Arquitectura urbana - Jorge Alberto Balerdi Arrarte - E-Book

Arquitectura urbana E-Book

Jorge Alberto Balerdi Arrarte

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Beschreibung

En este libro, Jorge Balerdi combina teorías, conceptos y experiencias académicas acerca del espacio y el edificio público, con una mirada desde la arquitectura urbana, esa zona intermedia entre un edificio y un barrio. Sus objetivos son reflexionar acerca de cómo un diseño dirigido a la ciudadanía debe considerar, por encima de todo, los principios democráticos de igualdad, tolerancia, visibilidad e inclusividad para una coexistencia armoniosa. La primera parte ofrece una revisión de las dimensiones del espacio y del edificio público, con énfasis en la ciudad de Lima. En la segunda parte, se describe el proceso del diseño a través del método empleado en el Taller 4 de la Facultad de Arquitectura de la UPC, con un manejo simultáneo de arquitectura urbana y paisajismo. Por último, en la tercera parte se presentan algunos de los trabajos más representativos de dicho taller en diversos años. Arquitectura urbana. El ámbito público en Lima está dirigido a estudiantes, docentes y profesionales de la arquitectura y el urbanismo, así como a todos aquellos interesados en una cultura urbana respetuosa de su entorno.

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Jorge Balerdi (Lima, 1962)

Arquitecto por la Universidad Ricardo Palma (URP) y magíster en Arquitectura con mención en Historia, Teoría y Crítica por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Es autor de los libros Reciclajes arquitectónicos. Arquitectura limeña doméstica transformada (Editorial UPC, 2022) y Restaurantes limeños del boom gastronómico. Arquitectura e identidad (Editorial UPC, 2021), y coautor de Entre arquitectos (Editorial UPC, 2020). Fue coordinador del Proyecto Barranco para la conservación del área histórica del distrito en 1988. Es socio fundador de Domino Proyectos Integrales y de Balerdi + Uribe Arquitectos. Desde 1996 hasta la actualidad, se desempeña como docente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), y desde 2022 en la Universidad de Lima.

ORCID: 0000-0003-2578-350X

© Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)

Autor:

Jorge Balerdi Arrarte

Edición:

Luisa Fernanda Arris

Corrección de estilo:

Stephanie Alessandra Diez Lino

Diseño de cubierta y diagramación:

Dickson Cruz Yactayo

Imagen de portada:

Karla López Dextre

Editado por:

Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas S. A. C.

Av. Alonso de Molina 1611, Lima 33 (Perú)

Teléfono: 313-3333

www.upc.edu.pe

Primera edición: agosto de 2024

Versión e-book: agosto de 2024

Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)

Biblioteca

Jorge Balerdi Arrarte

Arquitectura urbana. El ámbito público en Lima

Lima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), 2024

ISBN de la versión epub: 978-612-318-529-9

ARQUITECTURA, PLANIFICACIÓN URBANA, ESPACIOS PÚBLICOS, URBANISMO, LIMA (LIMA, PERÚ)

720.98525 BALE

DOI: http://dx.doi.org/10.19083/978-612-318-529-9

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú n.° 2024-07915

La publicación fue sometida al proceso de arbitraje o revisión de pares antes de su divulgación.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, de la editorial.

El contenido de este libro es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente la opinión de los editores.

Prólogo

El ámbito público está relacionado con lo colectivo y lo accesible por todos. Su esencia es generar integración social, crear lazos, poner en práctica la democracia y contribuir a cierto sentimiento de ciudadanía. Asimismo, encarna su rol como contenedor de diferentes interacciones y vivencias, y como articulador de la vida en comunidad. Además, es un espacio simbólico en disputa.

El vínculo que históricamente se ha dado entre lo público y lo privado incluye la rica relación entre artificio y naturaleza, así como entre espacio exterior e interior. Este vínculo ha existido en poblados y asentamientos humanos de todo el mundo, antiguos y contemporáneos, más allá de premisas occidentales y modernas. Pero es en la revolución urbana ocurrida en Europa, de fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, donde los espacios públicos quedaron directamente asociados a lo que se entiende por ciudad, aquello que refleja la existencia de un Estado, cualquiera que este sea y, a la vez, representa a la ciudadanía. En la tradición occidental, el espacio público es la esencia del urbanismo europeo, que desde el siglo XVI se vuelve parte de la propia tradición iberoamericana.

Cuando hablamos de espacios públicos nos referimos, básicamente, a lugares urbanos abiertos de la ciudad, es decir, plazas, calles y parques. Pero también podrían ser espacios cerrados, como algunos edificios religiosos, culturales, sanitarios o comerciales, de acceso y servicio universal.

Los espacios abiertos de una ciudad han sido el escenario original de la política. Paralelamente, lo fueron también del baile, el rito, la ceremonia, el mercado, la fiesta, la procesión y la protesta. Esto no descarta que algunos edificios, de carácter cerrado, hayan contribuido a la consolidación del ámbito público. El concepto de arquitectura urbana implica, en sí mismo, preocupación e interés frente a la ciudad: la arquitectura no se considera como objeto aislado, sino como pieza de un conjunto mayor, es decir, la urbe.

La continuidad de lo público está expresada de manera notable en el plano de Roma realizado por Giambattista Nolli en el siglo XVIII, en el que las superficies blancas señalan vacíos en la trama urbana, que a su vez penetran los edificios públicos, es decir la arquitectura urbana. De esa manera, se entiende el gran artefacto que es la ciudad, como una sucesión de espacios integrados, algunos urbanos y otros arquitectónicos.

***

La articulación e integración de los ciudadanos surge de suposiciones en torno a una identidad compartida, una mínima dignidad colectiva y la existencia de deberes y derechos más o menos parejos, pero estos no siempre existen.

A lo largo del tiempo y en distintas realidades se han desarrollado «muros invisibles» con los que las clases sociales han sabido protegerse y distanciarse entre sí. Lo que ocurre en Lima es que esas barreras se han convertido en elementos físicos: filtros muy duros del paisaje urbano. El miedo y la discriminación han producido lo que tenemos, es decir, gran cantidad de cercos, rejas y muros ciegos. Será una secuela de los años violentos que vivió el Perú y son consecuencias que lamentablemente se volvieron parte de la ciudad. Los limeños nos hemos acostumbrado a esta situación anormal, en la que permanentemente se restringe el acceso a espacios abiertos y edificios.

Resulta primordial restablecer la noción de lo público, en todo su significado, recortado de tantas maneras por errados conceptos de lo privado, la privacidad y la privatización: Lima es, actualmente, una ciudad de habitantes distanciados. Lejos de ser lugares de recreación o descanso, las calles limeñas son para muchas personas lugares de marginación, trabajo, agobio y fatiga. A ello se suma una escandalosa falta de árboles y áreas verdes.

***

Luego de ciertas definiciones y tras haber señalado algunos problemas de nuestra ciudad, menciono en este prólogo las propuestas mostradas en el libro, que exponen el proceso y el producto de ejercicios universitarios. Son proyectos para Lima realizados dentro de un taller de diseño, correspondiente al cuarto semestre académico de la carrera de arquitectura. Distintos aspectos fueron transmitidos a los alumnos para que ellos realicen sus propuestas, urbanas y arquitectónicas. La primera, como plan general y grupal, luego como diseños individuales de algunos edificios. Paso a paso, con aproximaciones sucesivas, se brindó a los estudiantes herramientas conceptuales, definiciones teóricas, proyectos referenciales e información histórica, a través de charlas, lecturas y visitas guiadas, en un proceso estructurado por etapas. El libro termina presentando trabajos seleccionados de los últimos años.

El término utilizado para nombrar estos ejercicios, arquitectura urbana, hace referencia a edificios permeables con vocación pública, que tienen el deseo de ser generosos y amables con la vida que se desarrolla alrededor de ellos. En realidad, esta debería ser la premisa habitual en el oficio del arquitecto cada vez que diseña un edificio e interviene en entornos urbanos: el objeto arquitectónico ubicado en la confluencia de intereses, en un rango intermedio entre el propio lote, la calle, el barrio y la ciudad.

La vida urbana está asociada a tener y disfrutar espacios libres y públicos, dinámicos y apacibles, que tengan sombra y estén abrigados: en dichos espacios de intercambio y descanso se pone a prueba la voluntad democrática y el sentido de pertenencia a una sociedad. Por ello, es preciso reinventar con nuevos usos lo que ahora son espacios para distanciarse, con un control exagerado.

Para que Lima asuma su condición de ciudad tiene como reto recuperar la noción de lo público: la vida colectiva ligada a espacios abiertos y de libre acceso. Asimismo, entender la presencia de árboles y plantas como ingrediente esencial de un entorno urbano más agradable, un aporte para la calidad de vida de los habitantes, incorporando el paisajismo en cada propuesta. En suma, pensar la arquitectura y la ciudad dentro de los grandes conceptos de la sostenibilidad, como temas decisivos para el presente y el futuro. Qué más podemos desear: ojalá, Lima logre remediar sus problemas y carencias. Los trabajos de estos alumnos apuntan en esa dirección: la de detectar situaciones, satisfacer necesidades, inventar soluciones y abrir posibilidades en la ciudad.

Vuelvo a decir que el espacio público es, por definición, el lugar de encuentros y desencuentros, de enfrentamientos y negociaciones. Es, sobre todo, el espacio de tolerancia donde una sociedad pone a prueba su voluntad democrática. El ámbito público, como conjunto de problemas y posibilidades, de discrepancias y acuerdos, será siempre el espacio de la vida en comunidad, variable fundamental en la construcción de un concepto como la ciudadanía, que solo adquiere sentido cuando se vuelve una práctica activa.

Arq. Elio Martuccelli Casanova

Artista, docente universitario, autor de Arquitectura para una ciudad fragmentada y editor de la revista Arquitextos de la Universidad Ricardo Palma desde 1999.

Agradecimientos

Al arquitecto Luis Mendiola Valdez, por su valiosa participación en la cátedra del curso Taller de Diseño IV - Arquitectura y Funcionalidad de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y por su importante contribución a la preparación de este libro.

A los exalumnos del curso Taller de Diseño IV - Arquitectura y Funcionalidad de la UPC, autores de los casos de estudio en modalidad grupal y/o individual, por su participación en la presente publicación:

Kely Alarcon Gomez

Ana Lucía Astudillo Calienes

María Alejandra Azorsa Gonzales

Omar Bellido Blas

Jimena Caballero Fernández

Valeria Castillo Bartolo

Carlos Cheng Fong

Mariana Cuentas Robles

Yuri González Anci

Nadia Gutiérrez Ninavilca

Karla López Dextre

Gianella Luna Quiroz

Omar Marin Aliaga

Marco Montalvo Panta

Camila Paredes Cerron

Andrea Perez Navarro

Tania Quiroz Zapata

Gino Vasquez Medina

Claudia Villavicencio La Torre

Introducción

Según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el 12 de noviembre de 2022, la población mundial alcanzó los ocho mil millones de habitantes. De estos, el 56% vivimos en ciudades (www.elordenmundial.com). Esto convierte en absolutamente relevante la pregunta del arquitecto libanés Hashim Sarkis, curador de la XVII Bienal de Venecia 2021: “How will we live together?” (“¿Cómo viviremos juntos?”). Un año antes de lanzar el tema, Sarkis explicó en una entrevista de la publicación diaria digital Archdaily el motivo de su reto: “Preguntamos a los arquitectos porque nosotros, los arquitectos, estamos preocupados por dar forma a los espacios en los que la gente vive y vivirá en conjunto y porque, a menudo, imaginamos estos entornos de forma muy diferente a como lo dictan nuestras normas sociales” (www.archdaily.pe).

La posibilidad de compartir sin conflictos los espacios comunes en las ciudades pasa por respetar algunos principios ciudadanos, como igualdad, tolerancia, visibilidad, inclusividad y democracia; todo ello en un contexto global donde la vida en común se presenta compleja y diversa. Desde la academia afrontamos el apremiante tema del ámbito público a través de la identificación, análisis y diseño del espacio urbano público y de los edificios públicos que lo rodean, atendiendo a la realidad contemporánea con propuestas creativas, partiendo de una serie de conceptos e ideas rectoras, sin por ello dejar de solucionar los aspectos funcionales correspondientes.

El presente texto se divide en tres partes. La primera lleva el título del libro: “Arquitectura urbana”. Aquí se revisan las dimensiones del espacio público y del edificio público, introduciendo conceptos y definiciones. Desde un punto de vista histórico, se pone énfasis en la evolución que ha tenido la relación entre espacios y edificios públicos dentro de la civilización occidental, si bien se mencionan, tangencialmente, otras culturas. Se presentan, además, tipologías de espacios urbanos públicos, incluyendo ejemplos de paisajismo. En ese sentido, los denominados parques culturales resultan de particular interés, debido a que incluyen tanto espacio como edificio. En el caso de estos últimos, los edificios públicos, se revisan cronológicamente bajo las miradas sucesivas de la arquitectura moderna, la posmoderna y la contemporánea, respectivamente. Luego nos concentramos en la ciudad de Lima, específicamente en Lima Centro. Aquí se revisa la noción de espacio público desde la fundación española de la ciudad hasta manifestaciones de mediados del siglo xx.

La segunda parte, “Instrumentalización del proceso académico de diseño”, describe el método de la experiencia académica en el curso Taller IV - Arquitectura y Funcionalidad, que propone una estructura para el diseño de espacios y edificios públicos, organizada en diecisiete pasos sucesivos. Finalmente, en la tercera parte, se presentan los resultados que ilustran estos pasos con la producción académica obtenida en seis ciclos de estudios (2020-2022). Se cierra esta última parte con las conclusiones.

Capítulo 1

Arquitectura urbana

1.1. El ámbito público

La ciudad es una gestación humana artificial erigida en un lugar que originalmente fuera natural. En lugar de centrar nuestra atención hacia las ciudades (campo específico del urbanismo) o las construcciones de edificios particulares (campo específico de la arquitectura), nos centraremos en el espectro de la arquitectura urbana. Entendemos la arquitectura urbana como una escala intermedia entre la arquitectura y el urbanismo, entre un edificio y un barrio. Para efectos del presente estudio, se están dejando de lado aquellas connotaciones de carácter ecológico y/o sostenible con las que —en algunos casos— se etiqueta el término.

Al consultar a la gente por sus preferencias personales sobre un lugar especial, inevitablemente las respuestas identifican un espacio público. La Dra. antropóloga Setha Low, en su libro Why public space matters? (¿Por qué es importante el espacio público?, 2022), se pregunta cuál es el valor del espacio público, y la respuesta es: ‘incalculable’. Low utiliza el término atmósfera afectiva, acuñado por Anne Barker en sus estudios sobre la ciudad de Leeds, Inglaterra, para describir el comportamiento y civilidad que perfilan las interacciones sociales como atributos asociados a ciertos lugares:

Los espacios públicos permiten a la gente encontrarse con aquellos con los que normalmente no se cruzarían, y transformar a ‘los otros’ en individuos a los que reconocemos y con quienes nos comprometemos para la interacción social y la actividad política (Low, 2022, p. 5, traducción propia).

Según la autora, los valores que el espacio público aporta a la sociedad son, al menos, seis: justicia social y prácticas democráticas; salud y bienestar; juego y recreación; economía informal y capital social; sostenibilidad ecológica y ambiental; y pertenencia e identidad local (Low, 2022, p. 11).

Más que las nuevas producciones, se revisan aquí las relaciones que se desprenden de aquellas modificaciones que a lo largo del tiempo se han generado en la ciudad dentro de la esfera pública. La esfera o ámbito de lo público involucra tanto al vacío como al lleno edificado, los objetos (artificiales y naturales, en tanto edificios y paisaje) como las personas (ciudadanos) y el resultado de sus interacciones:

El espacio público es inherente a la ciudad (…) tanto sea como espacio físico sistema de espacios exteriores (calles y plazas) y de edificios públicos (teatros, escuelas, ferias) que se caracterizan por ser de libre acceso, circulación, uso y disfrute por parte de la ciudadanía, sin condiciones ni reservas, como no sean las que eventualmente se originen por las funciones implicadas (un hospital tiene acceso restringido, pero ello no inhibe su carácter público, por ejemplo). Es también un espacio sociopolítico (ámbito de la intersubjetividad, de la otredad y del conflicto social generado) y espacio sociocultural (expresiones y representaciones simbólicas, concepciones y narrativas de la vida urbana) (Arroyo, 2015, pp. 69-70).

Desde que las ciudades alcanzaron altas cotas de artificialidad (entendida como oposición a naturalidad), evidenciando problemas como tugurización y contaminación, las preocupaciones han recaído en la búsqueda de nuevos modelos urbanos, que se balancearon siempre entre tradición y modernidad. Las garden cities inglesas muestran la opción del retorno a una estrecha relación entre ciudad y naturaleza. Un ejemplo positivo de lo que podría esperarse para nuestra vida urbana puede resumirse en lo que Christopher Alexander y Serge Chermayeff postularon respecto de “la recuperación del valor de lo cotidiano en la vida urbana tradicional” en su obra Community and privacy (1963). En el texto Utopías construidas de Sharif Kahatt se describe parte del contenido donde los autores referidos proponen “una ciudad equilibrada entre lo urbano y lo rural, lo natural y lo artificial, entre la pequeña escala y la gran escala, entre los interiores y los exteriores, entre lo colectivo y lo individual, es decir, un balance entre la comunidad y la privacidad” (Kahatt, 2015, p. 446).

Al tratar de reconocer ese complejo territorio que resulta híbrido de múltiples modos, es decir, donde aparece una escala a medio camino entre el urbanismo y la arquitectura, cuya representación es patente tanto a través de sus espacios públicos como de sus edificios públicos, y donde se fusionan aspectos artificiales (ciudad y arquitectura) como naturales (paisaje y población), encontramos que el objetivo de este texto no es necesariamente centrarse en los ejemplos que funcionan correctamente, sino revelar aquellas situaciones de la arquitectura urbana en donde se presentan ciertos conflictos que demandan soluciones. Estos conflictos o fisuras que aparecen cuando un lugar carece de calidad, pueden determinarse de modo objetivo, y se manifiestan como barreras y/o vacíos.

Matthew Carmona en Public places Urban spaces nos presenta una clasificación de fisuras que evidencian ausencia de calidad del espacio público:

Focalizándonos en el producto más que en el proceso, pero en la misma vena, Loukaitou-Sideris (1996: 91) discute la ausencia de calidad de un lugar en términos de ‘fisuras’, entendidas estas como:

Grietas en la forma urbana, donde la continuidad se interrumpe.Espacios residuales dejados sin desarrollar, subutilizados o en deterioro progresivo.Divisiones físicas que separan socialmente entornos, de modo intencional o casual.Espacios olvidados por la urbanización, o donde nuevos desarrollos generaron fragmentación e interrupción. (Carmona, 2021, pp. 1-2, traducción propia)

Otra categoría de conflictos, que pertenecen al campo de lo subjetivo, suele aparecer cuando un lugar carece de personalidad, de una imagen clara que lo defina y que permita una relación afectiva con sus habitantes; es decir, cuando no posee una identidad clara. Spengler nos demuestra que todas las culturas son culturas urbanas y que, llegado cierto punto en su historia, aparecen en las ciudades un conjunto de características comunes que le otorgan ciertos rasgos distintivos, a través de los cuales podemos diferenciar unas poblaciones de otras. Estos rasgos pueden llegar a constituirse en algo que el autor reconoce como el alma de la ciudad:

Sobre la espiritualidad general de su cultura, destaca el alma de la ciudad como un alma colectiva de nueva especie, cuyos últimos fundamentos han de permanecer para nosotros en eterno misterio. Y una vez despierta, se forma un cuerpo visible. La aldeana colección de casas, cada una de las cuales tiene su propia historia, se convierte en un todo conjunto. Y este conjunto vive, respira, crece, adquiere un rostro peculiar y una forma e historia interna. A partir de este momento, además de la casa particular, del templo, de la catedral y del palacio, constituye la imagen urbana en su unidad el objeto de un idioma de formas y de una historia estilística, que acompaña en su curso todo el ciclo vital de una cultura (Spengler, 1966, p. 82).

A pesar de estar compuesta por edificios que no son de carácter público sino privado, los grandes conjuntos de vivienda colectiva, como ejemplos de arquitectura urbana, son relevantes porque administran porciones importantes de espacio público entre sus volúmenes. A lo largo del siglo xx se fueron desarrollando una serie de esfuerzos orientados a obtener los mejores resultados para estas ciudades dentro de la ciudad. Uno de los más logrados a nivel global fue la teoría de las Neighborhood Units propugnada por el urbanista Clarence Perry y cristalizada en Radburn, New Jersey, en 1929. En ella se proponen relaciones armoniosas entre la comunidad y sus servicios alrededor de la escuela elemental, separando vías peatonales de vehiculares, controlando tanto la densidad poblacional como las distancias, así como la ubicación de las distintas actividades en el territorio. Lewis Mumford reconoce que el valor del aporte de Perry consistió en revelar “la realidad del vecindario, mostrando cómo, a través del diseño deliberado, puede transformarse en lo que él llamó una unidad vecinal, el equivalente moderno de un barrio o parroquia medieval, una unidad que ahora puede existir, no simplemente como producto de la intuición o la espontaneidad” (Mumford, 1954, p. 256, traducción propia).

Aparte de esas consideraciones estratégicas generales, el modelo fue mejorándose a lo largo de las siguientes décadas en sus aspectos arquitectónicos específicos. Un ejemplo a nivel local de este tipo de solución —y de su evolución— queda representado por las mejoras que pueden apreciarse en las Unidades de Vivienda en Lima, comparando la pionera Unidad Vecinal n.° 3 (1945-1949) con Matute (1950-1953). En el segundo caso, se consigue evitar las fugas de visuales infinitas, a diferencia de la primera versión, gracias a la alternancia de volúmenes ortogonales girados a 90°. Además, se introduce una escala más humana y aparece el uso de materiales, texturas y colores que hacen referencia a la arquitectura vernácula local. Soluciones pertinentes como esta marcan distancia respecto del concepto de ciudad vertical concentrado en un solo edificio autónomo y rodeado de vacío: el modelo propuesto por Le Corbusier en la Unité d’Habitation de Marsella (1946-1952) emulando una máquina para vivir.

A diferencia del ámbito privado, que se presenta como el mundo de lo interior, invisible y exclusivo, expresado por lo general a escala doméstica, el ámbito público comprende el mundo de lo exterior, visible e inclusivo, expresado a escala de arquitectura urbana. Si bien es cierto que también existe el espacio público rural o natural, nos interesa explorar la dimensión urbana o artificial: una construcción que no es solo física sino también mental. Nos referimos aquí a la esfera pública, tanto a los vacíos urbanos como a los llenos edificados: ese territorio que se define entre la sociedad civil y el Estado, con límites muchas veces difusos, y en donde históricamente se ha desarrollado la cultura. En la civilización occidental esta relación entre espacio público y edificio público es tan antigua como sus propias ciudades, y el producto de su interacción lo hallamos cristalizado inicialmente en la cultura griega con la polis1, donde el ágora presidió una posición jerárquica en cuyos bordes se alzaron el teatro y el gimnasio, por ejemplo. Posteriormente, identificamos esta relación en la cultura romana con el foro, donde se situaban la basílica2 y el coliseo, entre otras edificaciones de importancia. Ambos casos de configuración clásica occidental, la griega y la romana, presentan geometrías a base de cuadrículas regulares, que solo se deforman cuando es imprescindible adecuarse a preexistencias geográficas y/o topográficas. El puerto de Priene es prueba de ello.