El cristianismo y el imperio cristiano - Ernesto Ballesteros Arranz - E-Book

El cristianismo y el imperio cristiano E-Book

Ernesto Ballesteros Arranz

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Beschreibung

eBook Interactivo. El final del Imperio romano se ve transformado política y económicamente (y por tanto artísticamente) por el cristianismo y las invasiones bárbaras. Es una época de decadencia, sin duda, pero también original en muchos sentidos, como se puede comprobar en esta colección que presentamos actualmente.

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ÍNDICE

CRISTO Y SU DOCTRINA

EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO

EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO

ORGANIZACIÓN POLÍTICA, SOCIAL Y ECONÓMICA

CIENCIA Y FILOSOFÍA

ARTES PLÁSTICAS

OTRAS PUBLICACIONES

Hemos llegado a un tema que desborda cualquier esquema unitario. La única unidad que podemos darle consiste en una dualidad: A) El Cristianismo primitivo, su origen, génesis y desarrollo al «margen de la ley». B) El Cristianismo como idea motriz del Imperio a partir de Constantino.

Normalmente, en los manuales no se sigue esta división de una manera resuelta y decidida. Prefieren unir el Imperio Cristiano al Imperio Romano y tratarlo como una simple prolongación de éste. Tal hacen los autores que dan más importancia a la cronología, a los títulos y a las apariencias que a la verdadera vida. Porque si es cierto que los dos son Imperios (el pagano y el cristiano), sin embargo, están separados por un abismo ideológico y sensible tan hondo, que «todo parecido es pura coincidencia». Por otra parte, esos manuales, al hablar del Cristianismo, se limitan a narrarnos el período escondido de esta religión y, por tanto, sus manifestaciones furtivas, como la organización de las primeras «Ecclesias» o reuniones de fieles, el arte paleocristiano, las catacumbas, etc. Todo esto queda incompleto porque tan cristiana es la humilde catacumba como Santa Sofía de Constantinopla, ya que el Imperio Bizantino no es más que la prolongación del Imperio Cristiano, pero éste no es una simple prolongación del anterior. ¿Dónde está la diferencia? El Imperio pagano no tenía creencias, es un tiempo de duda y radical escepticismo. El Cristiano y el Bizantino están presididos por la creencia en un Dios personal y providente y un orden cósmico consecuente. Pongamos un ejemplo muy conocido que nos hará comprender mejor esta influencia decisiva de las creencias sobre la vida. Las catacumbas son la única manifestación arquitectónica de los cristianos en los primeros años. En el exterior no son nada. Sólo en el interior presentan cierta ordenación del espacio que facilita la comunidad de los fieles y una ornamentación rica de carácter simbólico, alternando con tumbas de los fieles difuntos. Este hecho podría interpretarse fácilmente recurriendo a las dificultades materiales y técnicas con que contaban los cristianos de esta época, y su carácter subterráneo y recogido como el único medio de practicar el culto sin sufrir persecuciones. Pero se exigen otras explicaciones, porque los cristianos de los primeros siglos pudieron realizar sus ceremonias en el campo, lejos de la urbe, donde no llegaba la vigilancia imperial, o simplemente en casas particulares edificadas en el exterior. ¿Por qué se generalizó el culto en un lugar tan íntimo y recogido como un subterráneo? Existen aún más razones. Las primeras obras arquitectónicas cristianas, después de su libertad oficial, son las Basílicas. ¿Cuál es su rasgo fundamental, lo que las diferencia, como templo, de los templos paganos? El templo cristiano está hecho hacia adentro. Se nota una manifiesta desigualdad entre el cuidado con que el artista cristiano traza y decora el interior y el exterior de los templos. El templo pagano lo conocemos, admiramos y distinguimos por su exterior. En este sentido, el templo pagano más representativo es el Ara Pacis, de Roma. El templo cristiano sólo puede admirarse por dentro, como las catacumbas. Es curioso que esta idea, que ya han apuntado muchos autores, no se haya relacionado debidamente con la vida cristiana. Dice A. Hauser: «La Iglesia cristiana se diferenció desde el principio del templo pagano por ser ante todo casa de la comunidad, no casa de divinidad. Con ello, el centro de gravedad de la disposición arquitectónica se desplazó desde el exterior al interior del edificio». La decoración de las Basílicas es rica y simbólica, igual que la de las catacumbas. Y las tumbas aparecen en los templos cristianos mezcladas con los demás elementos arquitectónicos. (La presencia de sepulcros en las Basílicas medievales y en las Catedrales góticas se entiende si nos remitimos a la época de las catacumbas, que fue cuando se inició esta costumbre). Después del Edicto de Milán (313 d. de J. C.) los cristianos tuvieron libertad para hacer sus templos exteriores y magníficos. Pero los hicieron con las mismas características de recogimiento, intimidad, «arquitectura hacia dentro», decoración simbólica y presencias mortuorias, que cuando estaban en las catacumbas. No sería difícil encontrar el origen de estas formas artísticas en las creencias cristianas, pero sí demasiado largo para los fines de esta obra.

Sólo queríamos apuntar las razones que nos conducen a hablar del cristianismo junto al Imperio Cristiano como un todo histórico imposible de mutilar, si no queremos perder de vista la realidad histórica fundamental: la vida del hombre cristiano, cuyos precedentes son el helenístico oriental y el imperial romano, y cuyo sucesor va a ser el humanista europeo de la Baja Edad Media y el Renacimiento.

Pese a esta unidad, hemos de dividir el tema en dos partes, que se exponen una a continuación de otra: la vida del hombre cristiano furtivo y perseguido, y la vida del hombre cristiano triunfador y seguro de sí mismo.

CRISTO Y SU DOCTRINA

La figura de Jesucristo -desde el punto de vista históricoestá encuadrada dentro del judaísmo y el pueblo hebreo. La religión de Israel ha estado en contacto con otras religiones. En fecha remota (Moisés), con los egipcios, más tarde con los cananeos, después con babilonios y persas (destierro de Babilonia) y posteriormente (siglos II y I a.d. de J. C.) con los helenísticos de Alejandría y Antioquía. En esta época se forman dos partidos en Israel: el nacionalista y el conservador frente al helenístico. Las guerras civiles de los Macabeos están relacionadas con esta tensión religiosa. Es una época de sincretismo religioso. Son los sacerdotes conservadores (levitas) los que llaman el año 64 a. de J. C. a Pompeyo para que acabe con los helenizantes. Después, Marco Antonio devuelve la autoridad real a Herodes, y a partir del año 35 a. de Jesucristo se inicia una época de esplendor de Israel, con el gran puerto de Cesárea.