Marx en 90 minutos - Paul Strathern - E-Book

Marx en 90 minutos E-Book

Paul Strathern

0,0

Beschreibung

En Marx en 90 minutos, Paul Strathern expone de manera clara y concisa la vida e ideas del gran filósofo de la emancipación humana. El libro incluye una selección de sus escritos, una breve lista de lecturas sugeridas para aquellos que deseen profundizar en su pensamiento, y cronologías que sitúan a Marx en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 69

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Siglo XXI

Paul Strathern

Marx

en 90 minutos

Traducción: José A. Padilla Villate

La devastadora crítica que hace Karl Marx al capitalismo y su propuesta del comunismo como respuesta a los fallos del sistema capitalista han generado incontables seguidores y críticos a lo largo de doscientos años. La fuerza ideológica de la fe comunista ha ofrecido a numerosos pueblos oprimidos la expectativa de «justicia en la tierra» y las críticas de Marx han influido en generaciones de pensadores que se han llamado a sí mismos marxistas. Marx, definitivamente, sigue estando hoy de actualidad.

En Marx en 90 minutos, Paul Strathern expone de manera clara y concisa la vida e ideas del gran filósofo de la emancipación humana. El libro incluye una selección de sus escritos, una breve lista de lecturas sugeridas para aquellos que deseen profundizar en su pensamiento, y cronologías que sitúan a Marx en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.

«90 minutos» es una colección compuesta por breves e iluminadoras introducciones a los más destacados filósofos, científicos y pensadores de todos los tiempos. De lectura amena y accesible, permiten a cualquier lector interesado adentrarse tanto en el pensamiento y los descubrimientos de cada figura analizada como en su influencia posterior en el curso de la historia.

Diseño de portada

RAG

Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

Nota editorial:

Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

Título original

Marx in 90 minutes

© Paul Strathern, 2001

© Siglo XXI de España Editores, S. A., 2003, 2015

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.sigloxxieditores.com

ISBN: 978-84-323-1770-5

Introducción

En 1848, el año en que Karl Marx publicó el primer Manifiesto comunista, ocurrieron disturbios revolucionarios por toda Europa, desde Sicilia hasta Varsovia. En París, la rebelión produjo la caída de la monarquía de Orléans; en Viena, el reaccionario y represor canciller Metternich se vio obligado a huir disfrazado, «como un criminal». Francia y el Imperio austro-húngaro eran las dos mayores potencias del continente. Europa parecía estar al borde de un abismo. Pero las fuerzas de la reacción ganaron finalmente la partida y su desquite fue aterrador. Fue típica la escena de Dresde descrita por Clara Schumann (esposa del compositor):

Fusilaron a todo insurgente que caía en sus manos; la dueña de nuestro albergue nos dijo después que su hermano, propietario de «El ciervo de oro», de la calle Scheffel, fue obligado a estar presente y mirar cuando los soldados fusilaron uno tras otro a veintiséis estudiantes que encontraron en una sala del local. Se dice que arrojaron hombres a la calle por docenas desde el tercer piso y el cuarto. ¡Es horrible tener que soportar estas cosas! ¡Así es como tienen que luchar los hombres por un poquito de libertad! ¿Cuándo llegará el momento en que todos los hombres tengan los mismos derechos?

La respuesta que propuso Marx fue el comunismo. La experiencia del siglo XX nos ha enseñado en términos nada inciertos que no funciona. Y, sin embargo, siguen sin respuesta varias de las más perspicaces críticas de Marx al capitalismo; siguen presentes las demandas –urgentes y cruciales en su época– de justicia social que él planteó. La existencia del lujo al lado de una indigencia implacable que puede observarse hoy en Bombay y São Paulo resultaría del todo familiar al Marx que deambulara por las calles del Londres de Dickens. Hasta en los centros neurálgicos de la afluencia del siglo XXI creada por el capitalismo son todavía evidentes sus «contradicciones» en los guetos urbanos de Nueva York y Los Ángeles, en los desiertos económicos del nordeste de Inglaterra y en los barrios bajos de Nápoles. El capitalismo ha llegado a ser la historia mundial de un éxito, pero a un precio. Este precio empezó a ser insoportable en tiempos de Marx.

Vida y obra de Marx

Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818 en la provinciana ciudad alemana de Tréveris, situada a solo unos diez kilómetros de la frontera luxemburguesa, sobre el río Mosela, famoso por los viñedos de sus riberas. Su proximidad a la frontera y su amor por el vino hacen de Tréveris un lugar placentero y cosmopolita, rasgos que habían de ejercer una influencia importante en Marx.

Igual que tantos ardientes revolucionarios, Marx se crio en un confortable entorno burgués. Su padre, Hirschel, fue un prestigioso abogado local propietario de un par de pequeños viñedos, y uno de sus tíos participó en la fundación de Philips, el gigante industrial holandés. Hirschel Marx no fue un hombre religioso, a pesar de que descendía de un linaje de rabinos. Se convirtió al cristianismo, igual que muchos judíos alemanes de la época –como el compositor Felix Mendelssohn y el poeta Heinrich Heine–. En gran medida no era más que un formalismo que le permitía asimilarse con mayor facilidad a la sociedad de la clase media alemana. Hirschel (que ahora pasó a llamarse Heinrich) Marx ya había abrazado con entusiasmo la cultura europea. Sus autores favoritos eran Kant y Voltaire, una mezcla característica de la profundidad alemana y el ingenio subversivo francés. Alemania se encontraba inmersa en el proceso de convertirse en un Estado-nación unificado; Renania había sido tomada por Prusia en 1815. A los ojos de las gentes más liberales de la provincia, los nuevos gobernantes prusianos eran autócratas opresores. El padre de Karl se adhirió a un club político que instaba al Estado prusiano a adoptar una constitución que consagrara los derechos de los ciudadanos.

Han llegado hasta nosotros pocos detalles de la infancia de Marx, aparte de su costumbre de hacer comer a sus hermanas tartas de barro. Suena como la típica leyenda basada en un único incidente: chicas que lloran con los labios llenos de barro, madre escandalizada, Karl escondido, etc. Ni que decir tiene que los comentaristas han explotado al máximo sus implicaciones metafóricas: esto es lo que el Marx adulto nos hizo a todos, y así sucesivamente. Para cuando accedió a la Universidad de Bonn, a la edad de dieciocho años, Karl era ya un ávido consumidor de libros y de vino que repartía equitativamente su tiempo entre la biblioteca y las tabernas. Durante cierto alboroto en una de estas, se comportó de tal modo que provocó a un cadete local a que le retara a duelo, pero tuvo la bastante suerte para emerger de este episodio sin nada más serio que la tradicional cicatriz. Karl no tuvo nunca un tipo atlético, e incluso pudo eludir el servicio militar por razones de salud (con la ayuda del informe algo sospechoso de un doctor).

Marx se trasladó un año más tarde a la Universidad de Berlín, aparentemente para proseguir sus estudios de derecho; pero para entonces había descubierto la filosofía, y todo lo demás palideció hasta la insignificancia. Berlín era la capital de Prusia, quedaba lejos de la Renania amante del vino, y la vida estudiantil era allí un asunto mucho más serio. El gran Hegel había sido profesor de filosofía y había llegado a ser el apologista filosófico oficial del Estado prusiano. Pero Hegel había muerto cinco años antes y un amplio grupo de sus seguidores habían desarrollado sus ideas en un amplio abanico de direcciones. El vasto sistema filosófico idealista había mostrado estar abierto a diversas interpretaciones contradictorias, muchas de las cuales estaban lejos de simpatizar con el Estado represor prusiano y con todo lo que este representaba.

Marx asistió debidamente a las lecciones oficiales sobre la filosofía de Hegel, pero dijo que llegó a enfermar «por la vejación intensa de tener que hacer un ídolo de una visión que detestaba». Irónicamente, Hegel había de ser una de las principales influencias en la filosofía de Marx. Pero fueron el dinamismo y el alcance de esta filosofía, más que su contenido real, lo que atrajo a Marx.