El gran siglo de la música europea - Ernesto Ballesteros Arranz - E-Book

El gran siglo de la música europea E-Book

Ernesto Ballesteros Arranz

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Beschreibung

eBook Interactivo. Aunque no se trata de un arte plástico en sentido literal, hay que mencionar que este siglo de la Ilustración dio lugar a una gran explosión musical y vio nacer a los mejores maestros de todos los tiempos. En esta breve relación queremos mencionar a algunos de ellos que han quedado esculpidos para siempre en la historia de la música.

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ÍNDICE

MÚSICA ANTIGUA Y MEDIEVAL

MÚSICA DEL RENACIMIENTO

MÚSICA DEL SIGLO XVIII

LA PLENITUD DE LA MÚSICA ROMÁNTICA

COMIENZOS DEL SIGLO XX

OTRAS PUBLICACIONES

Pretendemos dar una rápida visión de todo el fenómeno musical, que no ha sido tratado hasta ahora en ningún tema de esta obra. Bien es cierto que concentraremos nuestra atención en el siglo que discurre desde 1750 a 1850, porque en esta época llegó la música europea a una plenitud artística reconocida por todos.

MÚSICA ANTIGUA Y MEDIEVAL

Son pocos los documentos que nos permiten conocer la música antigua. Ninguno específicamente musical. Tenemos noticia de la música antigua por menciones literarias o representaciones plásticas que nos recuerdan la ocupación musical de sus protagonistas.

Sabemos, por las más recientes y autorizadas conclusiones de los etnólogos, que la música es una de las primitivas dedicaciones humanas. El hombre acompaña sus danzas primitivas con rudimentarios efectos de percusión que marcan un ritmo adecuado a sus movimientos. Estas danzas rituales, de tipo mágico casi siempre, son la primera manifestación musical conocida. En algunos pueblos primitivos actuales, que viven en un estadio paleolítico muy antiguo, se han podido grabar incluso estas composiciones.

En las culturas primitivas -Egipto y Mesopotamia-, la música se perfecciona notablemente, pero, desgraciadamente, sólo han llegado a nosotros pinturas y relieves que nos permiten suponer una actividad musical evolucionada (FIG. 1), sin que por el momento tengamos posibilidad de recrear realmente este tipo de música. Lo que sabemos nos permite concluir que ni los egipcios ni los pueblos mesopotámicos dispusieron de un procedimiento para la escritura musical.

En Grecia debieron de conocerse varios instrumentos musicales y son muchas las noticias que nos han llegado sobre los músicos helénicos. Algunos tan importantes como Pitágoras, que fue a la vez músico, místico y filósofo. La poesía estaba estrechamente relacionada con la música en el mundo griego, como nos indican los principales estudiosos de este momento (FIG. 2).

Las noticias más concretas y fidedignas sobre composiciones musicales datan de la Edad Media. En el siglo VI, San Gregorio Magno recopila todos los himnos litúrgicos antiguos del Cristianismo, y esta recopilación es la que se conoce con el título de Canto Gregoriano. En el siglo VIII, por influencia de Boecio y Contratto, se perfecciona la notación musical por medio de letras del alfabeto. El Canto Gregoriano es todavía una especie de poema litúrgico, en el que la letra tiene mucha importancia. La música no debe estorbar el entendimiento de lo que se «dice» en estos cantos. Hacia el primer milenio aparecen los primeros ensayos de polifonía. La forma musical polifónica radical es el «motetus» o motete, raíz de toda la polifonía posterior. La Iglesia prohibía a veces estas complicaciones de voces, porque impedían el entendimiento claro de los textos litúrgicos (FIG. 3).

Junto a la música eclesial que pudiéramos denominar solemne, aparece un tipo de canción de contenido religioso, pero con melodía profana: los «laúdes». Probablemente su aparición se debe al despertar religioso provocado por San Francisco de Asís. Las 430 composiciones que contienen las «Cantigas de Santa María», del rey Alfonso X el Sabio (FIG. 4), pertenecen a este grupo musical. Otras formas musicales profanas aparecen durante los siglos XII y XIII: la canción cortesana de la sociedad caballeresca y la música popular de los cómicos ambulantes. La canción cortesana, de tema casi siempre amoroso, tiene su origen en Provenza, y es interpretada por los «trovadores», que se hacen acompañar instrumentalmente por sus «juglares», que normalmente utilizan para este menester la “viella”, instrumento de cuerda de pequeño tamaño que aparece hacia el año 860. En Alemania, la figura del trovador está representada por el «minnessinger», que, a diferencia de aquél, se acompaña a sí mismo con el laúd (FIG. 5).

En cuanto a los instrumentos utilizados, son de una gran variedad. El órgano se introduce en Europa, procedente de Bizancio, durante la época carolingia. Hacia el año 980, la catedral de Kinchester disponía de un órgano gigantesco de 400 tubos. El órgano adquiere en esta época su condición de «instrumento rey», que no ha perdido hasta nuestros días. El conjunto instrumental se hace muy complejo, en especial a partir de producirse la revolución polifónica. En principio se utilizan el órgano portátil, flautas, gaitas, chirimías, trompetas, clarines; la lira, la cítara, el arpa; címbalos, platillos y timbales, a los que pronto se suma la viella, ya mencionada. Más tarde aparecen la rota nórdica, el salterio y los juegos de campanas. El último instrumento que se populariza, antes del siglo XV, es el laúd, que alcanzará una extraordinaria difusión. Los primeros instrumentos de teclado (clavicémbalo y clavicordio) aparecen ya en el siglo XV (FIG. 6).

La música bajo-medieval tiene un marcado carácter simbolista y presenta la innovación técnica del contrapunto. Los países que más se destacaron en la Baja Edad Media en el plano musical fueron Italia y Francia, unida a Flandes. La escuela franco-flamenca, con D’Ockeghen (FIG. 7) en primer lugar y Deprés más tarde, se impuso en el panorama europeo de este siglo.