Hume en 90 minutos - Paul Strathern - E-Book

Hume en 90 minutos E-Book

Paul Strathern

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Beschreibung

David Hume nació en Edimburgo en 1711. Estaba destinado a las leyes, pero detestaba el derecho "lo calificaba de "nauseabundo""; en la historia de la filosofía, por el contrario, dejó una huella indeleble. En primer lugar, redujo a ruinas la filosofía: negó la existencia de todo, salvo la de nuestras percepciones. Solamente yo existo, argumentaba, y el mundo no es más que parte de mi conciencia. Sin embargo, sabemos que el mundo permanece ahí, con lo que estamos como antes. Lo que Hume manifestaba así era el estado de nuestro conocimiento acerca del mundo, un mundo en el cual ni la religión ni la ciencia nos dotan de certezas, pues no son sino nuestra reacción ante la experiencia, una de las muchas reacciones posibles. En "Hume en 90 minutos", Paul Strathern expone de manera clara y concisa la vida e ideas del gran pensador de la Ilustración escocesa. El libro incluye una selección de citas de sus escritos y cronologías que sitúan a Hume en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.

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Siglo XXI

Paul Strathern

Hume

en 90 minutos

Traducción: José A. Padilla Villate

David Hume nació en Edimburgo en 1711. Estaba destinado a las leyes, pero detestaba el derecho –lo calificaba de «nauseabundo»–; en la historia de la filosofía, por el contrario, dejó una huella indeleble. En primer lugar, redujo a ruinas la filosofía: negó la existencia de todo, salvo la de nuestras percepciones. Solamente yo existo, argumentaba, y el mundo no es más que parte de mi conciencia. Sin embargo, sabemos que el mundo permanece ahí, con lo que estamos como antes. Lo que Hume manifestaba así era el estado de nuestro conocimiento acerca del mundo, un mundo en el cual ni la religión ni la ciencia nos dotan de certezas, pues no son sino nuestra reacción ante la experiencia, una de las muchas reacciones posibles.

En Hume en 90 minutos, Paul Strathern expone de manera clara y concisa la vida e ideas del gran pensador de la Ilustración escocesa. El libro incluye una selección de citas de sus escritos y cronologías que sitúan a Hume en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.

«90 minutos» es una colección compuesta por breves e iluminadoras introducciones a los más destacados filósofos, científicos y pensadores de todos los tiempos. De lectura amena y accesible, permiten a cualquier lector interesado adentrarse tanto en el pensamiento y los descubrimientos de cada figura analizada como en su influencia posterior en el curso de la historia.

Diseño de portada

RAG

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Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

Título original

Hume in 90 minutes

© Paul Strathern, 1996

© Siglo XXI de España Editores, S. A., 1998, 2015

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.sigloxxieditores.com

ISBN: 978-84-323-1723-1

Introducción y antecedentes de su filosofía

Los filósofos anteriores a Hume fueron frecuentemente acusados de ateísmo, pero Hume fue el primero en admitirlo.

El ser tildado de ateo no era un honor envidiable, ni para los filósofos ni para los que no lo eran; la sociedad tenía sus maneras de tratar a los pensadores heterodoxos, desde la antigua Grecia (el veneno) hasta la Edad Media (la Inquisición). Los filósofos se esforzaban por tanto en convencer a todo el mundo –y a sí mismos– de que no eran ateos. La aceptación por parte de Hume de la quiebra teológica fue recibida como un escándalo público, pero los intentos que se hicieron por disuadirle lo fueron con ­argumentos filosóficos y no con el potro de tortura, lo cual dice tanto en favor de la sociedad británica del siglo XVIII como del propio Hume. Ahora bien, si quería ser consistente con su filosofía, Hume no podía adoptar otra posición.

Ya hacía tiempo que la filosofía se estaba acercando a ese punto; varios filósofos del mundo antiguo –algunos estoicos y unos pocos cínicos– estuvieron próximos, aunque Sócrates fue sentenciado a muerte por no respetar los dioses; en la antigua Roma era a menudo imposible no creer en Dios, sobre todo cuando este era también el emperador, de modo que la fe era esencial, si uno quería seguir pensando…, o simplemente seguir.

Ya en los primeros tiempos de la era cristiana, la filosofía fue engullida por la teología; Platón y Aristóteles se convirtieron así en «palabra de Dios», de modo que la filosofía consistió mayormente en explicaciones y comentarios de sus textos. Tras estos comentarios vinieron los comentarios de los comentarios, y mucho trabajo heroico con el fin de conseguir que, de todo ello, nada contraviniera el dogma cristiano; un trabajo paralelo se basaba en un mal uso de la lógica para tratar de demostrar la existencia de Dios. Una parte de esta actividad resultó sumamente ingeniosa y hasta creadora, pero no era original; los supuestos básicos eran siempre los mismos.

Estos supuestos fueron cuestionados seriamente por primera vez en el siglo XVII, por Descartes, a quien se considera hoy como el fundador de la filosofía moderna. Descartes barrió con los viejos supuestos y basó su filosofía en la razón; en un proceso de duda racional, mostró que era posible negar todo, pero con una excepción, esto es, no puedo dudar de todo y al mismo tiempo dudar que estoy pensando; «pienso, luego existo» fue su célebre conclusión, y esta fue la roca sobre la cual pudo construir la estructura racional de su filosofía.

Apenas medio siglo después, el filósofo británico John Locke dio un paso más con la introducción del empirismo, afirmando que el último fundamento de la filosofía no era la razón, sino la experiencia. Para Locke, todo lo que conocemos procede en última instancia de la experiencia, es decir, no tenemos ideas innatas, solo sensaciones, y obtenemos las ideas reflexionando sobre estas sensaciones. Parecía como si la filosofía hubiera alcanzado su última frontera.

Pero no pasó mucho tiempo antes de que alguien diera un paso más. La tradición empirista británica traspasó el borde de la locura con la llegada del irlandés George Berkeley. Si nuestro conocimiento del mundo se basa solo en la experiencia, ¿cómo sabemos si el mundo existe cuando no lo percibimos? El mundo quedaba así reducido a una ficción, y la filosofía, a un objeto de risa, pero, por suerte para el mundo, Berkeley era obispo y hombre temeroso de Dios. Claro que el mundo existe, declaró, aunque nadie lo esté percibiendo. ¿Cómo puede ser esto? Porque el mundo está siempre siendo percibido por Dios.

Esta prestidigitación filosófica le evitó a Berkeley muchos problemas (y no solo con su arzobispo y su congregación). El mundo tenía por fin un punto de apoyo. Esta situación había de durar treinta años, hasta que Hume entró en el combate.

Vida y obra de Hume

Hume es el único filósofo cuyas ideas nos parecen plausibles todavía hoy. Se puede leer a los antiguos griegos como se lee la gran literatura, pero su filosofía se nos asemeja a brillantes cuentos de hadas; los medievalismos de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino son ajenos a la sensibilidad moderna; Descartes y los racionalistas nos hacen ver que la condición humana no es racional; los primeros empiristas son, o bien obvios, o bien contumaces, o simplemente absurdos; todos los filósofos posteriores a Hume caen dentro de una de las dos últimas categorías.