LA EPOPEYA DE GILGAMESH - Anonimo - E-Book

LA EPOPEYA DE GILGAMESH E-Book

Anónimo

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Beschreibung

"La Epopeya de Gilgamesh" es una antigua obra literaria que nos transporta a la antigua Mesopotamia y nos sumerge en un mundo de mitos, dioses y héroes. Escrito en tablillas de arcilla alrededor del siglo XVIII a.C., este poema épico es considerado uno de los textos más antiguos de la humanidad. La historia narra las aventuras y peripecias del rey Gilgamesh, un gobernante semilegendario de la ciudad de Uruk. Acompañado de su leal amigo Enkidu, Gilgamesh emprende una búsqueda épica en busca de la inmortalidad y la sabiduría. Este poema épico nos revela la rica cultura y las creencias de la antigua Mesopotamia, así como también nos permite reflexionar sobre nuestra propia condición humana y nuestras aspiraciones más profundas. A pesar de haber sido escrito hace miles de años, "La Epopeya de Gilgamesh" sigue siendo relevante en la actualidad, ya que nos invita a cuestionar nuestra existencia y a explorar los límites de nuestra propia humanidad.

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Anónimo

LA EPOPEYA DE

GILGAMESH

1a edición

Sumario

PRESENTACIÓN

La Guillotina

Tablilla I

Tablilla II

Tablilla III

Tablilla IV

Tablilla V

Tablilla VI

Tablilla VII

Tablilla VIII

Tablilla IX

Tablilla X

Tablilla XI

Tablilla XII

PRESENTACIÓN

Sobre la obra

"La Epopeya de Gilgamesh" es una antigua obra literaria que nos transporta a la antigua Mesopotamia y nos sumerge en un mundo de mitos, dioses y héroes. Escrito en tablillas de arcilla alrededor del siglo XVIII a.C., este poema épico es considerado uno de los textos más antiguos de la humanidad.

La historia narra las aventuras y peripecias del rey Gilgamesh, un gobernante semilegendario de la ciudad de Uruk. Acompañado de su leal amigo Enkidu, Gilgamesh emprende una búsqueda épica en busca de la inmortalidad y la sabiduría.

A lo largo del relato, nos encontramos con diversos episodios llenos de valentía, amor, pérdida y confrontación con la mortalidad. La figura de Gilgamesh representa el anhelo humano de trascender los límites de la existencia y alcanzar la inmortalidad, mientras que Enkidu personifica la conexión del hombre con la naturaleza y su necesidad de encontrar su lugar en el mundo.

"La Epopeya de Gilgamesh" aborda temas universales como la búsqueda de sentido, la amistad, la muerte y el poder. A través de sus versos, nos adentramos en una cosmología antigua, donde los dioses tienen un papel fundamental en las vidas de los mortales y donde la naturaleza se presenta como un entorno salvaje y misterioso.

Este poema épico nos revela la rica cultura y las creencias de la antigua Mesopotamia, así como también nos permite reflexionar sobre nuestra propia condición humana y nuestras aspiraciones más profundas. A pesar de haber sido escrito hace miles de años, "La Epopeya de Gilgamesh" sigue siendo relevante en la actualidad, ya que nos invita a cuestionar nuestra existencia y a explorar los límites de nuestra propia humanidad.

Esta obra ha sido objeto de numerosos estudios y traducciones a lo largo de los siglos, y su influencia se extiende a través de diferentes culturas y tiempos. Su legado perdura como una de las obras literarias más antiguas y valiosas de la humanidad, y su mensaje trasciende barreras temporales y geográficas.

"La Epopeya de Gilgamesh" nos invita a sumergirnos en un mundo antiguo lleno de misterio y aventura. A través de sus versos, descubrimos las luchas y anhelos de un rey legendario, nos enfrentamos a los dilemas de la existencia humana y nos maravillamos ante la grandeza de una obra que ha resistido el paso del tiempo. Es una lectura que nos conecta con nuestras raíces más antiguas y nos recuerda la eterna búsqueda del significado en nuestras propias vidas.

La Guillotina

Ciudad de México, 2012

Prólogo

Entre el tercer y cuarto milenio antes de nuestra era, el fondo del golfo Pérsico se encontraba ciento cincuenta kilómetros más al norte que en la actualidad. El Tigris y el Éufrates, que ahora confluyen para formar el Shatt-el-Arab, tenían entonces sus propias desembocaduras. Cuando la civilización nació en Mesopotamia, surgida del pueblo sumerio, las primeras ciudades se levantaron a orillas de los ríos y en el litoral del golfo. Hacia el tercer milenio, un segundo pueblo del norte de Mesopotamia, de origen semita, los acadios, se mezcló con los súmeros y, como ocurre a menudo en la historia, los conquistadores fueron a su vez conquistados por el espíritu superior de los vencidos. Los acadios adoptaron el arte, la ciencia, las instituciones y la escritura del país invadido. Pero como aquellos semitas hablaban un lenguaje más perfecto que el de los súmeros, la lengua acadia se impuso, aunque el idioma sumerio continuó empleándose para el culto religioso y como vehículo cultural.

S. N. Kramer ha hecho el balance de los textos sumerios de que se dispone en la actualidad: las nueve décimas partes son de orden económico, pero hay tres mil tablillas enteras o fragmentarias que contienen poemas épicos, mitos y oraciones. De estos textos literarios, no todos utilizables, se destacan principalmente: la epopeya de Gilgamesh, el poema de la Creación, los mitos de Enki y de Ninhursag, el nacimiento de Nannar, el dios luna, etc. Si esta riqueza literaria ha podido llegar hasta nosotros fue porque los dubshar o escribas la imprimieron, mediante una caña cortada, sobre tablillas de arcilla que luego eran secadas al sol o cocidas al horno. Una vez la tablilla se transformaba en duro ladrillo se convertía en un documento indestructible. En cambio, la arcilla de los ladrillos sin cocer que formaban la base de los templos y palacios mesopotámicos volvió al polvo, destruida por el tiempo, el sol, el viento y la lluvia. Las antiguas ciudades no son más que montículos de tierra que esconden las bibliotecas casi intactas de la civilización asirio-babilónica, los archivos de la vida y del espíritu del primer hombre histórico. Lo que los escribas registraron sobre el blando barro, el fuego lo fijó para el futuro.

Recientemente se ha encontrado un interesante documento sobre la vida de un pequeño escriba súmero, de un hijo de “la casa de las tablillas” que vivió hace tres mil quinientos años. El texto se compone de dos partes: las penas del discípulo y la esperanza en un futuro mejor. Por la mañana, temprano, el alumno dice a su madre:

Dame mi desayuno; he de ir a la escuela. Mi madre me dio dos panes y salí. En la casa de las tablillas, un celador me dijo: ¿Por qué llegas tarde? Yo estaba asustado, mi corazón latía con fuerza. Me acerqué a mi maestro.

Más adelante, el padre del alumno invita a su casa al maestro, lo hace sentar en el lugar de honor y le dice:

Desata la mano de mi hijo, haz de él un experto. Enséñale todas las delicadezas del arte del escriba...

La época en que la epopeya de Gilgamesh terminó de integrarse remonta aproximadamente al siglo XXV antes de nuestra era, pero debe tenerse en cuenta que los textos describían a la sazón un tema ya mítico, con un acento y un espíritu que eran los de su tiempo. Los héroes conducen la acción del poema; los simples humanos, con excepción de la hieródula, o prostituta sagrada del templo, representan un papel secundario. El nombre del héroe, Gilgamesh, que no ha sido explicado aún de una manera satisfactoria, es el equivalente de su nombre en sumerio y se escribía Iz-tu-bar. En los textos babilónicos, el nombre del héroe constaba abreviado: Gish. En una lista de la primera dinastía de Uruk consta que:

El divino Lugalbanda, un pastor, reinó durante 1,200 años. El divino Dumuzi, un pescador, nacido en Eridu, reinó durante 100 años... Gilgamesh, cuyo padre era un tal Lilla, sacerdote de Kullab (barrio religioso de Uruk), reinó durante 120 años. Ur-Nun-gal, hijo de Gilgamesh, reinó durante 15 años…

Aunque Gilgamesh declara descender de Lugalbanda, no era de estirpe real, y si llegó a ser rey de Uruk fue a causa de sus hazañas. Según la leyenda, su madre fue una diosa muy conocida, Ninsun, sacerdotisa de Shamash, dios del sol. Su nombre puede traducirse por “la diosa vaca”, lo que parece indicar la forma bajo la cual la representaban sus primeros adoradores. Lilla, el nombre del padre de Gilgamesh, significa “imbécil, medio loco”, pero lo más verosímil es dar a este término el sentido de lillu: demonio. Ese demonio se había unido a Ninsun, y por eso Gilgamesh, concebido por un demonio y una diosa, no fue completamente un dios. Sin embargo, será invocado por el pueblo como una divinidad, sobre todo en la época sumeria, según puede comprobarse en un himno que se le dirigía para solicitar la curación de los enfermos:

Oh Gilgamesh, gran rey, juez delegado de los dioses del cielo, príncipe, gran dispensador de órdenes para la humanidad, vigilante de todos los países, gobernador del mundo, señor de todo lo que existe en la tierra, tú juzgas soberanamente y como un dios dictas sentencia.

Enkidu, su fraternal compañero, es también hijo de una diosa, pero, como Adán, es creado con arcilla y representa la fuerza brutal y el despertar de lo humano tras haber conocido el amor de la mujer. Enkidu pasa así del estado de naturaleza a la civilización, mediante una revolución que se efectúa no sin sacudidas y dolor. De todas las divinidades del panteón súmero-acadio, Ishtar es la que se mezcla más directamente con el destino de los hombres. En el poema, la diosa vive en Uruk, en su templo, el Eanna o Casa del Cielo, rodeada de sus sacerdotisas.

En la época asiria, Ishtar era la diosa de la guerra y, al mismo tiempo, de la fertilidad, el amor y las fuerzas de la naturaleza. Cuando en un sueño se revela al rey Asurbanipal para anunciarle la victoria, no deja de recordarle que lo alimentó con su leche. Es como cortesana de los dioses que se ofrece a Gilgamesh, como se ha ofrecido a tantos. Bajo este aspecto, Ishtar presenta una curiosa semejanza con la diosa conocida por el nombre de Kilili sha apati, “Kilili de las ventanas”, porque desde ellas llamaba a los hombres. También se la llamaba Kilili mushirtu, o sea, “Kilili que se asoma", o bien “diosa de los muros y de las columnas”, y se la pintaba sentada en los rincones oscuros de las murallas de la ciudad.

Cuando Ishtar se presenta acompañada de su séquito, éste está formado por las hieródulas o prostitutas sagradas adscritas al templo de la diosa. Una prostituta de esta categoría desempeña un papel importante en el poema de Gilgamesh. En la antigüedad asirio-babilónica la prostitución sagrada era muy distinta de la prostitución ordinaria.

En el código de Hammurabi se detallan los derechos particulares de las hieródulas, “las mujeres de Marduk”, que vivían en comunidad y estaban protegidas contra el escándalo por las mismas leyes que amparaban la reputación de las mujeres casadas. Además de la prostitución permanente, existía en la antigua Babilonia una prostitución sagrada ocasional. Una vez en su vida, cada mujer babilónica debía ir a sentarse en el templo de la diosa de la fecundidad hasta que un extranjero se acercara a ella y, tras arrojar sobre sus rodillas una moneda de plata, dijera: “Invoco a Milita en tu favor". La mujer, entonces, debía seguir al hombre hasta las dependencias del templo, y el dinero de esta manera obtenido se consideraba sagrado.