El angel de lo singular - Edgar Allan Poe - E-Book

El angel de lo singular E-Book

Edgar Allan Poe

0,0
2,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Edgar Allan Poe - Era una fria tarde de noviembre. Acababa de dar fin a un almuerzo mas copioso que de costumbre, en el cual la indigesta trufa constituia una parte apreciable, y me encontraba solo en el comedor, con los pies apoyados en el guardafuegos, junto a una mesita que habia arrimado al hogar y en la cual habia diversas botellas de vino y liqueur.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



EL ÁNGEL DE LO SINGULAR

EDGAR ALLAN POE

1

Era una fría tarde de noviembre. Acababa de dar fin a un almuerzo más copioso que de costumbre, en el cual la indigesta trufa cons-tituía una parte apreciable, y me encontraba solo en el comedor, con los pies apoyados en el guardafuegos, junto a una mesita que había arrimado al hogar y en la cual había diversas botellas de vino y liqueur. Por la mañana había estado leyendo el Leónidas, de Glover; la Epigoniada, de Wilkie; el Peregri-naje, de Lamartine; la Columbiada, de Bar-low; la Sicilia, de Tuckermann, y las Curiosi-dades, de Griswold; confesaré, por tanto, que me sentía un tanto estúpido. Me esforzaba por despabilarme con ayuda de frecuentes tragos de Laffitte, pero como no me daba resultado, empecé a hojear desesperadamen-te u n periódico cualquiera. Después de reco-rrer cuidadosamente la columna de casas dealquiler, la de perros perdidos y las dos de esposas y aprendices desaparecidos, ataqué resuelto el editorial, leyéndolo del principio al fin sin entender una sola sílaba; pensando entonces que quizá estuviera escrito en chi-no, volví a leerlo del fin al principio, pero los resultados no fueron más satisfactorios. Me disponía a arrojar disgustado

Este infolio de cuatro páginas, feliz obra Que ni siquiera los poetas critican Cuando mi atención se despertó a la vista del siguiente párrafo:

Los caminos de la muerte son numerososy extraños. Un periódico londinense se ocupadel singular fallecimiento de un individuo.

Jugaba éste a soplar el dardo, juego que con-siste en clavar en un blanco una larga agujaque sobresale de una pelota de lana, todo locual se arroja soplándolo con una cerbatana.

La víctima colocó la aguja en el extremo deltubo que no correspondía y, al aspirar conviolencia para juntar aire, la aguja se le metiópor la garganta, llegando a los pulmones yocasionándole la muerte en pocos días.

Al leer esto, me puse furioso sin saber exactamente por qué.

-Este artículo –exclamé- es una desprecia-ble mentira, un triste engaño, la hez de las invenciones de un escritorzuelo de a un peni-que la línea, de un pobre cronista de aventu-ras en el país de Cucaña. Individuos tales, sabedores de la extravagante credulidad de nuestra época, aplican su ingenio a fabricar imposibilidades probables… accidentes extra-

ños, como ellos lo denominan. Pero una inte-ligencia reflexiva ( como la mía, pensé entre paréntesis apoyándome el índice en la nariz), un entendimiento contemplativo como el que poseo, advierte de inmediato que el maravi-lloso incremento que han tenido recientemente dichos accidentes extraños es en sí el más extraño de los accidentes. Por mi parte, estoy dispuesto a no creer de ahora en adelante nada que tenga alguna apariencia singular.