Cartas a Chichita 1962-1963 - Italo Calvino - E-Book

Cartas a Chichita 1962-1963 E-Book

Italo Calvino

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Beschreibung

El primer encuentro con Chichita, en París, en abril de 1962, es, junto con su participación en la Resistencia y su entrada en la editorial Einaudi, uno de los momentos que Italo Calvino identificó como cruciales en su vida. Argentina de nacimiento, traductora en la Unesco y en la Agencia Internacional de la Energía Atómica, culta, imaginativa y brillante, Esther Judith Singer, más conocida como Chichita, se convertiría en 1964 en la esposa del escritor. La correspondencia entre ambos cuando son casi unos desconocidos, brinda a Calvino la oportunidad de presentarse y, a lo largo de los meses, ofrecerle a su interlocutora un autorretrato íntimo. Esta edición, a cargo de su hija, recoge las cartas que Italo le envió a la que sería su mujer, junto con un texto inédito que data de la misma época y una de las respuestas de Chichita. El resultado es el fresco de una vida cotidiana rica y polifacética: los inevitables malentendidos de la comunicación a distancia, la anticipación de los encuentros con la persona amada, las complicaciones logísticas de los viajes, las luces y sombras del trabajo editorial y el irresistible atractivo de la vocación literaria.

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Edición en formato digital: junio de 2024

Título original: Lettere a Chichita 1962-1963

En cubierta: ilustración de Model Book of Caligraphy,

Georg Bocskay y Joris Hoefnagel (1561-1596) /

Rawpixel Public Domain

En página 1: Italo Calvino, por cortesía de la familia Calvino

Fotografías y originales de los manuscritos por cortesía de Giovanna Calvino

Diseño gráfico: Gloria Gauger

© Herederos de Italo Calvino, 2024

All rights reserved

© De la traducción, Dulce María Zúñiga

© Ediciones Siruela, S. A., 2024

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Ediciones Siruela, S. A.

c/ Almagro 25, ppal. dcha.

www.siruela.com

ISBN: 978-84-10183-79-7

Conversión a formato digital: María Belloso

Índice

Prefacio,por Giovanna Calvino

Cartas a Chichita

Apéndices

Sobre la naturaleza de los ángeles

Una carta de Chichita

Algunas cartas manuscritas

Prefacio

Con el tiempo, los recuerdos de primera mano que guardo de mi padre se han ido reduciendo, mientras aumentan los generados por ensayos biográficos escritos por personas que no lo conocieron ni a él ni a su tiempo. Calvino desconfiaba de este tipo de obras, incluso aunque él mismo las escribiera. En un texto hasta ahora inédito titulado «Sobre la naturaleza de los ángeles», mi padre pone en duda sus propios recuerdos: «Tal vez ahora estoy amplificando aspectos del todo secundarios, extrapolando un detalle y agigantándolo, como suele hacerse cada vez que imaginamos escribir una novela con trasfondo autobiográfico…». A pesar de esta premisa, Calvino prosigue y llega a identificar una constante en su vida: la intervención de los ángeles, «emisarios de una providencia inmanente», que lo llevaron, casi de la mano, a los encuentros decisivos de su vida. Cita tres ejemplos de estos encuentros con el destino: su participación en la Resistencia —que significó el inicio de su compromiso político—, el ingreso a la editorial Einaudi y la primera cita con mi madre; los mismos temas que aborda en las cartas que le escribió a ella entre 1962 y 1963, en las que se trasluce, por un lado, el feliz entendimiento con Chichita; y, por otro, su dedicación al trabajo de editor y de escritor cimentado en sus ideales éticos y sociales. En este volumen las vemos publicadas por primera vez.

Mis padres se conocieron en París el 1 de abril de 1962, en el apartamento de la Rue Victor Duruy donde vivía Esther Judith Singer, llamada Chichita, junto con mi hermano, Marcelo Weil, de catorce años. Entonces mi padre dividía su tiempo entre Turín y San Remo. En San Remo se quedaba en la casa donde creció, la Villa Meridiana, en la que vivía también su madre. Conservo algunos recuerdos de esa casa, como las cabezas de antílope colgadas de las paredes, trofeos de caza africana de mi abuelo, Mario Calvino. En Turín, mi padre vivía en Via Santa Giulia 80, en un apartamento cuyas ventanas se abrían hacia el río Po; en la ribera de enfrente se entreveía o, mejor dicho, se olía, el jardín zoológico. Giulio Einaudi y su familia vivían en el mismo edificio.

Chichita, en aquella época, no tenía teléfono en casa, y la única forma de comunicarse con ella era llamarla a su oficina en la Unesco, algo inapropiado para conversaciones privadas. En el curso del año siguiente, mis padres buscaron la forma de pasar juntos el mayor tiempo posible. Mientras estaban alejados, se enviaban cartas por correo. La correspondencia se inició a la semana siguiente de su primer encuentro, cuando prácticamente eran desconocidos. Para mi padre, las cartas fueron la manera de presentarse a la mujer amada; en el curso de un año en ellas elaboró un autorretrato íntimo para su interlocutora ideal. El 7 de noviembre de 1963 le escribió: «Sé que en la definición de mí mismo he procedido al revés; he comenzado por mostrarte aspectos negativos que solo se pueden entender como una polémica interna, polémica conmigo mismo y con el mundo».

Descubrí esta correspondencia hace apenas un año. Mi padre la había conservado en una serie de carpetas. Cada uno escribía en su propio idioma, con incursiones en la lengua del otro, aunque mi madre no sabía italiano y el español de mi padre era deficiente. Ambos añadían traducciones de las palabras difíciles en francés o en inglés. No he modificado en absoluto el texto (excepto la corrección de la ortografía de un par de nombres), y he reducido al mínimo las notas para preservar el carácter íntimo de la correspondencia. Dejo a los biógrafos y a los estudiosos la tarea de identificar a personas, hechos y lugares poco claros o no especificados.

Han transcurrido sesenta años desde que mi padre escribiera estas cartas y casi cuarenta de su muerte. Estoy segura de que mi madre no las habría publicado, no solo por pudor, sino porque, mientras ella seguía viva, la historia de amor que refieren permanecía encendida. Un amor transformado por la viudez pero íntegro, como lo demuestra su total dedicación a que la obra de mi padre fuese valorada. Dedicación que solo su muerte en 2018 interrumpió. Ahora que ni remitente ni destinataria están vivos me he permitido hacerlas públicas.

De las que mi madre escribió a mi padre —que con certeza ella habría conservado inéditas—, publico solo una, para que lector tenga idea de la otra voz de este dueto.

Agradezco a Luca Baranelli su ayuda y sus valiosos consejos.

GIOVANNA CALVINO

CARTAS A CHICHITA

1962

Turín, 9 de abril, 1962

Chichita, cara, eres la más cara (querida)1 muchacha que haya encontrado jamás en mi vida.

Chichita, amor mío, finalmente una mujer con la que soy feliz.

Estoy cansado de la vida que tengo. El trabajo editorial es algo que no termina nunca, debo ocuparme de muchísimos libros que no me importan nada, un mar de libros que no acaba nunca, debo dedicarme a los libros de los otros y no puedo ocuparme de los míos. Y mi vida amorosa es como la vida en la industria editorial: debo ocuparme de mujeres, mujeres, mujeres, un mar de mujeres que siempre cambian, que necesito cambiar siempre porque a ninguna la siento como mi mujer. ¿Entiendes lo extraviada que está mi vida?

Chichita, Chichita, ¡alegría, amor! Ayer por la noche llegué a Turín junto con Pierre Stibbe, el abogado de Ben Bella, quien venía a dar un discurso. Hasta muy tarde por la noche me quedé discutiendo con él sobre asuntos franceses y argelinos, por lo que aún no me sentía lejos de París.

Hoy en la oficina: ¡qué fastidio!

El miércoles voy a Milán porque Antonioni y Monica me llamaron para invitarme a una función privada de El eclipse, su nueva película.

Te he enviado mis libros, ¿cómo se llama aquel libro de Cortázar del que hablabas con Warren Miller? El del tubo de dentífrico. ¿Es un relato contenido en un volumen o es el título de un volumen?

QUÉ PENA QUE NO ENTIENDAS MI CALIGRAFÍA NI MI IDIOMA.

TE HE ESCRITO TANTAS COSAS BELLAS.

 

 

 

 

 

 

1Aquí Calvino juega con el falso amigo entre el castellano y el italiano, ya que caro en italiano significa «querido», de ahí la broma de Calvino y la aclaración entre paréntesis, en español en el original. (Todas las notas son de la editora a no ser que se indique otra cosa).

12-4-62

Querida Chichita:

Tengo ganas de estar contigo.

Debemos decidir cómo pasar juntos los 10 (¿o cuántos eran? No recuerdo bien) días de libertad.

Las posibilidades son las siguientes

Pensémoslo juntos. Te llamaré por teléfono dentro de unos días para decidir.

Italo

[Formentor] 3-5-62

Querida Chichita:

Tu carta, que he recibido ayer, me ha dado un gran placer porque aquí, en medio de tanta gente, me siento muy triste y solo y pienso en que hubiera sido mucho más bonito si estuvieras aquí conmigo. Vivimos esta rutina un poco absurda que se ha prolongado ya por cuatro días, aislados del mundo, entre largas y extenuantes sesiones de trabajo, baños en el mar (aunque solo he estado en el mar el lunes, porque los demás días o hacía mal tiempo o estaba demasiado ocupado en las sesiones) y noches de baile en las que termino aburrido a morir. Además de literatos y editores de todo el mundo, el hotel está lleno de agentes de policía disfrazados de turistas. El premio se desarrolla este año en condiciones muy extrañas porque parece haber desaparecido la relativa tolerancia del régimen español. Pero eso importa poco, lo que me deprime es estar entre tanta gente, aunque sean amigos queridos, pero, por el hecho de que hay tantos, no tengo ganas de hablar con ninguno y solo sueño con irme de aquí y estar solo. Ves que también soy alguien que ama la soledad, contrariamente a tu primera impresión. Me iré el sábado 5 y, si encuentro una conexión aérea, me gustaría ir a Sevilla para visitar Andalucía. Te escribiré para acordar cuándo y cómo vernos.

Te abrazo, mi querida Chichita, y lamento no haber hecho este viaje contigo.

Italo

San Remo, 7 de mayo 622

Querida Chichita: he regresado esta misma tarde en un vuelo Barcelona-Niza, cansado, fastidiado de esta semana y solo tengo un deseo: estar unos días tranquilo para escribir un ensayo que arrastro desde hace dos meses. Tenía otro gran deseo: tomar un vuelo a París para encontrarte, porque me haces mucha falta, pero dejé las cosas un poco al azar, es decir, al portero del hotel que debía reservarme el billete del vuelo a Barcelona. Estaba en la waiting-list tanto para Niza como para París y la suerte decidió que me tocara un puesto en el vuelo a Niza. Después de dos días en Barcelona (y una corrida, que no me emocionó en absoluto, aunque fuera el excelente Diego Puerta), me he sentido muy feliz de estar en casa y me encantaría que estuvieras aquí, aunque solo fuera el fin de semana. Con el vuelo París-Niza no debería ser difícil, pero no te dejes atrapar por la neurosis de los horarios; por favor, todo debe ser bello, natural y sencillo. Si para ti es difícil venir, yo podría ir a verte. Sentía mucha nostalgia de ti en Formentor, un lugar donde no se disfruta al máximo del sol y el mar estando solo. Pero no fue únicamente por la soledad que me sentí contrariado esta semana; todos nos fuimos un poco enojados. Uno de los premios fue muy mal designado, y aunque no soy directamente responsable (es el Prix Formentor de novela inédita, en el que solo los siete editores tienen derecho a votar), me hace sentirme indirectamente responsable, porque fue premiado el peor manuscrito de todos, respaldado por Moravia (la autora es una joven bellísima), y creímos que nadie se iba a dejar convencer, sin embargo… Ahora me toca hacer una amarga autocrítica, porque con el habitual espíritu complaciente y diplomático, no quisimos ofender a Moravia impidiéndole presentar el manuscrito y lo dejamos hacer su propaganda. Nos limitamos a presentar otros manuscritos con la seguridad de que los demás jurados los considerarían mejores y no alertamos a los editores extranjeros de gusto más burdo de que nos estaríamos arriesgando a hacer el ridículo premiando aquel libro… En cambio, el Prix des Éditeurs (que, contrariamente a su nombre, no es otorgado por editores —solo dan el dinero—, sino por un jurado de 7 países) fue muy bien designado a un autor alemán muy joven, significativo en todos los sentidos (Uwe Johnson). Esta es mi opinión, aunque muchos no estaban convencidos; de hecho, en las deliberaciones, los jurados italianos se movieron con poca habilidad y mucha polémica interna (exceptuando a Vittorini, que es el único con las ideas claras). También ahí debo hacer una autocrítica: por no haber advertido, por haber aclarado mis ideas demasiado tarde… Además del fastidio de estar con personas cada una con su parte de locura: Moravia, que, a pesar de las estupideces que es capaz de hacer, es un hombre —a veces— inteligente, con quien sigo teniendo amistad; Carlo Levi, que, a pesar de ser mi amigo, me hace sufrir porque me doy cuenta de que cada vez se vuelve más insoportable y ridículo. Un jurado, el nuestro, compuesto de puras vedettes, todos hacían largas intervenciones, excepto Vittorini, que hizo una sola y dio sentido a todo el premio; y yo, que estuve en silencio. En suma, casi todos los días me he sentido deprimido. Además, la situación española: la policía se llevó a nuestro amigo Carlos Barral3 de su habitación a las tres de la madrugada para someterlo a interrogatorios. Luego todo se calmó por la amenaza de desatar un escándalo internacional y también porque ahora Franco debe pensar más en los mineros de Asturias que en los premios literarios.

En fin, veo que te he escrito una carta de desahogo. Siento no tener tu nuevo número de teléfono. Puedes llamarme tú si quieres (80-0-14), pienso que me quedaré aquí toda la semana. Pero la comunicación es mala para las long-distance calls, mala psicológicamente, quiero decir, no técnicamente.

Bien, hasta pronto, Chichita, escríbeme o llámame o ven o espérame que yo voy.

Italo

 

 

 

 

 

 

2Escrita en papel con membrete del Prix International des Éditeurs Prix Formentor 1962.

3Carlos Barral fue un poeta, escritor y editor catalán antifranquista.

San Remo, 9 de junio 62

Queridísima Chichita,

estoy de regreso en San Remo y debo decir que tu presencia me hace mucha falta. No hay suficiente sol y estar en el mar es imposible, así que por hoy no te has perdido el baño en Rocce del Capo. Llegué ayer de Turín en mi Giulietta, que está como nuevo otra vez.

El lunes 4, llegando a Turín en el coche-cama del tren, por poco me da un infarto al abrir el periódico y leer el encabezado de toda la página acerca de un Boeing desplomado en Orly. Pronto pude soltar un suspiro de alivio, pues el subtítulo informaba de que se trataba de un avión que salía de París y que las víctimas eran todas americanas.

Recibí ayer tu hermosa carta. Te envío también algunos libros italianos recientes, para no quedar como tu único autor incomparable.

Procuraré estar en San Remo lo más que pueda; sin embargo, lo cierto es que en unos días tendré que volver a Turín. Pero de ahora en adelante quisiera estar aquí, y viajar a Turín (o Milán, o Roma) solo cuando sea necesario.

Mi madre te saluda.

Yo también.

Y te abrazo.

Italo

San Remo, 11 de junio

Querida Chichita:

Veo que el jueves 21 es festivo (Corpus Domini, Fête-Dieu en Francia, creo) y tal vez podría darse el «puente» del viernes. Estaría muy feliz de pasar esos cuatro días con vos.

Es un problema saber con diez días de anticipación qué voy a hacer o dónde estaré. No obstante, pienso que me quedaré en San Remo. Así que, si puedes venir, debes reservar el vuelo con tiempo. El vuelo del miércoles por la noche. Reserva un lugar para Turín (porque los miércoles suelen ser a Turín) y un lugar para Niza (por si acaso no me muevo de San Remo en toda la semana, que es lo que me gustaría). Dos o tres días antes te llamaré para avisarte cuál confirmar y cuál no.

Y al mismo tiempo, algo muy importante: telefonear a Niza para reservar el regreso, el domingo 24 por la tarde. (O el lunes por la mañana, pero el vuelo Niza-París por la mañana sale muy temprano; en cuanto al de la tarde, me parece que sale a las 17.00 y arruina la tarde entera; consulta tú, tal vez te conviene viajar en tren el domingo por la noche). Si no puedes organizar tu regreso, envíame un telegrama y yo lo hago.

¡Ah! Solo espero que después de organizarlo todo para ese día, no me encuentre en ¡Roma!

Este es el programa para mis próximos días: mañana por la noche estoy en Turín, donde me quedo hasta el miércoles, tal vez jueves; después espero regresar rápido a San Remo.

Termino con un abrazo esta carta de logística burocrática.

Italo

San Remo 18 de junio

Querida Giuditta (así se dice Judith en italiano, un nombre que siempre me ha gustado muchísimo, aunque nunca había conocido una mujer llamada así).

Yo también siento kilos de rabia4 porque la Unesco no festeja el Corpus Domini. (Como había festejado el Pentecostés, que caía en domingo, no entiendo nada).

Sin embargo, S. Pedro es una festividad importantísima, SS. Pedro y Pablo, y será un viernes, el 29. Piénsalo con tiempo, y si no tienes compromisos familiares (tal vez tu hijo se va precisamente ese día) y consigues el préstamo para el vuelo (yo te lo rembolsaré), puedes venir.

Podría ir a París, pero estoy concentrado en la escritura aquí y no quiero moverme. Esta semana ni siquiera iré a Turín.

Agosto: pensemos en agosto. ¿Tienes ideas, proyectos de viaje? (¿lugares donde podamos estar tranquilos?). Yo nunca hago planes y por eso después no me queda otra que quedarme aquí, en el infernal balneario de San Remo, viajando para encontrarme con amigos diseminados desde la costa de la Toscana hasta Provenza. Este año hay dos amigos podrían hospedarme en St. Tropez, aunque todavía no sé si puedan hacerlo si voy acompañado.

Hace dos días que ha dejado de llover. Es verano, aunque con alguna que otra nube.

Abrazos,

Italo