El barroquismo en la arquitectura - II - Ernesto Ballesteros Arranz - E-Book

El barroquismo en la arquitectura - II E-Book

Ernesto Ballesteros Arranz

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Beschreibung

eBook Interactivo. Era totalmente forzoso dividir esta serie en dos grupos, dada la ingente cantidad de obras -todas ellas importantes- que la arquitectura barroca tiene en nuestra patria. Quizá este hecho puede ser la mejor demostración del auge, la importancia y la autenticidad del estilo barroco, pese a todas las críticas y prejuicios negativos.

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ÍNDICE

1. Torre del Reloj. Catedral de Santiago

2. Iglesia de San Jorge. La Coruña

3. Fernando Casas Novoa. Capilla de Nuestra Señora de los ojos grandes. Lugo

4. Santiago de Compostela. Catedral fachada del Obradoiro

5. Fachada del Obradoiro (detalle). Santiago

6. Altar mayor de San Martín Pinario. Santiago

7. Santiago de Compostela. Casa del Deán

8. Fachada de Santa Clara. Santiago

9. Iglesia de La Peregrina. Pontevedra

10. Colegio de Loyola

11. Santa María de San Sebastián. Guipúzcoa

12. Catedral de Logroño

13. Palacio de Soñanes

14. Torre de la Seo. Zaragoza

15. Catedral de Gerona (fachada)

16. Basílica de los Desamparados. Valencia

17. Palacio del Marqués de Dos Aguas. Valencia

18. Iglesia de Santa María. Alicante

19. Catedral de Murcia

20. Catedral de Granada (fachada)

21. Sagrario de la Cartuja. Granada

22. Iglesia de San Juan de Dios. Granada

23. Camerín de la Iglesia de San Juan de Dios

24. Sacristía de La Cartuja. Granada

25. Catedral de Cádiz

26. Catedral de Guadix

27. Torre de la Iglesia de la Victoria. Estepa

28. Iglesia de San Luis. Sevilla

29. Palacio de San Telmo. Sevilla

30. Fábrica de Tabacos. Sevilla

31. Hospital de la Caridad. Sevilla

32. Iglesia de San Juan de Dios. Linares. Jaén

OTRAS PUBLICACIONES

Era totalmente forzoso dividir esta serie en dos grupos, dada la ingente cantidad de obras -todas ellas importantes- que la arquitectura barroca tiene en nuestra patria. Quizá este hecho puede ser la mejor demostración del auge, la importancia y la autenticidad del estilo barroco, pese a todas las críticas y prejuicios negativos.

No vamos a exponer aquí los principios fundamentales del arte barroco y los más urgentes problemas que aún quedan por resolver en torno de él, porque ya lo hemos apuntado en la serie anterior. Nos limitaremos a insistir en los puntos esenciales que antes señalábamos y, aunque sea de pasada, haremos un conciso resumen de lo dicho. Al final haremos una breve introducción a las modalidades localistas de las escuelas que hemos de mostrar en esta serie.

Decíamos, ante todo, que la falsa repugnancia con que los neoclasicistas habían juzgado la arquitectura barroca, está absolutamente en desuso después de las primeras interpretaciones serias (formales, religiosas, sociales) que los estudiosos del siglo XX realizaron. Problemas como la «unidad de estilo», en el barroco, habían sido el temible arrecife donde habían encallado los investigadores más preparados, destrozando, no pocos, sus frágiles navíos sin darle una respuesta satisfactoria. Un crítico tan erudito y penetrante como Arnold Hauser ha confesado la imposibilidad de encontrar una raigambre común al fenómeno artístico del barroco europeo, como no sea la dependencia común de la «inversión copernicana», es decir, el cambio de óptica en la interpretación del mundo físico tras las teorías de Copérnico y Galileo. Otros autores como Weisbach suponen que el denominador común del proceso barroco es un nuevo estilo de vida caracterizado por la crisis religiosa y las guerras de religión. En este sentido, el barroco sería, ante todo, el arte de la Contrarreforma, y estaría al servicio del catolicismo triunfalista y de la Monarquía absoluta.

En este punto sorprendíamos el problema más urgente de la Arquitectura barroca, que es el de su conexión con la pintura y escultura como fenómenos inseparables y esencialmente ligados. Decíamos que utilizando este concepto de radical unidad entre los diversos elementos artísticos, que la sistemática racional ha diferenciado, podríamos adentrarnos con mas seguridad en la interpretación de las formas barrocas.

En el fondo de este planteamiento apuntábamos el hecho fundamental de que el término «arquitectura» no era forzosamente idéntico para los hombres barrocos y para nosotros.