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Juan Martín el Empecinado es la novena novela de la primera serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Narra las peripecias de Gabriel de Araceli, huérfano gaditano, ambientadas en la época de la Guerra de Independencia entre España y Francia. Esta entrega se centra en las aventuras de Gabriel entre las filas de los guerrilleros comandados por Juan Martín el Empecinado, describiendo de modo exhaustivo la forma de vida en la guerrilla y los diferentes tipos humanos que en ella participaron.
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BENITO PÉREZ GALDÓS
EPISODIOS NACIONALES 09
[Portada de la edición de 1883]
Anteriormente he contado a ustedes las hazañas de los ejércitos, las luchas de los políticos, la heroica conducta del pueblo dentro de las ciudades; pero esto, con ser tanto, tan vario y no poco interesante, aunque referido por mí, no basta al conocimiento de la gran guerra.
Ahora voy a hablar de las guerrillas, que son la verdadera guerra nacional; del levantamiento (1) del pueblo en los campos, de aquellos ejércitos espon-táneos, nacidos en la tierra como la hierba nativa, cuya misteriosa simiente no arrojaron las manos del hombre; voy a hablar de aquella organización militar hecha por milagroso instinto a espaldas del Estado, de aquella anarquía reglamentada, que reproducía los tiempos primitivos.
Ustedes sabrán que a mitad de 1811 Napoleón, creyendo indispensable tomar a Valencia, puso esta empresa en manos del mariscal Suchet, que había ganado a Lérida en 13 de Mayo de 1810, a Tortosa en 2 de Enero [6] del siguiente año y en 28 de Junio a Tarragona. Asimismo sabrán que las Cortes, dis-puestas a defender la ciudad del Turia, enviaron allá al general Blake, regente a la sazón, hombre muy honrado, buen patriota, modesto, respetable, cono-cedor del arte de la guerra; pero de muy mala fortuna. Sabrán que las fuerzas llevadas por Blake des-embarcaron mitad en Alicante, mitad en Almería, uniéndose al tercer ejército que se vio obligado a empeñar en la Venta del Baúl acción muy reñida contra las divisiones de Goldnot y Leval. Sabrán que el pobre D. Ambrosio de la Cuadra y el desgraciado D. José de Zayas tuvieron la desdicha de sufrir una derrota medianilla en el mencionado punto, retirándose a Cúllar, después de dejar 1.000 prisioneros en poder de los franceses y 450 cuerpos sobre el campo de batalla. Sabrán que Blake marchó a Valencia recogiendo en el camino cuantas tropas encontró a mano; pero lo que indudablemente no saben es que yo, aunque formaba parte de la expedición desembarcada en Alicante, ni fui a Valencia, ni me encontré en la funesta jornada de la Venta del Baúl.
¿Por qué, señores? Porque se enviaron 2.000 hombres a las Cabrillas a unirse a la división del segundo ejército que mandaba el conde de Montijo, y entre aquellos 2.000 hombres, encontrose, no sé si por fortuna o por desgracia, mi humilde persona. La condesa y su hija, que habían desembarcado también en Alicante y a quienes acompañé mientras me fue posible, separáronse de mí cerca de [7] Alpera para marchar a Madrid, donde residirían, si contrariedades que la madre presentía no las echaban de la corte, en cuyo caso era su propósito establecerse en el solitario castillo de Cifuentes, propiedad de la familia.
De las Cabrillas nos llevaron a Motilla del Palan-car, en tierra de Cuenca, donde nos batimos con la división francesa de d'Armagnac, y algunos adelan-tamos por orden superior hasta Huete. Entonces ocurrieron lamentables disensiones entre el marqués de Zayas y el general Empecinado, saliendo al fin triunfante este último, a quien dieron las Cortes el mando de la quinta división del segundo ejército, con lo cual se evitó la desorganización de las fuerzas que operaban en aquel país. El Empecinado, que en Mayo de 1808 había salido de Aranda con un ejército de hombres, mandaba en Setiembre de 1811
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