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Se habla mucho sobre Tantra, pero no siempre desde el conocimiento y la sabiduría. Nadie como Ramiro Calle, una de las voces más reconocidas en lengua española acerca del yoga y la espiritualidad asiática, para sumergirnos en los misterios del apasionante universo tántrico. Desmontando tópicos y malentendidos, el autor nos desvela el signifi cado profundo de los principales rasgos del tantrismo: la Shakti o energía femenina que constituye la urdimbre de lo Real, el despertar de la Kundalini, sin dejar de profundizar en la erótica y la unión mística. De su mano conoceremos el enfoque peculiarmente tántrico del hathayoga, del shivaísmo de Cachemira o las profundidades alcanzadas por esta verdadera ciencia del mantra.
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Ramiro Calle
Tantra-yoga
© 2024 Ramiro Calle
© de la edición en castellano:
© 2024 Editorial Kairós, S. A.
Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España
www.editorialkairos.com
Diseño cubierta: Katrien van Steen
Imagen cubierta: La diosa hindú Durga lucha contra Mahishasur (pintura del siglo xviii)
Composición: Pablo Barrio
Primera edición en papel: Noviembre 2024
Primera edición en digital: Noviembre 2024
ISBN papel: 978-84-1121-297-7
ISBN epub: 978-84-1121-329-5
ISBN kindle: 978-84-1121-330-1
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.
En memoria de mi madre, María del Mar,
mi primera sabia y maravillosa gurú
Agradecimientos
Introducción
1. La quintaesencia del tantra
2. Shakti,
kundalini
y prana
Shakti, la matriz de todo lo existente
Kundalini
, la simiente de iluminación
Prana, la fuerza vital
Incursionando en el cuerpo
3. Despertar y viaje de la
kundalini
Los
nadis
Los chakras
Técnicas para activar la
kundalini
4. Enfoque tántrico del hatha-yoga
5. Métodos del hatha-yoga
Técnicas de purificación
6. Tantra-yoga (
sadhana
)
7. El camino secreto de los mantras
8. Castidad o erótica mística
9. La erótica mística
10. El
maithuna
Apéndice I. El camino secreto de la energía
Apéndice II. Shaivismo de Cachemira
La puesta en práctica de los tres
upayas
Apéndice III. El camino de la Madre
Cubierta
Portada
Créditos
Dedicatoria
Índice
Agradecimientos
Comenzar a leer
Estoy muy agradecido a Agustín Pániker y a su magnífico y amable equipo editorial de Kairós.
Mi gratitud, por su amistad, apoyo y sabiduría, para los doctores Rafael Rubio, José Manuel Muñoz de Unamuno y Jesús Casado.
Siempre agradecido a mis leales amigos Mamen Díaz Saura, Antonio García Martínez, Jesús Fonseca, Helio Clemente, Javier Nogueira, Nacho Vidal y Jordi Fortia.
Mi profundo reconocimiento a mis alumnos del centro de yoga Shadak.
Abrazos, gracias.
Desde que era un jovencito, he leído muchas de las fabulosas obras del fondo de la Editorial Kairós. Aunque comencé a publicar con veinte años, entonces no imaginaba siquiera que llegaría el día en que parte de mis obras más queridas y rigurosas serían publicadas por este sello y mucho menos que llegaría a tener una sólida e inspiradora amistad con Agustín Pániker, a quien quiero y admiro. Además, compartimos muchas tendencias espirituales y ha prologado magistralmente mi obra Autobiografía espiritual. También hemos publicado Conversaciones con yoguis (prologada por Álvaro Enterría), que es un compendio extraordinario y revelador de sabiduría, no por lo que pueda aportar el autor, sino porque recoge elevadas enseñanzas de grandes yoguis, mentores espirituales, renunciantes y sadhus entrevistados in situ (tanto en la India como en diversos países de Europa) durante varias décadas.
Después de la buena acogida de esa obra, donde se recoge lo más medular de la tradición del yoga y del pensamiento hindú, se publicó, como complemento, Conversaciones con lamas y sabios budistas, donde se incluyen interesantes y valiosas enseñanzas de mentores del budismo theravada, por un lado, y del budismo tibetano por otro.
A estos libros han seguido otros, entre los que quiero resaltar: El milagro del yoga, Hatha-yoga esencial y Raja-yoga. Los cito en esta introducción porque con su publicación se desarrollaron muchos de los aspectos más notables de esa extraordinaria disciplina que es el yoga para el mejoramiento humano. La comencé a practicar a los quince años, cuando mi madre, María del Mar, me llevó a las clases de su instructor de yoga, un indio que se había establecido en lo que entonces eran las afueras de Madrid.
Tras haber publicado en Kairós todos esos libros de yoga, dudé acerca de si debía o no abordar directa y concretamente un libro sobre el tantra-yoga, incluyendo el kundalini-yoga. Por supuesto, tenía varios motivos para pensarlo, y uno era que ya había publicado, hacía unos años, cuatro libros relacionados con el tantra, pero el motivo de mayor peso fue comprobar hasta qué punto ha sido deformado, adulterado, desdibujado e incluso mercantilizado en Occidente, además sin tener mejor fortuna en la India, su país de origen. Otro motivo era que, tras llevar medio siglo adentrándome e investigando en la enseñanza tántrica, incluso habiendo prologado una versión del Kularnava-tantra, me daba cuenta de que es muy difícil lograr la comprensión del lego o del no especialista sin que se tergiversara o se confundiera el tema. La mayoría de los libros publicados en español falseaban impúdicamente la verdadera enseñanza tántrica. Por ejemplo, a uno de ellos lo titularon descaradamente Tantreando y muchos otros solo hacían referencia al denominado sexo tántrico, que consiste en conseguir demorar la cópula un buen número de horas o convertirse en un coleccionista compulsivo de contactos sexuales y un adicto a incontrolados y numerosos orgasmos, todo lo contrario de lo que observa el verdadero tantrik. Para añadir confusión, había un número de practicantes que equivocaban el sentido del verdadero kundalini-yoga (parte del tantra-yoga) con un invento moderno de yoga, muy alejado del auténtico, denominado yoga kundalini. Por otra parte, sabía hasta qué punto muchos occidentales no eran capaces de desentrañar lo que en estas modalidades yóguicas había de mítico, metafórico, esotérico, simbólico o intencionadamente exagerado.
El tantra es una doctrina realmente poliédrica, en la que cabe lo que podríamos tildar de hechicería o superstición hasta el sentido religioso más profundo o el sentido místico más depurado. Asimismo, desde un asfixiante ritualismo hasta una corriente conocida como sahaha, en la que se propicia una total espontaneidad, o esa otra de «sabiduría loca», donde todas las convenciones se dejan de lado y en la que muchos mentores y sus seguidores se entregan con ese pretexto al más descontrolado hedonismo disimulándolo con un hipócrita esmalte de pseudoespiritualidad.
Este totum revolutum que termina dándose en la doctrina tántrica, por un lado, la enriquece y, por otro, la fragmenta y hace aún más difícil que el profano pueda entender muchos de sus principios. Si bien su intención es clara: la conquista de la Liberación (moksha, mukti, kaivalya), aunque a veces sea por métodos chocantes, llamativos y muy diferentes a los utilizados por las disciplinas ortodoxas.
Todo esto me hizo dudar, porque no es fácil aceptar que el no iniciado pueda realmente conectar con una enseñanza tan polimorfa y esotérica o que siquiera la comprenda o la valore en su justa medida, pues tan lejos están de su esencia los que se extravían en la superstición o en la incontrolada fantasía mágica como los que en su ignorancia la menosprecian o no hacen nada por entenderla.
Muchos años antes ya me había llenado de dudas cuando, por mi anhelo de dar a conocer al lector occidental las auténticas enseñanzas del tantra y de hacerlas entendibles, escribí un libro titulado Tantra contado con sencillez, que está totalmente agotado. Hice un verdadero esfuerzo para que enseñanzas muy complejas, contenidas en los textos tántricos (que son un número apabullante), pudieran llegar al lector común, ya que el académico no los necesita y seguramente prefiere seguir en su torre de marfil sin preocuparse de trasladar esos conocimientos a un público más amplio y menos versado. Aunque parezca fácil, no lo es, pero logré que una obra sobre tantra fuera inteligible para casi todo tipo de personas. Con anterioridad, ya había publicado Tantra, la vía secreta del amor y la erótica mística, El amor mágico y la sexualidad sagrada y Tantra, el arte del amor consciente. A pesar de estas obras, tenía a veces la sensación de que no terminaba más que de rascar en la superficie o incluso de que era demasiado condescendiente con una enseñanza que ha permeado en muchas capas de la sociedad india y la de otros países de Asia, pero que tiene su parte de mágica y supersticiosa, además de su enseñanza más seria y realmente liberadora.
En Occidente, se ha deformado hasta lo indecible el tantra, de tal forma que ya no es lo que se enseña, pero en la India y otros países de Asia (tanto en el hinduismo, como en el budismo, el jainismo, el shaktismo y otros cultos populares) también ha florecido una enseñanza tántrica desfigurada y apoyada por textos (Tantras y Agamas) cuyas enseñanzas se toman a menudo por literales, cuando tienen mucho de lenguaje intencional y secretista para confundir a los no iniciados. No solo se trata del desenfreno sensorial a ultranza y de transgredir todos los valores y convenciones de un modo sistemático y desmesurado, aunque hay textos que pueden dar esa impresión, porque han pretendido, como una reacción a la ascesis, a la austeridad y al severo autocontrol, mostrar una vía basada en una mayor laxitud y en el aprovechamiento espiritual de lo que antes estaba considerado pecado y severamente prohibido y recriminado. Todo ello, en un intento de ir más allá de los pares de opuestos y de conciliar el nirvana con el samsara, lo ilusorio con lo real. No nos engañemos, nadie se libera de la ignorancia básica de la mente y de los grilletes del ego fornicando a destajo o subvirtiendo estrafalariamente todos los valores. Sin embargo, este es uno de sus notables logros, pues el tantrismo acaba con el ardiente e hipócrita puritanismo de los brahmanes, consiguiendo que la enseñanza sea tanto para mujeres como para hombres, para gente con casta o descastados, para personas de hogar o sadhus y renunciantes.
Al escribir este libro sobre tantrismo, tantra-yoga y kundalini-yoga, está en mi intención profundizar más en el tema, y darle un enfoque diferente al de mis obras anteriores, pero tratando en todo momento de que pueda ser comprendido por el mayor número de personas y que ayude a superar equívocos. No soy un académico ni un científico en el sentido del término, pero sí un buscador espiritual y un asiduo practicante y sé que al llegar a los demás llego a mí mismo y, al llegar a mí mismo, llego a los demás. Uno de los sentidos de mi vida ha sido la difusión de la sabiduría oriental, desde la humildad y en comunión con mi ser y con el de mis lectores, alumnos y seguidores.
Me hubiera gustado que Agustín Pániker hubiera prologado también esta obra, pero comprendo que tiene muchos compromisos y que no debo acapararle. Por esta vez, permitiré que salga solo con la introducción del autor, un poco larga por el afán de querer explicar y expresar mis sentimientos, para conseguir que este libro tenga un poco más de claridad y de solvencia sobre una enseñanza tan inmensa y abarcadora como el tantra, que ha impregnado a un buen número de disciplinas espirituales y que merece la pena conocer con más exactitud, tanto si se está de acuerdo como si no. Ya puedo adelantar, para que el lector entienda el porqué de hacer un estudio detallado de la doctrina tántrica, que tanto el tantra-yoga como el kundalini-yoga son el resultado de una fusión de instrucciones y procedimientos tanto tántricos como yóguicos. Si lo expresamos de otro modo, al servirse el tantra de métodos yóguicos tuvo como resultado el tantra-yoga, donde se maridan conocimiento y poder, y donde hay una espectacular revalorización del cuerpo (incluso el energético o pránico) como instrumento de autorrealización, donde incluso las sensaciones más deliciosas, antes inhibidas o reprimidas por disciplinas espirituales más ortodoxas y severas, se utilizan como punto de apoyo para ir más allá de la consciencia condicionada y hallar una senda hacia la emancipación. Podría haber dedicado esta obra solo al tantra-yoga, pero para poder entender mejor esta modalidad yóguica es necesario tener una comprensión clara del movimiento tántrico como tal.
Sin duda, es cierto que aún los mayores eruditos o especialistas en tantra chocan en sus indagaciones con muros insalvables, porque esta doctrina está llena de oscurantismo, de aparentes contradicciones, de ambigüedad, con un lenguaje difuso e indicaciones imprecisas, sobre todo en cuanto a la rama Kaula o de mano izquierda, que son los que se sirven del ritual mago-místico-erótico real y no solo simbólico o imaginario, como hacen los tantriks de mano derecha. Por otro lado, a veces hay afirmaciones tan crudas, descarnadas y asertivas que es como si se quisiera dejar muy claro que se propone una senda muy diferente a la ortodoxa y que las enseñanzas tradicionales no pueden funcionar en esta época. Tampoco hay quien pueda sospechar los abusos que han podido cometerse en el seno del tantra a lo largo de la historia. Pese a que, como también ha ocurrido en Occidente, hay iniciados o adeptos que se escudan en la enseñanza para precipitarse en la hechicería o en la denominada «magia roja» que se vale de todo tipo de desviaciones y abusos sexuales, para implicar y explotar con engaños espiritualistas a personas de buena fe.
Aunque luego lo indaguemos con más precisión, es cierto que el tantra surge como una especie de rendición espiritual ante el cariz que se había dado en los tiempos del denominado Kali-yuga, pues se consideraba que las personas de ese ciclo carecían de la fuerza y la motivación necesarias para seguir enseñanzas más tradicionales y austeras. Sin embargo, para animarnos hay que recordar ese adagio que escuché por primera vez en la India y que dice: «El punto más oscuro de la noche es justo el momento antes del amanecer».
A veces puede resultar más fácil decir qué no es el tantra, pero desde luego no es el noventa por ciento de todo aquello que ha configurado lo que podríamos denominar el «neotantra» o esa corriente tántrica generada en Occidente y surgida sobre todo a partir del movimiento hippie y de la llamada Nueva Era, que nada tuvo de nueva y en la que aparecieron como nunca toda clase de embaucadores, charlatanes y mercenarios del espíritu. Se presentó al tantra como si fuera el hermano gemelo de manuales eróticos, como el Kama Sutra o el Ananga Ranga, es decir, como una técnica para desenfrenarse con el deleite sexual todo lo que fuera posible, enmascarándolo con el burdo autoengaño de que de ese modo se podían conseguir estados superiores de consciencia, que ofrecían atajos para llegar a la autorrealización y brindaban una sabiduría liberadora y trascendental.
De este modo, una doctrina tan compleja y variada como el tantra se redujo al conocido popularmente como sexo tántrico y no pocos mentores que no tenían la menor idea del verdadero tantrismo se autoproclamaron instructores de esta esotérica enseñanza que permitía prolongar durante horas la cópula sexual. Célebres cantantes, artistas y actores hacían gala de seguir las orientaciones tántricas con gran éxito erótico, con lo que la espesa y densa masa, que diría Azorín, comenzó a querer también conocer y deleitarse con esas claves secretas venidas de la India que garantizaban un placer erótico hasta entonces desconocido, y para los hombres, la posibilidad de una sorprendente virilidad. Todo eso es pura falsedad, a pesar de los numerosos cursillos que se anuncian e imparten sobre tantra, de algunos libros modernos de éxito con enseñanzas tántricas, de los tan recomendados masajes tántricos y de las promesas de que las prácticas tántricas rejuvenecen, son terapéuticas, revitalizan e incluso aseguran la longevidad. Pero los embaucadores los utilizan para reclutar alumnos que les llenen las arcas o para satisfacer sus impulsos eróticos, disfrazándolos con intenciones tántricas que enriquecen espiritualmente. Sin embargo, si lo que tan a menudo se le hace creer a los legos que es el tantra no tiene nada de tantra, ¿qué es verdaderamente el tantra? En el siglo iv d.C. resurge potentemente, pues viene de antes una enseñanza muy sui generis de carácter esotérico e iniciático que terminaría por influenciar a otras disciplinas religiosas y de autorrealización, tanto en el hinduismo como en el budismo y en otras doctrinas. Este singular y polimorfo movimiento mágico y espiritual que se propone como un sistema soteriológico o liberador es conocido como «tantra» y se considera una enseñanza que prolonga el conocimiento de los Vedas, convirtiéndose en el quinto Veda, valorado por los tántricos, como el más propicio e incluso factible para una época de oscuridad espiritual, desconcierto moral, ausencia de genuinos valores e incontrolada corrupción, codicia y violencia.
Al considerarse las enseñanzas tradicionales como insuficientes para una época tan espiritualmente desolada y pobre, surge el tantra como una especie de doctrina de salvación, más adecuada para la persona actual, tan decaída espiritualmente e incapaz de seguir las enseñanzas, métodos, disciplinas y normas tradicionales. Se considera que esta no es una época para la renuncia o para una excesiva austeridad, y mucho menos para la contención sensorial y el total desapego. En esta era, el ser humano ha perdido la genuina motivación mística, el empuje espiritual, el vigor suficiente para renunciar al placer y encaminar su vida hacia la contemplación.
Esta es la época de Kali (el Kali-yuga), donde el ser humano, en gran mayoría, no tiene la capacidad para renunciar a lo ilusorio, privarse del placer y de la pasión, aislarse para dedicarse a la meditación o comprometerse con un rígido y exigente sadhana. En el desvalimiento espiritual en el que se halla la persona de esta época, el tantra se anuncia como una doctrina salvífica que aporta otras actitudes, enseñanzas y métodos, algunos de los que, incluso a los occidentales, les resultaron muy laxos, pese a que el tantra es una disciplina que no alienta al descontrol sensual y que ofrece técnicas y rituales para poder liberar la mente de su ignorancia básica y aspirar a la Liberación (moksha, mukti, nirvana, samadhi).
El tantra pone en el centro de su movimiento el ancestral culto a la madre, que constela en cuerpo de mujer a la Gran Madre, la Diosa o Devi. A partir de ahí, muchos son los que prefieren adorar a Brahman como la Madre, o sea, la Shakti. Esa Shakti, la madre cósmica, el alma omniabarcante, femenina y que alienta todos los vastos universos, no solo está fuera, sino también dentro de cada uno de nosotros. Surge así una singular metafísica que encuentra su máxima inspiración en la Devi, o sea en la esposa del Divino, aquella que hace posible su manifestación desde lo más ultrasutil a lo más tosco y que es la energía de todas las formas y nombres, la que respira en uno, piensa en uno, ríe y llora en uno, se mueve o reposa en uno. En el tantrismo todo gira en torno a la figura de la Shakti, la Diosa es el centro de toda atención, fervor, devoción e incluso desbordado entusiasmo. Ella crea y recrea los vastos universos, pues es fuerza y energía dinámica, es el potencial inagotable, configura lo más etéreo y lo más burdo, es la que sustenta y anima la llamada prakriti, es decir la naturaleza, la materia. Shakti se convierte en el objeto de todo culto e incluso terminó haciendo realidad el shaktismo o movimiento devocional en el que la Shakti es la que nutre todo sentimiento espiritual.
Recuerdo que una vez en Jaipur, por la noche, me acerqué paseando al centro de la ciudad. Había algún festival religioso y reinaba una atmósfera de contagiosa animación. Al pasar junto a una especie de barraca, pude contemplar a unos hombres travestidos, llamativamente maquillados, identificándose con la Shakti y en una especie de estado de arrobamiento místico, danzando y cantando. Fue un momento muy emotivo, tanto como aquel otro en el que, en una de mis conversaciones en Roma con el catedrático de Tantra, Pío Filipani Ronconi, cuando le pregunté sobre la Shakti, se quedó visiblemente arrobado, con el rostro transfigurado como en éxtasis, y exclamó: «¡Oh, Durga, oh, Kali! ¡Oh, la Diosa, oooh! No me apremie a hablar de ella, porque es una cosa que no es una cosa. En ese sentido prefiero callar, pero recuerdo que estaba paseando por la ciudad india de Jodhpur, cuando me deslicé por una callejuela adyacente y, al pasar al lado de una celosía, dirigí la mirada y vi a un brahmín celebrando el rito; el hombre me llamó, me pidió que me detuviera y dejó en mi boca un trocito del alimento ofrecido a la Diosa, el prasad: alimento bendecido y energizado por la Divinidad, y desde entonces, créame, no puedo hablar de ella». Luego el profesor me comentó: «Si poseemos el pensamiento, poseemos a la Shakti. Hay que conocer a la Shakti en su sede superior, más allá del pensamiento y, por lo tanto, más allá del mundo». Debo confesar que también yo he sentido muy cerca a la Shakti en mi juventud y he sido un devoto de ella, identificándome con aquellos, como Ramakrishna, que declaraban: «A lo que otros llaman Dios (Brahman), yo prefiero llamarle Madre». En todos los seres, la Shakti se manifiesta vivamente como la madre. En mis numerosos encuentros con Babaji Sibananda de Benarés, nunca le vi tan serio, respetuoso y atento como cuando hablamos de la Shakti. Era bien dado a la risa y al buen humor, pero también su rostro cambiaba cuando hacía alguna referencia a la Shakti, que es el poder cosmogónico y, se crea en ella o no (que eso a ella no le incumbe), estamos en sus manos.
Shakti es la inspiradora de numerosos ritos y se manifiesta, como más adelante veremos, con numerosas formas para inspirar diversas intenciones y propósitos en la senda de la autorrealización. Es la salvadora y la condenadora, la más tierna y la más implacable. Se convierte en emblema de diferentes cultos, creencias, liturgias, plegarias, peregrinaciones y festivales. Para encaminar todo el pensamiento hacia ella y utilizarla como medio de transformación y autodesarrollo, el devoto recurre a numerosos medios que iremos indagando, que son como faros para iluminar el sendero hacia la Shakti y más allá de la que vela y desvela. Gira y gira y sin cesar, creando y recreando, y a cada giro nos ofrece un rostro diferente, desde el más pavoroso. Ella es merecedora de ritos, ceremonias, ofrendas de mandalas y de flores, agasajada con inciensos y alimentos, soporte de sofisticadas visualizaciones, inspiradora de yantras, cánticos y mantras, considerada la que todo lo puede otorgar o sustraer, la todopoderosa como expresa el siguiente poema:
¡Oh, rica en poderes!
En ti todo se halla:
alegría, dolor, sombra y muerte, elixir de vida.
Tu manifestación todo es.
¡Oh, gran madre!
Se representa con una exacerbada iconografía, pues subsume innumerables nombres y atributos, es la que ayuda a cruzar de la orilla de la ignorancia y la oscuridad a la de la sabiduría y la luz. Es la reina de muchos cultos populares, ya que para el meditador toma el papel de una reveladora visión que viaja a lo más profundo de uno mismo o es tenida por la que hace posibles todas las vibraciones y, por lo tanto, la esencia de las palabras y de los mantras. El pujari le rinde culto y pleitesía en el altar; el contemplativo la visualiza en el santuario de su propio corazón; el amante la ve en el rostro de todas las amadas.
Sin embargo, el tantrismo, como muchas otras disciplinas espirituales, también tiene su lado oculto y negro, el resultado de una imparable degradación, donde se recurre al rito sangriento, a la hechicería, a la utilización de mantras o fórmulas mágicas con un sentido puramente egoísta e incluso destructivo, a las reuniones orgiásticas y a ceremonias degeneradas. Desde el mago negro hasta el místico más depurado, desde el iletrado, al poeta más inspirado; desde el mayor supersticioso al yogui de más claro discernimiento; desde el sannyasin