Las catedrales y el estilo gótico - Ernesto Ballesteros Arranz - E-Book

Las catedrales y el estilo gótico E-Book

Ernesto Ballesteros Arranz

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Beschreibung

eBook Interactivo. El estilo gótico es el característico de la Baja Edad Media y su representación arquitectónica más importante son las catedrales que definen esta época como el románico había caracterizado a la anterior. La catedral gótica es una obra maestra de la arquitectura de todos los tiempos que ha dejado buenas muestras de su valor en muchas ciudades europeas bajomedievales.

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ÍNDICE

CARACTERES Y ELEMENTOS DE LA ARQUITECTURA GÓTICA

ARQUITECTURA GÓTICA FRANCESA

ARQUITECTURA GÓTICA FLAMENCA

ARQUITECTURA GÓTICA ITALIANA

ARQUITECTURA GÓTICA INGLESA

ARQUITECTURA GÓTICA ALEMANA

ARQUITECTURA GÓTICA ESPAÑOLA

OTRAS PUBLICACIONES

En temas anteriores hemos visto cómo la Baja Edad Media sucede a la Alta Edad Media y la burguesía sucede al feudalismo. Pues bien, en el terreno del arte plástico también se produce un cambio: el arte gótico desplaza al románico. Los burgueses y su nuevo estilo de vida no son compatibles con la pesada arquitectura románica. La burguesía desea vivir en un espacio más rico, decorado, y aún pudiéramos decir mixtificado. El arte románico es un arte duro, austero, rotundo, pero demasiado primitivo y simple. La burguesía bajomedieval descubre formas de vida más ricas y alambicadas, busca una mayor complicación en todas sus manifestaciones.

En la Baja Edad Media el hombre se olvida un poco del compromiso divino, que antes le había obsesionado, y atiende con mirada despierta a la naturaleza que le rodea, olvidada desde la ruina del mundo clásico. El arte siente esta vuelta a la naturaleza y se hace «naturalista». Este es el rasgo más sobresaliente del gótico. El románico había sido un estilo geométrico, el gótico es un estilo naturalista. Veamos un ejemplo. El arco románico por excelencia es el de medio punto, una semi-circunferencia, es decir, una forma geométrica pura. Por el contrario, el gótico abandona esta pureza formal y busca un arco que sugiera espectáculos naturales: el arco de ojiva. Esta vuelta a la naturaleza y a lo individual es característica de toda la Baja Edad Media. En eso consiste el grave problema de los Universales, el mayor problema filosófico de la época. Los nominalistas, después de varios siglos de dogmatismo aristotélico, rechazan la objetividad real de los conceptos universales y proclaman que sólo lo individual y concreto debe ser objeto de conocimiento científico. Guillermo de Occam y sus partidarios abrieron una brecha enorme en la filosofía escolástica. Brecha por donde se iba a filtrar, incontenible, toda la curiosidad renacentista.

La época gótica, que es lo mismo que decir la época bajomedieval o burguesa, no es una época madura. Es sólo el comienzo de una mentalidad; por eso es insegura y desequilibrada. El altomedieval era un hombre seguro de sus convicciones. El gótico está inseguro de muchas cosas. Vive todavía en un mundo teológico, presidido por la imagen de Dios Todopoderoso, pero encuentra baches y fisuras que el románico desconocía. Al no tener seguridad en los estratos más firmes y profundos de la existencia -las creencias- revela manifiesta inseguridad en todo lo que acomete. En las artes plásticas esta indecisión se comprueba fácilmente. Todas las catedrales góticas están inacabadas. Suele decirse que la causa son sus enormes dimensiones.

Pero no lo creemos así, porque si aquellos hombres hubieran querido terminar sus obras, las hubieran hecho más limitadas. Por el contrario, la catedral gótica es la obra de «nunca acabar». Dura varios siglos, cada arquitecto que pasa por ella va dejando un jirón de su arte. Por eso, son obras tremendas, imposibles de sistematizar. Típicas de unos hombres y una época que vivía sin soluciones estables, sin respuestas definitivas a los problemas más hondos de la existencia.

Son innumerables los aspectos concretos que podríamos tocar para confirmar esta afirmación. En rigor, lo serían todos. Por ejemplo, el artista románico pinta a Dios y a los personajes divinos como figuras inaccesibles, no humanas; como criaturas sobrenaturales a quienes nada de lo humano preocupa ni atormenta. Cada época elige sus mitos cuidadosamente y los encaja en su imagen del mundo. El románico pinta al Dios de la Justicia y del Poder omnímodo. El gótico, en cambio, se interesa mucho más por el dolor y pinta al Dios sufriente y misericordioso. Nada tan revelador a este respecto como ver un Cristo románico y uno gótico frente a frente. Lo mismo ocurre con los demás personajes divinos; se inclinan, ríen, conversan, se lamentan; es decir, se comportan como seres humanos, que alimentan pasiones humanas. Esto es el comienzo de la Época moderna. Siempre se ha dicho que el Renacimiento fue el descubrimiento del Hombre. No es exacto, pues los artistas bajomedievales ya habían depositado su atención en el hombre y sus acciones individuales. Si apuramos más, podemos decir que lo que usualmente se conoce como Renacimiento, no es más que la Baja Edad Media en Italia, como pronto podremos comprobar.

El hombre bajomedieval cree en Dios, pero también cree en la Naturaleza que antes se despreciaba como algo negativo. Por eso cree que la Verdad no sólo puede venir por revelación, sino también por razonamiento, por «ciencia». Esta es la teoría de la «doble verdad», que se pone de moda en esta época. Sto. Tomás afirma que la razón tiene un campo de acción perfectamente legítimo, que no se contradice con la revelación. Teología y Filosofía pueden coexistir, afirma el gran racionalista dominico. Dios nos revela la Suma Verdad, pero ello no incapacita a la razón para actuar en otro plano. ¿En cuál? En el plano natural, en la Naturaleza. En el siglo XIII esta idea había adquirido pleno poder en las mentes europeas más avanzadas. La razón -el instrumento natural de comprensión- es útil y legítima y no debe ser despreciada como hacían los antiguos padres de la Iglesia. Ninguna cosa natural debe ser despreciada. En este momento aparece S. Francisco de Asís que se compadece de los animales y las plantas, de todo lo viviente. Por eso, el artista gótico abandona los motivos decorativos geométricos y teológicos, y acude a otros motivos más humanos y naturales, flores, animales, gente.

Esta tensión entre las fuentes de Verdad o modos de conocimiento, se manifiesta en el plano artístico, social, económico, etc..., porque la Baja Edad Media es una época de transición. En el tema pasado dijimos que la burguesía acabó con el feudalismo. Esto es verdad, pero no sucedió en la Baja Edad Media completamente. Esta época es sólo el comienzo de la lucha por la que las ciudades y la burguesía se levantan contra los señores feudales. Son tres siglos de pugna incansable. Pero aún en el XVII, Luis XIV tuvo que someter a los feudales franceses; en el XVIII, la Revolución Francesa acabó con los privilegios feudales, y aún actualmente podríamos encontrar algún resquicio de feudalismo en Europa. La Baja Edad Media es el comienzo, la transición de una forma de pensar uniforme y dogmática a otra forma de pensar individualista y liberal. Por eso anunciábamos también en el tema pasado que la Baja Edad Media culmina en el siglo XIX.

La baja edad media es el momento inicial del pensamiento moderno europeo, individualista, liberal y critico. Su arte característico es el gótico y su obra fundamental, la catedral.



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