Cartas a Dorothy - Francisco Hinojosa - E-Book

Cartas a Dorothy E-Book

Francisco Hinojosa

0,0

Beschreibung

El narrador de este libro se ha quedado oportunamente soltero. Vive muy tranquilo con la herencia que le dejó su exconcubina, en sus grandes ratos libres escribe poesía y gracias a sus contactos tiene el camino libre para obtener un curul en la Cámara de Diputados. Un mal día se enamora de Dorothy: una aeromoza estadounidense cuya voz nunca escuchamos, pero tememos por ella como si de nuestra amiga o nuestra madre se tratara, pues en este epistolario, la escritura sucia, cruda, molestamente real de Francisco Hinojosa habla a través de aquel falso poeta como hablan los peores sinvergüenzas del país: aquellos hombres que piensan que las mujeres son suyas; que violentan sin culpa ni cuidado porque viven los privilegios de un país impune, y que perciben los puestos del gobierno como simples pasatiempos.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 72

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



FRANCISCO HINOJOSA

CARTAS A DOROTHY

ESTA OBRA ESTUVO APOYADA POR EL SNCA.

DERECHOS RESERVADOS

© 2024Francisco Hinojosa

© 2024Almadía Ediciones S.A.P.I. de C.V.

Avenida Patriotismo 165,

Colonia Escandón II Sección,

Alcaldía Miguel Hidalgo,

Ciudad de México,

C.P. 11800

RFC: AED140909BPA

www.editorialalmadia.com

www.facebook.com/editorialalmadia

@Almadia_Edit

Edición digital: 2024

eISBN: 978-607-8851-71-3

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.

Hecho en México.

Mi querida Dorothy:

Te sorprenderá que te escriba una carta y te la deje en tu buró, que por cierto era el buró de mi exconcubina, la finada diputada Zaharaí. Seguro te sorprenderá, porque te dirás: ¿para qué me escribe cartas si lo que tiene que hablar conmigo me lo puede decir face to face, o mandarme un WhatsApp, o llamarme al celular? Sé que eso estarás pensando. Te sorprenderá que lo haga una y otra vez, pero así son las cosas conmigo: soy alguien que se expresa mejor por escrito.

Por ejemplo: me gustaría reclamarte de frente que desde hace unas semanas andas con el aliento un tanto, ¿cómo decirlo?, apestoso. Sin embargo, me daría pena echártelo en cara. En cambio, si lo hago por escrito, no tengo que ver la jeta que de seguro me pondrías. La halitosis tiene cura: puedes masticar canela, o tomarte unos tes de yerbabuena con jengibre, o hacer gárgaras de polibuteno, o como se llame ese enjuague que anuncian en la televisión. O esas pastillitas con sabor a mentol que venden en cualquier lado. Vaya, no es nada grave, aunque para mí sí resulta un tanto desagradable.

Otro ejemplo: ¿te acuerdas cuando fuimos a cenar con los Ordóñez y te la pasaste bostezando? Sé que a veces son pesados tus viajes y que regresas cansada, pero aquí, en mi país, no está bien visto que bosteces una y otra vez en la mesa y que demuestres con eso que te da hueva la conversación de nuestros anfitriones. Yo sí hice mi esfuerzo y nunca se dieron cuenta de cuánto me estaban aburriendo.

Y además, como te la pasas aeromoceando, no puedo estar platicando contigo cada vez que se me antoja. A veces llegas por las noches (algunas de ellas yo ya estoy dormido), te despiertas tarde y luego de comer ya tienes que estar de regreso en el aeropuerto para viajar o para hacer guardia en caso de que alguna de tus compañeras no llegue a tiempo. Y puedes irte ida y vuelta a Tijuana o Guadalajara, pero también te puede tocar Madrid o París. En esos casos te quedas por esos lares tres días, más las muchas horas de viaje de ida y vuelta. Y mientras, yo me quedo aquí esperando a que te den algunos días libres o tomes vacaciones para, entonces sí, tener más ratos de la convivencia que suelen tener las parejas.

Lo peor es cuando deplanamente no coincidimos: como aquella vez que llegaste de Cancún justo cuando yo tenía que estar unos cuantos días en Zacatecas, organizando el mitin del candidato a senador de mi Partido. Y ya luego, de regreso, tú tenías que irte a no me acuerdo dónde. El hecho es que no nos vimos. Y no es lo mismo hablar por teléfono unos cuantos minutos solo para escuchar que estás muy cansada y que te vas a meter a la cama. Tampoco que me mandes caritas sonrientes y corazones a través del teléfono. Prefiero el llamado medio epistolar.

Good afternoon, little darling:

Perdona que insista, pero necesito verte más a menudo. Sé que haces todo lo posible por venir a verme con frecuencia y lo agradezco; sin embargo, para mí es insuficiente. Yo iría a visitarte a Kansas City más veces si no fuera porque los boletos de avión están muy caros y no tengo, como tú, la prestación de que me den un asiento gratis cada que se me antoje (por cierto, de preferencia en clase Premier).

¿Por qué no te vienes a vivir conmigo? Bueno: tú y Donovan. Podrías pedir que trasladen tu plaza a la Ciudad de México, al cabo que la aerolínea tiene aquí sus oficinas centrales. Así nos veríamos más y yo podría hacerme cargo de tu hijo mientras tú estés de viaje. Hay una escuela americana que no queda muy lejos de mi departamento: allí podría sentirse más a gusto, con niños y niñas que hablan también inglés.

Pero así: amor de lejitos, amor de vez en cuando, como que no me satisface. Aquí lo decimos así: amor de lejos, amor de pendejos.

Además podrías invitar a tus parientes y amistades de Kansas, Detroit, Tucson, Washington y no me acuerdo en qué otras ciudades gringas tienes familia y amigos. Los podríamos llevar a las pirámides de Teotihuacán, al Tepozteco o a Puebla. Incluso a Tlaxcala, para que sepan a qué sabe un curado de guayaba. Los llevaríamos también a que prueben una muestra de nuestra gastronomía, que por cierto es más rica en variedad, textura y sabores que los aburridos platillos que comen en tu tierra. Sé que hay de todo, pero casi siempre comen hamburguesas, hot dogs y papas a la francesa, que más bien son a la gringa. Seguramente tus conocidos estarán encantados y tú quedarás como una reina.

Pero para eso tendrías que tomar la decisión de venirte a vivir a México. Con Donovan, of course. Al cabo que tu trabajo como azafata, aeromoza o, como tú prefieres que te diga, “sobrecargo”, lo puedes hacer en distintas ciudades, pero teniendo siempre como sede aquí. Piénsalo, no me gustaría que te lo tomaras a la ligera porque de tu decisión depende nuestro futuro.

Yo me iría a Kansas City, pero tampoco es que estés mucho tiempo allá. O sea: daría casi lo mismo. Y no tendría en qué trabajar, salvo en el libro de poemas que preparo desde hace un año. Pero eso no nos da para comer. En cambio, mi trabajo en el Partido me deja lo suficiente como para no pasar penurias y si juntamos lo que tú ganas con lo que yo gano nos alcanzaría para tener un departamento más amplio que en el que ahora vivo y en el que me visitas cada tanto. Y podrías traer toda tu ropa y guardarla en un clóset, no como lo haces cada que nos vemos: en tu maleta.

La otra cuestión, que bien conoces, es que yo no hablo inglés.

Es todo por ahora.

Mi linda Dorothy:

Me dejó muy perturbado el relato que me hiciste anoche acerca del acoso del piloto. Por más que me digas que es algo normal y que los pilotos o capitanes o choferes de avión, como quieras llamarles, siempre andan queriendo ligarse a las aeromozas, no deja de enfurecerme que el tipo ese quiera sobrepasarse contigo. ¿Quieres que se la arme de tos? Ganas no me faltan. Aunque no recuerdo si me dijiste que era de complexión robusta, porque si es así, lo más probable es que él sea el que me chingue.

Pero puedo decirle al Bóiler, un excompañero de la escuela, que me ayude a hacer el trabajito. A él si está difícil que le ganen. Si hubieras estado la vez que le rompió la cara a Chucho, el de la tintorería, sabrías de qué te estoy hablando. Es un verdadero animal. Con decirte que pasó la preparatoria con buenas calificaciones solo porque los maestros y el director le tenían miedo. ¿Qué dices? ¿Le pido que me haga el favorcito? Nadie se enteraría.

Supongo que me dirás que no, que ya no me vuelves a contar nada, que la violencia no lleva a ningún lado, que así son los pilotos, etcétera. Como te conozco muy bien, ya sé la respuesta que me darás. De cualquier manera, te lo dejo para más adelante: si en algún momento te hartan sus abusos, el Bóiler es una solución.