La escuela de las mujeres - Molière - Molière - E-Book

La escuela de las mujeres - Molière E-Book

Moliere

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Beschreibung

La escuela de las mujeres es una obra de Molière que examina las dinámicas de género y la educación de las mujeres en la sociedad del siglo XVII. La trama gira en torno a Arnolfo, un hombre que, temiendo que su futura esposa se vea influenciada por la educación masculina, decide criar a su pupila, la joven Ágata, en un ambiente de ignorancia. A lo largo de la obra, Molière critica las nociones restrictivas sobre el papel de la mujer en la sociedad, sugiriendo que la falta de educación es perjudicial tanto para hombres como para mujeres. La obra sigue siendo relevante hoy en día por su exploración de la desigualdad de género y la educación. Al cuestionar las normas y restricciones impuestas a las mujeres, La escuela de las mujeres invita a reflexionar sobre el valor de la educación y la necesidad de un cambio en las percepciones sociales.

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Molière

LA ESCUELA DE LAS MUJERES

Título original:

"L'École des femmes,"

Primera edición

Sumario

PRESENTACIÓN

LA ESCULA DE LAS MUJERES

Acto primero

Acto segundo

Acto tercero

Acto cuarto

Acto quinto

PRESENTACIÓN

Molière

1622 – 1673

Molière fue un dramaturgo y actor francés, considerado uno de los más grandes escritores de la comedia en la literatura occidental. Nacido en París bajo el nombre de Jean-Baptiste Poquelin, Molière es reconocido por sus agudas observaciones sobre la sociedad y el comportamiento humano, utilizando el humor para exponer la hipocresía, los vicios y las absurdidades de su tiempo. Su estilo satírico y su habilidad para crear personajes inolvidables han cimentado su legado como uno de los maestros del teatro universal.

Primeros Años y Formación

Molière nació en el seno de una familia burguesa acomodada. Inicialmente, fue educado en derecho, pero decidió dejar la carrera legal para dedicarse al teatro. Fundó su propia compañía teatral en 1643, aunque los primeros años fueron difíciles, enfrentando deudas y fracasos. No fue hasta que consiguió el favor del rey Luis XIV que su carrera despegó, consolidando su reputación como dramaturgo de la corte.

Carrera y Contribuciones

A lo largo de su carrera, Molière escribió y actuó en algunas de las comedias más influyentes del siglo XVII. Obras como Tartufo (1664), El avaro (1668) y El enfermo imaginario (1673) exploran temas universales como la avaricia, la falsedad religiosa y la obsesión por la salud. Tartufo, una de sus obras más polémicas, critica la hipocresía religiosa, lo que le valió la censura de la Iglesia y enfrentamientos con sectores poderosos de la sociedad.

Su capacidad para equilibrar lo cómico y lo crítico lo convirtió en un dramaturgo innovador, capaz de hacer reflexionar a su audiencia mientras les arrancaba carcajadas. Molière también fue pionero en el uso del lenguaje coloquial y los personajes de la vida cotidiana, alejándose de los héroes idealizados de la tragedia clásica.

Impacto y Legado

Molière transformó el teatro francés, combinando el entretenimiento con el análisis social. Su obra influyó no solo en sus contemporáneos, sino en generaciones posteriores de dramaturgos y escritores. Se le atribuye haber sentado las bases de la comedia moderna, creando personajes como Harpagón, el avaro, y Argan, el hipocondríaco, que siguen siendo relevantes y representados en los escenarios de todo el mundo.

A pesar de las críticas y ataques de algunos sectores, Molière contó con el apoyo incondicional de Luis XIV, quien le permitió seguir escribiendo y actuando sus obras más audaces. Este respaldo fue crucial para el desarrollo de su carrera y la difusión de su obra.

Muerte y Legado

Molière falleció en 1673 mientras interpretaba el papel principal en El enfermo imaginario, irónicamente una sátira sobre un hombre hipocondríaco. Sufrió una hemorragia en el escenario y murió pocas horas después. Su muerte, como su vida, estuvo envuelta en controversia, ya que la Iglesia inicialmente se negó a darle sepultura cristiana debido a las críticas religiosas presentes en sus obras.

Hoy en día, Molière es recordado como el genio de la comedia francesa. Su aguda crítica a las debilidades humanas, su manejo del lenguaje y su valentía para enfrentar el statu quo le aseguran un lugar preeminente en la historia de la literatura y el teatro. Sus comedias siguen siendo interpretadas y admiradas por su relevancia atemporal, reflejando las contradicciones de la naturaleza humana con humor y profundidad.

De orden superior.

Madrid, en la Imprenta Real.

Año de 1812.

Al rey nuestro señor

Señor:

Testimonio indeleble de la protección que dispensa V. M. a las letras humanas será esta traducción de Molière dada a luz a expensas de la Imprenta Real por orden de V. M. En un tiempo en que las calamidades públicas tanto han disminuido los recursos del Real Erario, la próvida mano de V. M. halla todavía medios de amparar a los amantes de las Musas; y en el reinado de V. M., en medio de los disturbios de una guerra intestina, han resonado por la vez primera en el teatro de la Corte los acentos del Príncipe de los antiguos y modernos cómicos, vueltos en idioma castellano, no con aquella impropiedad y desaliño que en otras versiones anteriores los habían afeado. Feliz yo si consigo no desmerecer, en las comedias de este grande ingenio que me quedan por traducir, el concepto que han debido a V. M. las que ya se han representado, y por el cual se ha dignado permitirme que saliesen bajo su soberano auspicio.

Señor:

A los R. P. de V. M.

Josef Marchena.

LA ESCULA DE LAS MUJERES

Prólogo

Sale a luz la Escuela de las Mujeres de Molière, representada en el teatro de la Corte, y traducida por la misma pluma que puso en castellano el Hipócrita. Sucesivamente se irán publicando las otras comedias de Molière; y si el traductor da felice cima a tan ardua empresa, sacará el público español la imponderable utilidad de poseer en el idioma patrio el más perfecto dechado de la buena comedia; y los extranjeros que quieran aprender nuestra lengua el de hallar un libro que, con las comedias de Moratín y otros pocos más de los coetáneos, les enseñe la habla castellana sin resabios de idiotismos o afrancesados o tudescos, y en todo caso bárbaros, que ésta desconoce.

Se irán publicando las comedias de Molière cada una de por sí, y a medida que se fueren representando. Como apéndice de esta versión saldrán, adjuntas a algunas de ellas, disertaciones acerca de nuestro teatro, en que, sin disimular los gravísimos yerros en que incurrieron nuestros antiguos poetas, haremos notar las hermosuras que a vueltas de ellos en sus producciones se encuentran. Trataremos en otras de la comedia francesa, del teatro cómico en general, etc.; de modo que la colección de estos discursos pueda ser reputada por una Poética de la Comedia. [328]

PERSONAJES

D. LIBORIO, o el Vizconde del Atochal.

D.ª ISABELITA, hija de D. ENRIQUE.

D. LEANDRO, amante de D.ª ISABELITA, hijo de D. PABLO.

D. ANTONIO, amigo de D. LIBORIO.

D. ENRIQUE, cuñado de D. ANTONIO y padre de D.ª ISABELITA.

D. PABLO, padre de D. LEANDRO y amigo de D. LIBORIO.

COSME, villano, criado de D. LIBORIO.

BLASA, villana, criada de D. LIBORIO. UN ESCRIBANO.

La escena en Madrid plazuela de las Comendadoras de Santiago.

Acto primero

Escena I

D. ANTONIO, D. LIBORIO.

D. ANTONIO:

¿Dice usted que va a casarse?

D. LIBORIO:

Y sin pasar de mañana.

D. ANTONIO:

Amigo, aquí estamos solos, y nadie oye lo que se habla.

¿Quiere usted que diga claro lo que pienso?

Aventurada resolución me parece la de usted, y aun temeraria.

Mucho temo que estas bodas le han de salir a la cara.

D. LIBORIO:

No extraño yo esos temores.

Usted, sin salir de casa, acaso encuentra

motivos justos de miedo,

y le espanta mi suerte ya de antemano.

Yo la frente levantada andaré siempre,

y no hay miedo que me la agobie la carga.

D. ANTONIO:

Esos, compadre, son golpes de la fortuna voltaria.

D. ANTONIO:

Que no pueden remediarse,

y son precauciones vanas y necias

cuantas se toman contra ellos.

Aquí la causa de que me asusten sus bodas

Es tanta pesada chanza

con que usted a mil maridos los zahiere

en todas cuantas ocasiones se presentan,

pregonando cuanto indaga

Sobre ocultos galanteos.

D. LIBORIO:

¿Quién, sin ser Job, aguantara

la paciencia y sufrimiento

de tanto marido que anda por Madrid?

En esta tierra son de condición tan mansa

Los hombres, que es un prodigio.

Aquel sin cesar afana

por amontonar dinero,

que luego su mujer gasta

Con quien le mete en el gremio.

De estotro es menos contraria

la estrella, que mil galanes

a su esposa la regalan,

Y él muy sosegado piensa

que obsequian así sus raras

virtudes, y el muy babieca

no advierte su propia infamia.

Uno mete mucha bulla,

que no le sirve de nada;

otro lo consiente todo;

y así que ve entrar en casa

El cortejo, en diligencia

coge el sombrero, y se marcha.

Aquélla dice al marido

que la requiebra con ansia

Don Cirilo, y le recibe

muy tiesa y muy remilgada

cuando está el tonto delante,

que se le cae la baba,

Y compadece al galán,

sin que haya para ello causa.

Otra se feria mil joyas,

y dice que juega y gana;

Y sin saber a qué juego,

el marido se lo traga,

dándole gracias a Dios.

D. ANTONIO:

¿De que le pinten las cartas bien a su mujer?

Por fin, es cuento que no se acaba

la historia de los maridos.

¿Y quiere usted que yo no haga

escarnio de tanto necio como...?

D. LIBORIO:

Y si la suerte varía,

le mete en la cofradía a usted,

¿no ve con qué ganas le van a hacer el buz todos?

Y no mal se le empleará.

También yo oigo a muchas gentes

que de galanteos hablan

y refieren mil historias,

o verdaderas o falsas,

De maridos engañados,

y de mujeres livianas.

Pero aunque yo desapruebe

la sobrada tolerancia de muchos,

Y nunca aguante ciertas cosas en mi casa,

que otros llevan con paciencia,

nunca digo una palabra;

porque puede ser que un día

Me coja la rueda,

y hagan burla de mí los burlados.

Así que, si de mi mala estrella

el influjo quiere

Que alguna desdicha humana

venga sobre mi cabeza,

si de ella las gentes hablan,

tendré al menos el consuelo

Que lo dirán en voz baja;

y acaso se encontrará

también alguna buen alma

que se duela de mi suerte;

Pero usted, compadre,

se halla en situación muy distinta;

y habiendo siempre hecho

tanta rechifla de los maridos

Que motejan de cachaza,

guarde si no anda derecho;

que en las calles y en las plazas,

no lluevan sobre usted pullas,

Y no tomen tal venganza

los agraviados...

D. LIBORIO:

¡Dios mío!

No tema usted que tal hagan.

Aquel que me la pegare,

a fe que ha de tener maña.

¿Piensa usted que no sé yo

las picardías, las trampas

que acostumbran las mujeres,

y con que a los tontos clavan?

Para que no puedan darme papilla,

la que se casa conmigo

es tan inocente como los niños que maman.

D. ANTONIO:

¿Y quiere usted que una tonta...?

D. LIBORIO:

Una tonta es una alhaja

para no volverse tonto.

No pretendo poner tacha

a su mujer de usted;

pero una discreta es muy mala

de guardar; sí, amigo mío;

algunos sé yo que rabian

porque sus mitades son ladinas.

No es mala carga; una marisabidilla