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La experiencia U-feeling E-Book

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Beschreibung

Una nueva empresa internacional ha aterrizado en la capital para comercializar el intercambio de cuerpos. Se acabó la guerra de sexos, la guerra de clases, adiós a la xenofobia. La empresa YOU-FEELING te abre la mente convencida de que con su tecnología puede propiciar la aproximación de enemigos irreconciliables y acercarnos a la paz universal, esa vieja utopía kantiana que parece por fin al alcance de la mano. ¿Necesitas refrescar tu existencia durante unos días? YOU-FEELING es la experiencia absoluta. Olvídate de tu viejo yo y disfruta de las sensaciones inolvidables de tener un cuerpo virgen. ¡Tú eliges quién quieres ser! El autor de Historias del Kronen vuelve con una nueva aventura turbadora e iconoclasta llamada "La experiencia U-Feeling" de la que Rosa Montero ha dicho que es "Una tensa historia futurista y a la vez inquietantemente realista, con un filo de desasosiego psicológico que recuerda a Allan Poe"

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La experiencia

U-Feeling

José Ángel Mañas

La experiencia U-Feeling

© José Ángel Mañas, 2021

© Sobre la presente edición: Editorial Alt autores

Diseño y maquetación: © Sergio Verde (www.sergioverde.com)

ISBN:978-84-17400-74-3

Para más información sobre la presente edición, contactar a:

Editorial Alt autores

Henao, 60. 48009 Bilbao (España)

CIF: B9588996

www.altautores.com

Para Franciam y Ana,

porque la vida sin vosotros sería mucho más triste…

Índice
EL DECÁLOGO U-FEELING: LAS DIEZ NORMAS FUNDAMENTALES
PRIMERA PARTE
LA EXPERIENCIA U-FEELING (1). UN HOMBRE LLAMADO MOMAR
LA EXPERIENCIA U-FEELING (2). TENER UN HIJO ENFERMO
LA EXPERIENCIA U-FEELING (3). LAS REGLAS
LA EXPERIENCIA U-FEELING (4). UN INTERCAMBIO FALLIDO
LA EXPERIENCIA U-FEELING (5). ERRANDO POR LA CIUDAD
SEGUNDA PARTE
LA EXPERIENCIA U-FEELING (6). LA HUIDA
LA EXPERIENCIA U-FEELING (7). EL CAZADOR CAZADO
LA EXPERIENCIA U-FEELING (8). EL ODIO
LA EXPERIENCIA U-FEELING (9). MÁS VICTIMISMO
LA EXPERIENCIA U-FEELING (10). LA DETENCIÓN

EL DECÁLOGO U-FEELING: LAS DIEZ NORMAS FUNDAMENTALES

1. El pago por el intercambio responderá a estándares únicos para todo el mundo, fijados por You-feeling Company. Las variaciones responderán únicamente a diferencias de tiempo en la experiencia, no a ninguna otra circunstancia.

2. Cada participante de la experiencia You-feeling tendrá información detallada sobre el cuerpo anfitrión —edad, estado de salud, condición síquica y física, domicilio, red familiar y profesional— proporcionada desde al menos un mes antes de iniciar la experiencia, así como un protocolo de acciones permitidas y no durante la misma (ver documento aparte).

3. El intercambio se producirá única y exclusivamente por consenso de ambas partes. El contrato, firmado con un mes de antelación, será revocable de manera unilateral hasta el momento mismo en el que los dos participantes se hallen en el área de intercambio.

4. A cada cuerpo anfitrión le será administrado un U-localizador de forma oral que permitirá a la empresa conocer su ubicación en cualquier momento a lo largo de la experiencia. El U-localizador será desactivado en ambos cuerpos al mismo tiempo y la desconexión será realizada única y exclusivamente por los profesionales de You-feeling Company en sus instalaciones, y única y exclusivamente en el momento de la entrega de los cuerpos anfitriones.

5. El tope que la Ley de Intercambio de Cuerpos (BOE 19/06/38) fija para la experiencia You-feeling es de una semana. Llegado ese tiempo, cada cuerpo anfitrión deberá presentarse en el local intercambialista de You-feeling y proceder a recuperar su cuerpo originario.

6. Cada cliente se compromete a devolver el cuerpo anfitrión en el mismo estado de salud física y síquica en que lo encontró. Los deterioros serán sometidos a duras sanciones económicas, estipuladas en el catálogo You-feeling, y sujetos a las penas establecidas por el Código Penal español en su sección de intercambio de cuerpos. You-feeling está obligado, por ley, a remitir información sobre el estado de los clientes, nada más terminar la experiencia, al Departamento de Intercambialismo local, sito en calle Siglo XXI, Madrid 28709.

7. Cualquier intento de fuga será perseguido tanto por unidades de la compañía You-feeling destinadas al rastreo de cuerpos anfitriones, como por el Departamento de Intercambialismo de la Policía Estatal, el cual será informado detalladamente de ello. Quien intente una fuga con un cuerpo ajeno no volverá a tener posibilidad de acceder a un servicio You-feeling.

8. La compañía You-feeling no se hará responsable de ninguna perturbación sicológica posterior a la recuperación del propio cuerpo por parte de los clientes que haya podido derivarse del intercambio, siempre que esta se haya dado según las normas aquí estipuladas, una vez regresado cada cliente a su cuerpo original.

9. Los acuerdos privados que puedan hacer los clientes, en función de sus propios intereses, previos o posteriores al intercambio, quedan fuera del ámbito de influencia de la empresa You-feeling y estarán sometidos a la privacidad propia de cualquier contrato privado, según el apartado correspondiente del Código Civil.

10. Los animales, salvo excepciones con previa autorización veterinaria y siquiátrica firmada, están excluidos de la experiencia.

¡Apoya a You-feeling y descárgate nuestra app en http:/youfeelingcompany.com!

Cliente

Gerente You-feeling

PRIMERA PARTE

APARECE LA AGENTE PEÑA

LA EXPERIENCIA U-FEELING (1). UN HOMBRE LLAMADO MOMAR

Transcripción de la declaración de Momar Mbayé ante la inspectora de Policía Estatal, Julia Gordon (número profesional X-2347544), y la agente del Departamento de Delitos Tecnológicos, Angie Peña González (número profesional Y-212336).

comisaría Centro, jueves 20 de junio, 21:12

—Buenas noches, Momar. Soy la inspectora Gordon de la Policía Estatal y ella es la agente Peña, del Departamento de Delitos Tecnológicos: creo que os habéis cruzado en su momento. Siento haberte hecho subir otra vez, pero han surgido elementos nuevos para la investigación. Coge esa silla, por favor. Si quieres agua, te puedes servir. La botella y el vaso son para ti. No te prives, porque esto puede durar un ratito. Como te dije antes, soy la inspectora que estuvo en el piso que asaltaste en el barrio de Salamanca. Les tomé declaración a la señora Gallardo y a su esposo, y como responsable policial mi obligación es presentar un informe lo más completo posible sobre lo sucedido. Si te subimos de nuevo, es porque en la declaración de esta tarde evitabas hablar de todo lo que tuviera que ver con la empresa You-feeling. Es el documento que ves encima de la mesa y al que nos vamos a ceñir pese a las lagunas. Lo he estado repasando con mi compañera, y además de la total omisión de tu relación con You-feeling hay detalles en lo que concierne a los hechos acaecidos en el piso del señor Gallardo que nos gustaría cotejar contigo. ¿Tienes algún inconveniente?

—¿Qué dice mi abogada?

—Tu abogada de oficio se ha quedado sorprendida al ver que obviabas tantas cosas en tu declaración. Ella está de tu lado, pero no piensa obstaculizar nuestro trabajo.

—Entonces, qué remedio.

—Hola. Como ha dicho la inspectora Gordon, soy la agente Peña. Solo necesito algunas aclaraciones sobre tu relación con You-feeling. Ya me ha dicho la inspectora que tu español es perfecto. Y sin embargo en tu ficha dice que naciste en Senegal.

—Llegué a España cuando tenía tres años. Crecí aquí.

—En Villaverde, donde vives con tu mujer y tu hijo.

—Eso ya lo dije en mi anterior declaración.

—Y ahora estás teniendo la amabilidad de repetírmelo a mí, y te lo agradezco. Eres muy joven para estar casado y con un hijo de siete años.

—Tengo veintiocho años. Soy un hombre.

—A raíz de tu primera declaración, la inspectora Gordon envió agentes a Villaverde. Tu mujer ya está al tanto de tu detención y vendrá a verte cuando sea posible aunque por el momento le hemos aconsejado que espere hasta mañana, cuando te trasladen a los juzgados. Me imagino que tu abogada te ha explicado cuál es el protocolo habitual. De madrugada pasará uno de los furgones que hacen la turné de las comisarías recogiendo a los presos del día y te llevará a los calabozos de los juzgados de plaza de Castilla donde a lo largo de la mañana te verá el juez con tu abogada de oficio y el fiscal para la vistilla. Dada la gravedad de los hechos y el contexto social conflictivo en el que nos encontramos, el juez dictará con toda seguridad tu prisión preventiva y pasarás a disposición judicial. Él se encargará en adelante de preparar el sumario para el juicio y, posiblemente, vista la gravedad de los delitos que se te imputan, te lleven a una de las prisiones de máxima seguridad de la Comunidad. Pueden ser unos meses muy duros antes del juicio. ¿Lo sabes, verdad?

—Todo eso ya me lo explicó la inspectora. Sé a lo que me enfrento. He dicho que soy un hombre.

—Entonces, empecemos por lo que no nos has dicho. Yo formo parte del equipo del Cuerpo que lleva meses investigando a la empresa You-feeling cuya sede principal está donde se instalan la mayoría de las grandes empresas que aterrizan en la capital: la Gran Vía, pleno centro. Resulta que estuve allí hace diecisiete días, exactamente el lunes tres de junio, y da la casualidad de que esa mañana te reconocí entre una decena de personas que aguardaban en la sala de espera. ¿Recuerdas haber hablado conmigo?

—Puede ser.

—”Puede ser” no es una respuesta.

—Yo estaba entre un montón de extraños. Fuiste la única persona que se me acercó. Jamás se me hubiese ocurrido, con ese pelo azul eléctrico, bluyín rasgado y camiseta desteñida, que fueses policía.

—Los agentes encubiertos nos caracterizamos por saber camuflarnos. ¿Te importaría explicar por qué estabas en la sede de You-Feeling ese lunes tres de junio?

—¿Es absolutamente imprescindible?

—No, pero sería una gran ayuda. Y una declaración completa y sincera esta vez evitaría que tuviésemos que volver a interrogarte de nuevo. Va en tu interés.

—Llevo demasiadas semanas con un problema importante en casa, como expliqué a la inspectora en mi anterior declaración. Mi único hijo está gravemente enfermo. Necesito dinero para ingresarlo en el hospital. Por desgracia, la sanidad pública hace tiempo que dejó de funcionar. Ahora mismo en este país la mayoría de los centros médicos son privados. Aquí nadie tiene reparos en arrancarte los hígados en cuanto pisas un hospital. Mi hijo tiene leucemia. Yo necesitaba treinta mil euros para poder ingresarlo. Creo que no hace falta explicar más.

—¿Y no tenías esos treinta mil euros?

—¿Cómo voy a tener yo treinta mil euros? No me hagáis reír. Si los tuviera, no estaría aquí. Soy albañil. Mi jornada da para lo que da.

—Eres albañil, pero has estudiado dos años de Sociología.

—Estudié hasta que dejé embarazada a Tsitsi. Después me casé y me puse a trabajar. De todas formas, tampoco habría encontrado trabajo como sociólogo, lo sabéis perfectamente.

—¿Tu mujer no trabaja?

—Antes limpiaba algunas casas, traía algún dinero. Pero desde que el niño está con la enfermedad tan avanzada, y visto que no nos lo cogen en ningún hospital, ha tenido que dejar de trabajar para dedicarse todo el día a cuidarlo. Y luego el alquiler de nuestro piso en Villaverde se lleva la mitad de mi salario. El resto es para comida.

—¿No tienes más familia en España?

—Poca. En Madrid, mi madre, que vive en el edificio de enfrente. Mi padre murió. Mi madre estuvo a punto de volverse a Senegal, pero al final se quedó aquí por mis hermanos, con los que vive. También lo expliqué antes. A los dos los detuvieron en la manifestación del mes pasado. Protestando contra la violencia policial. Desde entonces, siguen en prisión preventiva. Bastantes problemas tienen sus esposas y sus hijos con eso como para ocuparse de nosotros.

—¿Es en esa tesitura cuando entras en contacto con You-feeling?

—Como necesitaba ese dinero, vi una mañana un anuncio de You-feeling en los televisores del Metro. Entendí que ofrecían retribuciones atractivas por cuerpos anfitriones y decidí acercarme.

—¿Y sabías lo que era esa empresa?

—Vagamente. He visto anuncios, porque está en todas partes: en los paneles de publicidad de las autopistas, las pantallas gratuitas de las plazas, en los móviles... A todos nos suena You-feeling. Es una de las empresas más grandes del mundo. Su nombre tiene el mismo aura que Coca-Cola o Amazon. Durante el día busqué por Internet las opiniones de gente que ya había vivido la experiencia. Todos aseguraban que era una compañía seria. Por la noche me metí en la página web de You-feeling. Había que rellenar un formulario de aplicación y lo hice.

—¿Qué pedían en el formulario?

—Las razones por las cuales nos interesaba ser cuerpos anfitriones. Luego datos personales y detalles concretos sobre el estado físico: edad, peso, altura, anchura de hombros, perímetro ventral, color de ojos, cicatrices, estado de forma, horas semanales de entrenamiento deportivo, hábitos alimentarios, situación laboral, y un extracto de la cuenta bancaria con los movimientos de los últimos tres meses. Era bastante exhaustivo. Supongo que es lógico tratándose de un negocio así. Además, yo no tengo nada que esconder.

—¿Rellenaste el formulario completo?

—Entero. De principio a fin.

—¿Y firmaste la cláusula de confidencialidad?

—La firmé, desde luego. No se puede tramitar la demanda si no se accede a las cláusulas de confidencialidad.

—¿Qué respuesta obtuviste?

—A las pocas horas recibí por correo electrónico una cita telemática para el lunes a las diez de la mañana en el edificio de Gran Vía.

—Que fue adonde acudiste y donde te vi ese lunes tres de junio.

—Era la cita acordada. Yo era la primera vez que entraba en la sede comercial de You-feeling. Me pareció espectacular. Ya resulta hipnotizante desde fuera, cuando uno ve las gigantescas pantallas que cubren la fachada, que no hacen más que emitir publicidad de la empresa... Y por dentro es igual de espectacular, aunque de otra manera. El amarillo de las paredes te emborracha la vista. Alguien me contó una vez que el amarillo es el color de los locos, y es verdad que tienes la impresión de estar viviendo un sueño lisérgico. En recepción, me dijeron que esperara en la sala con los demás. Me senté junto a una decena de personas al pie de una pantalla que cubría toda la pared y que emitía en bucle la misma publicidad.

»Es imposible no quedarse con ello: «¿Necesitas refrescar tu existencia? You-feeling es la experiencia absoluta. Olvida tu viejo yo y disfruta durante unos días las sensaciones inolvidables de tener un cuerpo virgen. ¡Tú eliges quién quieres ser!». En la publi, un matrimonio entra en You-feeling con gesto contrariado. La voz en off dice: «Antes se llevaban a matar. Ahora, gracias a You-feeling... », y los ves saliendo cogidos de la mano por las puertas rotativas de Gran Vía. Los dos, con dentadura perfecta y aspecto de bien alimentados, se besan idílicamente. Saludan mientras que la misma voz con acento de presentadora de la Televisión Estatal dice que han aprendido a empatizar y se adoran. El anuncio termina con el eslogan de la empresa: «Se acabó la guerra de sexos, la guerra de clases, adiós a la xenofobia. You-feeling te abre la mente. Empatía, ese es nuestro producto». Os puedo decir que después de verlo en bucle durante media hora se te queda grabado.

—¿Recuerdas el tipo de gente que había?

—Te habrás dado cuenta mejor tú. Yo estaba demasiado concentrado en mis problemas como para observar a nadie. Lo único que sé es que no había nadie de color. Si acaso, una pareja de orientales. El resto me dio la impresión de ser gente trabajadora, españoles normales. El lunes es el día de la experiencia Plus. Supongo que eran gente necesitada como yo. A uno que era votante de Vox se le notaba porque llevaba la banderita estatal en el polo y en la visera. Se han venido arriba desde que están en el Gobierno. Había alguna pareja, no muchas. Alguno me miró mal como se nos está mirando mal a causa de las revueltas. Pero estoy acostumbrado.

—¿Qué pensaste cuando me viste?

—No sabía que fueses policía. Pero sí me fijé, por el pelo teñido de azul cobalto y porque a diferencia de otras mujeres blancas, no rehuías mi mirada. Encima, te sentaste a mi lado en uno de los largos sofás de piel sintética, muy confortables y ergonómicos. Mientras manoseabas un pitillo electrónico me preguntaste si yo también estaba ahí para la experiencia You-feeling Plus. No recuerdo qué contesté.

—Te pregunté, siendo precisos, para qué tipo de experiencia Plus estabas esperando.

—Intentaste interesarte por mi caso, hacerme hablar. Pero yo no estoy acostumbrado a que una blanca se interese por mí y tampoco tenía claro todavía qué era lo que me podían proponer en You-feeling. Además, seguía inmerso en mis propios problemas. Mi mujer me estaba enviando por WhatsApp