Enrique Escalona nació en Ciudad de México y su primer recuerdo es cuando acompañaba a sus papás al centro: se bajaban en la estación Allende y regresaban cargando los paquetes de papel necesarios para la imprenta familiar; a los nueve años lo dejaron tomar el metro solo para ir a sus clases de natación; dio su primer beso en el andén de La Raza; una vez vio a Blue Demon en los torniquetes de la estación Potrero y leyó casi todos los libros de su carrera universitaria a lo largo de la línea 2. Creció en una familia llena de amor y de deudas, así que para pagarlas pasó años contando historias de viajes en revistas y periódicos. Ahora vive cerca de tres estaciones del metro (aunque de otra ciudad y de otro país) y escribe antes de que se despierten su esposa y sus hijos.