ARISTÓTELES: RETÓRICA - Aristóteles - E-Book

ARISTÓTELES: RETÓRICA E-Book

Aristoteles

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Beschreibung

Aristóteles (384 a.C. - 322 a.C.) fue un filósofo griego de gran importancia. Considerado uno de los pensadores más influyentes en la cultura occidental, Aristóteles fue discípulo de Platón. Desarrolló un completo sistema filosófico en el que reflexionó sobre una amplia variedad de temas, que incluyen geometría, física, metafísica, botánica, zoología, astronomía, medicina, psicología, ética, drama, poesía, retórica, matemáticas y lógica. "La Retórica" de Aristóteles es una obra de gran importancia en el campo de la retórica y la filosofía. Aristóteles es uno de los fundadores de la retórica como disciplina formal, enfocándose en la argumentación lógica. Clasificó los géneros retóricos y destacó la importancia de la audiencia y del carácter del orador en la persuasión. Su influencia perdura en la teoría retórica y la comunicación persuasiva, y su obra continúa siendo estudiada y relevante en la actualidad.

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Aristóteles

RETÓRICA

Primera edición

Sumario

PRESENTACIÓN

Sobre Aristóteles

Sobre la obra Retórica

LIBRO I

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

LIBRO II

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Capítulo XVI

Capítulo XVII

Capítulo XVIII

Capítulo XIX

Capítulo XX

Capítulo XXI

Capítulo XXII

Capítulo XXIII

Capítulo XXIV

Capítulo XXV

Capítulo XXVI

LIBRO III

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

Capítulo VIII

Capítulo IX

Capítulo X

Capítulo XI

Capítulo XII

Capítulo XIII

Capítulo XIV

Capítulo XV

Capítulo XVI

Capítulo XVII

Capítulo XVIII

Capítulo XIX

PRESENTACIÓN

Sobre Aristóteles

Platón y Aristóteles en la La escuela de Atenas, por Rafael Sanzio (1509)

Aristóteles (Estagira, 384 a. C.- Calcis, 322 a. C.) fue un filósofo, polímata y científico nacido en la ciudad de Estagira, al norte de la Antigua Grecia. Es considerado junto a Platón, el padre de la filosofía occidental. Sus ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.

Fue discípulo de Platón y de otros pensadores, como Eudoxo de Cnido, durante los veinte años que estuvo en la Academia de Atenas. Poco después de la muerte de Platón, Aristóteles abandonó Atenas para ser el maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia durante casi 5 años. En la última etapa de su vida, fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte.

Aristóteles escribió cerca de 200 obras, de las cuales solo se han conservado (ninguna de ellas destinada a la publicación) en el Corpus Aristotelicum sobre una enorme variedad de temas, entre ellos: lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología. Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que abordó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto. Aristóteles también ha sido llamado el padre de la ciencia política, zoología, embriología, ley natural, método científico, retórica, psicología, realismo, crítica, individualismo, teleología y de la meteorología.

Contrario al platonismo, Aristóteles desarrolló una filosofía en donde la experiencia es la fuente del conocimiento. Según su teoría hilemórfica, cada entidad sensible es una sustancia compuesta de materia, aquello que constituye las cosas; y forma, lo que organiza la materia, siendo esta última su esencia. Toda sustancia tiende hacia una causa final dirigida por su naturaleza (teleologismo). Según el filósofo, el ser humano es un animal racional constituido por un cuerpo y alma, cuyo fin último es la actividad intelectual mediante el ejercicio de la razón, virtud (areté) propia del alma, llegando así al bienestar (eudaemonia). Las virtudes éticas, las cuales se forman mediante el hábito, son el término medio entre dos excesos o vicios. Los humanos viven por naturaleza en comunidad, formando así Estados (polis) con el fin de preservar la felicidad de sus ciudadanos. También defendió el valor de la retórica, el arte poético y la superioridad del varón griego.

Entre muchas otras contribuciones, Aristóteles formuló la teoría de la generación espontánea, el principio de no contradicción y las nociones de categoría, sustancia, motor inmóvil, acto y potencia. Algunas de sus ideas, que fueron novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte del sentido común de muchas personas. Influyó en el pensamiento islámico durante la Edad Media, así como en la escolástica cristiana. Su ética, aunque siempre influyente, ganó un renovado interés con el advenimiento moderno de la ética de la virtud.

Primeros años

Aristóteles nació en 384 a. C. o 383 a. C., durante el primer año de la olimpiada XCIX, en la ciudad de Estagira, la actual Stavros (razón por la cual se lo apodó el Estagirita), no lejos del actual Monte Athos, en la península Calcídica, entonces perteneciente al Reino de Macedonia (actual región de Macedonia de Grecia). Su padre, Nicómaco, pertenecía a la corporación de los asclepiadeos, es decir, que profesaba la medicina, y fue médico del rey Amintas III de Macedonia, hecho que explica su relación con la corte real de Macedonia, que tendría una importante influencia en su vida; y su madre, Festis, era oriunda de Calcis y también estaba vinculada a los asclepiadeos.

En la época del rey Arquelao I de Macedonia, al ser su padre médico del rey Amintas III de Macedonia, ambos residieron en Pella, y Aristóteles no pudo permanecer mucho tiempo en aquel lugar, ya que sus padres murieron cuando él era aún muy joven, y se trasladó probablemente a Atarneo. En 367 a. C., cuando Aristóteles tenía 17 años, falleció su padre, y se hizo cargo de él su tutor Proxeno de Atarneo, que lo envió a Atenas, por entonces un importante centro intelectual del mundo griego, para que estudiase en la Academia de Platón. Allí permaneció por veinte años.

Periodo en la Academia

Bajorrelieve de Platón enseñando a Aristóteles, por Luca della Robbia (c. 1439).

Para completar la educación de Aristóteles, Proxeno lo envió a Atenas para inscribirle a la Academia, habiéndose extendido ya su fama y la de Platón por el mundo griego.

Aristóteles conoció a Platón cuando tenía 17 años de edad, y permaneció en la Academia desde 367 o 366 a. C. hasta 347 o 346 a. C., justo con el momento en el que coincide el segundo viaje que realiza Platón a Sicilia. Debido a que Aristóteles acudió a la Academia durante su periodo de máximo esplendor, pudo desarrollarse de forma adecuada. Eudoxo ejerció la primera influencia decisiva sobre Aristóteles, ya que pudo ejercer su influencia en la exigencia «salvar los fenómenos», lo que es lo mismo, «hallar un principio que explicase los hechos conservando intacto su modo genuino de presentarse». El propio Platón le llamaba «el lector» debido a su afán de formarse mediante escritos en lugar de hacerlo de forma oral (como se hacía en la Academia).

Debido a que las ideas filosóficas de Eudoxo diferían de la filosofía platónica y concluían en aporías, Aristóteles hizo caso omiso de las mismas, pero sí se relacionó con Espeusipo, Filipo de Opunte, Erasto y Corisco. Tanto Espeusipo como Filipo de Opunte fueron escolarcas de la Academia, Heraclides Póntico la rigió cuando Platón hizo su tercer viaje a Sicilia, Filipo publicó la obra Leyes, y Erasto y Corisco asociaron sus nombres con Aristóteles. Durante este periodo de juventud escribió varios diálogos y el Protréptico, una exhortación a la filosofía muy popular dirigida al público general. Ninguna de estas obras se ha podido conservar.

Aristóteles participó probablemente en los Misterios eleusinos, escribiendo sobre ellos: "La experiencia es aprender"

Formación de su filosofía

Tras la muerte de Platón en 347 a. C., Aristóteles dejó Atenas. La historia tradicional registra que Aristóteles partió por su decepción a que la dirección de la Academia pasara al sobrino de Platón, Espeusipo, aunque esto es improbable, pues un macedonio no podía heredar bienes atenienses. Es posible que temiera los sentimientos contra los macedonios en Atenas en ese momento y se fue antes de la muerte de Platón.

Aristóteles se trasladó a Atarneo y a Aso, en Asia Menor, donde vivió aproximadamente tres años bajo la protección de su amigo y antiguo compañero de la Academia, Hermias, quien era gobernador de la ciudad. Cuando Hermias fue asesinado, Aristóteles se mudó a la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos, donde permaneció dos años.1617. Allí continuó con sus investigaciones junto a Teofrasto, nativo de Lesbos, enfocándose en zoología y biología marina. Además, se casó con Pitias de Aso, la sobrina de Hermias, con quien tuvo una hija del mismo nombre.

Alejandro Magno y el Liceo

Alejandro Magno y Aristóteles. El filósofo fue su formador intelectual y le inculcó sus conocimientos en la etapa adolescente por más de dos años. Se considera que esas enseñanzas fueron elementos decisivos para los objetivos que se propuso Alejandro. Su sobrino, Calístenes, quien fue su biógrafo, lo acompañó en la campaña contra Persia. Las cartas entre Alejandro y Aristóteles quedaron registradas en el libro de Pseudo Calístenes, Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia.

En 343 a. C., el rey Filipo II de Macedonia convocó a Aristóteles para que fuera tutor de su hijo de 13 años, que más tarde sería conocido como Alejandro Magno, en la localidad de Mieza. Aristóteles viajó entonces a Pella, por entonces la capital del imperio macedonio, y enseñó a Alejandro durante dos años, al menos, hasta que inició su carrera militar. Durante el tiempo de Aristóteles en la corte macedonia, dio lecciones también a otros dos reyes futuros: Ptolomeo y Casandro.

En 335 a. C., Aristóteles regresó a Atenas y fundó su propia escuela, el Liceo (llamado así por estar situado dentro de un recinto dedicado al dios Apolo Licio).

A diferencia de la Academia, el Liceo no era una escuela privada y muchas de las clases eran públicas y gratuitas. A lo largo de su vida, Aristóteles reunió una vasta biblioteca y una cantidad de seguidores e investigadores, conocidos como los peripatéticos 'itinerantes', llamados así por la costumbre que tenían de discutir caminando). La mayoría de los trabajos de Aristóteles que se conservan son de este período. Escribió muchos diálogos, de los cuales solo han sobrevivido fragmentos. Los trabajos que han sobrevivido están en forma de tratado y no estaban destinados, en su mayor parte, a una publicación.

Durante este período, murió su esposa, Pitias, y Aristóteles empezó una nueva relación con Herpilis, se cree que, como él, nativa de Estagira. Aunque algunos suponen que no era más que su esclava, otros deducen de las últimas voluntades de Aristóteles que era una mujer libre y probablemente su esposa en el momento de su muerte. En cualquier caso, tuvieron descendencia juntos, incluyendo un hijo, Nicómaco, que nombra como padre a Aristóteles y a quien dedicó su Ética a Nicómaco.

Aunque poco se sabe de su aspecto físico, Aristóteles fue descrito como calvo, de piernas cortas, ojos pequeños, balbuciente, elegante al vestir y sobre la base sus propias opiniones, su falta de hábitos ascéticos. Era un hombre práctico y un observador cuidadoso. De mente alta y buen corazón, dedicado a sus seres queridos y justo con sus rivales. Diógenes Laercio declaró que tenía inclinación a la burla y cita algunas expresiones que testimonian su fácil ingenio.

Muerte

Cuando Alejandro murió en 323 a. C., es probable que Atenas se volviera un lugar incómodo para los macedonios, especialmente para quienes tenían las conexiones de Aristóteles. Según se cuenta, declaró que "no veía razón para dejar que Atenas pecara dos veces contra la filosofía" (clara alusión a la condena de Sócrates). Aristóteles dejó Atenas y se estableció a Calcis, en la isla de Eubea, donde murió extrañamente al año siguiente a la edad de 61 o 62 años, en 322 a. C., por una enfermedad de los órganos digestivos. Su testamento fue conservado por Diógenes Laercio.

En mayo de 2016, durante el congreso internacional "Aristóteles, 2.400 años" celebrado en la Universidad de Salónica, Konstantinos Sismanidis, director de las excavaciones en la ciudad de Estagira, dio a conocer las conclusiones de su equipo de arqueólogos sobre un edificio descubierto en 1996 y ahora reestudiado a la luz de dos manuscritos que hacen alusión al traslado posterior de las cenizas del filósofo, en una urna de bronce, a su ciudad natal. Según ellos, el edificio, hallado en el interior de una fortaleza bizantina posterior, "no puede ser otra cosa que el mausoleo de Aristóteles", aunque aclararon que "no tenemos pruebas, pero sí indicios muy fuertes que rozan la certeza".

Pensamiento

El pensamiento de Aristóteles abarca prácticamente todas las facetas de la investigación intelectual. Aristóteles hizo filosofía en sentido amplio, que también describiría como "ciencia". El uso del término ciencia tiene un significado diferente al que cubre el término "método científico". Distingue tres tipos de filosofías, ciencias o saberes: saber práctico, que incluye la ética y la política; saber productivo, significa el estudio de las artes, incluida la poética; y saber teórico, puramente contemplativo al no intervenir en el objeto de estudio, que abarca la física, las matemáticas y la metafísica. La lógica y la retórica no constituyen para Aristóteles saberes sustantivos.

Sobre la obra Retórica

Aristóteles escribió dos tratados distintos sobre la elaboración del discurso. Su Retórica se ocupa del arte de la comunicación, del discurso pronunciado en público con fines persuasivos. La Poética se ocupa del arte de la evocación imaginaria, del discurso creado con fines esencialmente poéticos y literarios. Lo que define la retórica aristotélica es precisamente la oposición entre estos dos sistemas autónomos, entre estos dos sistemas tan claramente delimitados, uno retórico y otro poético. Aquellos que, basados en él, reconocen y aceptan tal oposición se encuadran en la retórica aristotélica. Aquellos que sostienen la fusión de la retórica con la poética, y consecuentemente aceptan la transformación de la retórica en un arte poético de creación literaria a través de la literatura de la retórica misma, se encuadran en el movimiento que, con la Segunda Sofística, se conocería como neo-retórica.

La crítica que Aristóteles hizo a los teóricos de la retórica que lo precedieron parece estar basada en las siguientes razones: centraron su atención en el discurso judicial, en detrimento de otros géneros; prestaron especial atención al estímulo de las emociones, con una evidente negligencia en el uso del argumento lógico; dieron una importancia excesiva a la estructura formal del discurso.

La gran innovación de Aristóteles fue el lugar otorgado al argumento lógico como elemento central en el arte de persuasión. Su Retórica es, sobre todo, una retórica de la prueba, del razonamiento, del silogismo retórico; en otras palabras, una teoría de la argumentación persuasiva. Y una de sus mayores cualidades reside en el hecho de que es una técnica aplicable a cualquier tema. Proporciona simultáneamente un método de trabajo y un sistema crítico de análisis que se pueden utilizar no solo en la construcción de un discurso, sino también en la interpretación de cualquier forma de discurso.

La Retórica de Aristóteles parece haber resultado de tres momentos distintos de su vida. Los libros 1.5-15 y partes del libro 3 aparentemente se escribieron alrededor del 350 a.C., cuando todavía era miembro de la Academia y enseñaba retórica allí. Entre el 342 a.C. y el 335 a.C., durante su estancia en Macedonia, habría escrito la parte más sustancial. La conclusión y los toques finales de la misma podrían haberse realizado después de su regreso a Atenas en el 335 a.C., y la apertura de su propia escuela. La Retórica parece haber estado dirigida a diferentes audiencias, reflejando quizás diferentes contextos y momentos distintos de su enseñanza.

Es por eso que algunas partes parecen haber estado dirigidas principalmente a estudiantes de filosofía y otras no.

Entre los principios que caracterizan su esquema retórico se destacan los siguientes:

1) La distinción de dos categorías formales de persuasión: pruebas técnicas y no técnicas;

2) La identificación de tres medios de prueba, modos de apelación o formas de persuasión: la lógica del tema, el carácter del orador y la emoción de los oyentes;

3) La distinción de tres tipos de retórica: judicial, deliberativa y epidíctica;

4) La formalización de dos categorías de argumentos retóricos: el enthymema, como prueba deductiva; el ejemplo, usado en la argumentación inductiva como forma de argumentación secundaria;

5) La concepción y uso de varias categorías de tópicos en la construcción de argumentos: tópicos específicamente relacionados con cada género de discurso; tópicos generalmente aplicables a todos los géneros; y tópicos que proporcionan estrategias de argumentación, igualmente comunes a todos los géneros de discurso;

6) La concepción de normas básicas de estilo y composición, incluyendo la necesidad de claridad, la comprensión del efecto de diferentes tipos de lenguaje y estructura formal, y la explicación del papel de la metáfora;

7) La clasificación y ordenación de las diversas partes del discurso.

"La Retórica" de Aristóteles es una obra de gran importancia en el campo de la retórica y la filosofía. Aristóteles es uno de los fundadores de la retórica como disciplina formal, enfocándose en la argumentación lógica. Clasificó los géneros retóricos y destacó la importancia de la audiencia y del carácter del orador en la persuasión. Su influencia perdura en la teoría retórica y la comunicación persuasiva, y su obra continúa siendo estudiada y relevante en la actualidad.

RETÓRICA

LIBRO I

Capítulo I

La retórica es una contrapartida de la dialéctica, ya que ambas se refieren a determinadas cuestiones cuyo conocimiento es en cierto sentido común a todos y no propio de una ciencia definida. Por tal motivo todos participan también en cierto sentido de ambas. Y es que todos en alguna medida procuran poner a prueba y sostener un aserto, así como defenderse y acusar. Ahora bien, en la mayoría de los casos, unos lo hacen sin pensar, y otros, como resultado de un hábito producto de su temperamento.

Dado que es posible hacerlo de ambas formas, es evidente que también lo sería estudiarlo de manera sistemática, pues es posible interpretar el motivo por el que aciertan, tanto los que lo hacen por hábito como los que lo logran espontáneamente, y en tal caso todos estarían de acuerdo en que ello sería asunto propio de un tratado. El caso es que los que han escrito tratados acerca de los discursos se han ocupado sólo de una mínima parte de la cuestión, pues sólo los argumentos son propios de la disciplina, mientras que lo demás es accesorio.

En cambio, no dicen nada de los entimemas, que son el cuerpo de la persuasión y se ocupan de temas que en su mayoría quedan fuera de la cuestión. En efecto, la predisposición contra alguien, la compasión y la ira y otras afecciones del alma similares no tienen que ver con el asunto, sino con el juez, de suerte que si en todos los juicios ocurriera lo que de hecho está ocurriendo en algunas ciudades y especialmente en las que gozan de buena legislación, estos autores no tendrían nada que decir. Pues todos coinciden, bien porque creen conveniente que las leyes lo proclamen expresamente, bien porque en la práctica prohíben salirse del tema en el discurso, como ocurre en el Areópago, donde tienen esta sana costumbre. Y es que no se debe alterar al juez induciéndolo a la ira, al odio o a la compasión, pues sería como si uno dejara torcida la regla que va a usar. Además, es evidente que a las partes en un juicio no les compete más que demostrar si un determinado hecho es o no es, si ocurrió o no ocurrió.

Si es grande o pequeño, si justo o injusto, allá donde no queda definido por el legislador, sin duda le corresponde entenderlo al propio juez, y no aprenderlo de las partes del juicio. Así pues, conviene que las leyes bien establecidas definan todo cuanto sea posible por sí mismas, y dejen a los jueces lo menos posible, primero porque es más fácil encontrar a uno o unos pocos que a muchos de buen discernimiento y competentes para legislar y juzgar; luego, porque la legislación es el resultado de un largo proceso de reflexión, mientras que las sentencias son momentáneas, de suerte que es difícil que los encargados de juzgar decidan adecuadamente lo justo y conveniente. Pero sobre todo porque la decisión del legislador no se refiere a lo particular, sino a lo futuro y a lo general.

El asistente a la Asamblea y el juez deciden en el momento acerca de cuestiones presentes y concretas a las que con frecuencia vienen asociados el afecto, el odio y el interés personal, de suerte que ya no están en condiciones suficientes para considerar la verdad, sino que enturbian su decisión su propio agrado o desagrado. En cuanto a lo demás, como decimos, conviene darle la mínima competencia al juez, pero en lo que se refiere a si algo pasó o no pasó, si será o no será, es forzoso dejarlo al arbitrio de los jueces, pues no es posible que lo prevea el legislador.

Si efectivamente esto es así, es evidente que introducen en su tratado asuntos fuera de cuestión quienes definen lo demás, por ejemplo, qué debe incluir el exordio, la narración y cada una de las demás partes (pues no se ocupan en ellos de otra cosa que de cómo pondrán al juez en una determinada disposición), y en cambio no revelan nada de los argumentos propios de la disciplina, cuando es precisamente a partir de esto como se puede llegar a dominar el uso de los entimemas.

Por ese motivo, aunque el método de la oratoria Política y el de la forense es el mismo, y aunque es más hermosa y más útil al Estado la práctica Política que la que se refiere a asuntos comerciales, nada dicen de aquélla, mientras que todos se afanan por convertir el arte de hablar ante un tribunal en tema de sus tratados, porque tiene menos sentido salirse del tema en los discursos políticos. En éstos, quien decide lo hace sobre asuntos que le conciernen, de suerte que no se precisa más que demostrar que algo es como lo afirma el que participa en la deliberación. En la oratoria forense ello no basta, sino que es útil captar al oyente, pues se decide sobre asuntos ajenos, de suerte que, como miran por lo suyo y escuchan en su favor, conceden a los litigantes, pero no deciden. Por tal motivo en muchos sitios, como antes dijimos, la ley impide salirse del tema en el discurso. En cambio, en los otros, los jueces se bastan para velar por ello.

Como es evidente que el método propio de la disciplina se refiere a los argumentos y el argumento es una especie de demostración (pues nos convencemos más cuando suponemos que algo está demostrado), la demostración retórica es un entimema y el entimema es na forma de razonamiento (y es propio de la dialéctica, e toda o de una parte de ella, tratar acerca de cualquier clase de razonamiento por igual), es obvio que el que sea capaz de examinar a partir de qué premisas y cómo se origina el razonamiento será también quien mejor domine el uso de los entimemas, al haber comprendido a qué le aplica el entimema y cuáles son sus diferencias con los razonamientos lógicos. Pues discernir lo verdadero y lo que parece verdadero compete a la misma facultad, además de que a los hombres les basta la tendencia natural a la verdad que tienen y dan con ella la mayoría de las veces.

Por tal motivo, encontrarse en disposición de conjeturar acerca de probabilidades es propio del que se encuentra en disposición semejante acerca de la verdad. Queda claro, pues, que los demás centran sus tratados en asuntos externos al tema y el motivo por el que propenden más a laboratorio forense.

La retórica es, sin embargo, útil, porque lo verdadero y lo justo prevalecen por naturaleza sobre sus contrarios, de suerte que, si las resoluciones no se ajustan a lo conveniente, es forzoso que sean vencidas por su propia deficiencia, y eso es digno de reproche. Además, ni siquiera si poseyéramos la ciencia más rigurosa sería fácil convencer a ciertos oyentes argumentando a partir de ella, pues el discurso científico es apropiado para una lección, pero no tiene sentido en este caso, así que es necesario basar los argumentos y los razonamientos en nociones comunes, como decíamos en los Tópicos acerca de las conversaciones con la gente.

Es preciso además que sea capaz de convencer de lo contrario, como ocurre en los razonamientos, no para que podamos hacer indistintamente ambas cosas (pues no se debe convencer de lo malo), sino para que no se nos pase por alto cómo se hace y, si otro hace uso injusto de los argumentos, seamos capaces de refutarlos. Ninguna de las otras disciplinas hace uso de los razonamientos contrarios; sólo la dialéctica y la retórica lo hacen, pues ambas igualmente comportan la existencia de contrarios. Sin embargo, no es que los asuntos sobre los que versan estén en la misma situación, ya que siempre es más fácil razonar sobre lo verdadero y lo mejor, y ambos son más convincentes por naturaleza, hablando en términos generales. Además, si es vergonzoso que uno no pueda servirse de su propio cuerpo, sería absurdo que no lo fuera ms n lo que se refiere a la razón, que es más propia del hombre que el uso de su cuerpo.

Si bien es cierto que el que usa injustamente de esta capacidad para exponer razones podría causar graves daños, no lo es menos que eso ocurre con todos los bienes, a excepción de la virtud, y sobre todo de los más útiles, como el vigor, la salud, la riqueza o la capacidad militar, pues con ellos podrían hacerse los mayores beneficios, si e usan con justicia, y los mayores perjuicios, si son injustamente usados.

Queda claro, pues, que la retórica no pertenece a ningún género definido, sino que es como la dialéctica, y, asimismo, que es útil y que su objeto no es persuadir, sino ver los argumentos propios de cada asunto. Algo parecido ocurre en las demás disciplinas; pues el objeto de la medicina no es curar a alguien, sino poner los medios para ello hasta donde sea posible, pues incluso a los que o están en disposición de recobrar la salud es posible cuidarlos bien a pesar de ello.

Es además propio de esta disciplina atender a lo convincente y a lo que parece serlo, como en el caso de la dialéctica lo es atender al razonamiento y a lo que parece serlo. Y es que la sofística no consiste en la facultad, sino en el propósito; la diferencia reside en que, en este caso, uno será orador por su ciencia y otro por su propósito; en el otro, sofista por su propósito y dialéctico no por su propósito, sino por su facultad.

Tratemos ya de hablar acerca del método mismo, cómo y sobre qué bases podremos lograr nuestros objetivos. Así que, tras haber definido, como al principio, qué es la retórica, tratemos el resto de la cuestión.

Capítulo II

Sea pues retórica la facultad de considerar en cada caso lo que puede ser convincente, ya que esto no es la materia de ninguna otra disciplina. Cada una de las otras se refiere a la enseñanza y a la persuasión de su propio objeto, como la medicina respecto a lo saludable y lo nocivo para la salud y la geometría respecto a las propiedades que se dan en las magnitudes y la aritmética respecto a los números, y de modo similar las demás disciplinas y ciencias. La retórica en cambio parece que puede considerar lo convincente sobre cualquier cosa dada, por así decirlo.

Por eso afirmamos también que el objeto de esta disciplina no se refiere a un género específico definido.

De los argumentos, unos no pertenecen a la disciplina, otros sí. Considero no pertenecientes a la disciplina los que no son procurados por nosotros, sino que preexistían, como testigos, confesiones obtenidas mediante tortura, documentos y otros por el estilo, y pertenecientes a la disciplina los que pueden organizarse a partir del método y de nuestra propia aportación. Los unos hay que utilizarlos; los otros hay que encontrarlos De los argumentas procurados por el discurso hay tres especies: unos residen en el comportamiento del que habla; otros, en poner al oyente en una determinada disposición; otros, en el propio discurso, por lo que demuestra o parece demostrar

a) Por el comportamiento: cuando el discurso se pronuncia de forma que hace al que habla digno de crédito, pues damos más crédito y tardamos menos en hacerlo a las personas moderadas, en cualquier tema y en general, pero de manera especial nos resultan totalmente convincentes en asuntos en que no hay exactitud sino duda. Eso también debe ser efecto del discurso y no de que se tengan ideas preconcebidas sobre la calidad humana del que habla. Y es que no hay que considerar, como hacen algunos de los tratadistas de la disciplina, la moderación del hablante como algo que en nada afecta a la capacidad de convencer, sino que su comportamiento posee un poder de convicción que es, por así decirlo, casi el más eficaz.

b) Por los oyentes: cuando se ven inducidos a un estado de ánimo por el discurso. Pues no tomamos las mismas decisiones afligidos que alegres, ni como amigos, las mismas que como enemigos. A eso, decimos, es a lo único que se dedican los actuales autores de tratados. Así que se tratará de ello pormenorizadamente cuando hablemos de los estados de ánimo.

c) Se convencen por el propio discurso: cuando manifestamos una verdad o algo que lo parece de lo que es convincente para cada cuestión.

Dado que los argumentos se producen por estos medios, es evidentemente capaz de controlarlos quien es capaz de argumentar mediante razonamientos, de reflexionar sobre las actitudes y las virtudes y, en tercer lugar, sobre los estados de ánimo, cuál es cada uno, qué cualidades tienen, a partir de qué surgen y cómo, de suerte que la retórica resulta ser una especie de ramificación de la dialéctica y del estudio de los comportamientos al que es justo denominar Política dialéctica y semejante a ella, como decíamos al principio, pues ninguna de las dos es ciencia que se refiere a cómo es algo determinado, sino que son meras facultades para procurar razones.

Así pues, queda dicho, más o menos, lo suficiente sobre las posibilidades de ambas y la relación entre ellas. Y en cuanto a lo que sirve para demostrar o para demostrar aparentemente, igual que entre los métodos de la dialéctica hay por una parte demostración inductiva, por otra, razonamiento, y por otra, razonamiento aparente, en nuestro caso hay un paralelismo, ya que el ejemplo es una demostración inductiva, el entimema, un razonamiento, y el entimema aparente, un razonamiento aparente. Llamo «entimema» al razonamiento retórico y «ejemplo» al razonamiento inductivo retórico. Pues todos construyen los argumentos para organizar su demostración, aduciendo ejemplos o entimemas y ninguna otra cosa más, de suerte que, si en general es forzoso demostrar cualquier cosa, bien por un razonamiento, bien por un razonamiento inductivo (y esto es claro para nosotros, de acuerdo con los Analíticos), es forzoso que cada uno de éstos sea lo mismo que cada uno de aquéllos.

La diferencia entre ejemplo y entimema quedó clara en los Tópicos (ya que allí se habló antes sobre el razonamiento y la demostración inductiva algo es de una determinada manera por medio de casos similares era allí inducción, y en nuestro caso, ejemplo, y deducir algo diferente y nuevo a partir de unas premisas dadas, porque éstas se dan siempre o en la mayoría de los casos, allí se llamaba razonamiento y, en nuestro caso, entimema.