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La concepción errónea (volumen 1). En la concepción errónea Megan tiene doce años, y su mamá la encierra en el sótano de nuevo, por haber hablado acerca de sus poderes psíquicos. “Decir mentiras” como le llama su mamá. Ella tiene miedo de las arañas que no puede ver, pero su amigo, un enorme tigre siberiano fantasma viene a darle soporte moral, mientras contempla su futuro, y su difunto abuelo la lleva de excursión al mar mediante un viaje astral.
Las Series de la Psíquica Megan ¡Un Guía Espiritual, un Tigre Fantasma y una Madre Aterradora!
Las Series de la Psíquica Megan en veinticuatro novelas acerca de la historia de una muchacha joven que se da cuenta de que es capaz de hacer cosas que nadie de su familia puede hacer. Megan tiene doce años en el primer volumen. Tiene dos problemas aparentemente insuperables. Su madre tiene miedo de las habilidades latentes de su hija y no sólo no la ayuda, sino que la desanima activamente; y no puede encontrar un profesor que la ayude a desarrollar sus poderes sobrenaturales y psíquicos. Porque no sólo quiere saber qué es posible hacer y cómo hacerlo, sino con qué fin debe emplear sus habilidades especiales. Megan es una buena muchacha, por lo que parecería obvio que tendería a utilizar sus poderes para el bien, pero no siempre es fácil hacer lo correcto aunque sepas lo que es. Estas historias sobre Megan gustarán a cualquier persona interesada en los poderes psíquicos, lo sobrenatural y lo paranormal que tenga entre diez y cien años de edad. En la concepción errónea (volumen 1). En la concepción errónea Megan tiene doce años, y su mamá la encierra en el sótano de nuevo, por haber hablado acerca de sus poderes psíquicos. “Decir mentiras” como le llama su mamá. Ella tiene miedo de las arañas que no puede ver, pero su amigo, un enorme tigre siberiano fantasma viene a darle soporte moral, mientras contempla su futuro, y su difunto abuelo la lleva de excursión al mar mediante un viaje astral.
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Seitenzahl: 77
1 LA ELECCIÓN DE HOBSON
2 AUMENTO DE LA CONCIENCIA
3 EL PEQUEÑO AYUDANTE DE MAMÁ
4 INSPIRACIÓN
5 LOS VECINOS
6 LOS AMIGOS DE MEGAN
Capítulo muestra
Otros libros del mismo autor:
LA CONCEPCIÓN
ERRÓNEA
¡Una guía espiritual, un tigre fantasma y una madre aterradora!
por
OWEN JONES
Traductor:
Rafael Ayala
Derechos reservados © 2024 Owen Jones
La concepción errónea
por
Owen Jones
Publicado por
Megan Publishing Services
https://meganthemisconception.com
Reservados todos los derechos
El derecho de Owen Jones a ser identificado como autor de esta obra ha sido reconocido de acuerdo con las secciones 77 y 78 de la Copyright Designs y Patents Act 1988. Se ha reivindicado el derecho moral del autor.
En este trabajo de ficción, los personajes o eventos son producto de la imaginación del autor o se utilizan de forma totalmente ficticia. Algunos lugares pueden existir, pero los acontecimientos son completamente ficticios.
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Las series de la psíquica Megan
¡Una guía espiritual, un tigre fantasma y una madre aterradora!
La Concepción Errónea
Los trece años de Megan
El viaje escolar de Megan
Los exámenes escolares de Megan
Los seguidores de Megan
Megan y el Gato perdido
Megan y la alcaldesa
Megan se enfrenta a la burla
La visita de los abuelos de Megan
El padre de Megan se enferma
Megan se va de vacaciones
Megan y el ladrón
Megan y el ciclista
Megan y la anciana
El jardín de Megan
Megan va a el zoológico
Megan se va de excursión
Megan y el concurso de cocina W. I.
Megan se va a montar a caballo
Megan navega en yate
Megan en el Carnaval
Megan en Navidad
Megan se enferma de Covid-19
Esta edición se dedica a mi esposa, Pranom Jones, por hacer mi vida tan fácil como ella puede, hace una gran labor, y a mis padres, Colin y Marion, por la maravillosa educación que nos han dado a mis hermanos y a mí.
El karma pagará a todos con la misma generosidad.
A mi esposa Pranom, por su paciencia y a mi amigo Lord David Prosser por su ayuda en el diseño de la cubierta.
“No creas en nada simplemente porque lo has oído, no creas en nada simplemente porque fue dicho y rumoreado por muchos,
No creas en nada simplemente porque se encuentre escrito en tus textos religiosos,
No creas en nada sólo por la autoridad de maestros y ancianos,
No creas en las tradiciones porque se han transmitido durante generaciones,
Pero tras la observación y el análisis, si algo concuerda con la razón y es conducente al bien y al beneficio de unos y otros, acéptalo y vive de acuerdo con ello.”
Gautama Buddha
–––
Gran Espíritu, cuya voz está en el viento, escúchame. Déjame crecer en fuerza y conocimiento.
Haz que siempre contemple la puesta de sol roja y púrpura. Que mis manos respeten las cosas que me has dado.
Enséñame los secretos ocultos bajo cada hoja y cada piedra, como has enseñado a la gente desde hace siglos.
Permítanme usar mi fuerza, no para ser más grande que mi hermano, sino para luchar contra mi mayor enemigo - yo mismo.
Permíteme presentarme siempre ante ti con las manos limpias y el corazón abierto, para que cuando mi duración terrenal se desvanezca como el ocaso, mi Espíritu vuelva a ti sin vergüenza.
(Basado en un oración tradicional Sioux)
–––
Megan estaba otra vez encerrada en la sótano al borde de las lágrimas. Sólo tenía doce años y no entendía por qué su madre le había hecho algo tan horrible. Ya había sucedido media docena de veces antes, pero como no, pensó, su padre no sabía nada. Ella nunca se lo había contado y estaba segura de que su madre tampoco le habría dicho nada.
Había un pacto tácito entre ella y su madre de no decepcionarse mutuamente, pero aquí estaba de nuevo, sentada en el sótano, en la suciedad y el polvo, con quién sabía qué horribles criaturas mirándola.
Ella no lo sabía. La oscuridad era total y necesitó todas sus fuerzas para no llorar y suplicar a su madre que la dejara salir. Pero ya lo había intentado en otras ocasiones y su madre le había impuesto unas exigencias poco razonables como condición para liberarla. Condiciones que sabía que no podría cumplir por mucho que lo intentara.
A veces, parecía que era la única que se tomaba en serio el pacto.
A pesar de sí misma, las lágrimas comenzaron a rodar de nuevo por sus mejillas, formando ríos invisibles a través del polvo de su cara, arrastrando el polvo del carbón hasta su uniforme escolar. Era demasiado, de verdad. ¿Cómo alguien que la comprendía tan bien podía comportarse tan cruelmente con su única hija?
Megan dio un grito ahogado involuntario cuando su madre golpeó voluntariamente la puerta con la aspiradora al pasar. No había el más mínimo atisbo de luz que la reconfortara, así que hizo lo que más le había ayudado y trepó por la pila de carbón hasta la pared y luego a su derecha hasta encontrar la esquina.
Allí, se envolvió las piernas con su larga falda para evitar que algo se colara bajo su ropa y se la metió por debajo de los hombros. Se abrochó todos los botones de la blusa, se subió los calcetines, se puso el jersey por encima de la cabeza y se metió las manos en las mangas. Megan sabía que esto era lo más seguro que podía estar de lo que viviera en la bodega de carbón. No le preocupaban los fantasmas y cosas por el estilo, aunque ese era realmente el problema, pero no le gustaba que los insectos se arrastraran sobre ella y no soportaba la idea de que la mordieran y le chuparan la sangre. También odiaba las arañas, pero envuelta en el capullo de su uniforme escolar, sabía que como mucho había unos centímetros de piel por encima de los calcetines a los que podían llegar los bichos. Unos pocos centímetros cuadrados a los lados para ser precisos, porque sus brazos abrazaban sus pantorrillas apretadas contra sus muslos.
Deseó poder dejar de sollozar. Aunque sólo fuera un momento, pero sabía que acabaría haciéndolo mientras esperaba a que la soltaran. También sabía cuándo sería: sobre las cinco y media, lo que le daría media hora para asearse antes de que su padre volviera del trabajo.
Megan entendía por qué su madre hacía eso. Era porque ella tenía miedo y Megan no. Su madre temía por su hija y por eso quería asustarla como ella. El problema era que Megan no tenía miedo y no veía por qué asustarse. Había intentado explicárselo cientos de veces a su madre, pero ella se limitaba a callarla, ya fuera en sentido figurado o literal, como ahora.
Sus padres eran católicos, pero su madre era una católica muy estricta y su padre algo menos. Su madre tenía miedo del Más Allá, según decía, pero no por ella, ya que se consideraba una buena católica y estaba convencida de que su lugar en el Cielo ya estaba asegurado, siempre y cuando siguiera cumpliendo con su deber. El problema, en lo que a Megan se refería, era que su madre creía que parte de su deber consistía en encerrar a su hija en la bodega de carbón, y por eso estaba allí ahora.
Su padre también había nacido católico, pero no era tan estricto como su madre. Creía que si la gente quería arriesgarse a la condenación eterna, era cosa suya. Se preocupaba por su propia alma y la de sus seres queridos, pero creía en la libertad de elección, incluso para las niñas pequeñas.
Megan quería a sus dos padres a pesar de lo que su madre le hizo, porque, aunque era muy joven, se daba cuenta de que su madre quería lo mejor para ella. Incluso intentaba quererlos a los dos por igual, pero el problema, en opinión de Megan, era que su madre o no había tenido buenos maestros o había tenido demasiado miedo como para creer en sus propios ojos, oídos o sentidos.
No estaba muy segura de lo que eran, sólo sabía que ella los tenía y otros también, pero que su madre no los admitía y por eso su madre tampoco quería creer que otros los tuvieran. “Después de todo”, le había dicho su madre, “yo tengo treinta y cuatro años y tú sólo doce. Yo estudié en una escuela católica, mientras que tú sólo vas a la escuela internacional internacional”.
Al parecer, su madre no había tenido ningún problema con el sistema de escolarización internacional, pero había escupido la palabra ” internacional “. Megan nunca había entendido el problema. Había conocido a buenos y malos, inteligentes y no tan inteligentes y conscientes y no tan conscientes de la mayoría de las religiones.
Su madre cayó en las categorías de buena de corazón, inteligente y bastante consciente.
Su padre era bueno, inteligente y bastante consciente.
Megan se consideraba buena, razonablemente inteligente y muy consciente.