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Adaptación a Lectura Fácil de la novela de Inma Chacón. Una historia de amor y traición en una aldea gallega a finales del siglo XIX; una historia de mujeres valientes y luchadoras, que tratarán de mejorar la vida que el destino les ofreció. Elisa y Sabela son hermanas y viven en una aldea gallega. Su madre trabaja como lechera para sacarlas adelante desde que su marido se marchó a América. Conseguir un buen matrimonio para Elisa es la mejor solución a su situación, y va a casarse con Eloy. Sin embargo, su hermana se ha enamorado del mismo hombre.
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Inma Chacón
Tierra sin hombres
Adaptación de María Peralta Vidaurreta
Ilustraciones de Juan Berrio
Tierra sin hombres
© Inma Chacón
© De la adaptación: María Peralta Vidaurreta
Revisión de la adaptación: Asociación Lectura Fácil Madrid
Validación de la adaptación: Sangita Alía Ramos, Sebastián Carmona Perriaux, María Orta McGuinness y Adrián López Morcuende.
© De las ilustraciones: Juan Berrio, 2024
Diseño de colección: La Granja Estudio Editorial
Maquetación: Javier Alcázar Colilla
Corrección ortotipográfica: María Campos Galindo
Composición digital: Pablo Barrio
ISBN: 978-84-19502-15-5
Este logo identifica los materiales que siguen las directrices internacioles de la IFLA (International Federation of Library Associations and Institutions) para personas con dificultades lectoras. Lo otorga la Asociación Lectura Fácil. Para más información: www.lecturafacil.net
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Introducción
1. La familia de Elisa
2. El tío Manuel
3. El regreso de Mateo
4. Decisiones
5. El rumor
6. Las fiestas de la Patrona
7. A querer se aprende
8. Martín, el minero
9. Algún día me querrás
10. Una rosa cada día
11. El encuentro en la playa
12. Finales y comienzos
13. El plan de Sabela
14. La boda
15. La curandera
16. El segundo bebé
17. Cambios
18. Me debes un baile
19. La vida sin Martín
20. No fue él
21. El nacimiento de Jovita
22. Ama de cría
23. El parto de Sabela
24. El regreso de Martín
25. Una respuesta
26. Novedades
27. La enfermedad de Maruja
28. La verdad
29. Después de 9 años
30. Ya es hora de olvidar
Cubierta
Portada
Créditos
Índice
Comenzar a leer
Notas
Inma Chacón nació en 1954, en Zafra,
un pueblo de Badajoz.
Su padre, que fue alcalde de Zafra,
escribía poemas y leía poesía a su familia.
Su madre era muy aficionada a la lectura
y elegía los libros para sus hijas.
Inma tuvo una hermana gemela, Dulce Chacón,
también escritora y que murió de cáncer en 2003.
Inma Chacón es doctora en Ciencias de la Información
por la Universidad Complutense de Madrid
y profesora de Documentación
en la Universidad Rey Juan Carlos.
Su primera novela “La princesa india”
fue un homenaje a su hermana Dulce,
ya que debido a su muerte
no pudo llegar a escribir aquella historia.
Después escribió “Las filipinianas” y “Nick”.
Esta última novela está dirigida al público juvenil
y fue adaptada a Lectura Fácil.
En 2011 fue finalista del Premio Planeta
con la novela “Tiempo de arena”.
Además de novela, ha escrito libros de poemas,
artículos en prensa, obras de teatro
y ha dirigido una revista digital.
“Tierra sin hombres” se publicó en 2016
y es el segundo título de la autora extremeña
que se adapta a Lectura Fácil.
Gran defensora de este formato
para acercar la lectura a más personas, ha dicho:
“Ojalá llegue un día en que todos mis libros
puedan formar parte del catálogo de una biblioteca
especializada en Lectura Fácil.”
La historia que nos cuenta este libro
comienza a principios del siglo 20
en Cobas, un pequeño pueblo de playa en Galicia.
Cobas está situado a 9 kilómetros de Ferrol.
Galicia en aquella época era una zona pobre
y bastante aislada del resto del país.
El desarrollo industrial apenas había llegado
y la gente en los pueblos y aldeas
se ganaba la vida gracias al campo o al ganado.
Había muchas diferencias sociales
entre la gente rica de las ciudades
y los agricultores o pescadores rurales,
que eran muy pobres y sobrevivían como podían.
En esos años la población había crecido mucho,
la pobreza aumentaba y morían muchos niños
por la falta de medicinas o por mala alimentación.
Por eso, mucha gente de Galicia emigró a América.
Los hombres de las familias pobres
se embarcaban hacia allí para buscar fortuna
o conseguir una vida mejor para su familia.
Fueron las mujeres las que se quedaron
y se hicieron cargo de la economía del hogar,
de las tierras, de los animales y de sus familias.
Siempre solas y con la duda
de si sus hombres morirían en el viaje
o si volverían a sus casas.
La vida en Galicia, sobre todo en las zonas rurales,
está también muy marcada por las tradiciones.
Una cultura llena de supersticiones,
miedo a lo oculto, a lo desconocido y a lo diferente.
Este libro es la historia de una de esas familias
y de un pueblo entero,
en una tierra que la vida y las circunstancias
convirtieron en una tierra sin hombres.
Elisa nació en Cobas a finales del siglo 19.
Era la hija mayor de un matrimonio
que también era del mismo pueblo.
Uno de los recuerdos que Elisa guardaba
de su niñez era la capacidad de su madre
para soportar los malos momentos de la vida
sin contar a nadie su sufrimiento.
La madre de Elisa se llamaba Rosalía.
Rosalía se dedicó desde muy joven
a vender la leche que daban las vacas.
Todos los días transportaba la leche
desde su aldea gallega, hasta Ferrol.
Eran 9 kilómetros de ida y otros 9 de vuelta
que hacía andando con la cántara de leche
sobre la cabeza y sin perder el equilibrio.
Rosalía se casó con el padre de Elisa
cuando tenía 16 años.
Él se llamaba Mateo.
Mateo era un chico soñador que imaginaba
negocios con los que se haría rico.
—Voy a traer cosas de Argentina
que aquí nunca ha visto nadie
y montaremos una tienda.
¡Verás qué bien nos va! —le prometía a Rosalía.
Y así empezaron sus continuos viajes en barco
entre Galicia y Argentina.
Traía y llevaba productos que vendía aquí y allá.
Volvía a casa con objetos de todo tipo
que Rosalía guardaba en un arcón.
Esperaba venderlos en esa tienda
que Mateo no montaba nunca.
Rosalía soportaba con paciencia
la ausencia de su marido y sus historias.
Lo hacía igual que soportaba
los 30 litros de leche sobre su cabeza:
sin quejarse y sin hacer ver que le pesaban.
Los años pasaban.
Mateo seguía yendo y viniendo de América.
De sus viajes traía poco dinero
y muchas historias inventadas.
Rosalía lo esperaba dispuesta a creerlo,
llevando de un sitio a otro la leche de sus vacas,
cuidando la tierra y a las 2 hijas que tenían en común:
Elisa y su hermana Sabela.
Sabela nació cuando Elisa tenía casi 3 años.
Nació en casa, en la cama de sus padres,
tal y como era costumbre en esa época.
Ese día, Elisa se escondió entre los sacos de patatas
que separaban su cama de la de sus padres
para ver el parto.
Mateo no se dio cuenta de que su hija estaba allí.
Rosalía sí que la vio, pero no la riñó ni dijo nada.
Al contrario, la tranquilizó con la mirada.
Rosalía parió a Sabela sin quejarse
ni soltar un solo grito,
para que la niña no se asustara.
Elisa también estuvo callada todo el rato
escondida entre los sacos.
Años después, pensó que el día que nació su hermana
también nació en ella la capacidad de estar callada,
aunque el mundo se destruyera a su alrededor.
Mateo cogió a su hija recién nacida,
la bañó en un cubo de agua caliente
y la envolvió en una toquilla blanca.
Sabela nació cubierta de una capa de pelusa
oscura y fina.
Tenía la piel morena y los ojos negros, como su padre.
Mateo la miraba extrañado porque no lloró al nacer
ni cuando la comadrona le dio un cachete en el culo.
Tampoco lloró cuando él la bañó con agua caliente
ni cuando Rosalía le acercó el pecho a la boca
para que aprendiera a comer.
—No te preocupes. La niña está sana,
ya llorará —tranquilizó Rosalía a su marido.
Pero no fue así.
Sabela no lloró ni esa noche ni las siguientes.
Nadie lo entendía, pero así fue.
Creció sana y fuerte, pero sin derramar una lágrima.
"Esto son cosas de meigas" decían
algunas mujeres del pueblo.
El físico de Elisa y Sabela no era muy parecido.
Elisa era como la protagonista de un cuento,
con su pelo rojizo y sus ojos verdes.
En cambio, Sabela parecía un pajarillo
pues, por algún motivo, conservaba la pelusa oscura
que tenía en su cuerpo al nacer.
Se criaron siempre juntas y compartiendo las tareas:
sembrar y recoger los productos del huerto,
cuidar de las gallinas y las vacas, o sacar agua del pozo.
Rosalía soñaba con tener dinero para que sus hijas
fueran a un buen colegio en Ferrol
y recibieran la educación que ella no pudo tener.
También soñaba con que esa educación les sirviera
para encontrar un buen marido.
Pero mientras llegaba ese momento,
Rosalía enseñaba a sus hijas a leer por las noches.
Y, antes de irse a la cama, les contaba historias
de campesinas que se convertían en señoritas
y de héroes que se enamoraban de ellas.
Así siguieron la madre y las hijas durante años,
hasta que la vida hizo que las hermanas
tuvieran graves problemas entre ellas.
Problemas tan graves que rompieron su relación
y las llevaron a un abismo imposible de salvar.
A la vuelta de uno de sus viajes,
Mateo trajo con él de Argentina a su hermano Manuel.
Manuel era 6 años mayor que Mateo
y estaba sordo desde los 5 años
por unas fiebres que sufrió de niño.
Era un hombre alto, con un cuerpo joven.
Siempre iba derecho y con la mirada al frente.
No se podía decir que fuera guapo,
pero sí tenía un atractivo difícil de definir.
Manuel tenía el pelo largo y con canas
y lo llevaba recogido en una coleta.
También tenía un bigote y una perilla
que parecían crecerle sin querer.
Pero lo que más llamaba la atención de Manuel
era su mirada y su sonrisa.
Miraba a las mujeres como si quisiera seducirlas.
Y sonreía de una forma que parecía estar