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"La esfinge de los hielos" ("Le sphinx des glaces") es una novela de Jules Verne publicada en la segunda serie de la Magasin d'Éducation et de Récréation (’magazín de ilustración y recreo’) desde el 1 de enero (volumen 5, número 49) hasta el 15 de diciembre de 1897 (volumen 6, número 72), y como libro el 24 de junio de ese mismo año. Jeorgling, un enigmático y extraño estadounidense se encuentra en las islas Kerguelen realizando estudios que sólo él conoce. Al finalizar, busca regresar a los Estados Unidos por el medio que sea. El único barco que pasa por la zona es comandado por el capitán Len Guy, el cual se niega a llevarlo de vuelta a Tristán de Acuña u a otra isla. Sin embargo, el hecho de que Joerglin sea de Connecticut, cerca de donde vivió el famoso Pym, hace cambiar de idea al capitán.
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Julio Verne
LA ESFINGE DE LOS HIELOS
CUADERNO PRIMERO
I. LAS ISLAS KERGUELEN
II. LA GOLETA «HALBRANE»
III. EL CAPITÁN LEN GUY
IV. DE LAS ISLAS KERGUELEN A LA ISLA DEL PRÍNCIPE EDUARDO.
V. LA NOVELA DE EDGARD POE.
VI. ¡CÓMO UN SUDARIO QUE SE ENTREABRE!
VII. TRISTÁN DE ACUNHA
VIII. EN DIRECCIÓN A LAS FALKLANDS.
IX. ARREGLO DE LA «HALBRANE»
X. AL PRINCIPIO DE LA CAMPAÑA
XI. DE LAS SANDWICH AL CÍRCULO POLAR.
CUADERNO SEGUNDO
XII. ENTRE EL CÍRCULO POLAR Y EL BANCO DE HIELO
XIII. A LO LARGO DEL BANCO DE HIELO.
XIV UNA VOZ EN UN SUEÑO.
XV. EL ISLOTE BENNET
XVI. LA ISLA TSALAL.
XVII. Y PYM
XVIII. DECISIÓN TOMADA.
XIX. EL GRUPO DESAPARECE.
XX. DEL DE DICIEMBRE AL DE ENERO.
XXI. UNA SACUDIDA.
XXII. TIERRA...
CUADERNO TERCERO
XXIII. EL «ICE BERG» VOLTEADO.
XXIV. EL GOLPE DE GRACIA.
XXV. QUE HACER
XXVI. ALUCINACIONES.
XXVII. ENTRE LAS BRUMAS.
XXVIII. CAMPAMENTO.
XXIX. DIRK PETERS EN LA MAR.
XXX. ONCE AÑOS EN ALGUNAS PÁGINAS.
XXXI. LA ESFINGE DE LOS HIELOS.
XXXII. ¡DE SETENTA DOCE!
A la memoria de Edgard Poe.
A mis amigos de AméricaNadie, sin duda, prestará fe a esta narración, titulada La esfinge de los hielos.
No importa. En mi opinión, conviene que vea la luz pública. Cada cual es libre de prestarla o no crédito.
Difícil sería, tratándose del comienzo de estas maravillosas y terribles aventuras, imaginar lugar más apropiado que las islas de la Desolación, nombre que les fue dado en 1779 por el capitán Cook. Después de lo que he visto durante mi estancia en ellas en 1809, puedo asegurar que merecen el lamentable calificativo dado por el célebre navegante inglés. Con decir islas de la Desolación, todo está dicho.
Sé que en la nomenclatura geográfica se las conoce con el nombre de Kerguelen, generalmente adoptado para este grupo, comprendido en el 49° 54' de latitud S y 69° 6' de longitud E, nombre que se justifica por el hecho de que en el año 1772, el barón francés Kerguelen fue el primero que señaló estas islas en la parte meridional del Océano índico. Lo cierto es que el jefe de la escuadra había creído descubrir un continente nuevo, en el límite de los mares antárticos, y en el curso de una segunda expedición preciso le fue reconocer su error. No había allí más que un archipiélago. Pero créaseme: islas de la Desolación es el único nombre que conviene a este grupo de trescientas islas o islotes, perdido en medio de aquellas inmensas soledades oceánicas, turbadas casi continuamente por las grandes tempestades australes.
Sin embargo, el grupo está habitado, y en la fecha 2 de Agosto de 1809, desde hacía dos meses, gracias a mi presencia en Christmas-Harbour, el número de los europeos y americanos que formaban el principal núcleo de la población kerguelense había aumentado en uno. Pero yo no esperaba más que ocasión para abandonarla, terminados los estudios geológicos y mineralógicos que a ella me habían llevado.
El puerto de Christmas está situado en la más importante de las islas de este archipiélago, cuya superficie mide 4.500 kilómetros cuadrados, o sea la mitad de la de Córcega. Ofrece bastante seguridad, y es de franco y fácil acceso. Los barcos encuentran en él anclaje en cuatro brazadas de agua. Después de haber doblado al Norte el cabo Francisco, que el Table-Mount domina en una extensión de 1.200 pies, contemplad al través el arco de basalto acanalado en su extremo. Veréis una estrecha bahía, resguardada por los islotes contra los furiosos vientos del Este y del Oeste. Al fondo surge Christmas-Harbour. Que vuestro barco se dirija a él directamente manteniéndose a babor. Colocado en su sitio de anclaje, podrá permanecer con una sola ancla, con facilidad de borneo, mientras la bahía no sea invadida por los hielos.
Por lo demás, las Kerguelen ofrecen otras bahías, y por centenares; tan desfilachadas están sus costas como los bajos de la falda de una pobre, sobre todo en la parte comprendida entre el Norte y el Sudeste. Pululan allí las islas y los islotes. Todo el suelo de este archipiélago, de origen volcánico, se compone de cuarzo, mezclado de una piedra azulada. Llegado el estío, nacen verdes musgos, líquenes grises, diversas plantas fanerógamas, fuertes y sólidas saxífragas. Un solo árbol vegeta allí, una especie de berza de un gusto agrio, que inútilmente se buscaría en otros países.
Existen allí los terrenos que convienen en sus rookerys a los pájaros bobos, y otros, cuyas bandadas innumerables pueblan estos parajes. Vestidos de amarillo y blanco, la cabeza hacia atrás y con sus alas que figuran las mangas de un traje, estos estúpidos volátiles parecen desde lejos una fila de monjes en procesión a lo largo de las playas.
Las Kerguelen poseen además otros representantes del reino animal. Ofrecen múltiples refugios a los bueyes marinos, a las focas, a los elefantes de mar. La caza y la pesca de estos anfibios son bastante fructuosas para alimentar relativo comercio y atraer algunos navíos.
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