Cuéntame un cuento inventado - Verónica Gamero - E-Book

Cuéntame un cuento inventado E-Book

Verónica Gamero

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Beschreibung

¿Te gusta leer cuentos a tus hijos? Pues prueba a crear un rincón de soñar y pasad la tarde imaginando estar donde no estáis. Inventad juntos el relato y prueba a sostener tu mirada en la suya mientras dura ese momento... Es magia pura. En esta nueva Era Global, donde nos acercamos a quien tenemos lejos, mientras nos alejamos de quienes están más cerca... En el marco de ecosistemas educativos que premian los altos índices de IQ o las destrezas tecnológicas, ¿a qué plano quedan relegadas las conversaciones cara a cara, el retardo de la gratificación, la fantasía, la imaginación sin límite, sin copia ni guía...? En estas páginas encontrarás algo mucho más poderoso que una selección de cuentos con moraleja: encontrarás la clave para que padres y educadores afronten el desarrollo de la creatividad infantil desde otro ángulo. Aprenderás a transformar la mirada y hablar el idioma del niño a través de técnicas diversas y recursos sencillos como los juegos o las artes, pero fundamentalmente a través del cuento inventado. En este libro me atrevo a volar, encuentro hadas en mi jardín o sueño con mares inventados. Pero estas que fueron mis historias no deben ser las tuyas. Inventa. Yo te llevaré de la mano. Solo tienes que buscar en tu vida y darle un toque de color.

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© del texto: Verónica Gamero

© de las ilustraciones: Jessica Gázquez Soria

© diseño de cubierta: Equipo BABIDI–BÚ

© de esta edición:

Editorial BABIDI–BÚ, 2021

Fernández de Ribera 32, 2ºD

41005 – Sevilla

Tlfns: 912.665.684

[email protected]

www.babidibulibros.com

Primera edición: febrero, 2021

ISBN: 978-84-18649-89-9

Producción del ePub: booqlab

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o scanear algún fragmento de esta obra».

 

 

 

 

A mis hijos

Índice

Agradecimientos

Prólogo de Silvia Álava Sordo

Introducción: El “PARA QUÉ” de un cuento inventado

Contenido de este libro

PRIMERA PARTE

Abonando el terreno: Cuentos de principio a fin

Sandiluchi y Pericheta

PIKÚ

La mariquita que no quería comer

Hadas en el jardín

Un mar inventado

El niño sombra

Mamá, vuela conmigo

Conclusión

SEGUNDA PARTE

La expectación

Los cuentos por capítulos

La voz en la caracola

Noche primera

Noche segunda

Noche tercera y final

Los seis perros del esquimal

Noche primera

Noche segunda

Noche tercera

Noche cuarta y fin

TERCERA PARTE

Luces, cámara,¡acción!

Construyendo juntos: Cuentos sin final

El guisante que quiso ser gigante

Un hospital dentro de un circo

La burbuja en la que todos querían entrar

Cuentos sin principio

CUARTA PARTE

Potenciando la creatividad infantil

Creatividad Vs Human Age

El CÓMO

El CÓMO inventar: Perpetuando la magia.

El CÓMO perfeccionar la técnica para narrar buenos cuentos

El CÓMO generar valores

El CÓMO trabajar la incertidumbre

El CÓMO escuchar

Sobre mi inspiración

Epílogo

Agradecimientos

Eternamente agradecida a mi hijo Marcos, que cada noche me pedía: «Mamá, cuéntame un cuento inventado». Le brillaban tanto los ojos que me iluminaban mis noches de inspiración. Para él inventaba cuentos y a petición suya empecé a escribirlos para no olvidarlos y poder recreárselos una y mil veces.

Millones de gracias a mi hija Alicia. La nostalgia que me produjo verla superar la infancia en edad temprana, me sumió en una melancolía que me llevó a recoger mis creaciones en un todo con vida propia. Ella fue mi primera correctora de estilo, leía con entusiasmo mi obra y me otorgaba las más sabias de las opiniones. Creativa hasta decir «basta» y ganadora de varios premios de literatura infantil desde los cuatro años. Ahora, ya con trece, dejó muy atrás sus mundos mágicos y cree no estar interesada en la escritura: «Mamá, yo ya soy mayor para cuentos», pero cuando hila palabras, las veo cobrar vida. Ha cambiado la narrativa de relatos por diarios donde apunta a escondidas sus tormentos adolescentes, tal y como debe ser, tal y como hice yo con su edad y sé que promete. Claro que primero ha de vencer su escepticismo. Pero aún no le toca… ya vendrá.

Con nueve años empecé a escribir cuentos. Mi primera máquina de escribir fue una Olympia 370 de carril ancho con cintas bicolor que daba vueltas con el dedo cuando se atascaba. Aún la conservo y con ella mis hijos se iniciaron escribiendo sus propias historias cuando aún creían que aquel prodigio era un ordenador avanzado con impresora incorporada. Aquella máquina me la regaló mi padre. Gracias, papá, por aquel regalo. A él le debo el genio y la constancia. Sus poemas me cautivaron desde muy niña y provocaron en mí el amor incondicional a la escritura creativa. A él le leí mi primer borrador de este libro una mañana en el hospital, el día después de su trasplante y con afán de entretenerle; a pesar del agotamiento, se mantenía receptivo y sostenía la dureza de sus críticas más constructivas, con oídos de artista en piel de padre.

Agradezco a mi madre su fe más absoluta e incondicional en mí. Nunca pudo hacerme una crítica, el orgullo de madre la cegaba actuando como bálsamo en mis momentos de duda.

A Víctor Dorado, abogado y compañero, por sus sagaces observaciones en todo el proceso de búsqueda y negociación editorial. A Javier Expósito, cuya luz surgió de la nada para convertirse en amigo y faro. Y, cómo no, a Magda Salarich a quien doy las más sinceras gracias por sus consejos, por ser mentora antes que jefa, por exprimirme la autoconfianza y dejarme libre el camino hacia mi desarrollo profesional.

Agradezco a los amigos que se tomaron el tiempo de leer de principio a fin mis primeros borradores y de regalarme sus feedbacks desinteresados: Nuria, Rosana… Gracias por no halagarme con falsas adulaciones que no necesitaba. Gracias a José Luis León Román, que tuvo la mayor de las paciencias al leer «con lupa» mis manuscritos. Él, colega de profesión y corazón, fue mi primer corrector ortotipográfico con el mejor de los talantes y esa vocación de maestro que le acompañará siempre. Gracias a Reyes, que ya visualizó la portada de este libro antes de llegar a convertirse en un proyecto. Ella, mi amiga del alma, mi gran hermana, me acompaña desde la distancia.

A mi marido, mi compañero de viaje, por su paciencia infinita: Esa mente suya tan racional y matemática hace verdaderos esfuerzos por aterrizar en mi mundo de fantasía y ensoñaciones diurnas. Una vez allí lo desmenuza con rigor y me traslada análisis juiciosos que agradezco con amor.

Prólogo

Conozco a Verónica desde hace ya muchos años y siempre me ha llamado la atención la pasión y el entusiasmo que pone a todo lo que hace, especialmente a la educación de sus hijos. Verónica es de esas personas que te contagia su energía y cuando me contó el proyecto que llevaba entre manos no pude decirle que no.

Los niños nos ganan a muchas cosas, como la capacidad de observación, la creatividad, la perseverancia, por eso nunca debemos dejar de mirar el mundo con esos ojos de niños que todos todavía tenemos dentro, y los cuentos son una estupenda forma de volver a hacerlo.

Quizás te pueda parecer difícil, quizás solo estés desentrenado, pero cuando lo consigas, volverás a ver a los Reyes Magos esperando a entrar en el salón de casa para dejar los juguetes, a las hadas en el jardín, a escuchar las voces que tienen dentro las caracolas y aprenderás a volar con tu imaginación sin la necesidad de tener alas.

Con los cuentos, nos entretenemos, nos divertimos, atendemos mejor, y sobre todo… aprendemos. Por eso son una gran herramienta en la educación. Y qué mejor cuento para un niño o una niña que aquel que se inventa su padre o su madre cada noche, ese cuento único, especialmente creado para él o para ella. Los psicólogos infantiles siempre insistimos: para los niños, el mejor de los regalos es que sus padres estén con ellos, su mera presencia, su atención… y si además sumamos que en ese espacio hemos creado algo único, especial pensado por y para ellos, se puede convertir en un momento mágico que seguro que recordarán cuando sean mayores.

Me gusta la reflexión inicial de Verónica: ¿Para qué este libro?, en lugar de por qué. Nos pasamos la vida buscando y analizando los porqués, las causas que pueden justificar que me encuentre donde estoy, y esto, sin querer nos paraliza, nos lleva a la inacción, en el fondo, detrás de los porqués están nuestras justificaciones para no movernos, para no pasar a la acción e iniciar el cambio. Por eso necesitas cambiar de paradigma, empezar a pensar en el para qué. Para qué quieres fomentar tu creatividad, para qué quieres pasar más tiempo con tus hijos, para qué quieres empezar a cambiar… en esas respuestas encontrarás tu motor de cambio. Y ese motor es único e intransferible, cada uno tiene que encontrar el suyo, y solo es necesario detenerse y reflexionar. Parece fácil así dicho, ahora te invitamos a que comiences a hacerlo.

Cuando contamos un cuento a un niño no solo lo estamos entreteniendo, sino a la vez formando, trasmitiendo valores; cada padre, cada madre, debe decidir qué valores quiere inculcar a sus hijos. A través de las historias como la de Sandiluchi y Pericheta, o Hadas en el jardín, Verónica nos trasmite la importancia de aceptar a las personas que son diferentes de nosotros y precisamente a estar orgullosos de nuestras diferencias, a no escondernos y mostrarnos como somos.

Todos y cada uno de nosotros somos seres únicos, maravillosos y especiales, es cierto que no somos perfectos, pero tenemos mucho que dar y que ofrecer, sin embargo, si no nos lo creemos, es difícil que seamos capaces de mostrarnos tal y como somos.

Acéptate a ti mismo, sé compasivo con tus errores, busca tu mejor yo, para que no seas un «niño sombra», y sobre todo acepta a los que no son iguales que tú; seguro que tienen mucho que ofrecerte.

Los cuentos también sirven para vencer a los miedos. Los miedos se alimentan de no enfrentarnos a ellos. Cuando tenemos miedo a algo, lo evitamos, no queremos ni verlo ni nombrarlo, lo que hace que cada vez se vaya haciendo más y más grande. Por eso los psicólogos insistimos: hay que aceptar el miedo, para poder desarrollar estrategias y entrenar técnicas y recursos que nos permitan enfrentarnos a él con éxito. El primer paso, será como hizo Pikú en su cuento: abrirlo, destaparlo, y a partir de ahí, manos a la obra, a vencer el miedo

Nuestro día a día está cargado de obligaciones, de «tengo que», «deberías», de tareas y deberes, pero eso no es excusa para no reservar un tiempo único y mágico para contar un cuento a nuestros hijos.

Podemos leerle un libro de cuentos, podemos inventárnoslos de tal forma que lleven una moraleja que aprender, o podemos pedir a los niños que sean ellos quienes lo continúen o lo empiecen y así favorecer su imaginación… no importa si el guisante llega a ser un gigante como él quería, una planta como habíamos pensado o un jugador de fútbol. Lo importante es el tiempo que hemos pasado juntos y el vínculo afectivo que se va creando a través de la narración y la creación del cuento.

Os invito desde esta misma noche a compartir los cuentos que Verónica ha creado con vuestros hijos y que con las pautas que nos da os animéis a crear vuestras propias historias.

Silvia Álava Sordo