El conde llora y otros cuentos - Emilia Pardo Bazán - E-Book

El conde llora y otros cuentos E-Book

Emilia Pardo Bazán

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Beschreibung

El conde llora y otros cuentoses una recopilación de cuentos cortos de Emilia Pardo Bazán, género prolífico por excelencia en ella, llegando a publicar más de seiscientos a lo largo de su vida. -

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Seitenzahl: 27

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Emilia Pardo Bazán

El conde llora y otros cuentos

 

Saga

El conde llora y otros cuentos

 

Copyright © 1910, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726685398

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

EL CONDE LLORA

Se había levantado lleno de satisfacción. Desde el amanecer, un sol de primavera rasgaba la niebla, bebiendo sus argentados jirones y barriéndolos diligente, con presteza mágica. La tierra parecía desperezarse, después del letargo del invierno, y un poco de calor tibio acariciaba su superficie...

El conde vistió la blusa, no sin haber cumplido antes esos ritos de aseo necesario al hombre civilizado. Pasó por las luengas y enredadas greñas el peine y el cepillo; atusó lo propio la barba, y, ya atusada, la encrespó otra vez, distraídamente, con la mano: se lavó en agua fría, con jabón inodoro, y reluciente la tez con las abluciones, experimentando una sensación de salud y agilidad en el cuerpo robusto, de patriarca, salió al patio, donde ya esperaban los pobres convocados para recibir la limosna.

Un criado, advertido de la presencia del conde, se presentó solícito, para ayudarle. En realidad, era el criado quien se encargaba de todo lo fatigoso. Los primeros días el conde bajaba por su propia mano los sacos llenos de trigo, los canastos rebosantes de hogazas, las latas colmadas de té y de azúcar; pero como el servidor Efimio desempeñase esta tarea mucho más pronta y hábilmente que su señor, acabó el conde por dejársela encomendada. Lo que el conde traía era el donativo en metálico, la parte que correspondía a cada mes, de los tres mil rublos que anualmente se repartían en Yasnaya Poliana a los necesitados y a los mujicks, demasiado borrachos para que pudiesen labrar la tierra. Y aun este dinero se lo colocaba el administrador o capataz de la finca, por orden de la condesa, en los bolsillos de la blusa en paquetitos pulcros.

El aspecto de la pobrallada era pintoresco hasta lo sumo, en aquella mañana radiante, primaveral. La fealdad que generalmente caracteriza el mujick se doraba y se revestía de algo sonriente y bueno, bajo la claridad pura del astro, que descendía sobre el grupo como bendición y esperanza. La ropa parecía menos vieja; los mismos andrajos se encendían. Los semblantes expresaban esa infantil curiosidad y esa astucia no menos pueril del aldeano y del mendigo, ante el rico y el señor que se toma la molestia de ocuparse de su bien. ¿Por qué lo haría? ¿Sería cierto que era un santo, igual a los bienaventurados Basilio, Trófimo, Sergio, Alejandro y demás del calendario ruso? Pero éstos hacían penitencia, oraban, mientras que el conde escribía no se sabía qué cosas que publicaban los periódicos y que los aldeanos no habían leído ni leerían nunca, entre otras razones, porque no sabían leer.