Paco Yunque - César Vallejo - E-Book

Paco Yunque E-Book

César Vallejo

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Beschreibung

Paco Yunque es un relato que revela la preocupación de César Vallejo por plasmar temas sociales e ideológicos, y además muestra la concepción estética de un arte comprometido y la manera en que el autor, que no podía ser neutral en lo político y en lo social, concibió la ficción como un medio para llegar al lector y despertar su conciencia. Paco Yunque se inscribe dentro del período de «realismo socialista». El cuento nos narra la historia de Paco Yunque, un niño tímido y humilde que sufre las humillaciones y maltratos del hijo de los patrones de su madre pero debe resistir en silencio. Tenemos por un lado a Humberto Grieve que es el hijo de un inglés gerente de una empresa de ferrocarriles y alcalde del pueblo, y por el otro tenemos a los desposeídos, a la familia Yunque que son los sirvientes de los Grieve.  Humberto Grieve es un niño que ostenta mucho poder económico, que sabe humillar, que reproduce los modos clasistas familiares y que maltrata a sus semejantes trasladando la dinámica de dominación familiar al colegio. Así como la madre y el padre de Paco Yunque son los sirvientes de los padres de Humberto Grieve, así, desde la perspectiva de Humberto Grieve, Paco Yunque es su sirviente.

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Seitenzahl: 30

Veröffentlichungsjahr: 2023

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César Vallejo

Paco Yunque

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Paco Yunque.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN ebook: 978-84-9629-087-7.

ISBN rústica: 978-84-9816-848-8.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Paco Yunque 7

Libros a la carta 49

Paco Yunque

Cuando Paco Yunque y su madre llegaron a la puerta del colegio, los niños estaban jugando en el patio. La madre le dejó y se fue. Paco, paso a paso, fue adelantándose al centro del patio, con su libro primero, su cuaderno y su lápiz. Paco estaba con miedo, porque era la primera vez que iba a un colegio; nunca había visto a tantos niños juntos.

Varios alumnos, pequeños como él, se le acercaron y Paco, cada vez más tímido, se pegó a la pared, y se puso colorado. ¡Qué listos eran todos esos chicos! ¡Qué desenvueltos! Como si estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían. Reían hasta reventar. Saltaban. Se daban de puñetazos. Eso era un enredo.

Paco estaba también atolondrado porque en el campo no oyó nunca sonar tantas voces de personas a la vez. En el campo hablaba primero uno, después otro, después otro y después otro. A veces, oyó hablar hasta cuatro o cinco personas juntas. Era su padre, su madre, don José, el cojo Anselmo y la Tomasa. Eso no era ya voz de personas sino otro ruido. Muy diferente. Y ahora sí que esto del colegio era una bulla fuerte, de muchos. Paco estaba asordado.

Un niño rubio y gordo, vestido de blanco, le estaba hablando. Otro niño más chico, medio ronco y con blusa azul, también le hablaba. De diversos grupos se separaban los alumnos y venían a ver a Paco, haciéndole muchas preguntas. Pero Paco no podía oír nada por la gritería de los demás. Un niño trigueño, cara redonda y con una chaqueta verde muy ceñida en la cintura agarró a Paco por un brazo y quiso arrastrarlo. Pero Paco no se dejó. El trigueño volvió a agarrarlo con más fuerza y lo jaló. Paco se pegó más a la pared y se puso más colorado.

En ese momento sonó la campana, y todos entraron a los salones de clase.

Dos niños —los hermanos Zumiga— tomaron de una y otra mano a Paco y le condujeron a la sala de primer año. Paco no quiso seguirlos al principio, pero luego obedeció, porque vio que todos hacían lo mismo. Al entrar al salón se puso pálido. Todo quedó repentinamente en silencio y este silencio le dio miedo a Paco. Los Zumiga le estaban jalando, el uno para un lado y el otro para el otro lado, cuando de pronto le soltaron y lo dejaron solo.

El profesor entró. Todos los niños estaban de pie, con la mano derecha levantada a la altura de la sien, saludando en silencio y muy erguidos.

Paco sin soltar su libro, su cuaderno y su lápiz, se había quedado parado en medio del salón, entre las primeras carpetas de los alumnos y el pupitre del profesor. Un remolino se le hacía en la cabeza. Niños. Paredes amarillas. Grupos de niños. Vocerío. Silencio. Una tracalada de sillas. El profesor. Ahí, solo, parado, en el colegio. Quería llorar. El profesor le tomó de la mano y lo llevó a instalar en una de las carpetas delanteras junto a un niño de su mismo tamaño. El profesor le preguntó:

—¿Cómo se llama usted?

Con voz temblorosa, Paco muy bajito:

—Paco.

—¿Y su apellido? Diga usted todo su nombre.

—Paco Yunque.

—Muy bien.