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De cómo dentro de una madriguera cabía un traje de astronauta. De las noches árabes, de las suyas y de las que descubrimos nuestras en cuanto asomamos a estas páginas. De los escritores muertos o modernos que desfilan, claros o velados, vivos todos. De bares y de vinos, incluido el de Abu Nuwas. Al abrigo de la chaqueta de Stevenson, y de estos versos, pasemos la noche.
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Seitenzahl: 19
Veröffentlichungsjahr: 2013
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Las noches árabes
Miguel Martorell
A los que estuvieron o están
y a los que pisaron la luna
De cómo dentro de una madriguera cabía un traje de astronauta
Pensé que había encontrado un lugar donde dejar reposar todas aquellas palabras y cuando regresé a casa me encontré a Platón entrevistando a un poeta romántico del sigloXIXen mi cocina.
Viendo que no había espacio allí entre tanta mayéutica y gesto afectado, me disfracé de Hemingway, al que imagino como un bronco boxeador con un portentoso bigote y hastiado hasta de sí mismo, y bajé al bar.
En sillas de aluminio incomodísimas debatí con el cadáver maloliente de Keats, en el baño me encontré con Anderson y Malick, añoré a Cernuda, envidié a Cuenca, García y Marzal, coincidí con Valera y Villena, le pedí fuego a Laporte y Francoy, vi en un periódico a Nicanor Parra y conocí a músicos y otros seres mitológicos que solo yo recuerdo (que me perdonen todos a los que olvido).
Me detuve y me entretuve en concederme tiempo para beber con todos ellos, porque como bien viene a decir Jabois: beber mientras se escucha es de ser civilizados.
De vuelta me quedé dormido en el autobús y desperté con los cantos que emitían más de cien minaretes en su llamada al rezo y recordé los rubaiyats al vino de Abu Nuwas, el hedonismo y las preguntas que se hizo Omar Jayam.
Como ya había amanecido dejé pasar el siguiente metro, acepté con gusto la chaqueta ya usada de Stevenson que me cedieron y decidí volver silbando entre dientes la música que había descubierto en todo aquello.
Así fue como tomé la seria determinación de no salir jamás de casa sin mi casco.
ME DICEN POETA
Yo, que me paso la vida sufriendo jet lag,
me dedico a tejer palabras prestadas
en un extraño telar
que se hace de música y miradas furtivas
a través de las grietas de la realidad
Yo, que emborracho a las horas con letras,
paseo, diligente o ausente,
por el correr de las vidas,
he elegido combatir su olvido
tomando de otros sus miradas atentas
y sus mejores sorbos de vino
Yo, que me extravío
por no encontrarme,
me agoto, a los dos pasos,
de seguir cualquier camino
y busco en el reverso de los versos