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Este ebook presenta "La tempestad de nieve", con un sumario dinámico y detallado. La tempestad de nieve es una novela de Alexander Pushkin y cuenta la historia de dos grandes amores, de cómo la diferencia de clases los separa, así como la falta de apoyo de los padres hacia los hijos, la falta de comunicación. María Gavrílovna es una joven rusa que se enamora de Vladimir, un alférez del ejército. Debido a la humilde condición del muchacho, los padres de María no aprueban la relación. Los amantes deciden que la única solución a sus penas amorosas es fugarse y casarse en secreto. Para llevar a cabo la boda clandestina, planean encontrarse en la aldea de Zhádrino. La noche señalada, se levanta una fuerte tormenta de nieve que impide a Vladimir llegar a tiempo. Los novios no se encuentran y, poco tiempo después, él muere en el frente. Durante muchos meses María rechaza a todos sus pretendientes, fiel al recuerdo de su amado. Hasta que un día llega a la aldea Burmín, un coronel discreto e inteligente que despertará de nuevo el interés en María... Aleksandr Serguéyevich Pushkin (1799 – 1837) fue un poeta, dramaturgo y novelista ruso, fundador de la literatura rusa moderna. Fue pionero en el uso de la lengua vernácula en sus obras, creando un estilo narrativo —mezcla de drama, romance y sátira— que fue desde entonces asociado a la literatura rusa e influyó notablemente en posteriores figuras literarias como Gógol, Dostoyevski, Tolstói y Tiútchev, así como en los compositores rusos Chaikovski y Músorgski.
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Seitenzahl: 23
Veröffentlichungsjahr: 2013
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Alexander Pushkin
(texto completo)
e-artnow, 2013
A finales de 1811, en tiempos de grata memoria, vivía en su propiedad de Nenarádovo el bueno de Gavrila Gavrílovich R**. Era famoso en toda la región por su hospitalidad y carácter afable; los vecinos visitaban constantemente su casa, unos para comer, beber, o jugar albostona cinco kopeks con su esposa, y otros para ver a su hija, María Gavrílovna, una muchacha esbelta, pálida y de diecisiete años. Se la consideraba una novia rica y muchos la deseaban para sí o para sus hijos.
María Gavrílovna se había educado en las novelas francesas y, por consiguiente, estaba enamorada. El elegido de su amor era un pobre alférez del ejército que se encontraba de permiso en su aldea. Sobra decir que el joven ardía en igual pasión y que los padres de su amada, al descubrir la mutua inclinación, prohibieron a la hija pensar siquiera en él, y en cuanto al propio joven, lo recibían peor que a un asesor retirado.
Nuestros enamorados se carteaban y todos los días se veían a solas en un pinar o junto a una vieja capilla. Allí se juraban amor eterno, se lamentaban de su suerte y hacían todo género de proyectos. En sus cartas y conversaciones llegaron a la siguiente (y muy natural) conclusión: si no podemos ni respirar el uno sin el otro y si la voluntad de los crueles padres entorpece nuestra dicha, ¿no podríamos prescindir de este obstáculo? Por supuesto que la feliz idea se le ocurrió primero al joven y agradó muchísimo a la imaginación romántica de María Gavrílovna.
Llegó el invierno y puso término a sus citas, pero la correspondencia se hizo más viva. En cada carta Vladímir Nikoláyevich suplicaba a su amada que confiara en él, que se casaran en secreto, se escondieran durante un tiempo y luego se postraran a los pies de sus padres, quienes, claro está, al fin se sentirían conmovidos ante la heroica constancia y la desdicha de los enamorados y les dirían sin falta:
—¡Hijos, venid a nuestros brazos!