Escultura y artes decorativas de la España romana - Ernesto Ballesteros Arranz - E-Book

Escultura y artes decorativas de la España romana E-Book

Ernesto Ballesteros Arranz

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Beschreibung

eBook Interactivo. La evolución de la escultura romana es similar a la que sufrió su arquitectura. Partiendo de un cauce etrusco, oscuro y desconcertante, fue deslizándose lentamente sobre las huellas de los griegos hasta encontrar su propio estilo, tan alejado de los unos como de los otros, pero nunca lo suficiente para que podamos decir que sus artistas crearon un estilo original.

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ÍNDICE

1. Estatua de Mercurio. Itálica

2. Estatua de Venus. Itálica

3. Hipnos y Thanatos. Museo del Prado

4. Estatua de Plutón. (Probable)

5. Venus de Badalona

6. Escultura de Isis. Museo de Burgos

7. Hércules. Museo de Murcia

8. Cabeza de Augusto en bronce. Museo Arqueológico Nacional

9. Retrato de Octavio, en piedra. Museo de Mérida

10. Cabeza de Antonino Pío. Museo de Barcelona

11. Retrato de Trajano. Itálica

12. Retrato de un provincial hispano-romano

13. Relieve de dos soldados romanos. Museo de Sevilla

14. Retrato femenino, de mármol. Museo Arqueológico de Tarragona

15. Retrato de una joven romana, en bronce. Museo de Barcelona

16. Estatua femenina. Museo Arqueológico Nacional

17. Estela funeraria. Museo de Mérida

18. Estela funeraria. Museo Arqueológico Nacional

19. Sarcófago de Proserpina. Gerona

20. Sarcófago de Hipólito. Museo de Tarragona

21. Sarcófago del Alcázar de Córdoba

22. Mosaico de las Tres Gracias. Museo de Barcelona

23. Mosaico del sacrificio de Ifigenia. Museo de Ampurias

24. Cuádrigas romanas. Mosaico. Barcelona

25. Las estaciones. Mosaico. Museo Arqueológico Nacional

26. Mosaico. Museo de Córdoba

27. Mosaico geométrico. Museo de Córdoba

28. Cerámica roja romana. Museo de Barcelona

29. Vidrios de la época romana. Museo de Barcelona

30. Jarro de ágata. Museo Arqueológico Nacional

31. Lucernas romanas. Museo de Barcelona

32. Trípode con candil. Museo de Barcelona

OTRAS PUBLICACIONES

La evolución de la escultura romana es similar a la que sufrió su arquitectura. Partiendo de un origen etrusco, oscuro y desconcertante, fue deslizándose lentamente sobre las huellas de los griegos hasta encontrar su propio estilo, tan alejado de los unos como de los otros.

Las primeras esculturas romanas, igual que la mayor parte de sus artes decorativas (pintura, mosaico, orfebrería, glíptica, cerámica, etc.) son difícilmente separables de las griegas y etruscas arcaicas. La afanosa aldea de Roma copió sin recelo las obras de arte de los comerciantes que recorrían su litoral. Lo mismo ocurría por aquel entonces entre las gentes iberas del Mediterráneo. Esta lenta evolución culmina durante el siglo II y I a.J.C. con la preponderancia de una minoría burguesa, que hacía ostentación de su desprecio hacia las tradiciones romanas y su refinada sensibilidad. El estoicismo llegó a Roma al mismo tiempo que la influencia artística helenística. Los poderosos banqueros romanos enviaron a sus hijos a estudiar a Grecia, y éstos, al volver, trajeron una nueva sensibilidad artística exageradamente admirativa de lo helénico. Esta nueva generación, devota de los escultores y pintores griegos, tuvo muy pronto ocasión de satisfacer su necesidad artística. Las campañas de Sila, Pompeyo, César y otros generales, contra Oriente, dieron ocasión a los romanos de saquear literalmente las ciudades griegas, vaciar las acrópolis y traer a Roma grandes botines de obras de arte. La escultura griega, idealista y sensible, se puso de moda en Roma y mantuvo su privilegiada posición mientras la burguesía mercantil ocupó el poder.

Al final de la dinastía Claudia (68 d.J.C.), se nota un giro importante en el estilo escultórico y pictórico romano. Vespasiano era un militar de origen campesino, enemigo de los estoicos y poco entendido en refinamientos formales. El idealismo griego, belleza y perfección a un tiempo, fue lentamente sustituido por un estilo más viril, rudo y auténtico. Las estatuas perdieron en gracia y encanto todo lo que ganaron en realismo y expresividad. El retrato, típica manifestación del talento romano, fue el estilo cumbre del Imperio. Los griegos habían sido siempre malos retratistas, no por torpeza técnica, sino por principio. Su mentalidad despreciaba de antemano lo real, para dirigirse sin trabas a lo abstracto. Los romanos dieron, en cambio, mayor importancia a la realidad y no supieron remontarse sobre ella con el vuelo de la imaginación. El otro género preferido por los romanos fue el relieve narrativo histórico. Retrato y narración son los dos puntos neurálgicos de la escultura romana en general. Con la pintura y el mosaico demostraron las mismas cualidades. Las casas romanas se decoraban lujosamente con estos atributos y nos han dejado por doquier muestras de su actividad artística.

Resumiendo: podemos decir que las artes decorativas romanas atravesaron tres ciclos diferentes hasta desembocar en el expresionismo del Imperio cristiano:

A) Período arcaico, de gran influencia greco-etrusca (siglos IV a II a J.C.).

B) Periodo de expansión mercantil, con influencia helenística (desde el siglo II antes de J.C al I después de J.C.).

C) Período universalista del Imperio, de estilo propio y personal, aunque derivado de los anteriores (siglos I a IV d.J.C.).