Un Descenso al Maelström - Edgar Allan Poe - E-Book

Un Descenso al Maelström E-Book

Edgar Allan Poe

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Beschreibung

"Un descenso al Maelström" de Edgar Allan Poe es un relato que explora temas de supervivencia y astucia frente a imponentes fuerzas naturales. Narrado por un hombre que se enfrenta a un colosal remolino, el relato destila la tensión entre el miedo y la razón, destacando la capacidad humana de utilizar la inteligencia para afrontar retos aparentemente insuperables.

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UN DESCENSO AL MAELSTRÖM

Edgar Allan Poe

SINOPSIS

“Un descenso al Maelström" de Edgar Allan Poe es un relato que explora temas de supervivencia y astucia frente a imponentes fuerzas naturales. Narrado por un hombre que se enfrenta a un colosal remolino, el relato destila la tensión entre el miedo y la razón, destacando la capacidad humana de utilizar la inteligencia para afrontar retos aparentemente insuperables.

Palabras clave

Supervivencia, Naturaleza, Terror

AVISO

Este texto es una obra de dominio público y refleja las normas, valores y perspectivas de su época. Algunos lectores pueden encontrar partes de este contenido ofensivas o perturbadoras, dada la evolución de las normas sociales y de nuestra comprensión colectiva de las cuestiones de igualdad, derechos humanos y respeto mutuo. Pedimos a los lectores que se acerquen a este material comprendiendo la época histórica en que fue escrito, reconociendo que puede contener lenguaje, ideas o descripciones incompatibles con las normas éticas y morales actuales.

Los nombres de lenguas extranjeras se conservarán en su forma original, sin traducción.

 

UN DESCENSO AL MAELSTROM

 

Los caminos de Dios en la Naturaleza, como en la Providencia, no son como nuestros caminos; ni los modelos que nos trazamos están en modo alguno a la altura de la vastedad, profundidad e inabarcabilidad de Sus obras, que tienen en sí una profundidad mayor que el pozo de Demócrito.

Joseph Glanville

 

Habíamos llegado a la cima del risco más alto. Durante algunos minutos el anciano pareció demasiado agotado para hablar.

—No hace mucho tiempo, —dijo al fin,— y podría haberos guiado por esta ruta tan bien como el más joven de mis hijos; pero, hace unos tres años, me ocurrió un suceso como nunca le ha ocurrido a un hombre mortal -o al menos como ningún hombre ha sobrevivido para contarlo- y las seis horas de terror mortal que soporté entonces me han destrozado en cuerpo y alma. Usted me supone un hombre muy viejo, pero no lo soy. Fue necesario menos de un solo día para que estos cabellos pasaran del negro azabache al blanco, para debilitar mis miembros y desquiciar mis nervios, de modo que tiemblo al menor esfuerzo y me asusto ante una sombra. ¿Sabes que apenas puedo mirar por encima de este pequeño acantilado sin marearme?.

El "pequeño acantilado", sobre cuyo borde se había arrojado tan descuidadamente para descansar que la parte más pesada de su cuerpo colgaba sobre él, mientras que él sólo se mantenía sin caer por la sujeción de su codo en su extremo y resbaladizo borde; este "pequeño acantilado" se alzaba, un escarpado precipicio sin obstáculos de roca negra y brillante, a unos quinientos o mil seiscientos pies del mundo de peñascos que teníamos debajo. Nada me habría tentado a acercarme a menos de media docena de metros de su borde. A decir verdad, estaba tan profundamente excitado por la peligrosa posición de mi compañero, que caí de bruces al suelo, me aferré a los arbustos que me rodeaban y ni siquiera me atreví a mirar hacia el cielo, mientras luchaba en vano por despojarme de la idea de que los mismos cimientos de la montaña estaban en peligro por la furia de los vientos. Pasó mucho tiempo antes de que pudiera armarme del valor suficiente para sentarme y mirar a lo lejos.

—Debes superar estas fantasías, —dijo el guía,—porque te he traído aquí para que tengas la mejor vista posible de la escena del suceso que he mencionado, y para contarte toda la historia con el lugar justo bajo tus ojos.

—Nos hallamos ahora -continuó, con ese particularismo que lo distinguía- cerca de la costa noruega, en el grado sesenta y ocho de latitud, en la gran provincia de Nordland, y en el lóbrego distrito de Lofoden. La montaña en cuya cima nos encontramos es Helseggen, la Nublada. Ahora levántate un poco más -sujétate a la hierba si te da vértigo- y mira hacia el mar, más allá del cinturón de vapor que tenemos debajo.