Leer para escribir - Silvia Garavito Constantín - E-Book

Leer para escribir E-Book

Silvia Garavito Constantín

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  • Herausgeber: CESA
  • Kategorie: Fremdsprachen
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2021
Beschreibung

Leer para escribir es un libro que se hace cargo de las actividades de lectura imprescindibles para que un estudiante de los primeros semestres de universidad, sin importar su carrera, pueda enfrentar de manera exitosa las tareas de búsqueda de fuentes y de escritura que le demandará su formación académica. Se enfoca, concretamente, en los tres objetivos comunicativos fundamentales dentro de la universidad: "Leer para informar", "Leer para argumentar" - los desempeños más relevantes que exige el trabajo con la lengua escrita en la universidad -, y "Leer para resolver", vinculado con los procesos de aprendizaje de las matemáticas y que constituye una de las principales dificultades de los estudiantes en los primeros años de su carrera universitaria. Con los tres, se busca que los estudiantes con algún tipo de dificultades de comprensión lectora logren superarlas y, con ello, disminuir los índices de deserción estudiantil en los primeros semestres de las carreras profesionales.

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808.066378 / L486l 2021

Leer para escribir, leer para informar, leer para argumentar y leer para resolver en la universidad / Silvia Garavito Constantín… [y otros 5]. Bogotá: Colegio de Estudios Superiores de Administración – CESA, 2021. 336 páginas.

DESCRIPTORES:

1. Escritura – Estrategia y técnicas 2. Lectura 3. Organización de la información – Estrategia y técnicas 4. Recuperación de información 5. Lingüística estructural - Métodos de enseñanza 6. Comprensión de lectura.

© 2021 CESA ‒ Colegio de Estudios Superiores de Administración

© 2021 Silvia Garavito-Constantín

© 2021 Nicolás Gómez

© 2021 Catalina Isaza-Cantor

© 2021 Juan Cubillos-Quecán

© 2021 Lina Calle-Arango

© 2021 Javier H. Murillo

ISBN Impreso: 9789588988559

ISBN Digital: 9789588988566

Editorial CESA

Casa Incolda

Diagonal 34a No 5a - 23

www.editorialcesa.com

www.cesa.edu.co

[email protected]

Bogotá, D.C, Julio de 2021

Dirección: Editorial CESA

Corrección de estilo: José Ignacio Cursio

Diagramación: Yimmy Alberto Ortiz Arias

Impresión: Imagepriting

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito.

Diseño epub:

Hipertexto – Netizen Digital Solutions

Contenido

Introducción

A. Leer para informar y leer para argumentar

1. La información adecuada y cómo buscarla

1.1. La información que necesito

Paso 1: Identificar el propósito central de la tarea

Paso 2: Definir y delimitar la búsqueda de información

Paso 3: Determinar el tipo de información que se necesita

Paso 4: Establecer las posibles fuentes de consulta

En síntesis…

Yo construyo

Ejercicios

Ejercicio a

Ejercicio b

Que no nos pase

1.2. Búsqueda de la información

Paso 1: Definir las palabras clave

Paso 2: Establecer estrategias de búsqueda

Paso 3: Explorar los buscadores

Búsqueda de fuentes primarias

Búsqueda de fuentes secundarias

En síntesis…

Yo construyo

Ejercicios

Ejercicio a

Ejercicio b

Que no nos pase

2. Estrategias de lectura y organización de la información

2.1. Estrategias de lectura y toma de apuntes

Paso 1:    Establecer el foco de lectura

Paso 2:    Realizar una lectura de barrido

Paso 3:    Subrayar o resaltar

Planificar convenciones

Tipos de subrayado o resaltado

Paso 4:    Toma de apuntes

Ejemplos

Caso 1

Caso 2

Caso 3

Caso 4

Caso 5

En síntesis…

Yo construyo

Ejercicios

Ejercicio a

Ejercicio b

Ejercicio c

Ejercicio d

Ejercicio e

Ejercicio f

Que no nos pase

2.2. Estrategias de organización de la información

Algunos tipos de organizadores gráficos

Diagrama de Venn

Mapa conceptual jerárquico

Telaraña o mapa de araña

Organizadores gráficos secuenciales

Mapa mental

En síntesis…

Recomendaciones generales para el uso de los organizadores gráficos

Ejercicios

Ejercicio a

Ejercicio b

Ejercicio c

Ejercicio d

Que no nos pase

B. Leer para resolver

Paso 1: Comprender

Paso 2: Formular

Descripción de variables

Traducción de las ecuaciones

Traducción a ecuaciones

Palabras clave que significan igualdad (=)

Palabras clave que significan suma (+)

Palabras clave que significan resta (-)

Palabras clave que significan multiplicación (x)

Palabras clave que significan división (÷)

Palabras clave que significan desigualdades (>, ≥, < y ≤)

Ejemplos:

Ejemplos de formulación con las diferentes operaciones vistas

Ejemplos de aplicación de los dos pasos vistos: comprender y formular

Paso 3: Resolver

Paso 4: Verificar

Paso 5: Concluir

En síntesis…

Yo construyo

Ejercicios

Ejercicio a

Ejercicio b

Ejercicio c

Que no nos pase

Bibliografía

Notas al pie

INTRODUCCIÓN

 

Leer es una actividad que realizamos permanentemente. Leemos en la calle, en el centro comercial, en el transporte público y en la casa. Leemos en nuestras computadoras y teléfonos móviles cuando usamos aplicaciones como WhatsApp o Facebook. Leemos conscientemente, con la intención de buscar una información específica, y también a veces leemos sin darnos cuenta. Leemos textos (aquellos compuestos por signos lingüísticos), pero también puede decirse que leemos otros tipos de signos y otros tipos de textos, como los que son comunes en las matemáticas o en la música, por ejemplo, o los gráficos y las imágenes que recibimos a diario de la publicidad. Pero como la lectura no es solo decodificar letras y sonidos, leemos también en otros espacios de nuestra vida, más complejos y a veces también oscuros: leemos los gestos de nuestros seres queridos, las intenciones de quienes nos rodean e, incluso, buscamos las marcas de nuestro destino en las cartas, en las estrellas, en el chocolate o en las entrañas de los animales, como los antiguos romanos.

Existen variadas maneras de leer, y muchas de ellas están condicionadas por la intención con que lo hacemos. Cuando nos levantamos leemos nuestro reloj para saber qué hora es. Posiblemente leemos también el diario en las mañanas para informarnos sobre sucesos ocurridos en nuestra ciudad, país y el mundo. Cuando nos transportamos leemos las señales de tránsito para guiarnos, o los letreros del transporte público para saber qué bus debemos tomar. Leemos la correspondencia que nos llega a la casa o al correo electrónico para descubrir qué tienen los demás que comunicarnos, y leemos las cuentas de luz, agua, etc., para informarnos de los valores que tenemos que pagar. Leemos los letreros de las películas cuyo audio está en idiomas distintos del nuestro para entender qué dicen los personajes. Leemos los mensajes de Instagram para compartir experiencias o hacer mercadeo personal, o simplemente para actualizarnos sobre la vida de nuestros conocidos, y Twitter para informarnos sobre lo que opinan personas o entidades que nos interesan… Pero no leemos siempre de la misma forma: no leemos con la misma atención la novela que nos tiene fascinados o el volante promocional de una cafetería que nos es entregado mientras caminamos por la calle. Leemos todos los días y en todo momento de nuestra vida. La lectura es un elemento constitutivo de nuestra cotidianidad y determina la forma en la que vivimos en sociedad.

En este libro nos ocuparemos solo de dos tipos de lectura específicos: aquel que da cuenta de signos lingüísticos que componen textos, textos formales, y que tiene lugar fundamentalmente en el ámbito académico, en el colegio o en la universidad; y el que se usa para resolver problemas que involucran números y operaciones matemáticas. Además, nos enfocaremos en la lectura con un propósito definido; esto es, no en la lectura con un fin lúdico o placentero (como cuando leemos por mera diversión, curiosidad o entretenimiento, con la literatura o con nuevos medios de comunicación como las redes sociales), sino en aquella lectura que es apenas un medio, un instrumento para conseguir otro. Hablamos, de esta manera, de leer para escribir; de leer para comunicar, algo, por escrito: cualquier información que pueda ser dada a través de signos lingüísticos o de signos matemáticos. De ahí el título de nuestro libro.

La estructura del libro obedece, pues, a tal propósito. El volumen está dividido en dos grandes apartes: “Leer para informar y leer para argumentar” y “Leer para resolver”. El primero hace referencia a lo que hemos llamado los signos lingüísticos, a los textos con los que un lector corriente se puede encontrar en la universidad. Y el segundo, a esos otros textos que constituyen la materia prima del estudio de las matemáticas: los problemas y las situaciones comunicativas que incluyen números y valores, fórmulas y sus planteamientos y sus resultados.

Cada uno de estos dos apartes está dividido en secciones y en pasos concretos en los cuales se explican los procedimientos para alcanzar los propósitos planteados. A continuación se presenta un resumen en el que se resaltan las ideas principales del capítulo, y los elementos que no deberían olvidarse (“En síntesis”). Después, se procede a aplicar lo visto en el capítulo en una reconstrucción propia del conocimiento, donde se practica lo aprendido (“Yo construyo”). Luego se proponen los ejercicios que el estudiante debe desarrollar para comprobar que se ha apropiado de la información; finalmente, en un último aparte se da cuenta de los errores en los que podría caer el estudiante y se anticipan las principales dificultades que podría enfrentar al trabajar en cada uno de los temas (“Que no nos pase”).

Leer en el entorno académico

Las situaciones formales y académicas demandan ciertas tareas de escritura y, como es natural, estas implican también determinadas formas de lectura. En el entorno académico leemos para buscar información específica, para dar cuenta de un concepto, de una idea específica. Para demostrar (o para negar) una de nuestras ideas; leemos para conocer los temas que nos presentan los profesores, pero también para poner por escrito este conocimiento. Informar, argumentar y resolver suelen ser tres de los propósitos más comunes en la universidad. Por eso, son los que nos ocuparán en este libro: ¿cómo leer para informar? ¿Cómo leer para argumentar? ¿Cómo leer para resolver?

Evidentemente, no es lo mismo leer para escribir un resumen que leer para dar nuestra opinión respecto a un tema específico, como puede ocurrir en una discusión abierta de clase o en un debate, o para resolver una situación que propone variables numéricas. ¿Cómo hacerlo, entonces, en cada uno de los casos que nos demandan las diferentes tareas de la universidad?

Como no siempre leemos igual, existen distintas estrategias que nos pueden resultar de utilidad para dar cuenta de las tareas escritas que nos piden: ¿qué buscamos? ¿Dónde lo buscamos? ¿Qué debemos recordar y conservar, y qué podemos desechar en el gran mar de información que tenemos hoy a nuestro alcance gracias a los sistemas hiperconectados? Todas estas preguntas, que dan lugar a posteriores decisiones, tienen que ver con el propósito, con la intención con que leemos y, sin duda, con el contexto dentro del cual se produce esta intención. Este libro se ocupa de tales cuestiones.

A.

Leer para informar y leer para argumentar

A. Leer para informar y leer para argumentar

 

Para gran parte de las tareas de escritura que la universidad nos demanda debemos reunir información con el fin de realizar dos tipos específicos de actividades: dar cuenta de manera sintetizada de lo que leemos, y proponer una opinión argumentada al respecto. Estas dos actividades, que pueden o no convivir en una misma tarea, son diferentes, por más de que el éxito de la segunda dependa del rigor con el que se desarrolle la primera.

Esto significa que no es lo mismo exponer un tema o un concepto específico y reunir la información que resulte pertinente acerca de él, que plantear una posición personal (una opinión) al respecto.

La primera actividad, que en adelante llamaremos informar, parte del silencio del lector. Significa que, como lectores, nos abstenemos de comunicar una percepción o brindar una opinión para, más bien, limitarnos a recoger información externa y organizarla según los criterios que nos indique la búsqueda. Esto significa estar abierto a lo que dicen las fuentes más autorizadas y evitar conceptos previos que interfieran con los hallazgos resultantes de la consulta de libros, artículos, entrevistas, videos o páginas web, entre otros medios.

Los géneros discursivos con propósito informativo

Los géneros discursivos con propósito informativo tienen como objetivo dar cuenta de una información específica sobre cualquier tema, de manera jerarquizada, objetiva y organizada. Mediante estos géneros, compartimos conocimientos, como es el caso de las enciclopedias, los manuales o los libros de texto. Podemos hablar de géneros con objetivos informativos analíticos (si presentamos la idea principal al inicio del texto) o sintéticos (si la presentamos al final).

No pasamos un día sin encontrarnos con el propósito comunicativo de informar. Cuando pedimos a alguien indicaciones para llegar a algún lugar, cuando prendemos el noticiero para saber los eventos del día, cuando vemos un video de YouTube para aprender sobre un tema… En todas estas acciones tenemos el propósito de conocer algunos hechos, es decir, informarnos sobre ellos.

Así mismo, los escritos que tienen un propósito informativo están por todas partes, y acudimos a ellos con más frecuencia de la que somos conscientes. Cuando queremos cocinar es posible que consultemos el libro de recetas para leer las indicaciones que nos llevarán a preparar un buen plato. Cuando compramos un nuevo artefacto, o se daña alguno de nuestra casa, buscamos el manual de instrucciones para que nos guíe en relación con su uso o reparación.

De la misma forma, es común que en el entorno académico nos soliciten tareas de escritura con un propósito informativo; ejemplo de ello son las síntesis, los resúmenes o las infografías, por mencionar solamente algunos entre los más usuales. A través de tareas como esas, los profesores esperan que demos cuenta de forma objetiva de aquella información que se considera determinante para comprender el tema que se está trabajando. Lo mismo puede decirse del ámbito laboral: cuando nuestro jefe nos solicita un reporte de las ventas realizadas durante el mes, o vemos que redactan actas de reunión, se trata de maneras de comunicar una información clave, de la que no se puede prescindir, para comprender una situación determinante de la realidad.

Veamos un ejemplo:

Resumen del apartado“La situación del café en Colombia”(Valencia, 2016)

El café se introdujo en la región en la zona oriental de Colombia y para 1835 había ya una producción comercial notable. Esta producción se consolidó durante la segunda mitad del siglo XIX al multiplicarse por 10: de 60.000 sacos, se pasó a 600.000, fundamentalmente con la producción de departamentos como Santander y Cundinamarca, según información de la Federación Nacional de Cafeteros. Según esta misma fuente, 563.000 familias colombianas encuentran su sustento en este cultivo. Estados Unidos es el principal importador de café colombiano, con un 37%. Allí, el café de Colombia se comercializa a un precio mayor que el proveniente de Brasil. Sin embargo, la producción del grano ha mermado como consecuencia de cambios climáticos, y según datos de La Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica, la exportación nacional colombiana ha disminuido en un 18%.

Fuente: Valencia Sandoval (2016).

Infografía del mismo fragmento

Fuente: Valencia Sandoval (2016).

Como podemos ver, el objetivo de ambos géneros, tanto el del resumen de “La situación del café en Colombia” como el de su infografía, es transmitir la información de manera objetiva, y que conocemos como neutral. Es decir, estos textos no serían meramente informativos si en ellos encontráramos afirmaciones que involucraran posturas, como “una de las consecuencias de la falta de conciencia de la humanidad sobre el cambio climático es que la producción del grano ha mermado y la exportación nacional colombiana disminuido. Esto es una pena y requiere que reaccionemos”, o bien “el delicioso café colombiano deleita los paladares de países como EEUU y Canadá”.

En cuanto a la segunda actividad, proponer una opinión sustentada, lo que en adelante llamaremos argumentar, implica tomar lo realizado de la primera y llevarlo más allá, a lo subjetivo (siempre adecuadamente sustentado). En otras palabras, nos demanda tomar una postura informada.

El proceso argumentativo, aunque sea de manera informal, está presente en nuestra cotidianidad, y en muchas ocasiones nos enfrentamos a situaciones de argumentación. Es decir que todos los seres humanos, de maneras variadas y en escenarios diversos, estamos constantemente en circunstancias que nos exigen una actividad argumentativa. Esto ocurre porque deseamos convencer a otro de una idea, porque nos interesa justificar una decisión, porque nos queremos explicar con claridad en un diálogo, porque deseamos probar que tenemos la razón o que estamos equivocados.

La forma en que afrontamos estos diálogos, así como la profundidad y elaboración de nuestros argumentos, depende por lo general de la evaluación del contexto y de nuestro destinatario. Un ejemplo puede ser cuando participamos argumentativamente en una reunión informal de amigos y queremos convencerlos de que actualmente el mejor jugador de fútbol es Messi y no, por ejemplo, Cristiano Ronaldo. Otro caso es cuando estamos de compras y queremos convencer al vendedor para que nos dé un descuento porque la prenda está defectuosa. También podemos encontrarnos con situaciones más formales, como la conversación con un profesor a quien queremos ofrecer argumentos para recibir una segunda oportunidad en la prueba. O una reunión con inversionistas a quienes deseamos convencer para que financien nuestro emprendimiento.

Los géneros discursivos con propósito argumentativo

Los géneros con objetivo argumentativo tienen en común el propósito de sustentar, apoyar o negar una posición previamente establecida, con el fin de persuadir a un interlocutor o explicar por qué la opinión expuesta tiene fundamento. Esto se logra a través de una serie de razones o justificaciones, es decir, con un proceso lógico que debería demostrar la validez o la falsedad de la posición planteada inicialmente.

Su desarrollo está determinado por un orden específico. Inicialmente se presenta una información básica que debe ser tenida en cuenta (premisas), a partir de la cual se llega a una idea conclusiva. Esta puede cerrar el texto, a modo de tesis, o abrirlo, como una hipótesis (o tesis previa).

Existen diversos géneros en los que prima el objetivo argumentativo. En ellos pasamos de solo informar de manera expositiva descriptiva ciertos hechos, a arriesgarnos a expresar nuestra opinión sobre ellos. Podemos, por ejemplo, escribir a un amigo un correo electrónico únicamente para contarle sobre los contenidos que se vieron en la clase a la que faltó. Pero también podemos escribirle una carta a la rectora de la universidad, con la intención de explicarle las razones por las que consideramos importante que nos otorguen una beca. En la primera, hay una intención expositiva o informativa, mientras que en la segunda buscamos argumentar. De la misma forma, las columnas de opinión que leemos en los medios, a diferencia de las noticias, buscan comentar un suceso, y ese comentar no es otra cosa que decir lo que se piensa al respecto: asumir una posición.

En pocas palabras, cuando hablamos de textos con intención argumentativa nos referimos a escritos en cuyo contenido encontramos la posición del autor respecto de una idea o situación. Todas esas formas escritas que buscan argumentar comparten el propósito de convencer o probar validez, lo que varía son las características que como sociedad hemos acordado que deben tener.

Ahora bien, aunque en todos esos escenarios estamos haciendo un ejercicio argumentativo, según el contexto nuestros argumentos requerirán de mayor o menor elaboración y respaldo. Para comenzar, hay que decir que en toda argumentación formal, no importa el contexto en el que esta se dé, hay una idea que busca ser defendida y sustentada, lo que es aplicable a cualquiera de los géneros usados dentro del lenguaje formal y en la universidad.

En el contexto de una tarea universitaria la opinión que buscamos sustentar equivale a la hipótesis, y las ideas que la respaldan a los argumentos. A continuación veremos un ejemplo de cómo se argumenta una opinión en el texto académico “Tendencia de la producción y el consumo del café”, de los profesores Ocampo y Álvarez, publicado en 2017 en la revista Apuntes del CENES. Al margen, podemos ver las ideas que se usan para construir un argumento que sustente la opinión que se busca defender:

Adaptación de un fragmento deOcampo y Álvarez (2017)

Opinión que se busca defender (hipótesis): En la caficultura es fundamental adaptar las medidas y estrategias para reducir la vulnerabilidad frente a la variabilidad climática.

Información que apoya la opinión (argumento):En respuesta a los impactos del cambio y la variabilidad climáticos, el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) busca incidir en los procesos de planificación ambiental, territorial y sectorial para que se incluyan las proyecciones climáticas en la toma de decisiones, de tal manera que se reduzca la vulnerabilidad de las poblaciones, los ecosistemas y los sectores productivos y se incremente la resiliencia para responder a los eventos climáticos (DNP, 2011).

Idea 1:

Caso de política pública que busca responder a la vulnerabilidad de la caficultura ante retos ambientales.

En eventos cálidos como el fenómeno de El Niño, es fundamental el manejo adecuado de arvenses y sombrío, al igual que la vigilancia y control en los cafetales ante la broca, el minador de la hoja y la arañita roja. En eventos fríos, como el de La Niña, se deben vigilar la dispersión del hongo de la roya, el mal rosado y el ataque de babosas, al igual que los sistemas de drenaje, y atender las recomendaciones técnicas para el trazado geométrico del cultivo, la densidad de siembra y el control de arvenses (Poveda et al., 2014; FNC, 2014b).

Idea 2:

Ejemplos de medidas y estrategias en casos como los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña.

La Federación Nacional de Cafeteros es pionera en el campo y está adelantando ambiciosos programas de renovación con variedades resistentes a la roya y focalizando sus esfuerzos en temas de investigación en nuevas variedades. La conservación del suelo, el uso adecuado del sombrío, los sistemas de alerta temprana de broca y roya, el conocimiento oportuno del clima en las diferentes regiones y el uso de la tecnología para llevar soluciones prácticas relevantes y oportunas hacen parte de lo que se ha denominado “caficultura climática inteligente” (FNC, 2011, 2012).

Idea 3:

Caso de estrategia exitosa desarrollada por una organización relevante para el contexto en cuestión (café en Colombia).

Fuente:Ocampo-López & Álvarez-Herrera (2017).

En suma, cuando en la universidad se nos pide en una tarea que expresemos nuestra opinión, quiere decir que debemos realizar una labor argumentativa. Y, por supuesto, en los entornos académicos esta tarea no puede ser el resultado de simplemente decir lo primero que nos pase por la cabeza, o soltar ideas apenas vinculadas con lo preguntado y justificarlas con el principio egoísta de “es lo que yo pienso”. Nuestra opinión, como vimos en el ejemplo, tiene que estar sólidamente fundamentada, pues estamos en un entorno en el que el pensamiento y la razón deben ser protagonistas, lo mismo que el rigor para buscar y organizar información.

Lo anterior significa que, primero, debemos leer la información que se conoce al respecto, separar las ideas más relevantes, vincularlas lógicamente y exponer, a partir de ellas, ciertas conclusiones que resulten pertinentes para avanzar en el asunto estudiado, con una perspectiva propia, pero informada. En ese sentido, los géneros discursivos más académicos suelen contener citas de otros autores que ayudan a respaldar o problematizar una posición, a diferencia, por ejemplo, de la columna de opinión, que suele ser informal, un poco más libre y dar la opinión de forma abierta. Por esta razón, en la academia todas las lecturas que hagamos para recopilar información que nos ayude a escribir con un objetivo argumentativo deben provenir de fuentes confiables y serias.

Esto nos lleva a plantear uno de los elementos fundamentales de la lectura en el entorno académico: ¿qué información me exige cada tarea y cómo puedo conseguirla? Y, tras este, ¿qué estrategias de lectura y organización de la información puedo aplicar para sacar el mayor provecho de este ejercicio? A continuación nos ocuparemos de ambas cuestiones.

1. La información adecuada y cómo buscarla

 

Hoy, a diferencia de hace unos años, la información disponible parece crecer exponencialmente. Actualmente la oferta y los medios para acceder a datos de todo tipo resulta casi apabullante, dada la velocidad con la que se alimenta y con la se renueva. Como consecuencia de ello, y en el entorno de un mundo hiperconectado e hiperinformado, saber seleccionar información resulta fundamental. Por eso la importancia de que escojamos de manera adecuada y pertinente el tipo de fuentes que nos permitirán escribir una tarea bien lograda. Si conseguimos hacer bien esta parte, es ya la mitad de la tarea.

Para comenzar la búsqueda y selección de la información debemos saber qué camino escoger y qué tipo de trabajo queremos conseguir al final. A continuación veremos cómo decidir qué tipo de información necesitamos y cómo podemos buscarla.

1.1. LA INFORMACIÓN QUE NECESITO

Antes de comenzar a desarrollar cualquier tarea de escritura debemos asegurarnos de que contamos con la información suficiente. Algunas veces basta con lo que hemos aprendido en clase, o con lo que ya hemos leído o estudiado al respecto por recomendación del profesor; pero otras veces debemos comenzar a buscar desde cero. ¿Cómo hacer esto sin enloquecer en el intento? Los siguientes pasos nos podrán guiar en el proceso:

Paso 1: Identificar el propósito central de la tarea

Como hemos dicho, las tareas de escritura suelen ser diferentes, y cada una de ellas exige diversas actividades para terminarla con éxito. Si una tarea nos exige simplemente resumir un texto predeterminado, o conseguir información sobre un tema específico, pero sin necesidad de opinar al respecto, la actividad de lectura estará limitada al texto mismo, porque la tarea tendrá un objetivo informativo. Por el contrario, si se trata de un texto con un objetivo argumentativo, nuestra labor debe ir más allá, pues es necesario no solo comprender y dar razón de la información, sino plantear otras ideas que sean resultado de nuestra lectura.

Los siguientes son ejemplos de propósitos informativos o argumentativos que pueden tener las tareas.

Propósito 1: sintetizar o resumir textos solicitados por el profesor (p. ej., un resumen).

Para ello podemos simplemente recurrir a la bibliografía dada en clase y establecer nuestra estrategia de lectura y organización de la información, según explicaremos más adelante. Como lo que el profesor desea es que pongamos en evidencia que hemos leído y comprendido las ideas principales de uno o varios textos, en este caso no es necesario buscar información complementaria.

Propósito 2: exponer o dar razón de un tema determinado a partir de la búsqueda de diversas fuentes (el informe es un ejemplo de tarea que sigue esta dinámica).

En esta tarea, además de incluir la información y los textos sugeridos por el profesor, debemos buscar otras fuentes que nos permitan complementar las que nos fueron dadas.

En este punto, si bien es necesario explorar nueva información, aún no se requiere que opinemos al respecto o propongamos nuevas ideas. Solamente debemos transmitir de manera objetiva y organizada información que ya existe.

Propósito 3: comentar o escribir un texto sintético sobre alguna fuente específica, y complementarlo con una postura crítica u opinión (lo que incluye tareas como la reseña o el memo).

En este caso la búsqueda se limita al texto asignado, pero se nos pide algo más: que tomemos una posición personal que complemente lo leído.

Propósito 4: proponer y sustentar. Escribir, a partir de la lectura de una cantidad específica de fuentes una opinión sustentada de manera suficiente según la clase de información (este tipo de tarea incluye géneros como el ensayo académico o, incluso, el proyecto de grado).

En este caso, además de buscar información por nuestra cuenta (es decir, sin mediación directa del profesor), debemos tomar una posición personal informada (opinión), frente al tema que estamos investigando y su pertinencia. Esto quiere decir que debemos encontrar bibliografía que apoye los argumentos que vamos a elaborar.

En suma:

Como podemos ver, los propósitos enumerados en el cuadro anterior pueden caer en la categoría de aquellos textos con objetivo informativo o argumentativo. Lo común es que para todos ellos requiramos del ejercicio lector antes de avanzar hacia alguna etapa de escritura.

Paso 2: Definir y delimitar la búsqueda de información

Antes de comenzar una búsqueda debemos tener claro de qué vamos a hablar. En algunas ocasiones pudo haber sido dado el tema de la tarea e, incluso, las lecturas sobre las que vamos a trabajar. Sin embargo, en los demás casos la elección del tipo de información y las correspondientes fuentes dependerá de nuestro criterio. En consecuencia, el éxito de la tarea estará relacionado con la información seleccionada.

Con eso en mente, sería una labor titánica aproximarse a las diferentes fuentes con temas demasiado generales, pues la búsqueda se haría infinita. Entonces, ¿cómo empezar? Lo primero es limitar el tema.

No podemos informar, comentar u opinar en el ámbito académico sobre la economía mundial en general, porque no terminaríamos nunca, ni las lecturas que escojamos serían nunca suficientes para alcanzar con éxito el propósito; de hacerlo, nuestras descripciones o argumentos serían apenas una pincelada genérica y poco efectiva para conseguir la tarea que se nos asigna. Por el contrario, sí podemos hablar acerca de asuntos concretos sobre los que se pueda precisar la información pertinente y acceder a ella.

Una manera de limitar el tema económico que ha despertado nuestro interés podría ser enfocarlo en los asuntos tributarios de un país y en un periodo específico.

En caso de tener el propósito de exponer o comentar (propósitos 2 y 3), la limitación de la búsqueda de información es muy sencilla, pues por lo general está dada por la instrucción. Es el profesor quien, al proponer un tema, limita la selección de la información complementaria que requerimos para hacer un informe, escribir una reseña o producir un memo, entre otros. En estos casos, el profesor puede pedir que complementemos ciertas definiciones básicas dadas en clase, que elaboremos un resumen ejecutivo sobre una idea de negocio o que escribamos un informe con base en una visita empresarial. En escenarios como estos ya es claro el tema; entonces, lo que nos corresponde es saber escoger las fuentes y la información que nos permitirán dar cuenta de lo exigido. De acuerdo con ello, debemos buscar conceptos y teorías que amplíen lo ya dicho. Así mismo, podemos apoyarnos en cifras, datos concretos, índices de comportamiento y hechos que ubiquen espacial y temporalmente el tema.

El asunto se hace más complejo cuando se trata de una tarea con un objetivo primordialmente propositivo y de sustentación. En un ejercicio como ese requerimos informarnos previamente sobre el tema para poder dar una opinión argumentada, y posteriormente consultar diferentes opiniones informadas, porque leer sobre lo que otros opinan nos ayuda a alimentar nuestra propia posición, identificar bases para respaldarnos, y encontrar opiniones contrarias que nos permitan replantear o cuestionar nuestros propios argumentos, o fortalecerlos. Pero ambas etapas serán inabarcables si no definimos y delimitamos antes el tema sobre el que vamos a investigar.

En últimas, la decisión acerca del tema específico y del enfoque que le daremos a la tarea depende de diferentes factores: en primer lugar, de los motivos personales, entre los que se pueden contar nuestros gustos y nuestros intereses particulares, y en segundo lugar, de motivos prácticos, es decir, que podamos realizar el trabajo en el periodo de tiempo asignado y que las fuentes a las que podamos acceder sean suficientes (en términos de calidad y de cantidad) para que sustentemos adecuadamente lo que queremos plantear.

En vez de hablar de economía mundial, podríamos limitar el tema a la importancia de reducir los impuestos de los artesanos nacionales, con el objetivo de promocionar la mano de obra, o a las implicaciones económicas que conlleva un alza significativa del salario mínimo, o las consecuencias para las importaciones de la subida del dólar de los dos últimos años…

Debemos tener en cuenta que la limitación del tema no es solo conceptual. También es importante limitar el asunto espacial y temporalmente, lo que significa saber escoger el lugar geográfico y el periodo específico sobre los que pretendemos investigar.

No es lo mismo hablar de la pobreza en Colombia, que de los problemas de limitación de recursos que se han evidenciado en los últimos diez años en el departamento de La Guajira.

Igualmente, debemos ser conscientes de la vigencia de los textos que estamos leyendo y con los que tenemos la intención de sustentar nuestras afirmaciones. Es posible que encontremos lecturas que nos parecen relevantes, pero cuyas evidencias estén desactualizadas, o ya han sido cuestionadas o replanteadas. La vigencia de la información será relativa también al área de conocimiento sobre la que estemos investigando: por ejemplo, en las ciencias y en la medicina suele haber mayores cambios (y por lo tanto, mayor caducidad) que en áreas como las humanidades.

Si se nos propone un trabajo en el que se debe hablar del impacto de la comunicación virtual en la vida cotidiana de los jóvenes de hoy en día, respaldado por un artículo que provea estadísticas respecto de las horas diarias que le dedica una persona a la interacción con otras a través de dispositivos electrónicos, hay que tener en cuenta la actualidad de la información disponible. Puede ocurrir que los indicadores que trabaja el artículo correspondan a las plataformas My Space o Blackberry chat, que cayeron en desuso hace ya varios años.

En ese caso, los datos ya no resultan representativos o significativos para un trabajo que dé cuenta de la situación actual, pues si bien trabajan con rigor el tema, proveen información que no resulta suficiente para comprenderlo hoy en día. Es así como debemos ampliar la búsqueda y recurrir a textos equivalentes que traten de las redes sociales de mayor uso en el momento que queremos explorar, es decir: información actualizada.

Para retomar: la cantidad de información disponible suele hacer que nos sintamos abrumados y no sepamos cómo comenzar ni para dónde mirar… Encontrar en el buscador del computador centenas de miles de textos disponibles, en primera instancia, puede parecernos una buena noticia para el trabajo que tenemos que realizar. Pero, pensándolo bien, probablemente ya no tanto. “¿Qué mirar primero?, ¿por dónde comenzar?”, “con seguridad no alcanzaré a leerlo todo…”, pueden ser las preocupaciones que nos vengan a la cabeza en esa situación. Es por eso que debemos priorizar la definición del propósito de la tarea a realizar, pues hacerlo significa tener claro el tipo de información que sería idóneo para trabajar en ella. Esto nos dará una pista de hacia dónde ir y reducirá en mucho el volumen de trabajo. Tampoco olvidemos que el tipo de información seleccionada determinará en gran parte el tipo de texto que escribiremos. De esa manera, el hallazgo de las fuentes apropiadas puede servir también para delimitar el trabajo: una buena fuente nos permite acotar nuestra búsqueda, conceptual, temática, espacial y temporalmente.

Paso 3: Determinar el tipo de información que se necesita

Una vez delimitado el tema podemos comenzar la búsqueda de información pertinente en las fuentes disponibles, y para ello hemos de tener en cuenta que no todos los datos que encontremos servirán para desarrollar todas las tareas.

Podemos comenzar por decir que el tipo de información que solicitaremos está determinado, como en los casos anteriores, por el propósito de la tarea.