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eBook Interactivo. Suele relacionarse el Neolítico con la aparición de la agricultura y la ganadería, aunque no se ha estudiado profundamente quiénes consiguieron realmente esta meta que también estuvo relacionada (aunque no siempre se destaca suficientemente) con muchos otros descubrimientos revolucionarios de la historia. De cualquier forma el arte neolítico es la mejor expresión de esta revolución que dirigió a la especie humana por un sendero irreversible hasta nuestros días.
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ÍNDICE
LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA
GEOGRAFÍA DEL NEOLÍTICO
VIDA Y COSTUMBRES
INSTRUMENTOS
LA RELIGIÓN DEL HOMBRE AGRICULTOR
ARTE NEOLÍTICO
OTRAS PUBLICACIONES
Hacia el año 8000 a. de J. C., aproximadamente, algunos mesolíticos del Próximo Oriente descubren la agricultura y la ganadería, estableciendo un nuevo tipo de economía que restaura lo que consume. Este acontecimiento inaugura una nueva época histórica: el Neolítico. Los cultivos suelen ser cereales de secano: trigo, cebada sorgo, avena, etc... Los animales domesticados son ovejas, toros, cabras, cerdos, etc... Los orígenes de la agricultura deben buscarse donde estas especies tienen su sede natural. El trigo Eikorn está en estado silvestre de los Balcanes al Irán; la variedad Emmer, en el Norte de Mesopotamia, Siria, Palestina, etc... La cebada, desde Anatolia al Afganistán. Las ovejas, cabras y cerdos proceden de las tierras que bordean los desiertos de Arabia, Siria e Irán.
El descubrimiento de la agricultura cambia radicalmente las condiciones de vida del hombre prehistórico. El nómada se hace sedentario y olvida la angustia diaria de la búsqueda de alimento. Bien es cierto que los primeros agricultores compartían la agricultura incipiente con la caza y la pesca que les proporcionaban un complemento alimenticio de gran valor. Pero la agricultura fue desplazando rápidamente las otras formas de conseguir alimentos. El contorno, que solicitaba continuamente la atención del paleolítico, deja de inquietar al neolítico que descansa de su incansable búsqueda y vaca a otras actividades. Esta posibilidad de ocio acelera el ritmo de vida de la Humanidad en grado insospechado. En diez mil años el hombre ha desarrollado una civilización infinitamente más rica que todos los ensayos de un millón de años atrás. No es extraño, pues, que a este cambio se le haya llamado “revolución neolítica”. Es una verdadera “revolución”, si por tal entendemos una crisis total en la vida del hombre. Este se despreocupa por vez primera y pisa con seguridad sobre la tierra que le pertenece. Entra en relación mágica con ella, la cultiva y obtiene de ella sus alimentos. El ritmo de crecimiento de las cosechas comienza a marcar unos períodos cíclicos en la vida del hombre prehistórico que tiene que preocuparse de los cultivos y comienza a reunir datos, experiencias, tradición. La necesidad del trabajo colectivo en las faenas agrícolas obliga al hombre a sujetarse a unos acuerdos colectivos que son la base del derecho. La tribu abandona su organización nómada y agresiva para transformarse en sociedad neolítica, que se agrupa en un espacio habitable llamado aldea.
El paleolítico pasa la vida destruyendo la Naturaleza en continua lucha con el exterior, arrancando al mundo aquello que angustiosamente necesita. El neolítico invierte el punto de vista; toma conciencia de que posee algo y siente temor a que se lo arrebaten. La sociedad no es agresiva, ni tan audaz como la del paleolítico, sino defensiva, prudente, conservadora. Surge por primera vez la antinomia cazador-revolucionario agricultorconservador. Toda la Historia del Antiguo Oriente es una continua tensión entre estos dos principios. Los nómadas del Norte (asirios, urarteos, escitas, armenios, medos, hititas) caen una y otra vez sobre los agricultores del Sur (sumerios y egipcios). Sobre el drama de estas dos colectividades históricas se escribe la Historia Antigua.
En el tema anterior hablábamos del período de transición llamado Mesolítico. Aquel gran cambio climático acaecido hacia el 10.000-8.000 a. de J. C., que derritió los glaciares europeos y obligó a los magdalenienses a retirarse hacia el Norte, sirvió a otros cazadores más inquietos como trampolín para cambiar de vida. Así surgen los asturienses, azilienses, epigravetienses, los productores de “microlitos” (piedras pequeñas adaptadas a una fauna reducida), que viven ya en un clima muy diferente al del Paleolítico Superior. Es un clima parecido al Mediterráneo actual, cálido en verano y extraordinariamente seco. La sequía obliga al hombre a reunirse en grupos mayores, cerca de pozos o torrentes. Algunos de estos grupos descubrieron la agricultura hacia el 8.000 a. de J. C. Primero sólo sería recolección de cereales silvestres. Más tarde algún hecho casual haría al mesolítico relacionar la semilla con la espiga desarrollada. Introduciendo simiente en agujeros hechos con un instrumento puntiagudo, consiguió resultados positivos casi sin regadío. Los cultivos de regadío y la organización del espacio agrícola es posterior (5.500-5.000 a. de J. C.). Las dos culturas mesolíticas más interesantes a este respecto, entre las del Próximo Oriente, son la Natufiense y la de Karim Sahir. En sus poblados se han descubierto los restos más antiguos de instrumentos agrícolas, que pueden datarse entre el 10.000 y 8.000 a. de J. C. Eynan (FIG. 1), por ejemplo, es una de las primeras aldeas natufienses conocidas. Sus habitantes practicaban la caza con microlitos y la pesca en los ríos. Pero también tienen azadones y hoces con los mangos decorados. Se han encontrado silos entre las casas. En Karin Sahir, que está en el Kurdistán, se han encontrado molinos de mano, hoces y otros instrumentos agrícolas. También se hallan hachas de mano pulimentadas y armas de obsidiana traída generalmente de los yacimientos cercanos al lago Van. La primera muestra de verdadero sedentarismo (las otras son aldeas semipermanentes), la tenemos en Jericó. Sobre restos natufienses muy antiguos se han encontrado otros de clara estirpe agrícola, dentro de una gran fortificación.