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Familia sin nombre (Famille-sans-nom) es una novela de aventuras del escritor francés Julio Verne.Se cuenta la vida de una familia del sur de Quebec durante la Rebelión del Bajo Canadá, que, entre 1837 y 1838, buscaba una república independiente y democrática. En el libro, los dos hijos de un traidor luchan en la rebelión, en un intento de venganza por la muerte de su padre.
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Emilio Salgari
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CUADERNO PRIMERO
I. Algunos hechos, algunas fechas
II. DOCE AÑOS ANTES
III. UN NOTARIO DE RAZA HURONA
IV. LA VILLA DE MONTCALM
V. EL DESCONOCIDO
VI. EL SAN LORENZO
CUADERNO SEGUNDO
I. DESDE QUEBEC A MONTREAL
II. UN ANIVERSARIO
III. LA CASA CERRADA
IV. EL CORTIJO DE CHIPOGÁN
V. EL ÚLTIMO DE LOS SAGAMORES
VI. EL FESTÍN
VII. TIROS A LOS POSTRES
CUADERNO TERCERO
I. PRIMERAS ESCARAMUZAS
II. SAN DIONISIO Y SAN CARLOS
III. VAUDREUIL EN CASA CERRADA
IV. LOS OCHO DÍAS SIGUIENTES
V. PESQUISAS
VI. EL SEÑOR NICK EN WALHATTA
CUADERNO CUARTO
I. EL FUERTE DE FRONTENAC
II. JOANN Y JUAN
III. LA ISLA NAVY
IV. BRIDGET MORGAZ
V. EXPIACIÓN
VI. ÚLTIMOS DÍAS
VII. LA NOCHE DEL 20 DE DICIEMBRE
VIII. ÚLTIMAS FASES DE LA INSURRECCIÓN
Se tiene lástima del pobre género humano que se degüella por «algunas aranzadas de hielo» decían los filósofos del siglo XVIII; y esto es lo peor que podían decir tratándose del Canadá, cuya posesión disputaban, en aquella época, los franceses a los soldados de Inglaterra.
Doscientos años antes, Francisco I exclamó, respecto a ciertos territorios americanos reclamados por el rey de España y por el de Portugal: «Me gustaría mucho ver el artículo del testamento de Adán que les lega esa vasta herencia» El rey de Francia no iba tan descaminado en sus pretensiones, puesto que algún tiempo después una parte de aquellos territorios tomaron el nombre de Nueva Francia; y aun cuando los franceses no han podido conservar aquella magnífica colonia americana, la mayor parte da sus habitantes son franceses de corazón y están unidos a la antigua Galia por los lazos de la sangre, por la identidad da raza y por los instintos naturales, que la política internacional no llegará nunca a desterrar.
En realidad, las «algunas aranzadas de hielo» tan mal calificadas por los filósofos, forman un reino cuya superficie es igual a la de Europa.
Un francés fue el que tomó posesión de aquellos vastos territorios en 1534.
Santiago Cartier, oriundo de Saint-Maló, penetró hasta el centro de dicha comarca, remontando el curso del río, al que se dio el nombre de San Lorenzo, y al año siguiente, el atrevido maluino, llevando adelante su exploración hacia el Oeste, llegó frente a un grupo de cabañas, Canadá en idioma indio, en donde se fundó Quebec; después llegó a la aldehuela de Hochelaga, hoy Montreal. Dos siglos más tarde, estas dos ciudades iban sucesivamente a tomar el nombre de capitales, en concurrencia con Kingston y Toronto, cuando para poner fin a sus rivalidades políticas la villa de Otawa fue declarada residencia del Gobierno de aquella colonia americana, que Inglaterra llama en la actualidad Dominion of Canada.
Algunos hechos y algunas fechas bastarán para dar a conocer los progresos de este importante Estado desde su fundación hasta el período de 1830-40, durante el que se han desarrollado los acontecimientos que nos proponemos dar a conocer en el presente libro.
En el año 1595, en el reinado de Enrique IV, Champlain, uno de los buenos marinos de aquellos tiempos, volvió a Europa después de su primer viaje a las alturas de que nos ocupamos, durante el cual escogió el sitio en que es había de fundar la ciudad de Quebec. Formó parte de la expedición de M. de Mons, portador, de patentes para el comercio exclusivo de pieles, que le otorgaban el derecho de conceder terrenos en el Canadá. Champlain, cuyo carácter aventurero no podía acostumbrarse sólo a tratar de negocios, abandonó a su compañero, y remontando de nuevo el curso del río San Lorenzo, edificó a Quebec en 1606.
Hacía ya dos años que los ingleses habían empezado a fundar su primer establecimiento americano, en los límites de la Virginia. Naturalmente, nacieron de aquí los gérmenes de la notable rivalidad entre ambas naciones, y, más aun des-de aquella época se manifestaron los indicios de la lucha que Inglaterra y Francia sostuvieron en el Nuevo Mundo.
En el principio, los indígenas tomaron necesariamente parte en las diversas fases de tal antagonismo. Los algonquines y los hurones se declararon por Champlain, en contra de los iroquisos, que formaban causa común con los soldados del Reino Unido. En 1609 éstos fueron batidos en las orillas del lago que ha conservado el nombre del marino francés.
En 1613 y 1615, Champlain verificó otros dos viajes y llegó hasta las regiones casi desconocidas del Oeste, en las orillas del lago Hurón; se marchó de allí y volvió por tercera vez al Canadá. Por fin, después de hacer frente a toda clase de intrigas, fue nombrado gobernador de Nueva Francia en el año 1620.
El general, el ministro y el coronel se despidieron entonces de lord Gosford. Después sir John Colborne dio or-den al coronel Gore de partir inmediatamente para Montreal, en donde les esperaba su colega el coronel Witherall, encargado de prevenir, para impedirlo, cualquier movimiento insurreccional en las parroquias.Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!
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