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eBook Interactivo. A partir de la obra helénica, y con una influencia etrusca muy marcada, los romanos aparecen en el escenario artístico europeo con gran originalidad, sobre todo en el capítulo arquitectónico, aunque también muestran gran talento para la escultura y la pintura, y son los grandes creadores del mosaico. En conjunto aparece un nuevo estilo artístico, inspirado sin duda en el helénico pero con indudable personalidad, que va a influir notablemente en el arte europeo posterior.
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ÍNDICE
PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS
ORGANIZACIÓN POLÍTICA, SOCIAL Y ECONÓMICA
RELIGIÓN Y MORAL
FILOSOFÍA Y CIENCIA
LITERATURA
ARTES PLÁSTICAS
OTRAS PUBLICACIONES
La historia del gran Estado que fue Roma presenta básicamente dos fases muy diferentes:
- La República.
- El Imperio.
La República fue una construcción política ejemplar, obra de un pueblo escrupulosamente serio y religioso. El Imperio fue una solución urgente ante el desmoronamiento de las creencias tradicionales que habían sostenido la República.
Por ello, vamos a dividir en dos capítulos el estudio de Roma. En el primero repasaremos la estructura política y social de la República romana y de la cultura que le es propia. En el segundo intentaremos ver el profundo cambio que sufre la mentalidad histórica de los romanos a partir sobre todo del siglo I a. de J. C., y que produce la rotunda transformación política, económica y social que es el Imperio.
Como bisagra y transición entre estos dos momentos históricos está la intuición genial de César: el Cesarismo, que es la fórmula de urgencia, la panacea política que iba a hacer posible la supervivencia de Roma, cuando los romanos habían perdido la fe en las tradiciones de sus antepasados.
La primera etapa que vamos a estudiar dura desde el 753 a. de J. C. hasta la muerte de César, el 44 a. de J. C. Debemos hacer hincapié en que el Cesarismo y el Imperio sólo son la solución urgente de un problema más hondo que se viene experimentando en Roma a partir del siglo II a. de J. C., concretamente desde el momento en que los duros y poco soñadores romanos se ponen en contacto con los griegos y se dejan convencer por los sutiles argumentos de Platón, Aristóteles, Plotino, Crisipo y tantos otros filósofos helénicos. Pero centrémonos aquí en detallar los hechos históricos más sobresalientes de esta jornada, hechos que por sí solos nada dicen y que hay que ver bajo la retícula de la estructura política y cultural de la República, que luego exponemos.
En la Italia prehistórica vivían muchos pueblos de diferentes procedencias (FIG. 1). En el valle del Po vivieron los etruscos hasta el siglo VI a. de J. C., en que fueron rechazados por los galos hacia el Sur. Estos etruscos -el pueblo de más oscuro perfil histórico de Italia- provenían de Asia, pero no sabemos con certeza su lugar de origen ni su vía de inmigración. Cuando los galos les expulsaron del Po se establecieron en Etruria (aproximadamente la Toscana actual), que es una zona de áspero relieve, con multitud de colinas y lagos volcánicos, y abundantes cursos de agua de pequeño recorrido, entre los que sobresale el Arno. Sus ciudades más importantes fueron Volterra, Perusa, Caere, Clusium, Veies, etc. Todos los autores coinciden en definir a los etruscos como un pueblo meticuloso y religioso, amante de la vida, pero pendiente de los designios divinos, que se podían manifestar en múltiples fenómenos naturales, como el vuelo de las aves o el movimiento de las entrañas de un animal sacrificado; en fin, en casi todos los actos naturales y humanos que se producían en torno a ellos. Nos detenemos un poco en estas apreciaciones porque el carácter religioso de los etruscos lo van a heredar luego los romanos, hasta el punto de convertirse en una de sus características más acusadas.
Al sur de Etruria estaba el Lacio, donde vivían los latinos (familia de lenguas), entre los que podemos destacar los rótulos de Ardea, los volscos de Antium y Terracina, los sabinos, los romanos y otras tribus. Más al sur estaba la Campania con su ciudad más importante, Capua. Allí estaban las colonias griegas de Cumas y Nápoles (Neapolis). Al E. de Italia hay una zona montañosa (Apeninos Centrales), que es la Umbría, habitada por oscos, galos senones y por los belicosos samnitas. Son ciudades samnitas Sulmona, Corfinium, etc. Al sur está la Apulia, Calabria y la isla de Sicilia, habitadas por yapigios y mesapios, con ciudades como Brindisium (Brindisi). En las costas meridionales de Italia había tal cantidad de colonias griegas, que se llamaba la Magna Grecia: Regium, Crotona, Thurii, Elea, Posidonia, etc., y en Sicilia, Siracusa, Acragas, Mesenia, etc.
En este mosaico de tribus y lenguas dispares (galos, itálicos, etruscos, griegos) aparece Roma como una pequeña aldea que reúne los habitantes de siete colinas vecinas: el Capitolio, Ouirinal, Aventino, Palatino, Esquilino, Viminal y Celio. En medio de estas aldeas que se aupaban sobre los mencionados montículos, queda un valle alargado donde los romanos acudían a conversar, hacer tratos comerciales y resolver asuntos comunes: era el Foro (lo que está afuera de todas las aldeas, la calle o tierra de nadie).
Durante más de dos siglos, Roma (fundada según la leyenda por Rómulo y Remo) sólo fue una de tantas aldeas latinas del centro de Italia. Desde el siglo VI a. de J. C. se encuentra sometida a reyes etruscos que forman poderosas confederaciones en Etruria y el Lacio. Los reyes etruscos más famosos son Tarquino el Antiguo y Tarquino el Soberbio. Este último fue expulsado por los romanos el año 509 a. de J. C. y se proclamó la República. Casi al mismo tiempo, los atenienses expulsaban a los tiranos Hiparco e Hipias, y Clístenes decretaba la reforma democrática de Atenas (509 a. de J. C.).