NEVER EVER GETTING BACK TOGETHER - Sophie Gonzales - E-Book

NEVER EVER GETTING BACK TOGETHER E-Book

Sophie Gonzales

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"HACE DOS AÑOS A MAYA LE ROMPIERON EL CORAZÓN. AHORA, LA REVANCHA SERÁ EN TV ABIERTA. Cuando Jordy la engañó, Maya creyó que ya no volvería a verlo. Pero se ha vuelto una celebridad ¡y el maldito mentiroso está por todas partes! Skye siempre fue cautelosa con su corazón, hasta que el carismático Jordy entró en su vida. Pero ¿por qué no ha vuelto a llamarla? Cuando las dos chicas son invitadas a un reality show en donde competirán por el corazón de su ex, Skye se pregunta si podrán recuperar la chispa, pero Maya tiene otros planes: vengarse. Mientras el show avanza, Skye y Maya encontrarán una aliada en la otra. Y descubrirán que el amor verdadero no puede ser guionado."

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HACE DOS AÑOS A MAYA LE ROMPIERON EL CORAZÓN.AHORA, LA REVANCHA SERÁ EN TV ABIERTA.

 

Cuando Jordy la engañó, Maya creyó que ya no volvería a verlo. Pero se ha vuelto una celebridad ¡y el maldito mentiroso está por todas partes!

Skye siempre fue cautelosa con su corazón, hasta que el carismático Jordy entró en su vida. Pero ¿por qué no ha vuelto a llamarla?

Cuando las dos chicas son invitadas a un reality show en donde competirán por el corazón de su ex, Skye se pregunta si podrán recuperar la chispa, pero Maya tiene otros planes: vengarse.

Mientras el show avanza, Skye y Maya encontrarán una aliada en la otra.

 

Y descubrirán que el amor verdadero no puede ser guionado.

SOPHIE GONZALES Escribe ficción queer contemporánea y juvenil, con personajes memorables de ingenio mordaz y gran corazón.

Si no está escribiendo, le gusta patinar sobre hielo, actuar en teatro musical y practicar con el piano.

Actualmente vive en Melbourne, Australia, en donde trabaja como psicóloga.

Para Sarah.

UNO Maya

Estoy en un bar y hay un chico a mi lado que me sonríe de forma íntima, como si conociera todos mis secretos y aun así yo le agradara. Es un tanto inquietante porque estoy segura de que jamás lo vi en mi vida, y soy buena para recordar rostros. Sin embargo, es el tipo de sonrisa que se ganaría al instante a cualquiera que pueda confiar en un hombre de sonrisa carismática. Eso se lo puedo reconocer.

Es una pena que yo no sea ese tipo de personas.

Pero resulta que quiero algo de él, así que le devuelvo de forma descarada esa sonrisa sedosa y espero.

–Estoy tratando de descifrar algo –dice para romper el hielo luego de unos segundos. Tiene que elevar la voz para hacerse oír. Están pasando una canción pop que suena con los graves muy bajos y a un volumen demasiado alto.

–¿Qué podrá ser? –y mientras se lo pregunto, le echo un vistazo al cantinero, pero él está atendiendo a alguien más. Voy a tener que esperar un buen rato.

Bien.

–¿Por qué crees que a alguien se le ocurrió que todos los cócteles más sabrosos son para chicas? ¿Qué hace que un trago sea para chicas o para chicos? Es solo un trago.

Cuando las películas y los programas de televisión me advirtieron que los chicos me harían preguntas en un bar para coquetear conmigo, esto no era exactamente lo que esperaba. Aunque eso puede ser porque esos bares por lo general están en un club exclusivo o en algún restaurante asquerosamente caro. Tal vez, cuando estás en el bar de un boliche poco convencional donde los bolos son de neón, las mesas están decoradas con recortes de periódicos y la bebida distintiva del lugar se sirve en un cuenco para sopa, es de esperar que las cosas se desvíen un poco de lo habitual. Incluyendo los elogios de flirteo y todo eso.

–Supongo que son sexistas –le respondo encogiendo los hombros.

–Bueno, sí… se da por hecho. Pero sabes que no fue una chica la que inventó esa regla, así que, ¿por qué los hombres la cagamos de esa manera? Los chicos pueden beber café sin que los miren raro, pero te apuesto cualquier cosa que, si vuelvo a mi mesa con un Espresso Martini mis amigos se burlarán de mí para siempre. Para siempre –repite lo último con énfasis y golpea el puño sobre la barra. El cantinero le echa una mirada furiosa y el chico quita la mano repentinamente.

No me sorprende que un grupo de chicos se comporte como imbécil sobre cosas tan estúpidas. Pero no entiendo muy bien por qué de repente él decidió compartir esa información conmigo.

–¿A quién le importa si lo haces? ¿Acaso tu masculinidad es tan frágil?

Y entonces vuelve a mostrar su sonrisa deslumbrante.

–Sé que esto me hará sonar muy mal, pero sí. Desafortunadamente lo es y estoy trabajando en ello, pero hoy no es el día.

Y por fin tiene sentido.

–Por casualidad estoy en una mesa solo de chicas que estarán encantadas de que te nos unas para que puedas beber tu Espresso Martini en paz. Sin que te juzguen.

–Bueno, esa es una propuesta interesante –responde el chico.

Lo dice como si de la nada le hubiera dado una idea genial y como si de ninguna manera hubiera intentado guiar la conversación para invitarme un trago. Parece haberse tomado demasiado trabajo cuando en realidad le hubiera dicho que sí si, ya saben, simplemente me hubiera preguntado si podía invitarme una copa. Pero aquí estamos. Hablando de verle el lado bueno.

–Bueno –continúa– ¿qué te parece si ordeno un Espresso Martini para mí y te invito lo que quieras beber para agradecerte y luego tú me invitas a tu mesa para presentarme a tus amigas que no critican?

Simulo pensar en la oferta mientras el cantinero termina de servir a otro cliente. Entonces, finalmente asiento.

–Seguro, estoy de acuerdo. Que sean un Espresso Martini y un rosa pasión exprimido, por favor.

Unos minutos más tarde, con las bebidas en las manos, el chico (que se presenta como Andre) me sigue hasta mi mesa.

–Toma, ya puedes tomar tu bebida.

–Ah, no es para mí –le respondo.

Camina más despacio mientras pasa alrededor de unas mesas llenas de jugadores de bolos que beben un líquido rosa de cuencos para sopa.

–¿Entonces para quién compré la bebida?

–Tú acabas de invitar a mi hermana un trago por su cumpleaños número veinte. Muy cortés de tu parte. Estamos en aquella mesa de allí.

Llegamos a la mesa de mi hermana, Rosie. Bueno, en realidad son dos mesas juntas para las nueve del grupo. Rosie me echa un vistazo sorprendido en señal de aprobación. “Pan comido”, le digo con los labios.

Ella fue quien vio a Andre sentado con sus amigos a algunas pistas de distancia de nosotras cuando estábamos jugando. Fue muy dramática al respecto, cuando nos anunció en voz bien baja que cometería un delito federal con tal de conseguir su número. Después de que terminamos de jugar, fuimos al sector de mesas para la verdadera atracción del boliche para Rosie (bebidas sin alcohol y paredes floreadas para sacarse fotos y publicarlas en Instagram) y Andre y sus amigos hicieron lo mismo, solo que se sentaron del otro lado del área.

Así que, obviamente, cuando vimos que Andre se dirigía solo hacia la barra, decidimos que alguien tenía que ir a tantear el terreno, y obviamente, me tuve que ofrecer. Estoy bastante segura de que en varios estados puede ser ilegal negarse a hacerle un favor a tu hermana en el día de su cumpleaños. O tal vez sea una cuestión de la mafia. De cualquier modo, me aseguré de que fuera soltero y le gustaran las chicas, y con un poco de suerte sería capaz de convencerlo para que le deseara un feliz cumpleaños a mi hermosa y soltera hermana. Misión cumplida. O algo así.

–Rosie, él es Andre. Te compró un trago por tu cumpleaños –le digo mientras me acomodo en mi asiento a su lado.

–Qué amable, gracias –le dice ella mientras las otras chicas de la mesa le sonríen de forma inocente, como si no hubiéramos planeado nada de eso.

Mi mejor amiga, Olivia, lo llama con la mano para que él tome asiento.

–Bueno, no puede beber sola el día de su cumpleaños, ¿verdad?

Andre me mira a mí y a Rosie antes de tomar una silla de una mesa vacía y se acomoda al lado de mi hermana. Si le sorprende sentarse junto a Rosie en vez de junto a mí, definitivamente no parece molestarle. Y tampoco debería. En mi opinión, se ganó la lotería con Rosie.

–¿Cómo lo haces? Yo no podría jamás –me pregunta Olivia en voz baja.

–No lo sé. No creo que sea mi apariencia despampanante, porque esa eres tú. –Me encojo de hombros.

–Cierto.

Vuelvo a mi bebida sin alcohol de mango y lichi que, por suerte, viene en un vaso alto, no en un cuenco.

–Solo les hablo. Son solo chicos, no me intimidan.

–¿Solo las mujeres te intimidan? –bromea Olivia.

–Okey, estás bromeando, pero es literal. Jamás podría hablarle de la nada a una chica hermosa. Moriría primero.

–¿Lo ves? Así es exactamente cómo me siento con los hombres.

La sonrisa se le borra al finalizar la oración, y enarca las cejas al ver algo que está por encima de mi cabeza. Le sigo la mirada hasta el televisor que cuelga de la pared detrás de mí, debajo de un arco de flores de papel crepé en color pastel.

El titular dice: El hermano de la princesa Samantha de Chalonne, Jordy Miller, les lee a unos huérfanos; les lleva dulces y esperanza. En la pantalla aparece el mismo Jordy Miller frente a un orfanato de Chalonne, recibiendo una tarjeta gigante de agradecimiento por parte de uno de los niños. Tiene la mano apoyada sobre el pecho como si el corazón le fuera a explotar.

Ese maldito hijo de puta.

Los demás también miran, incluyendo a Rosie y Andre. Él es el primero en reaccionar al ver que nosotras nos quedamos mirando mientras agita la bebida en la mano de forma animada.

–Éramos amigos cuando él solía vivir aquí. Yo era uno de sus mejores amigos –comenta en un tono bastante fanfarrón.

–¿En serio? ¿Nos vimos alguna vez? –le pregunto confundida.

Como dije, estoy segura de que jamás le vi el rostro, así que de verdad me toma por sorpresa oír eso.

Ahora le toca a él quedar desconcertado.

–¿Por qué habríamos de conocernos?

–Porque Maya salió con él como por… ¿un año? –responde Rosie, riendo.

Andre examina mi rostro como si intentara recordar. Estoy bastante segura de lo que sucederá después.

Tres, dos…

–Espera. Espera un momento. Tú no eres la chica que se volvió loca cuando él se mudó, ¿cierto?

Uno.

Algunas de las chicas lo abuchean.

–Por favor, no lo hagas –le advierte Rosie.

–Te dejamos sentarte con nosotras –agrega Olivia echando chispas por los ojos.

–De acuerdo, de acuerdo. Parece que hay más detrás de todo eso –dice Andre mirándonos a las tres, confundido.

Me quedo con la mirada fija en mi bebida, contando los cubitos de hielo y de verdad deseando de repente que jamás me hubiera ofrecido para ir a tantear el maldito terreno.

–Él es un imbécil que la engañó. Y si llamas loca a Maya otra vez, tu Martini terminará en tu cabeza y ni siquiera tendrás tiempo para impedirlo.

–¿Jordy? –pregunta él con escepticismo y levantando las manos–. ¿Hablas de nuestro Jordy Miller? ¿El que les lee a los niños, dona a la caridad e inventó el feminismo?

Hay muchos cubitos de hielo en mi vaso.

Olivia no se echa atrás.

–Era el novio de Maya, se mudó a Canadá, la engañó durante dos meses, luego, cuando Maya lo descubrió, él rompió con ella. No sé qué parte de todo eso es feminista. O tal vez necesitas buscar la definición.

–No, no es necesario. Quiero decir, la historia que me contaron era un tanto diferente. Pero lo entiendo. A veces estas cosas se vuelven retorcidas.

El punto es que está diciendo lo correcto, pero me doy cuenta por el tono de voz que no lo cree. Verán, he descubierto algo acerca de las personas a lo largo de los últimos dos años, aun cuando se consideran racionales y justas, por lo general creen en la historia que escuchan primero. ¿Alguna vez oyeron la frase “la mejor defensa es una buena ofensa”? Este es un claro ejemplo. La persona que consigue hacer oír primero su versión de los hechos es la que se convierte en la autora de los libros de historia. Escribir historia es fácil. Reescribirla es lo difícil.

Desafortunadamente para mí, Jordy se aseguró de que se conociera su versión de la historia antes de que yo me enterara siquiera de que estaba en la carrera. En esa versión, él terminó conmigo entre lágrimas para poder mudarse del país y me dijo que jamás me olvidaría. Entonces, de alguna forma entendí que aún estábamos juntos, a pesar de su discurso de ruptura tan claro. Poco tiempo después, le pedí a una amiga que viajara a Canadá para que lo siguiera, y luego me volví loca de celos cuando me informó que él había continuado con su vida y lo acusé de engañarme sin razón alguna.

Es una gran historia para Jordy. Seguramente lo deja pintado del lado más brillante. Ni Da Vinci mismo podría pintarlo tan bien.

La lástima es pura basura.

Para este momento, los amigos de Andre deben estar preguntándose a dónde se habrá ido, pero él no parece estar tan preocupado por haberlos dejado plantados. Otra lástima.

Rosie, quien ya no parece estar super emocionada por tenerlo en la mesa, se da cuenta de mi expresión y se encarga de cambiar de tema. El cielo bendiga a la maldita niña.

–¿Así que también fuiste a la secundaria Sigmund? –le pregunta a Andre.

Mientras él le responde, Olivia se reclina a mi lado.

–Ey, ¿estás bien?

Enderezo la espalda y me obligo a sonreír.

–Mm. Solía estarlo.

Jordy ya no aparece por la televisión, pero aún puedo verle el rostro posando frente al orfanato. Sonriendo a la presentadora de la forma en que solía hacerlo para mí. Como si ella fuera la persona más interesante del mundo.

Dios, esa mirada solía hacerme sentir que el corazón me estallaría en el pecho.

Me pregunto cuántas otras deben sentirse así cuando ven a Jordy Miller sonreírles desde el televisor. O desde las revistas o desde algún póster pegado en la pared.

¿Cuántas de ellas le ven el caparazón y creen conocer lo que hay debajo de esas capas de encanto? ¿Y qué dirían si supieran?

Olivia me mira de manera escéptica y estoy a punto de insistirle que estoy bien, de verdad, con ese tono agudo que convence por completo a las personas que definitivamente no estás a la defensiva, pero me suena el teléfono. Salvada por la campana.

–Aguarda, lo siento –le digo y me llevo el teléfono a la oreja–: ¿Hola?

–Hola, ¿estoy hablando con Maya Bailey?

–Ella habla.

–Soy eezgwendbushmeeford zhombareemaday…

Me levanto del asiento.

–Aguarda, lo siento, no puedo oírte. Deja que salga de este lugar. Solo… voy a… okey. –Cierro la puerta de cristal detrás de mí y me desplomo sobre una banca en el aparcadero–. Lo siento, ¿quién habla?

–Soy Gwendolyn Bushman, de Producciones Bushman y Siegal. Te estamos llamando porque tenemos una propuesta excitante para ofrecerte y creemos que te encantará ser parte.

Jamás en mi vida he oído hablar de esa compañía productora y estoy bastante segura de que es una llamada para estafarme. En cualquier momento van a pedirme los datos de mi tarjeta de crédito.

–Disculpa, ¿cómo conseguiste mi número? –le pregunto mientras acerco un dedo al botón para cortar la llamada.

–Por medio de Jordy Miller.

Si no estuviera sentada, me habría caído al suelo del shock.

–¿Jordy?

–Sí. Nuestro equipo ha producido algunos de los reality shows más populares de los últimos años. ¿Conoces Nerds en la selva, Citas sin cafeína y Remodelaciones extremas: Cuartos de baño?

–¿Quién no?

–Son todos nuestros. Tenemos un proyecto emocionante para este año, un show llamado Segundas oportunidades. Cada temporada seguirá a un pretendiente y sus ex; ellos tienen que volver a salir para ver si las chispas que los hicieron enamorarse una vez vuelven a surgir luego de que ambas partes hayan crecido y madurado. ¡Estamos muy felices de contar con Jordy como el primer pretendiente de todos!

Me tomo un segundo para procesar la información.

–¿Jordy Miller va a participar de un reality show? –pregunto por fin.

–Sí. Y esperamos que tú también.

Miro por instinto hacia el bar y veo la mesa donde están mis amigas. De pronto, siento la necesidad de salir corriendo hacia ellas y pedirles que se lancen encima de mí para que me entierren debajo del peso de sus cuerpos y así aplasten la ira pura que está hirviendo en mi interior.

–¿Quieren que salga otra vez con Jordy Miller? ¿Para la televisión?

–Sí. La serie se filmará en Loreux, Chalonne, y tú te hospedarás es una mansión hermosa al lado de un lago. Es algo importante. Por supuesto, la comida está incluida y recibirás una pequeña compensación a cambio de tu participación…

–Mira, no sé por qué Jordy pensó en mí para que participara –la interrumpo–, pero no estoy interesada y él debería saberlo.

–Sé que puede sentirse así cuando una relación no funciona. Pero el punto es, algo los llevó a que estuvieran juntos en un principio. Cuando las personas crecen, por lo general, cambian para mejor. Es probable que él haya conservado ese algo especial, pero tal vez algunas de esas diferencias que los separaron…

–Déjame ser clara, Gwendolyn. Preferiría que me traguen las entrañas del infierno y hacer un pacto con el mismísimo ángel caído, Lucifer, antes que salir de nuevo con Jordy Miller.

La pausa que hace ella al sorprenderse se extiende tanto que casi me echo a reír en el silencio.

–El ángel caído, Lucifer, es el diablo –dice finalmente, como si creyera que me he equivocado.

–Sí, Gwendolyn.

–¿Dices que prefieres salir con Satán antes que con Jordy?

–Te estoy diciendo que preferiría salir en un reality show con el mismísimo príncipe de las sombras, Gwendolyn, sí.

–Es una opinión fuerte como un demonio.

–Me parece que es una maldita opinión.

Estoy disfrutando de nuestra charla, pero Gwendolyn no se ríe.

–¿Qué dices si dejo que lo pienses?

–Preferiría que no.

–¿Puedes darme tu dirección de correo? Podría enviarte el paquete informativo. Es muy bueno, hicimos un pequeño PowerPoint…

–El mismo Satán, Gwendolyn.

–Te anotaré como “tal vez”.

–Por favor, no.

–¡Fue un placer hablar contigo, Maya! Espero con ansias verte en la hermosa Chalonne. A propósito, la grabación comienza en dos meses.

–Literalmente no podría interesarme menos, Gwendolyn.

–Okey, cuídate –dice con una risita.

–Tú también, Gwendolyn.

Corto la llamada y luego me tomo unos cinco minutos para clavar la mirada en el espacio, con la cabeza vacía.

Finalmente, un pensamiento me atraviesa y grita en el centro de mi cerebro como si hubiera visto un asesinato sangriento.

Jamás quise tener algo que ver con él otra vez.

Es un pensamiento desesperado, furioso, hastiado, que duele; todo a la vez. Pero me deshago de esas emociones porque por supuesto que no les voy a dar lugar, aunque aparezcan, así no tengo que sentir nada.

Ni loca seré parte de eso. Claro que no. Bajo ninguna circunstancia. Ni que me pagaran un millón de dólares.

Bueno, a decir verdad, tal vez por un millón de dólares. Pero Gwendolyn no dijo nada acerca de un millón de dólares, y es probable que lo hubiera mencionado si fuera relevante, porque Dios sabe que el dinero es un punto mucho más persuasivo que la promesa de tener un romance, que me jodan de nuevo y que Jordy Miller me manipule.

Otra vez.

Así que, de una manera relajada, natural y totalmente casual me dirijo de nuevo al bar y de forma despreocupada tomo asiento al lado de Olivia y le sonrío como si no tuviera ningún problema en este mundo. Porque no los tengo. Estoy bien. Estoy malditamente bien.

Ella me mira y frunce el ceño.

–Linda, ¿qué ocurre? Luces como si hubieras visto un fantasma.

DOS Maya

Rosie y yo estamos en shock mirando cómo vibra mi teléfono sobre la mesa de la cocina mientras desayunamos.

Mamá, que es una olvidadiza, comienza a prepararse la segunda taza de café de la mañana.

–¿Alguna querrá algo de mí mientras estoy aquí? –pregunta.

Pero ninguna de las dos le responde, porque alguien agendado como NO TE ATREVAS A ESCRIBIRLE A ESE MALDITO MACHISTA me está llamando y Rosie y yo sabemos muy bien quién demonios es y, por consiguiente, ya no hay tiempo para el café.

La elección del nombre fue algo que quedó de mucho tiempo atrás, cuando me sentía muy mal después de la ruptura, y Olivia me ayudó a cambiar el nombre de contacto de Jordy como recordatorio.

Y es una mierda porque ahora siento que estoy en problemas con mi teléfono. Ni siquiera es justo, porque es Jordy quien me está llamando a mí, no al revés. Aun así, al aparecer el nombre se siente más como una acusación que una notificación.

¡Fracasada!

¡Fracasada!

Fracasada quien se merece que le rompan el corazón otra vez porque es una maldita debilucha.

¡Fracasada!

–Deja que siga sonando –dice Rosie.

–¿Quién llama? –pregunta mamá. Ah, bien, finalmente notó nuestros rostros horrorizados.

–Jordy –contesto entre dientes.

–¿Jordy? –repite–. Responde y ponlo en altavoz. Lo espantaré para siempre.

Me muerdo el labio y tomo el teléfono, pero a último momento me arrepiento.

–No le debo ninguna respuesta.

–Claro que no –afirma Rosie.

–Honestamente, no puedo creer que piense que lo estoy considerando.

–Es un narcisista. Es probable que ni siquiera piense que hizo algo malo. Y probablemente crea que te está haciendo un favor al dejarte disfrutar de su genialidad –agrega.

–Maya, deja que hable con él –insiste mamá.

Echo un vistazo al teléfono y dudo. Entonces, la pantalla se apaga y la decisión ya fue tomada.

–Bien. Espero que ese haya sido el último intento –digo con energía.

–Tú te lo pierdes. Tengo algo muy bueno para decirle. He estado pensando en eso por dos años –dice mamá.

Rosie examina mi expresión y frunce el ceño.

–¿Estás bien, Maya? Si necesitas que alguien intervenga y le diga que no te moleste…

–No… estoy bien. De verdad. En algún momento se rendirán –respondo haciendo un gesto con la mano.

–Diles una verdad a medias, que comienzas la universidad –sugiere mamá mientras se sirve leche en la taza de café.

Mmm. Me encantaría restregarle eso en la cara a Jordy, solo para ver su reacción.

–Eh, en realidad, la filmación terminaría antes de comenzar las clases –respondo con la boca llena de cereal.

Tal como me lo recordó Gwendolyn en un correo no menos de tres veces durante la semana pasada, porque me está rogando que lo reconsidere.

–Pero no es solo la filmación, ¿cierto? –pregunta mamá mientras revuelve su taza–. Tendrás entrevistas, sesiones de fotos, y las personas te reconocerán, y… tendrías muchas oportunidades de empleo.

–¡No serán oportunidades de empleo! –dice Rosie sin expresión.

–He visto esas chicas de los reality shows. Siempre presentan sus shows de radio. Eres demasiado joven para saber si estás lista para comprometerte a hacer tu propio show de radio, Maya –continúa mamá.

–No importa, porque no lo haré –respondo.

–Bien. No puedes darte el lujo de distraerte en tu primer año. La mejor venganza que puedes obtener contra ese chico es tener éxito, lo sabes.

–Yo diría que en el primer año puedes darte el lujo de distraerte. Les aseguro que el año pasado, la mayor parte de mi curso pasó más tiempo en fiestas que estudiando –dice Rosie al reclinarse sobre la mesa.

–Pero eso es diferente. Maya irá a la Universidad de Connecticut.

Los ojos de mamá se abren como platos al ver a Rosie al mismo tiempo que las palabras le salen de la boca. Agacho la cabeza para mirar mis cereales y aguardo. Tres, dos…

–¿Lo contrario a mí? –pregunta Rosie con frialdad.

–No, Rosita….

–¿No puedes dejar de molestarme acerca de mi universidad por un segundo? La mía también es difícil, ¿sí?

–Bueno, fuiste tú la que dijo que sus compañeros son todos borrachos; yo no –refuta mamá con las manos en alto.

–Mamá, somos estudiantes de universidad. Los universitarios van a fiestas. Y puedo asegurarte de que lo hacen tan seguido como en la uni de Connecticut.

–Okey, okey.

–No, no está okey, porque yo sí oí el comentario sobre el show de radio.

Me pongo de pie y llevo el cuenco deprisa al lavavajillas sin levantar la mirada. Si no las miro, ellas no pueden verme y si no pueden hacerlo, no pueden arrastrarme a la discusión.

–¿Qué? ¿Ahora no puedo hablar de la radio sin que tú lo veas como una ofensa?

–Tú quisiste decir que algunas carreras no son tan buenas como otras, ¿verdad?

–Cariño –le responde con los dientes apretados–, estoy muy orgullosa de ti, sin importar lo que hagas. ¡Pero mantuve dos empleos para que ustedes vayan a la universidad para que puedan ganar un salario decente y así no tengan que hacer lo mismo por sus propios hijos! Maya lo entiende.

Ah, allí estoy. Tomo mi teléfono y regreso a la mesa donde solo me concentro en mirarlo. La verdad, no le encuentro placer a quedarme para oírlas pelear, pero sé cómo se ponen y necesitan que haya un testigo para que intervenga por si las cosas se vuelven demasiado tensas. Para bien de ambas.

–Bueno, ¡tal vez quiera estudiar radio! –dice Rosie.

–¿Desde cuándo? –Mamá golpea las manos sobre la isla.

–Desde ahora; haces que suene tan interesante.

Mi teléfono vibra y el sonido repentino hace que ambas volteen a verme. Al menos ahora no es Jordy quien llama. Es solo un correo de Gwendolyn. Hago un gesto con la mano: No hay nada que ver aquí.

–Obtendré un trabajo después de graduarme, mamá. Tal vez no me hará millonaria, pero sobreviré con eso, de algún modo. No te preocupes por mí, ¿okey? –Suspira Rosie.

Abro el correo y encuentro una presentación adjunta. Señor Jesucristo salvador, ¿esta mujer no se da por vencida? Toco para abrirla.

–Sí me preocupo. Me preocupo por mis dos hijas. Y no dejaré de hacerlo hasta que sea anciana y me encuentre en mi lecho de muerte. Es mi trabajo.

Es un tanto difícil ver la presentación desde mi teléfono, cortada la parte de abajo. Es para ver en la computadora. Me pongo de pie para irme, pero ni mamá ni Rosie parecen notar que me estoy moviendo.

–Yo estoy genial. Maya está genial. Tienes que confiar en nuestras propias decisiones.

Estoy demasiado lejos para escuchar la respuesta de mamá. Ya en mi habitación, me siento en mi escritorio y abro la presentación.

Esta comienza con un título cuya página está cubierta de flores y brillos animados y dice: Segundas oportunidades. Manual para las ex.

Hago clic.

¡Felicitaciones! Has sido invitada a participar del nuevo show más emocionante del canal PN: SEGUNDAS OPORTUNIDADES. Si has recibido este correo, es porque uno de tus ex ha sido seleccionado como el Explorador de esta temporada. ¡Y él espera reexplorar cada centímetro de ti!

¿Qué demonios es esta basura?

Unos segundos más tarde, Rosie entra de repente en mi habitación sin golpear y se desploma de cabeza sobre mi cama para gritarle a la almohada. La observo con paciencia hasta que se cansa de gritar y me espía con un ojo.

–Jamás voy a volver a casa de visita –afirma–. Es demasiado peligroso para todas las partes involucradas. Un día voy a estrangularla y luego veremos qué opciones de empleo me quedan. –Se voltea y mira mi computadora–. ¿Qué es eso?

Me siento sobre la cama con ella y Rosie examina la pantalla sin poder creerlo. Hago clic en la diapositiva siguiente.

Entonces, ¿de qué se trata el show? Anuncia el título.

¡Qué bueno que preguntes! Se autorresponde en la diapositiva siguiente.

Ah, qué ingenioso.

SEGUNDAS OPORTUNIDADES sigue la historia de un Explorador que vuelve a salir con un grupo seleccionado de exnovias para reexplorar la conexión con cada una y descubrir cuál de ellas podría ser la que dejó escapar. En SEGUNDAS OPORTUNIDADES creemos que todos se enamoran por un motivo. Las estadísticas demuestran que lo que hace que las parejas rompan –desacuerdos, incompatibilidades, mudanzas– por lo general se resuelve con tiempo y espacio, ya que crecemos y cambiamos como individuos. Pero ¿y aquellas cosas maravillosas que hicieron que nos enamoráramos de alguien en un principio? ¡Esas nunca cambian!

–Cita requerida –digo y Rosie se ríe.

¡Suena increíble! ¿Quién es el Explorador de esta temporada?

En la diapositiva siguiente aparece una fotografía de Jordy. Es reciente, estoy segura, porque su cabello ondulado, castaño, que solía llevar largo, ahora luce corto y prolijo y el diente de abajo que tenía roto ya no lo está. Sonríe a la cámara arrugando los ojos, como si alguien le hubiera contado el chiste más gracioso del mundo.

Luce como un príncipe de cuento de hadas.

Ese es el chiste.

¡En esta temporada el Explorador será Jordy Miller! Tiene veinte años, es apuesto y carismático. Es famoso por ser el hermano menor de la princesa Samantha de Chalonne. Jordy nos robó los corazones a los habitantes de Chalonne –y al resto del mundo– durante la boda de su hermana con el príncipe Florian de Loeux, y nos ha cautivado desde entonces. Aunque llegó a la fama por su conexión con la realeza, pronto se hizo un nombre por su labor humanitaria y por ser un galán sin discusión. El año pasado, recibió el Honor del Rey por su Servicio excepcional a la humanidad luego de reunir fondos por cuenta propia para renovar el programa de alfabetización en escuelas públicas para los niños de Chalonne. Y lo más notable, ¡el mes pasado fue elegido por la revista Opulencia como el octavo hombre más sexy del mundo!

Pero a pesar de ser indudablemente uno de los solteros más codiciados de Europa, Jordy ha descubierto que la fama, la riqueza y los privilegios no son tan geniales como todos creen. Aunque dedica su tiempo a mejorar las vidas de los niños más necesitados, como aquellos que rescata de forma abnegada de las garras de pobreza y el analfabetismo, Jordy no es ajeno al dolor. Se lamenta que, aunque sea el mejor para las mujeres hermosas que buscan casarse con él de manera desesperada…

–Uh, al diablo con esto –dice Rosie agitando la cabeza. La callo.

… es imposible saber cuándo la conexión es genuina o cuándo es la víctima de alguien sin escrúpulos que busca fama y riqueza a sus expensas. Pero, a diferencia de los niños necesitados de Chalonne, Jordy no tiene un salvador que alivie su pena. Hasta que apareció SEGUNDAS OPORTUNIDADES. Al reexplorar las conexiones con sus exnovias (¡eso te incluye a ti!), este soltero codiciado podrá elegir entre las mujeres que lo amaron antes de que el resto del mundo lo hiciera.

¿Y qué hay para ti? Podrás conocer a Jordy a tu propio ritmo, alejada de los millones de mujeres hermosas, talentosas y atractivas que de otra forma habrían sido tu competencia. En SEGUNDAS OPORTUNIDADES, ¡la única competencia contra ti son las otras mujeres que han salido con Jordy en el pasado! ¡Esas son buenas probabilidades!

Me tomo un segundo para horrorizarme y me llevo las manos a los labios antes de hacer otro clic.

¿Cómo puedo ganarme el corazón del Explorador?

¡Eso corre por tu cuenta! No es nuestro asunto. Además de los premios por los desafíos grupales, verás a Jordy durante el desafío grupal semanal y en el evento de Notte Infinita, donde tendrás la oportunidad de asistir a una fiesta con Jordy y las otras ex restantes.

¿Dónde se filmará el show?

En las afueras de la hermosa capital de Chalonne, Loreux. Te hospedarás en nuestra mansión del lago junto a las otras ex. Aquí te mostramos una imagen lo que puedes encontrar (nótese: la mansión real puede variar).

Debajo del texto hay una fotografía pixelada de lo que parece ser una mansión de Beverly Hills; es de noche y está toda iluminada con luces naranjas. Estoy noventa y nueve por ciento segura de que buscaron mansión en internet y eligieron la primera fotografía.

En realidad, ahora quiero corroborarlo. Unos segundos más tarde, descubro que me equivoqué.

Es la sexta fotografía. Error mío.

¿Tengo que pagar una contribución?

Toda la comida, las cuentas y la renta están cubiertas durante tu estadía en Chalonne. No te preocupes por los gastos aéreos; ¡te trasladaremos a Loreux y te enviaremos de regreso desde donde hayas venido cuando termines!

–Eso parece agresivo de forma innecesaria –comenta Rosie al tiempo que se lleva las rodillas al pecho.

¿Recibiré una compensación por el tiempo que esté en el show?

¡Sí! Retribuimos a todas nuestras participantes con recuerdos, risas y, si tienen suerte, ¡una buena dosis de romance! ¿Cómo se le puede poner un precio a la oportunidad de encontrar el verdadero amor? ¡No lo tiene!

–Creo que quisieron decir que no tiene valor –susurra mi hermana.

–Es cierto, o que ya llegaron a conocer a Jordy –agrego a la ligera.

¿Cuánto tiempo estaré en el show?

Depende del criterio de nuestro Explorador cuánto tiempo pases en la mansión. Cada semana, asistirás a la fiesta de Notte Infinita, donde tendrás la última oportunidad para satisfacerlo…

Disculpen, ¿hacer qué?

… antes de que él lo decida. Se te podrá solicitar que te retires de la propiedad durante cualquiera de las fiestas de Notte Infinita. Hacia el fin de la sexta semana, el Explorador hará su elección final entre las ex restantes. Se le pedirá a cualquiera de las participantes perdedoras que permanezcan en un alojamiento previamente organizado en Loreux, luego de la elección final y hasta el episodio en vivo del Círculo completo durante la séptima semana, ¡donde aparecerán en el último episodio para celebrar a la feliz pareja!

–Ay, no –murmuro–. Esto es de lo peor. Es… quiero decir, es lo peor que jamás he visto. Es lo peor de…

–Participantes perdedoras –agrega Rosie con voz aguda producto de las carcajadas–. “Siento que Jordy no te eligiera, maldita perdedora. Ahora te pondremos en cuarentena en el hotel de la vergüenza junto a las otras perdedoras, para que se beban entre sí las lágrimas de infelicidad mientras Jordy se va con la chica que lo satisfizo”.

–Doy gracias al cielo por la universidad –declaro mientras no puedo evitar reír.

Rosie respira hondo y trata de calmar sus carcajadas. Se recompone y sacude la cabeza.

–Maya, ¿quién va a proteger a esas pobres chicas si tú no vas?

Ya no me causa gracia, aunque no estoy por completo segura de si Rosie está bromeando o no.

–¿Qué? ¿Cómo si fuera de encubierto? ¿Ingreso para sabotear a Jordy desde adentro?

Ella asiente lentamente, y luego con más rapidez, como esos juguetes que cabecean.

–Bueno, ¿podrías? –al decirlo se me disparan las cejas hacia arriba, pero ese gesto solo la anima a seguir–. Podrías cambiar la narrativa. No más huérfanos, no más… malditos cachorros y dulces y abdominales. Serás la que por fin obtenga la atención. Puedes exponerlo, Maya. Mostrarle al mundo cómo es Jordy.

Tal vez estoy delirando por reírme tanto, pero de alguna forma lo que dice Rosie tiene sentido.

–¿Sugieres que cuente en cámara mi versión de la historia? ¿Corregir los hechos de una vez por todas?

–¡Sí! O hacer que las otras chicas comparen sus historias y que lo enfrenten. No puedes ser la única a la que haya tratado así. Te apuesto lo que sea.

–O –comienzo a decir lentamente con una idea formándose–, podría satisfacerlo.

–Qué asco, Maya.

–Rosie, ay, Dios, cállate. Quiero decir que puedo derrotarlo en su propio juego. Hacer que se enamore de mí otra vez. Llegar hasta el final…

–Y rechazarlo en televisión. –Se incorpora captando la idea.

–Exacto.

–Podrías dar un discurso –continúa–, por ejemplo, hacer una lista de todo lo que te hizo. Y de otras cosas que te enteres en el camino. Porque habrá cosas para enterarse. Muchas.

–Le estaría dando a Gwendolyn el show de su vida. Será el final más dramático que jamás se haya visto.

Entonces, está hecho. Salto de la cama y tomo mi teléfono del escritorio.

–Lo llamaré –anuncio.

–¿Vas a hacerlo en serio? –Me pregunta con brillo en los ojos.

–De verdad voy a hacerlo.

–¿Vas a llamar a Jordy para decirle que participarás en su show y luego bajarás a contarle la noticia a mamá?

–Voy a llamar a Jordy, le diré que estaré en su show y luego le contaré a mamá, más tarde, cuando me sienta con la valentía y ella esté de mejor humor.

–¡Casi!

Busco en el historial de llamadas, pero antes de seguir, Rosie frunce el rostro. Conozco esa mirada.

–Em, solo ten… cuidado, ¿sí?

–¿Qué me hará? ¿Romperme el corazón otra vez? Como si pudiera –digo con un resoplido.

–Digo que tengas cuidado… de todo tipo. Estarás en televisión. Todo lo que suceda se hará público.

–Eh, sí… ¿acaso no es ese el punto?

–Solo digo –Rosie encoge un hombro–. Lo que sea que hagas o digas allí lo sabrán todos. Y la gente ama a Jordy. Puede que no les guste que alguien lo despedace en televisión.

–Así que, tal vez no lo destroce. Tal vez puedo hacer que vean tal cual es. Enciendo el fósforo y que él se prenda fuego a sí mismo.

–El fuego se esparce rápido.

Dejo el teléfono a un lado. Con esas palabras me está quitando el ánimo.

–¿Acaso no estabas tratando de convencerme de que lo haga hace un segundo?

–Sí, pero acabo de darme cuenta de que puedes salir lastimada y quiero que me prometas que tendrás cuidado. Ay, no. Sueno como mamá.

–Tendré cuidado. Tanto como sea posible.

–Eso no da mucha seguridad. Lo sabes, ¿verdad?

Con una sonrisa en los labios, llamo a NO TE ATREVAS A ESCRIBIRLE MALDITA MASOQUISTA antes de que a ella se le ocurran más razones en contra de la idea.

Él atiende luego del segundo tono.

–Maya Bailey. Me devolviste la llamada.

En el momento que oigo su voz vuelvo a tener dieciséis años, estoy enamorada y rota por dentro. Rosie mira el teléfono frunciendo los labios. Intento respirar a través de la ráfaga de emociones y me concentro. Lo estoy haciendo con éxito, creo.

–Por supuesto, ¿por qué no lo haría? –Contesto con una sonrisa forzada.

La risa de Jordy es natural, cálida y familiar. La peor.

–Ah… buen punto, buen punto. Creo que me estaba asustando por nada. Ha pasado tanto tiempo. Me había convencido de que tal vez me odiabas o… no lo sé. Soy un tonto, no me hagas caso.

Algo importante para mencionar sobre Jordy es que tiene acento. Se supone que es un acento británico, pero estoy muy segura de que suena más como los estadounidenses creen que suenan los ingleses, más que el acento británico de verdad. Su padre sí es inglés y Jordy siempre dijo que le tomó el acento de manera natural por estar cerca de él y de sus primos paternos. Por otro lado, es un fenómeno sorprendente que su hermana, Samantha, hable de manera normal. Es un misterio extraño y por completo inexplicable.

Ah, aguarden, no se molesten. Puedo explicarlo. Jordy Miller es –como dirían sus parientes ingleses– un maldito cabrón.

–¿Odiarte? ¿Por qué habría de odiarte? –finjo estar en shock mientras Rosie suprime la risa.

–Lo sé, lo sé. Es solo la ansiedad. Yo… guau. Tú sabes, es grandioso oír tu voz, Maya.

–¿A qué le debo el honor?

–Maya. ¿Estás jugando conmigo? Nos conocemos bien.

Dios, me está adulando, ¿eh?

–Supongo que me llamas para preguntarme algo. Así que, adelante. Pregúntame.

Otra risa de oro.

–Okey, okey, deja de dar vueltas, Jordy. Lo sé. Así que, Gwendolyn me dijo que habló contigo hace unos días para contarte sobre el show, y que tú le dijiste que podrías estar demasiado ocupada para participar.

Siento que puede que Gwendolyn haya parafraseado un poco demasiado eso, pero bueno.

–Algo así.

–Okey. Mira, lo entiendo. Y no quiero que creas que estoy tratando de presionarte para hacer algo que no quieres. Pero el punto es, no sé si yo quiero hacer esto sin ti, Maya.

Pongo los ojos en blanco y echo la cabeza hacia atrás. Rosie hace lo mismo.

–Vamos, Jordy –ya no puedo esconder mi escepticismo.

–No, Maya, en serio. Está… bien, es bochornoso, pero al diablo. Cuando accedí a hacer el show, fue en gran parte porque pensé que tal vez tendría una oportunidad de arreglar las cosas entre nosotros.

Es un gran actor, en serio, se merece un Oscar. Que ni crea que me trago eso.

–¿De verdad?

–Sí. ¿No es lo peor que has oído? ¿Cuán mortificado debería estar?

Rosie hace un gesto de estar estrangulando a alguien y al verla intento no reír.

–No lo sé, Jordy. Hay un largo camino por recorrer.

–Así es. Pero no será un viaje corto.

–No creo que sea correcto que me prometas algo así –levanto las cejas mientras miro a Rosie.

–No, no lo es. No le digas a Gwendolyn.

–Ni siquiera planeaba hacerlo.

–Me gustaría, mucho, verte otra vez, Maya. Por favor.

–Pensé que no ibas a presionarme.

–No. Pero sí puedo suplicarte.

–Okey. Tal vez deberías suplicarme un poco más.

–No has cambiado nada, ¿verdad?

Espero.

–Por favor, Maya. Te lo suplico. Por favor no me hagas hacer esto sin ti. Te prometo que haré que lo valga. Te aseguraré un tratamiento VIP para ti. Todo lo que pueda darte, te lo daré. Por favor. Por favor dime que no me he metido en esto en vano.

Es convincente.

Siempre lo ha sido.

Lo raro de este llamado es que me recuerda por qué me enamoré de él una vez. He pasado tanto tiempo enojada conmigo misma por no haber visto quién era en realidad y por creerme sus palabras. Pero ¿saben qué? No fue justo culparme a mí misma por eso. No hubo señales. En serio.

Eso es lo que lo convierte en alguien peligroso.

–Supongo –digo por fin–, que podría revisar mi cronograma y mover algunas cosas.

–Espera, ¿de verdad?

–Ya que me lo pediste tan bien.

–Acabas de cambiarme el día. Ay, qué bueno. Estupendo.

–Aunque, ahora estoy un poco ocupada. Si tú puedes avisarle a Gwendolyn…

–Sí, sí, yo le avisaré. Así que, ¿vas a hacerlo? ¿Es un sí definitivo?

–Sí… Lo haré. ¿Por qué no? –Okey. Esto va en serio. No me puedo echar atrás.

Genial. Genial, genial.

A y u d a.

–Estupendo. Es tan genial. Bueno, ahora espero con ansias que comience todo esto.

–Me alegro. Lo siento, no puedo seguir hablando. Tengo cosas importantes para… cosas.

–No, por favor, continúa. Eh, te hablo pronto, ¿sí?

–Okey. Adiós, Jordy.

–Adiós, Maya. Fue muy bueno hablar contigo. Muy bueno.

Rosie me mira como si estuviera a punto de explotar. Me apresuro a cortar la llamada, justo a tiempo antes de que ella largue un chillido de asco.

–¿Habla en serio?

–Puras mentiras, todo eso. No puede respirar sin mentir cada vez que exhala.

Ella asiente y luego se muerde el labio.

–Maya, pensé en algo mientras estabas al teléfono.

Ah, bien. Lo dice con un tono prometedor.

–¿Sí?

–¿Crees que Skye también esté allí?

Mi sonrisa de victoria se transforma en un gesto de horror.

Mierda. Me olvidé de Skye.

DOS MESES DESPUÉS

DOS MESES DESPUÉS

TRES Skye

Mi papá siempre dice que nací preocupada.

Le gusta montar la imagen de una recién nacida colorada y arrugada que llegó al mundo con un permanente ceño fruncido y una mueca de sospecha, que solo sonreía para algunos afortunados que habían logrado ganarse mi confianza. Según él, cuando comencé la escuela perdí ese hábito por cautela. En lo personal, creo que refiné mi método para fingir que no sospecho de nadie.

A las personas les caes mejor cuando no pueden ver tus murallas.

Solo algunas están dentro de las mías. Mi papá es una de ellas y mi mejor amiga también. Una vez hubo alguien que se acercó. Bastante, pero no tanto. Pero en ese entonces, como suele suceder, él se fue de mi círculo tan rápido como entró.

Honestamente, no esperaba saber de él otra vez.

Y sin dudas tampoco esperaba encontrarme en el Aeropuerto internacional de Loreux, aguardando a que me lleven a una mansión al lado de un lago, donde estaré filmando un reality show con aquel chico que dejé escapar. No, esos no eran mis planes de viaje iniciales, y desviarme de mis planes es algo para nada típico de mí.

A lo mejor, Jordy Miller tiene el hábito de sacar a relucir mi costado inesperado.

Sigo a la multitud a través de un suelo de alfombra gris para recoger mi equipaje, y mientras tanto les envío un mensaje de texto a mi papá y a mi mejor amiga, Chloe, para avisarles que estoy a punto de desaparecer. El teléfono comienza a vibrar unos segundos después.

–Hola –saludo a Chloe mientras me planto en un sitio con buena vista frente a la cinta transportadora–. ¿Qué haces levantada? Son como las tres de la mañana, ¿no?

Un hombre de mediana edad se para justo delante de mí para esperar su equipaje. Doy unos pasos y me reubico a su lado, pero parece que él no nota mi presencia.

–Sí… pero no podía irme a dormir sin decirte adiós. Ya fue demasiado malo no poder haber pasado las últimas seis semanas juntas, y ahora no podremos siquiera enviarnos mensajes. Voy a extrañarte.

–Ay, yo también te extrañaré. –Las maletas comienzan a desfilar por la cinta y busco mi mochila con la mirada, a pesar de saber muy bien que tengo mala suerte al momento de recoger el equipaje y el mío será el último, si es que llegó al país–. Por favor, dime que no estás llamando para tratar de convencerme otra vez de no hacer esto.

–¿Por qué no? No es tan tarde.

–Chloe.

–Es que no entiendo por qué Jordy Miller es a quien le permitiste romper tu regla de no tolerar más de un error. –En solo una oración, su voz pasa de sonar calmada a subir varios agudos. Si tuviera que adivinar, diría que ha estado rumiando sobre lo mismo durante la última hora.

–No lo sé –exhalo con fuerza por las fosas nasales–. Fue casi especial.

–Guau, ¿puedes bajarle el tono a la pasión, Skye? Estás en un espacio público.

–¿Acaso es tan chocante para mí querer ver lo que pudo haber sido?

–¿Para ti? Sí… Eso explica el shock en curso. Me alegra que lo estés entendiendo.

–En realidad no hizo nada malo. Podría discutir que, técnicamente, no cometió ningún error.

–Entonces ¿estamos olvidando la parte en la que te dejó?

–Si lo piensas bien, mudarse de país no cuenta como abandono voluntario.

–Tal vez no, pero que dejara de hablarte sí fue voluntario.

–Es cierto, pero yo también dejé de comunicarme con él, así que él creyó que yo debí haberlo superado. Fue prácticamente mutuo.

–Qué gracioso. Yo recuerdo que las cosas fueron un poco diferentes.

–¿Vamos a usar nuestra última llamada para discutir sobre Jordy Miller? –Le contesto un tanto exasperada. El hombre que está a mi lado me mira y enarca las cejas. Yo levanto los hombros y él continúa fingiendo ignorar mi presencia.

–De acuerdo. ¿Tomarás fotos por mí?

–Por supuesto que no. Me confiscarán el teléfono.

–Rayos, cierto. ¿Lo pasarás bien por mí?

–Eso sí lo puedo hacer –contesto con una sonrisa.

–¿Robarás un souvenir para mí?

–Por supuesto.

–¿Algo que sea caro?

–Probablemente no.

–Haz que me sienta orgullosa.

–¿Del souvenir?

–No, de ti. Y dile a Jordy que, si llega a portarse mal contigo, se las verá conmigo después de las filmaciones.

–Podría asegurar que estará aterrado.

–Ah, debería estarlo.

Mi mochila –una monstruosidad de sesenta y cinco litros con correas de color verde lima– aparece a la vista. Me lanzo para tomarla, pero mi vecino, que aún no encontró su equipaje, me echa una mirada resentida. La saludo a Chole por última vez con una sonrisa en el rostro y me dirijo a encontrarme con la persona que pasará a buscarme.

Mi vuelo desde Zurich, Suiza, hacia Loreux, Chalonne, salió a las 11:05 de esta mañana y aterrizó a las 11:58. Este hecho, según la productora que organizó mi viaje, no consiste en un desperdicio exorbitante de dinero que bien podría haberse usado de otras cien formas.

Al menos, no enviaron un helicóptero para buscarme, como sugirió el productor en un principio cuando descubrió lo cerca que me encontraba, supongo. Aunque es posible que lo haya dicho con sarcasmo. Es bastante difícil de darse cuenta por correo electrónico.

Dejo atrás la alfombra horrible del área de recolección de equipaje y ahora camino sobre baldosas negras brillantes entre una multitud de personas de negocios que visten de traje y viajan a diario. Antes de llegar a las escaleras mecánicas, mi teléfono comienza a vibrar, así que me aparto hacia un costado para contestar la llamada.

–Ey, ¿qué tal? –Es Jordy. Su voz es cálida y alegre y no me puedo resistir a la sonrisa que se me dibuja en los labios al escucharla–. Bienvenida a Chalonne. Has aterrizado, ¿verdad?

–Hace solo veinte minutos –informo y apoyo la mochila contra una barrera para aliviar el paso por un momento–. Estoy a punto de salir del aeropuerto.

–No puedo creer que de verdad estés aquí –dice con una risa eufórica, sin aliento–. Ya comienzo a sentir que es real.

–Lo es, ¿cierto? ¿Estás nervioso?

–Ehh. Más excitado que nervioso. Estoy ansioso por verte.

Algo se agita en la boca de mi estómago y me recuerda que, a diferencia de Jordy, yo sí estoy bastante nerviosa. Es una sensación que ha crecido de manera exponencial ante la idea de imaginarlo sentado en una habitación, contando los minutos hasta vernos otra vez.

–Bueno, ehh, hay un motivo por el cual te llamo –dice Jordy–. Además de oír tu voz, quiero decir.

Frunzo el ceño y levanto mi mochila más alto.

–¿Cuál sería ese motivo?

–En realidad, quería avisarte algo. Supongo que es una advertencia.

–¿Me quieres advertir sobre algo un segundo después de que bajara de un avión en un país extranjero? –pregunto. Si mi voz suena un tanto histérica, supongo que se debe a que así me siento.

–¿Recuerdas a mi exnovia Maya?

–Eso creo. Creo recordar su nombre.

–Genial, bueno, ella va a estar aquí.

–Resulta que eso no me sorprende, Jordy. Conozco de qué se trata el show en el que participaré.

–Claro… pero no estoy seguro de que hayas aceptado por Maya Bailey.

–¿Podrías ser más específico, por favor?

–Honestamente, no creí que fuera a venir. En realidad, no quería que lo hiciera, pero los productores insistieron, porque el show necesita drama. Y Maya es muy buena para eso. Además, me preocupa que discuta contigo.

–¿Conmigo? Jamás la conocí, siquiera.

–Sí. Es… ah, difícil de explicar. Esto fue lo que ocurrió. En realidad, hay muchas cosas que no te conté en ese momento, porque no quería asustarte cuando no había necesidad de hacerlo. Pero cuando tú y yo comenzamos a salir, ella me acosó durante un tiempo.

–¿Qué? ¿Qué ocurrió?

–¿Alguna vez te sucedió que alguien te dijera que no cuando decidiste romper? –pregunta con un tono irónico.

–No puedo decir que sí. No sabía que era una opción.

–No es una opción para personas como tú y yo. Para alguien como Maya, en cambio…

–No tomó bien la separación –completo la frase.

–La separación en sí la tomó bien de una forma sorprendente, pero luego, creo que fue porque se mantuvo negada. Sucedió cuando supo que tú y yo estábamos saliendo y la cosa se puso fea. No quiero preocuparte, pero se volvió algo amenazante. Habló de ti algunas veces. Y, tú me conoces, yo jamás… haría algo para lastimar a una chica, ¿lo sabes? Pero me puse bastante a la defensiva cuando te mencionó y le dejé bien claro que ella y yo no estaríamos en buenos términos si ella te contactaba. Así que, se molestó conmigo. Esparció rumores sobre mí, dijo que la había engañado, que había abusado de ella emocionalmente, y otras cosas. Fue demasiado.

–¿Y por qué me entero de esto ahora? –pregunto y él suspira.

–Lo sé. Lo sé. Pero nosotros recién comenzábamos. No quería que te preocuparas, pero tampoco quería que pensaras que yo era problemático. No quería espantarte y, eventualmente, lo hice. Ella jamás te contactó, ¿o sí?

–No…

–Exacto. Pero ahora necesitas saberlo. En serio, Skye, probablemente esté siendo paranoico. No he visto a Maya en dos años. Y no creo que aún esté detrás de nosotros. Pero si cabe la remota posibilidad de que sí y si comienza a hablar pestes frente a las cámaras, quiero que estés preparada.

–Sí… gracias por la advertencia de última hora, Jordy.

–Como te dije, no creí que fuera a venir. Lo juro, Skye. Acabo de enterarme de que está confirmada. Creo que los productores me lo ocultaron porque sabían que no estaba demasiado cómodo con su presencia. Por tu bien, más que por el mío. Yo puedo lidiar con cualquier cosa que ella me haga. Pero no creo que pueda hacerlo si se porta mal contigo. Y ahora que lo digo en voz alta, me doy cuenta de que tal vez eso sea lo que quieren los productores. Drama. Pero… sí… tú eres mi punto débil. No puedo cambiar eso, ¿verdad?

No permito que el revuelo alegre de sus palabras me afecte.

–Pero ¿qué podría hacerme? Habrá cámaras todo el tiempo –pregunto.

–Eso es exactamente lo que me preocupa que use. Está enojada y es manipuladora. Puede hacer que la historia más improbable suene cierta. A veces, hasta ha hecho que me cuestionara a mí mismo, cuando yo sabía lo que sucedió. No puedes permitir que juegue con tu percepción de la realidad, ¿okey? Sabes quién eres y cómo eres. No dejes que te convenza de lo contrario. Si te mantienes firme, ella no podrá torcer las cosas frente a las cámaras.

–Me estás asustando un poco. –Frunzo el ceño.

–No, no, Skye, no te mortifiques. Tú y yo no nos dejaremos afectar por las idioteces. Yo no lo permitiré. Y si ella te hace algo, me lo dices. No pueden hacer el show sin mí, así que tienen que atenerse a mis reglas y mi regla número uno es que Skye está prohibida.

El nudo que siento en las entrañas se afloja un poco.

–Probablemente tengas razón –comento–. Sobre que ella ya te superó. ¿Quién guarda tanto rencor por dos años?

–Exacto. Estoy seguro de que llegarás allí y te preguntarás de qué te estaba hablando. Es probable que ella haya madurado.

Seguro. Seguramente así es. El punto es que Jordy no suena del todo convencido.

¿Qué demonios le hizo esa chica, Maya?

Luego de despedirnos, levanto de nuevo mi mochila y por fin me subo a las escaleras mecánicas. La cabeza me da vueltas por la advertencia de Jordy.

Un hombre bajo, de tez morena y el cabello oscuro atado en un moño está parado al final, sosteniendo un cartel que dice SKYE KAPLAN con letras mayúsculas. Hace contacto visual conmigo y su expresión de aburrimiento se alegra. Esto está sucediendo de verdad, ¿cierto? He pasado de dormir en habitaciones de hostales para ocho personas y corrido autobuses y trenes repletos como vehículos de carga de animales, a ser VIP en un segundo. Es bueno saber que no soy fácil de convencer, o se me podría ocurrir intentar ganar este show solo para mejorar mi estilo de vida.

Como se ve la cosa, a cada segundo que pasa agradezco más a la Skye del pasado por haber accedido a hacer esto, porque acabo de recordar que esta noche dormiré en mi propia habitación. Sin ronquidos, sin que nadie vuelva borracho a las tres de la mañana, sin tener que cambiarme la ropa en un baño público.

Y todo lo que tuve que hacer fue vender mi alma a un reality para televisión. Es el mejor trato con el diablo que he hecho.

Okey, me digo a mí misma. Recuerda. Hal para decir hola, aurenein, significa adiós; sa, sí; nie, no…

–Hal –saludo, concentrada en las palabras y al tiempo que levanto mi mochila–. Unt Frechten Skye. Je tristois tu…

El hombre sacude la cabeza con rapidez y levanta una mano.

–Eh, hola, Skye. Soy Isaac Kassab, uno de los productores de Segundas oportunidades. ¿Cómo fue tu vuelo?

Isaac… eso significa que es el productor con quien estuve intercambiando correos durante las últimas semanas. Por algún motivo, lo había imaginado mucho más viejo y con acento chalonés, en vez del estadounidense que tiene; y ahora que lo pienso, no tenía mucho sentido. Producciones Bushman y Siegal es una empresa situada en Estados Unidos, después de todo.

Qué buen comienzo. Es bueno saber que las tareas laborales de esta persona no consisten en resaltar mis errores y humillarme en televisión para que lo vean los televidentes. Me preocuparía saber que le acabo de dar material para eso.

–Estupendo, gracias.

–Genial, genial… –se le va apagando la voz y mira por sobre mi cabeza como si estuviera decidiendo si hablarme o no. Entonces, parece sonreír y vuelve la mirada hacia mí–. Así que, ¿hablas chalonés o…?

–Eh, no. Para nada. Aprendí un par de palabras.

–Eso fue más que un par. ¿Qué me dijiste? –Su pregunta me hace dudar.

–Si me preguntas para que lo diga frente a las cámaras, te lo aclaro ahora, no tengo intención de hacer eso. Jamás superaría la vergüenza y ambos lo sabemos. Si quieres que confíe en ti, no dirás…

–Aguarda un minuto, Skye, solo tuve la curiosidad. En serio –explica con las manos en alto.

Examino su rostro, pero no puedo ver ninguna señal clara de que esté mintiendo.

–Estaba intentando decir: “Hola, soy Skye. ¿Tú eres la persona con la que he estado hablando?”.

–Yo soy la persona con que has estado hablando. Pero es claro que hemos estado hablando en tu idioma.

–Sí… pero uno no irrumpe en el país de una persona y comienza a hablarle en su idioma. Es muy descortés –explico.

–Ay, Dios mío. Eres tan canadiense –masculla–. ¿Y qué hubieras hecho si te hubiera contestado en chalonés?

–Unt nie thierre.

–¿Y eso qué significa?

–No te entiendo.

Isaac me mira durante unos segundos, como buscando algo. Luego parece quitarse alguna idea, pero esta vez elige no seguir pensando en ella.

–Genial. Bueno, ¿quieres un carrito para tu mochila?

Miro las correas abrochadas alrededor de mi cintura y mi pecho.

–Creo que estoy bien. Estoy amarrada. Quitármela y volver a ponerla es un poco complicado.

Comenzamos a caminar hacia la salida.

–Empacaste pocas cosas. ¿Sabías que podías traer dos maletas?

–Sí, lo sé, pero he estado…

–Viajando, cierto –dice chasqueando los dedos.

–Tengo más cosas en mi apartamento de Londres –explico–. Aunque todavía no me he mudado de manera oficial ni nada. Pero no tuve la oportunidad de ir y buscarlas antes de volar hacia aquí.

–Aguarda, tengo una pregunta. Por un lado, tengo curiosidad, y por el otro, es para que podamos explicarlo en el show. ¿Cómo puedes vivir en Londres si es que no trabajas allí?

–Tengo visa por ascendencia. Mi mamá era escocesa. Puedo vivir allí por cinco años si quiero. –Las correas de la mochila se me clavan en el abdomen y detengo la caminata para aflojarlas un poco.

Isaac echa un vistazo a la mochila con la misma desconfianza que suelo tener.

–¿De verdad has pasado las últimas cinco semanas viviendo con todo lo que llevas allí?

–No necesito mucho –me encojo de hombros–. Puedes meter una cantidad sorprendente de cosas si enrollas la ropa.

Cuando menciono eso, lo único que puede hacer es fruncir la nariz. Supongo que la vida de mochilero no es para él.

–Así que, supongo que no debes traer muchos vestidos allí adentro, ¿eh?

–Compré un par en Italia. Solo para el show. Y traje algunos de casa. Están en alguna parte en el fondo de la mochila, creo. Por casualidad, ¿hay algún cuarto de lavado en la mansión? Ah, ¿y una plancha?

Él asiente, abre una aplicación de organizador en su iPad.

–Veremos que los tengas –me promete.

Dejamos el aeropuerto bajo el sol del mediodía que nos enceguece. Parpadeo para ver mejor y encuentro un azul dándome la bienvenida. Azul Francia, azul cáscara de huevo de petirrojo, azul pálido, azul bebé, casi cada elemento arquitectónico guarda la misma paleta de colores, desde los techos hasta los cristales, y las flores plantadas en el borde de la carretera, donde aparcan los taxis al lado de la acera. Las paredes de los edificios están pintadas con colores neutros, al menos, para dar un efecto interesante más que llamativo. Muy chalonés.

Tomo una fotografía mientras caminamos y se la envío a Chloe.

Okey, aquí tienes una foto.