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Francisco de Quevedo - La Vida de Marco Bruto es un ensayo de reflexion política en el que se glosa la vida del celebre asesino de Cesar escrita por Plutarco.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
Francisco de Quevedo
Ningún autor resume mejor que FRANCISCO
DE QUEVEDO (1580-1645) lo que fue la Es-paña del Barroco, con su grandeza herida y su obsesión por vencer en el arte la progresi-va ruina personal y social. Conocedor de las literaturas española, italiana y francesa, culti-vó todos los géneros con igual genialidad, desde el soneto maravilloso hasta la novela picaresca, pasando por los textos filosóficos y políticos. A estos últimos pertenece VIDA DE
MARCO BRUTO, en la que Quevedo traza una biografía atormentada de este personaje, protagonista de un drama que modificó la historia del mundo.
MARCO BRUTO
ESCRÍBELE POR EL TEXTO DE PLUTARCO
DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS, CABALLERO DEL HÁBITO DE SANTIAGO Y
SEÑOR DE LA TORRE DE JUAN ABAD
Al Excelentísimo señor don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza de la Vega y Luna, Duque del Infantado, Señor de las Casas de Mendoza y de la Vega, Conde de Lerma y Marqués de Cea, Marqués del Cenete, Marqués de Santillana, Marqués de Argüeso, Marqués de Campo, Conde de Saldaña, Conde del Real de Manzanares, Conde del Cid, Señor de Hita y Buitrago, Señor de las Baronías de Alberique, Alcocer, Alazquer y Gavarda, Señor de la Provincia de Liébana y de las Hermandades de Álava, Señor de la villa de Jadraque y su tierra, Señor de las villas del Sexmo de Durón, Señor de Ayora y Tordehumos, etc.; Comen-dador de Zalamea, de la Orden de Caballería de Alcántara, mi señor.
Excelentísimo señor:
Marco Bruto (excelentísimo señor) fue por sus virtudes, esclarecida nobleza, elocuencia incomparable y valor militar, el único blasón de la república romana; lo que mostró yéndose en defensa de la patria a los riesgos de la batalla farsálica, en que se perdió con el grande Pompeyo en las guerras civiles.
Invíole a vuecelencia para que, escrito, aprenda con mortificación suya a militar en semejantes guerras parientas con vitoria.
Tales han sido las de Cataluña, con el raro y sin comparación glorioso suceso de Lérida, en cuyo sitio vuecelencia ha sido soldado en el ejército y ejemplo a los soldados, coronando su grandeza más gloriosamente con lo rústico de la fagina, que con las presunciones del laurel, cuyas ramas mancilla la recordación de haber sido ninfa.
No pidió menor desempeño el determinarse vuecelencia a seguir, como le fue posible, el ejemplo nunca bastantemente admirado de nuestro grande, mayor y máximo monarca don Felipe IV: su determinación añadió al ejército lo que le faltaba para tan dilatada circunvalación; su constancia ha sido batería; sus órdenes, vitoria; su piedad magnánima, logro del triunfo.
Esto, pues, estando tanto peor alojado que los más pobres mosqueteros, cuanto es peor que una barraca un hospital, siendo así que Fraga lo ha sido de todo el campo, habitada del horror de heridos y muertos: sitio menos seguro de la enfermedad y del enemigo, que los cuarteles.
Señor, no presumo que vuecelencia leerá este libro; prométome le recibirá. Séame líci-to compararme conmigo: si todo lo que he escrito ha sido defetuoso, esto es lo menos malo. Si algo ha sido razonable, esto es mejor. De mucho que debo a vuecelencia le doy lo menos, y me quedo con lo más. Lo que invío es una demostración en pocas hojas.
Quédome con inmenso cúmulo de honras y favores que de vuecelencia he recibido.
Guarde nuestro Señor a vuecelencia, como deseo.
Madrid, 4 de agosto de 1644.
Por comisión del señor licenciado Gabriel de Aldama, vicario general de Madrid, he visto este libro intituladoVida de Marco Bruto, cuyo autor es D. Francisco de Quevedo Villegas, caballero de la Orden de Santiago; y reconozco en él muy útiles advertimientos políticos para ejemplo y escarmiento, tanto que se conoce en ellos más intención de aprovechar a otros que ambición de alabanza propia.
El estilo es el que en tantas obras suyas hemos leído, traducidas en los idiomas italiano, inglés, flamenco, francés y latino. No hay en esto voz que ofenda las buenas costumbres, ni discurso contrario a nuestra santa fe católica romana, y así, me parece digno de la licencia que pide.
En Madrid, a 16 de junio de 1644.
APROBACIÓN DEL DOCTOR DON ANTONIO CALDERÓN, CANÓNIGO MAGISTRAL DE LA SANTA IGLESIA DE TOLEDO
Vuestra alteza me mandó viese laVida de Marco Bruto que ha escrito D. Francisco de Quevedo Villegas, caballero de la Orden de Santiago. Hela visto, y no hallo en ella cosa que desdiga de la religión y costumbres cris-tianas. Lo que hallo es en pocas hojas muchos volúmenes de la más atenta política.
Aquí enseña a los príncipes el gobierno, a los vasallos la obediencia, a todos el celo del bien público.
Traduce D. Francisco a Plutarco y le comenta; y aunque aquel autor dejó mucho y bien dicho, muestra D. Francisco en la traducción que lo bien dicho se pudo decir mejor, y en el comento que lo mucho pudo ser más. Y excediendo a Plutarco D. Francisco en los discursos, hace que Plutarco exceda a Plutarco en el texto.
En esta obra une a la lengua española la majestad de la latina, con la hermosura de la griega, para envidia y admiración de las de-más.
LaCuestión políticade Julio César es otro testigo desta verdad; y laSuasoria séptima de Marco Séneca, traducida, muestra que Séne-ca, como español, habla mejor en español que en latín, y que persevera en España la familia de los Sénecas en el ingenio, ya que no en la sangre. Dejóse el cordobés indefensa la segunda parte de laSuasoria, porque la juzgó indefensible; y D. Francisco, tomándola a su cargo, la ha hecho más fácil y aun la ha persuadido.
Parece que Séneca se ha estado casi diez y seis siglos estudiando la respuesta, y que ahora la pronuncia por boca de D. Francisco con las ventajas de tan larga meditación.
Ceso, porque no se me manda panegírico, sino censura; y sólo digo que en esta obra no sólo se ha excedido D. Francisco a todos, sino a sí mismo; y que es digna de la estampa por el más ilustre blasón del lenguaje español, y la más ardiente envidia de los extranjeros.
Éste es mi parecer, etc.
En Madrid, a 22 de junio de 1644.
DOCTOR DON ANTONIO CALDERÓN
JUICIO QUE DE MARCO
BRUTO HICIERON LOS AUTORES EN SUS OBRAS
Siempre amé, como sabes, a Marco Bruto, por su ingenio sumo, suavísimas costumbres, singular bondad y constancia; empero en los idus de marzo tan grande amor añadió al que le tenía, que me admira hubiese lugar de aumentar la afición que a sus méritos, en mí, parecía no poder ser mayor. CICERÓN, libro 14 de lasEpístolas a Ático, epístola 17.
Fue, empero, Casio tanto mejor capitán, cuanto varón Bruto. De los cuales más desea-ras a Bruto por amigo, y más temieras a Casio por contrario: en el uno era mayor fuerza, en el otro mayor virtud. Los cuales si vencie-ran, cuanto importara a la república más que reinara César que Antonio, tanto fuera más útil tener a Bruto que a Casio. VELEYO, en el libro 2 de suHistoria
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