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¿Estás dispuesto a comprarte una vida, conocer el secreto de la eterna juventud, sobrevivir a un apocalipsis o enfrentarte a tus monstruos? Tras el éxito de la Primera Edición del Concurso Literario SweekStars 2017, llega a vuestras manos Lo que trajo la cigüeña, con los relatos y microrrelatos ganadores y finalistas de 2018 en colaboración con Nova Casa Editorial, Escuela de Escritores y Léeme. Dentro de una atmósfera por momentos siniestra, cuerpos de luz, alienígenas y asesinos en serie exhiben un universo cuyas reglas establecen un paradigma distópico donde se entrelazan las categorías de lo real y lo fantástico. Las historias te invitarán a sumergirte de lleno en su recorrido y te sorprenderán al finalizar la lectura. Lo que trajo la cigüeña te atrapará desde las primeras líneas y como lector no te dejará indiferente. Estas alusiones son una pequeña muestra de lo que encontrarás entre estas páginas. ¿Saltamos?
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Publicado por:
www.novacasaeditorial.com
© 2020, Varios autores
© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Silvia Vallespín
Corrección
Laura Occhiuzzi
Diseño de cubierta
Vasco Lopes
Maquetación
Vasco Lopes
Primera edición en ebook: Enero 2020
ISBN: 978-84-17589-63-9
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970/932720447).
VARIOS AUTORES
LO QUE TRAJO
LA CIGÜEÑA
ÍNDICE
LO QUE TRAJO LA CIGÜEÑA
Augusto Andra
memoria vacía
Beatriz Perea
UNA NUBE
Jesica Campos
Empezando de CERO
Ester Marugán
Pay de calabaza
M. Domínguez
Apocalipsis
David Ruipérez
Amores de trapecio
Juan Pablo Goñi Capurro
Sueño recurrente
María Thomas
Contemos hasta tres
Rubén Ivanoff
A medianoche
María Macarena Heredia
COSA DE MADRES
Tali Rosu
EL DERRUMBE
Carlos Marcano
Masculinidad
Cristian Paredes
OJOS VERDES
Beatriz Perea
SALTO ETERNO
Virginia Otero (vop)
Lo que trajo la cigüeña
Augusto Andra
Parte I
Dobló en la esquina, pisó el acelerador y siguió la ruta que el anciano le había indicado. No era la primera vez que un cliente le pedía a Eugenio Aguilar que lo llevara a la intersección galáctica; últimamente mucha gente podía costearse un viaje espacial. Aunque la mayoría solo podía pagar vuelos a la Luna o a Marte, siempre eran los más baratos.
A Eugenio le encantaba hablar con la gente, el oficio de taxista le complacía mucho, era un buen conversador, de esos que saben de todo un poco.
—¿Viaje de negocios o de placer? —le preguntó al anciano.
—De salud —respondió el anciano—. Mis hijas viven en Marte y quieren regalarme un cuerpo de luz —le comentó.
—Qué suerte tiene, señor. Ojalá yo pudiera comprarme un cuerpo de luz o viajar a Marte, nunca he salido de la Tierra; ni siquiera a nuestra Luna —dijo Eugenio, y dobló el taxi a la derecha después de que la luz roja cambiara a verde.
—Los viajes a la Luna son baratos. Estoy seguro de que usted gana más dinero que otras profesiones, puede pagarse un viajecito de fin de semana —argumentó el anciano.
Eugenio le echó un buen vistazo desde el retrovisor. El anciano portaba una elegancia implacable: un traje negro, con sombrero y lentes de sol circulares. Le calculaba unos sesenta y cinco años.
—Tiene razón, hoy en día los taxistas ganamos bastante —confesó Eugenio—. Pero mi esposa y yo invertimos hace poco en un bebé —dijo sonriente—. En cualquier momento mi celular podría sonar y mi esposa me dirá algo como: «Mi amor, ven rápido a ver lo que trajo la cigüeña». —Imitó la voz de su esposa, muy alegre y sonriente; y señaló su teléfono puesto encima del tablero del auto.
—La cigüeña… Recuerdo la primera vez que la vi: tenía treinta y cinco años. Apareció ese enorme pájaro iluminado encima de la casa de mi vecino, a unas tres casas. Aquella cosa de luz abrió la boca y les dejó un huevo enorme. —Comenzaba a contar una narración infantil, pero con una voz sabia y añeja—. Todos fuimos a ver a la pequeña bebé que trajo. Era una hermosura, dentro del huevo estaba envuelta en una manta blanca muy limpia, parecía un querubín —relataba muy risueño.
—Estoy muy emocionado, ojalá que la cigüeña llegue cuando yo esté en mi casa. —Eugenio se emocionó, se le notaba en la cara.
—De hecho, yo nací de un vientre —agregó el anciano y sorprendió a Eugenio.
—¡No me diga! —Fue una sorpresa.
—Aunque no lo parezca, tengo ochenta y tres años, muchacho…, ochenta y tres años —dijo levantando el dedo índice.
—Qué buena salud tiene, señor. La última persona de vientre que conocí era mi abuelo… y ya se me olvida su rostro, por ahí debo tener una fotografía de él. —Eugenio volteaba de vez en cuando para ver al anciano a la cara.