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Publicada por primera vez en castellano cuando se cumplen más de tres décadas de su estreno, La noche en que Larry Kramer me besó es un vibrante monólogo semiautobiográfico en el que el actor, director y dramaturgo David Drake nos relata su viaje de autodescubrimiento como hombre gay a la vez que describe los devastadores efectos de la crisis del sida, que asoló a la comunidad LGTBIQ+ en la década de los ochenta. El autor aprovechó la ira y la frustración que dominaron el movimiento ACT UP y el impacto que le produjo ver sobre el escenario Un corazón normal (The Normal Heart) de Larry Kramer para escribir su propia obra activista, que interpretó en su estreno en el Perry Street Theatre de Nueva York en el mes de junio de 1992, unos días antes de su cumpleaños y del aniversario de los disturbios de Stonewall. La noche en que Larry Kramer me besó permaneció en escena durante un año entero, lo que la convierte en uno de los monólogos más longevos de la Gran Manzana. Ha sido objeto de medio centenar de montajes en todo el mundo y se ha traducido, entre otros, al francés, griego y portugués. En el año 2000 fue adaptada al cine por Tim Kirkman y protagonizada por el propio autor.
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Seitenzahl: 83
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David Drake
Traducción de Pedro Víllora y José Villarrubia
Editorial Dos Bigotes
Primera edición: febrero de 2024
THE NIGHT LARRY KRAMER KISSED ME © David Drake, 1994
© de la traducción: Pedro Víllora y José Villarrubia, 2024
© del prólogo: José Villarrubia, 2023
© del epílogo: Pedro Víllora, 2023
© de la fotografía de la cubierta: Christopher Makos, 1992
© de esta edición: Editorial Dos Bigotes, S.L.
Publicado por Editorial Dos Bigotes, S.L.
www.dosbigotes.es
ISBN: 978-84-127657-3-1
eISBN: 978-84-128338-4-3
Depósito legal: M-1217-2024
Impreso por Kadmos
www.kadmos.es
Diseño de colección:
Raúl Lázaro
www.escueladecebras.com
La traducción de este libro se rige por el contrato tipo propuesto por ACE Traductores.
Todos los derechos reservados. La reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, deberá tener el permiso previo por escrito de la editorial.
El papel utilizado para la impresión de La noche en que Larry Kramer me besó es cien por cien libre de cloro y está calificado como papel reciclable.
Impreso en España — Printed in Spain
Prólogo de José Villarrubia
La noche en que Larry Kramer me besó
Introducción
Las historias
Tríptico de cumpleaños: «En algún lugar…»
Tríptico de cumpleaños: «Allá fuera en la noche»
Tríptico de cumpleaños: «La noche en que Larry Kramer me besó»
Tributo a los Village People. Primera parte
Por qué voy al gimnasio
Maxi single
Tributo a los Village People. Segunda parte
Mil puntos de luz
«… Tal como éramos»
Apéndices
Epílogo de Pedro Víllora
Es un honor poder presentar al público español La noche en que Larry Kramer me besó, una obra que ha sido muy personal para mí desde el momento de su creación. Mi querido amigo David Drake la escribió por partes y tuve el privilegio de ser uno de sus primeros lectores, y, a veces, también su público. Recuerdo especialmente la primera vez que vi «Mil puntos de luz», que para mí es la escena más emocionante. Durante una visita a mi casa en Baltimore, quiso ensayarla. Apagó todas las luces de mi salón y encendió unas cuantas velas. Me senté en el sofá, como único espectador. David poco a poco fue recitando esta sección, que comienza con risas y termina con lágrimas, algo que él sabe hacer muy bien. Cuando concluyó, yo estaba profundamente conmovido. David me preguntó: «¿Te encanta?», y yo respondí que sí, que muchísimo. Después de una pausa, me agarró de las manos, me miró fijamente a los ojos y me preguntó: «¿En qué falla?». Entre lágrimas, solté una carcajada. Así es David: nunca está satisfecho del todo con nada de lo que hace, por maravilloso que sea.
Después de estrenarse La noche en que Larry Kramer me besó y recibir numerosos premios, pasó a formar parte de la historia de la cultura queer estadounidense. Es un relato impactante que explora las vidas de uno o varios chicos gais en Nueva York en la década de los ochenta. Describe su descubrimiento del activismo político y la lucha por los derechos de la comunidad durante el auge de la pandemia del sida. Estas escenas, ligeramente autobiográficas, tratan de la discriminación, del miedo y del dolor por la pérdida, pero también del deseo, el amor, la amistad y la esperanza.
Aunque ahora parezca mentira, en aquel tiempo en Estados Unidos la reacción de algunos líderes religiosos importantes fue proclamar a los cuatro vientos que el sida era un castigo divino para librar a la sociedad de maricones y yonquis. Y a veces lo hicieron con el apoyo de la Casa Blanca. Es difícil de explicar el terror con el que algunos vivimos aquella época; la pesadilla que parecía interminable y que diezmó a una generación, a mi generación.
Puede que alguien se pregunte por qué tiene la obra este título tan raro y quién es Larry Kramer. Aunque poco conocido en España, el activista y dramaturgo Larry Kramer es una persona fundamental dentro del movimiento por la igualdad de los gais y lesbianas. Además de escribir varias obras pioneras que trataban sobre la homofobia y el impacto de la pandemia, como Un corazón normal, Kramer fue uno de los fundadores de ACT UP, organización militante que luchó por cualquier medio (por desesperado que fuera a veces) para que se facilitase la investigación y el tratamiento del VIH (y, por cierto, lo consiguió). Kramer también fue un defensor acérrimo de la autoaceptación y de confrontar la vergüenza puritana sobre nuestras vidas, y por eso se le considera el padre del activismo político para nuestra comunidad.
Así que esta obra, aunque escrita hace más de tres décadas, sigue siendo relevante y emocionante en la actualidad. La situación de la población LGTBIQ+ en nuestro país ha evolucionado de forma significativa en los últimos años, dejando atrás la herencia funesta y homófoba del franquismo y pasando a ser una sociedad más inclusiva y respetuosa. Sin embargo, aún quedan muchos obstáculos por superar. En comparación con la situación en los Estados Unidos de esa época, ahora hay políticas y leyes mucho más avanzadas para la protección del colectivo. Como todos sabemos, España se convirtió en 2005 en el tercer país del mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, y desde entonces ha seguido avanzando en la lucha contra la exclusión y en la promoción de la igualdad. A pesar de estos avances, la comunidad LGTBIQ+ se sigue enfrentando a desafíos, como la marginación en el lugar de trabajo, la violencia y los crímenes de odio. Y, desde mi punto de vista, aunque se hacen muchas comedias románticas y series, hay una carencia de una representación seria en los medios de comunicación y la cultura popular.
Los horrores que sufrió nuestra comunidad durante aquel tiempo han sido prácticamente enterrados y olvidados por la sociedad. A pesar de haber perdido a muchos conocidos y amigos y de haber sufrido mucho odio, la mayoría de nosotros seguimos adelante con nuestras vidas sin hablar nunca del terror que vivimos durante la desastrosa presidencia de Ronald Reagan y de la complicidad de líderes religiosos de la época. Pero la aparición del VIH tuvo también un gran efecto en las artes, sobre todo en las artes escénicas. Dos grandes obras teatrales, el musical Rent (1993) de Jonathan Larson y Ángeles en América (1991) de Tony Kushner surgieron como fruto del dolor de este periodo. También se estrenó la comedia Jeffey (1995) de Paul Rudnick, la primera en tratar el tema con humor; Love! Valour! Compassion! (1995) de Terrence McNally, una tragicomedia que reflejaba la vida de unos gais burgueses, y la película Philadelphia (1993) de Jonathan Demme, que estremeció a un público que no sabía nada de estos temas.
Sin embargo, a partir de los noventa no se hizo nada más que fuese significativo: la sociedad decidió pasar página colectivamente y ese vacío duró por muchos años. Incluso nosotros, las personas de las comunidades afectadas, acabamos muy quemados por el asunto de la enfermedad y deseamos continuar con nuestras vidas, y que estas no estuviesen únicamente definidas por esta catástrofe. No obstante, ahora la cosa está cambiando. Ha pasado suficiente tiempo para poder echar la vista atrás. Por ejemplo, las series y películas de Ryan Murphy (Pose), Russell T Davies (It’s a Sin!) y Robin Campillo (120 pulsaciones por minuto) están recuperando esa época. Para los que la vivimos, ver nuestras historias reflejadas en la pantalla hoy en día es una experiencia agridulce, intensa pero también reivindicativa. La noche en que Larry Kramer me besó es una parte importante de ese legado y, aunque se ha puesto y se sigue poniendo en escena por todo el mundo (en países como Inglaterra, Sudáfrica, Australia, Argentina, Brasil, Francia, Nueva Zelanda o Tailandia), nunca se ha representado en España. Espero que esta edición anime a que esto se corrija pronto y que se extiendan por fin muchos, muchos de los besos valientes de Larry Kramer a un nuevo público español.
José Villarrubia
Baltimore
18 de diciembre de 2023
Para Sean Strubpor crear un lugar en el mundo para mídonde contar la verdad.
Y para Chuck Brownpor llevarme hasta allí.
La salida del armario es un viaje en sí misma. Permanecer fuera es otro. Pero ¿adónde se puede ir desde ahí? ¿Dónde está el «fuera»? ¿Cuáles son los obstáculos que debes afrontar? ¿De dónde vienen? ¿Cómo los superas? ¿Cuál es la fuente de la que emana tu compromiso para estar fuera? ¿A cuánta profundidad discurre?
La visibilidad —y cómo te impulsas a ti mismo para avanzar— exige una suerte de autoestima que en pocas ocasiones ha sido narrada por la gente queer. Mi deseo de avanzar vino de creer en la corazonada que me decía que yo era realmente valioso, que ser gay era algo realmente bueno. El empeño personal de mi vida y mi trabajo ha sido desarrollar la verdad de esta creencia.
Lo que guía a este empeño es la esperanza: la esperanza de encontrar mi conexión emocional y espiritual con otras personas gais y lesbianas.
Las historias que construyen esta crónica de un viaje que es La noche en que Larry Kramer me besó comenzaron a salir de mí en el verano de 1990. El sida se había llevado las vidas de varios amigos míos. Lloré. Sufrí. Me emboté. La crisis del sida se había transformado en una pandemia en toda regla. La mayoría de las personas que formaban parte de mi entorno de amigos eran VIH+. Eso no iba a desaparecer. Mi embotamiento se agudizó. Mi desesperación tocó fondo. Mi ira nació.
Tuve la suerte de encontrar un lugar donde canalizar mis emociones provechosamente en ACT UP, la Coalición del Sida para Desatar el Poder1