Iniciación al Mindfulness - Vicente Simón - E-Book

Iniciación al Mindfulness E-Book

Vicente Simón

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Beschreibung

Todos los seres humanos tenemos el deseo de vivir en paz y de ser felices. Pero el hecho es que solemos buscar estos preciados bienes en lugares en los que no se encuentran: la fama, la riqueza o el poder. Y, sin embargo estos residen en lo más profundo de nuestro ser. Pero ¿cómo llegar a descubrirlos? Iniciación al Mindfulness a través de la reflexión y la meditación nos traza el camino que nos conducirá hasta el claro del bosque en el que se hallan la seguridad, el afecto, la paz y la felicidad que buscábamos.

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iniciación almindfulness

 

 

 

 

 

 

 

 

iniciación almindfulness

 

Vicente Simón

 

   

 

 

 

 

 

 

 

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

 

 

 

 

 

 

© 2012 Vicente Simón

Diseño de la cubierta: Eva Olaya

© Fotografía cubierta: Istockphoto

 

1.ª edición:septiembre2012

4.ª edición:julio2016

 

Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo:

©2012:Sello Editorial, SL

Avinguda Diagonal, 601, 8ª planta

08028(Barcelona)

www.selloeditorial.com

 

ISBN:978-84-15132-07-3

BIC:VXM

 

Depósito legal:B-25.680-2012

2016.— Estilo Estugraf Impresores, S. L.

Impreso en España

Pol. Ind. Los Huertecillos — nave 13

28350 Ciempozuelos (Madrid)

 

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin autorización escrita del editor.

 

Para los integrantes

del grupo de meditación de los jueves,

que inspiraron el contenido

de la mayor parte de estas reflexiones.

Con mi sincero y cálido agradecimiento.

 

 

 

Introducción

 

Este pequeño texto pretende acompañar al meditador en su camino de peregrino que no sabe a dónde va. El camino que ha de recorrer (a diferencia del de Santiago), no se encuentra en las guías, ni en los mapas, ni en los espacios virtuales de la web. Sólo existen libros de viajes —como éste—, que tratan de orientar al caminante y, sobre todo, de hacerle compañía. Hacerle compañía en esos días, a veces largos, en los que escasea la luz del sentido de la vida, o en los que aprietan los zapatos nuevos de un sufrimiento inesperado, o en los que cala una lluvia de sinsabores.

Brújula, aliento afectuoso, cobijo, bálsamo: eso es lo que necesita el caminante. Y eso es lo que le ofrece esta retahíla de vislumbres, escritos en momentos de lucidez amorosa por su autor. El autor —yo— es ese otro caminante, al que alcanzas porque tu paso es ligero, o que te alcanza, porque tu ritmo es más pausado. Te dirige unas palabras, te comenta el paisaje o te confía un secreto para aliviar la caminata. Escúchalo con simpatía, pues ha decidido, como tú, hacer el camino y porque, como tú, espera algo de él. Quizá tan sólo acercarse un poco a esa sabiduría de la que le han hablado. Y, conforme avanza, atraído por la luz incierta de un conocimiento apenas intuido, se encuentra a los otros, sean viejos o jóvenes, rápidos o renqueantes, la mayoría cansados por las horas transcurridas desde el amanecer. Y cada encuentro le brinda una oportunidad para conectar, para aprender el amor, que es el principal atajo que le va a permitir acercarse a la meta.

Escucha pues estas palabras. Haz un espacioso silencio en ti y permite que vayan cayendo en él, penetrando a través de los resquicios de tu mente. Deja que fertilicen la semilla que en ti reside y espera que llegue el momento de su eclosión.

 

 

Capítulo1. 

Inicios y obstáculos

 

1. Invitación a la aventura de meditar

2. Una oportunidad para el silencio

3. El aprecio de lo cercano

4. Salvando los obstáculos

5. ¿Dormir o despertar?

 

 

 

 

1. Invitación a la aventura de meditar

 

El sentido último de practicar la meditación no es otro que alcanzar la sabiduría. Sucede que nuestra mente, en el estado en que se encuentra habitualmente, es incapaz de acceder a un conocimiento equilibrado de la realidad. La mente normal se encuentra tan absorbida en sus cavilaciones, tan aferrada a sus preferencias, tan presa de sus animadversiones y de sus rencores, en ocasiones tan ahogada por sus temores, que es incapaz de algo aparentemente tan elemental como ver la realidad tal como es. Aquello que expresaba Pío Baroja con una frase tan sencilla como exacta: «ver en lo que es».

Basta observar unos segundos el contenido de nuestra mente para contemplarese haz o colección de percepciones diferentes, que se suceden entre sí con rapidez inconcebible y (que) están en un perpetuo flujo y movimiento,una descripción muy acertada que debemos al filósofo escocés David Hume. Es lo que los orientales llaman lamente de mono,en referencia a que, como los simios, nuestros pensamientos van saltando de rama e rama, de deseo en deseo, de aversión en aversión. Es lo que Teresa de Ávila llamóla loca de la casa.

Por eso, lo primero que se busca al empezar las sesiones de meditación es aprender a calmar la mente. Se trata de ir poco a poco abandonando esa mente de mono que nos tortura y de cultivar algo que poseemos, pero que no hemos desarrollado nunca: la capacidad de concentrarnos intensa y sosegadamente en algún tema u objeto de nuestra elección. Cuando la mente va tranquilizándose y va siendo capaz de mantenerse concentrada en un punto durante un cierto periodo de tiempo, empieza a ver las cosas con alguna claridad. Es como un estanque: si removemos la tierra del fondo, las aguas estarán turbias y nos impedirán ver en profundidad. Si dejamos que la tierra se sedimente, podremos contemplar el fondo con nitidez. Así también en nuestra mente. Hemos de dejar que se calmen las aguas turbulentas de nuestros pensamientos antes de poder conocer el fondo de nuestra alma. (El «fondón del alma», decía la misma Teresa).

En nuestros primeros ejercicios de meditación, cuando simplemente tratamos de contemplar la respiración, sin pretender modificarla, ni corregirla, estamos dando los primeros pasos para calmar la mente, que es el requisito previo, pero ineludible, para más adelante ir comenzando a ver las cosas, todas las cosas, con lucidez, con sabiduría.

 

Baroja, P. (1997).

Desde la última vuelta del camino(Obras completas I).

Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores. Barcelona.

 

Hume, D. (1992).

Tratado de la naturaleza humana.

Tecnos. Madrid.

2. Una oportunidad para el silencio

 

A todos aquellos que comienzan ahora con la práctica de la meditación, me parece oportuno decirles que es necesario abrir un resquicio en la vida de acción que habitualmente llevamos en esta sociedad tan estresada. Abrir un resquicio al silencio, a la ausencia de actividad, a aquello, precisamente, que en el momento previo al comienzo de la práctica meditativa, no se encuentra presente. Es decir, de alguna manera «hay que pararse», hay que detener ese torbellino de actividad, de compromisos y de obligaciones encadenadas que tanto contribuye a reforzarla mente de mono (la loca de la casa).

¿Cómo podemos abrir un resquicio en medio de la vida acelerada? ¿Y por qué? Una de las razones puede ser que simplemente nos hayamos dado cuenta del sinsentido de una vida atolondrada, de una vida carente de rumbo, de una vida «inconsciente», en el sentido más profundo del término. En otras ocasiones, el detonante es algún acontecimiento que nos acaece, algo que nos fuerza a pararnos y a pensar. Puede ser un suceso adverso, algo que nos hace sufrir, o también un acontecimiento feliz e inesperado que nos abre los ojos a le existencia de un mundo diferente y que no habíamos barruntado.

En la mayoría de casos habremos de aplicar una cierta dosis de voluntad para abrir esa rendija y hacernos un hueco en la vida cotidiana que nos permita explorar el mundo interior. Una forma sencilla de hacer esto es reservarnos unos minutos al día para la práctica demindfulness.Dos veces mejor que una; una por la mañana y otra por la tarde. Cada uno ha de encontrar su mejor momento. Ayuda mucho el acondicionarse un rincón para meditar en casa y reservar un tiempo regular en el que practicar. (Una guía sencilla para aprender a meditar se encuentra en mi libro,Aprender a practicar mindfulness).

Practicarmindfulnesssupone hacer una pausa en ese torbellino de la acción y de la interacción con los demás y volver sobre una o uno mismo. Desviar por algún tiempo la atención del mundo externo y dirigirla hacia el interior del alma. Son momentos en que no pretendemos nada más que ser conscientes de lo que somos y de que estamos viviendo un momento precioso e irrepetible. Un momento que nunca ha de volver. Vivir con plenitud de consciencia ese instante, sin juzgar, sin planificar, sin deseo ni aversión. Esto implica, en cierta forma, darnos unas pequeñas vacaciones de la presión externa que normalmente nos agobia. Durante esos minutos, al menos, nos desacoplamos del mundo externo, rompemos el círculo de acción-reacción en el que normalmente nos vemos atrapados. Dejamos el hacer y comenzamos a morar en el ser. En el ser que sencillamente somos en el momento presente (aceptándolo sin pretender cambiarlo) y del que nos hacemos plenamente conscientes.

Un peligro en el que es fácil caer al iniciar la práctica de la meditación es el de utilizar nuestra recién adquirida habilidad para tratar de conseguir los mismos objetivos tras los que andábamos antes de comenzar la práctica. Es decir, emplear todo lo que se halla asociado a la meditación como una forma más de «medrar» en la vida. Esto es un error. Es lo que Chögyam Trungpa llamaba elmaterialismo espiritual.No hay que extrañarse. El ego es una instancia muy fuerte y, a veces, muy astuta. Intenta salirse con la suya a toda costa y, si comenzamos realmente a meditar, puede sentirse amenazado en su existencia. Entonces el self pone en marcha todos sus recurso de supervivencia y un buen día nos encontramos sumergidos otra vez en la misma carrera de siempre, en el empeño por obtener «logros» materiales o de otro género (como la fama, o el poder), pero esta vez a través de un camino supuestamente espiritual.

La verdadera espiritualidad entraña una cierta ruptura con lo que desde siempre nos ha encadenado. Desde luego, no existen normas válidas para todo el mundo. Cada una y cada uno debe descubrir su propio camino. Pero al principio, el mejor consejo que puede darse es el de tratar de abrir ese resquicio del que hablaba al principio. Y para ello no hay más remedio que reservar un espacio para el silencio y la contemplación interior. Abrir la mente y el corazón a algo que todavía no conocemos, algo que, por definición, aún no nos ha sido revelado.

Simón, V. (2011).

Aprender a practicarmindfulness.

Sello Editorial, Barcelona.

 

Trungpa, C. (1987).

Cutting Through Spiritual Materialism.

Shambhala. Boston & London.

3. El aprecio de lo cercano

 

En nuestra cultura se nos ha acostumbrado demasiado a buscar soluciones a los problemas fuera de nosotros mismos. Nos dirigimos a otros para que nos transmitan sus conocimientos, o nos vamos a estudiar a otra ciudad o a otro país. En el camino espiritual conviene hacernos pronto a la idea de que todas las respuestas, todas las soluciones, se encuentran ya en el fondo de nosotros mismos. La dificultad reside en llegar a descubrirlas, en acertar a encontrarlas.