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Washington Square es una novela corta de Henry James (escritor estadounidense, 1843-1916).Fue publicada en 1880, es un drama que nos presenta el conflicto entre una joven dulce e ingenua, y su brillante y dominante padre.A menudo se lo compara con Jane Austen, debido a la claridad y brillantez de su prosa y, a la descripción de las relaciones familiares. Aunque estas comparaciones no le agradaban al autor, que no era un admirador de la autora inglesa.
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HENRY JAMES
WASHINGTON SQUARE
Durante una porción de la primera mitad de la centuria presente, y más particularmente durante la última parte de ella, ejerció y prosperó en la ciudad de Nueva York un médico que gozó, quizás, de una excepcional parte de la consideración que en los Estados Unidos se ha tributado siempre a los miembros distinguidos de la profesión médica. Dicha profesión ha sido siempre muy honrada en Norteamérica, y con más éxito que en otros lugares, ha reclamado para sí el epíteto de "liberal". En un país donde, para tener un papel en sociedad, hay que ganarse la vida o hacer creer que se la gana, el arte de curar ha reunido en sí dos reconocidas fuentes de orgullo. Pertenece al reino de la práctica, que en los Estados Unidos significa una gran recomendación; y está tocado por la luz de la ciencia mérito apreciado en una comunidad donde el amor a la sabiduría no ha ido siempre acompañado por las comodidades y la oportunidad.
Uno de los elementos de la reputación del doctor Sloper era que su sabiduría corría pareja con su habilidad; era lo que podía llamarse un doctor erudito, y, sin embargo, en sus remedios no había nada abstracto; siempre recomendaba a sus enfermos que tomasen algo. A pesar de ser muy escrupuloso, no era un teórico molesto; y aunque a veces explicaba con mayor minuciosidad de lo que necesitaban sus pacientes, nunca llegaba como se sabe que hacen los médicos a confiar sólo en sus explicaciones, y siempre dejaba una prescripción inescrutable. Hay médicos que dejan la prescripción sin explicar nada, pero él no pertenecía a esta clase, que es, después de todo, la más vulgar. Se verá claramente que estoy describiendo a un hombre inteligente; y por esta razón, el doctor Sloper se convirtió en celebridad local.
En la época de que vamos a ocuparnos, era un hombre de unos cincuenta años, y su popularidad había llegado a su apogeo. Era muy ingenioso, y en la mejor sociedad de Nueva York se le consideraba como un hombre de mundo, cosa que realmente era. Me apresuro a añadir, para evitar cualquier malentendido, que no era un embaucador. Era un hombre completamente honrado honrado hasta un grado que no había tenido ocasión de demostrar y, dejando a un lado la buena voluntad del grupo donde ejercía, que se jactaba de poseer el "mejor médico" del país, diariamente justificaba los talentos que le atribuía la voz popular. Era un observador, incluso un filósofo, y el ser brillante le resultaba tan fácil y natural, que nunca pretendía hacer efecto, ni usaba ninguna de las argucias de los que tienen una fama menos merecida. Hay que confesar que la fortuna le había favorecido y que su camino había sido llano. A la edad de veinticinco años se había casado, por amor, con miss Catherine Harrington, una encantadora muchacha de Nueva York que, además de sus encantos, le había traído una considerable dote. Mrs. Sloper era amable, llena de gracia, hábil y elegante, y en el año 1820 era una de las muchachas bonitas de la pequeña, pero prometedora capital, formada en torno a Battery, dominando la bahía, y cuyo límite superior eran las praderas del Canal Street. Incluso a los veintisiete años Austin Sloper se había destacado lo suficiente para mitigar la anomalía de haber sido elegido entre una docena de pretendientes por una joven de sociedad, que tenía diez mil dólares de renta y los ojos más lindos de la isla de Manhattan. Dichos ojos, y varios de sus acompañamientos, fueron durante cinco años motivo de satisfacción extrema para el joven médico, que era, a la vez, un marido devoto y feliz.
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