campo gravitatorio.
El trabajo de Einstein continúa: hace unos meses anunció que había llegado a una "Teoría Generalizada de la Gravitación" que tiende a vincular las dos teorías de la relatividad y la cuántica en una única relación, lo que significa todos los fenómenos físicos conocidos. Es posible que se necesiten muchos años para comprobar esta teoría de forma experimental. Al hacer el anuncio, el gran físico dijo: "Debido a las dificultades matemáticas, todavía no he encontrado una forma práctica de comprobar los resultados de mi teoría mediante la demostración experimental.
Para concluir estas breves consideraciones, nos gustaría citar la opinión sobre la obra de Einstein de un gran físico francés, Louis de Broglie, a quien debemos, entre otras cosas, las nuevas ideas que subyacen a la mecánica ondulatoria: "Para todos los hombres cultos, se dediquen o no a alguna rama de la Ciencia, el nombre de Albert Einstein evoca el ingenioso esfuerzo intelectual que, trastocando los datos más tradicionales de la física, logró establecer la relatividad de las nociones de espacio y tiempo, la inercia de la energía y la interpretación un tanto puramente geométrica de las fuerzas de gravitación. Se trata, en efecto, de una obra admirable, comparable a las más grandes obras encontradas en la historia de la ciencia, como la de Newton; por sí misma, bastaría para asegurar a su autor una gloria imperecedera".
Remo Valori