2,99 €
Ideal para aquel que se considera alternativo, viniendo desde lo indie hasta rebelde. Perfecta lectura para quien en el siglo XIX hubiese sido llamado un romantico de las artes. Rebelde e idealista, pesimista y esperanzador; Edgar Alla Poe hace una critica a la ya contaminada mentalidad de la sociedad; critica hecha hace ya mas de un siglo y que hoy dia encuentra mucho sentido.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Edgar Allan Poe
UNA. ¿Renacida?
MONOS.-Sí, mi hermosa y más amada
Una. Ésta era la palabra, sobre cuyo místico significado yo había meditado tan largamen-te, rechazando la explicación del sacerdote, hasta que la Muerte ha descifrado el secreto para mí.
UNA.- ¡La Muerte!
MONOS.-; Qué extrañamente repites mis palabras, dulce Una! ¡Y qué gozosa inquietud en tus ojos! Estás confusa y sobrecogida por la majestuosa novedad de la Vida Eterna. Sí, hablaba de la Muerte, y ¡qué singularmente suena aquí esa palabra que en los viejos tiempos acostumbraba llenar de terror todos los corazones, haciendo marchitar todos los deleites!
UNA.-Ah la Muerte, el espectro que se sienta en todos los festines! ¿Cuántas veces, Monos, nos perdimos en especulaciones acerca de su Naturaleza? ¡Qué misteriosamente actuaba como freno para la felicidad humana, diciendo a cada paso "hasta aquí, y no más allá"! ¡Aquel vehemente y mutuo amor nuestro, querido Monos, que ardía en nuestros pechos! ¡Cuán vanamente nos hacía lison-jeamos, sintiéndonos felices por sus primeros brotes, de que nuestra felicidad se fortalecía con su fuerza! ¡Ay!, mientras crecía en nuestros corazones el temor de que aquella hora funesta se estaba acercando apresuradamen-te para separarnos para siempre. Así con el tiempo el amor se volvió doloroso, y el odio hubiera sido entonces un verdadero don.
MONOS.-NO hablemos ahora de esas penas, querida Una. ¡Mía! ¡Mía para siempre!
UNA.-Pero ¿no es el recuerdo del dolor pasado lo que constituye la alegría actual? Todavía tengo mucho que decir de las cosas pasadas. Por encima de todo, ardo en deseos de conocer los incidentes de tu paso a través del oscuro Valle de la Sombra.
MONOS.-Y cuándo la radiante Una pidió nada en vano a su Monos? Voy a ser minucio-so al relatarlo todo. Pero ¿en qué punto he de dar comienzo al relato?
UNA.-En qué punto?
MONOS.-Tú lo has dicho.
UNA. Monos, te comprendo; la propia Muerte nos ha enseñado a los dos la propen-sión del hombre a definir lo indefinido. No te pedirá que comiences con el momento de la cesación de la vida, sino en aquel triste momento en que, habiéndote abandonado la fiebre, te hundiste en un sopor, inmóvil y sin respirar, y yo te cerré los pálidos párpados con los dedos llenos de apasionado amor.
Monos.-Una palabra primero, Una mía, re-