Cuentos de la Alhambra - Washington Irving - E-Book

Cuentos de la Alhambra E-Book

Washington Irving

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Beschreibung

Adaptación a Lectura Fácil de uno de los libros clásicos más famosos sobre el maravilloso Palacio de la Alhambra. Todas las personas con dificultades de comprensión lectora podrán disfrutar de los relatos fantásticos que han construido la leyenda de La Alhambra. En el siglo 19, Washington Irving visitó Granada y quedó fascinado por el palacio de La Alhambra, por sus salones, sus jardines y sus gentes. El autor descubrió que La Alhambra estaba llena de secretos y leyendas. Esas historias hablaban de poderosos magos, alfombras voladoras, princesas, reyes, batallas y tesoros escondidos. Podrás descubrir esas historias en este libro, que ya se ha convertido en un clásico. Lecturia es una editorial especializada en Lectura Fácil, que pretende acercar la literatura a todas aquellas personas que tienen dificultades para comprenderla y para disfrutarla.

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Washington Irving

Cuentos de la Alhambra

Adaptación de María Peralta Vidaurreta

Ilustraciones de Pablo Cadenas de Llano Delgado

Cuentos de la Alhambra

Washington Irving

Primera edición, 2023

© De esta edición, Albo&Zarco S.L.U.

www.lecturia.es

[email protected]

© Adaptación a Lectura Fácil: María Peralta Vidaurreta

Validación de la adaptación: Sangita Alía Ramos

© De las ilustraciones: Pablo Cadenas de Llano Delgado, 2023

© De las ilustraciones: Pablo Cadenas de Llano Delgado, 2023

Diseño de colección y maquetación: La Granja Estudio Editorial

Corrección ortotipográfica: María Campos Galindo

Composición digital: Pablo Barrio

ISBN: 978-84-19502-10-0

Este logo identifica los materiales que siguen las directrices internacioles de la IFLA (International Federation of Library Associations and Institutions) para personas con dificultades lectoras. Lo otorga la Asociación Lectura Fácil. Para más información: www.lecturafacil.net

© Logo europeo de la lectura fácil.

Más información en www.easy-to-read.eu

Todos los derechos reservados. Cualquier tipo de reprodución, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo podrá realizarse con la autorización de los titulares, con la excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra, a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47

ÍNDICE

Introducción

La vida en la Alhambra

1. El viaje

2. La Alhambra

3. La familia de la casa

4. Mi habitación

5. El moro del turbante

6. El palomo de Dolores

7. La vida desde el balcón

8. La aventura del albañil

9. La historia del tío Nicolás

Leyendas de la Alhambra

10. Leyenda del viejo sabio árabe

11. Leyenda del viejo sabio árabe

12. Leyenda de las 3 princesas

13. Leyenda de las 3 princesas

14. Leyenda del príncipe que no conocía el amor

15. Leyenda del príncipe que no conocía el amor

16. Leyenda de Peregil, el aguador

17. Leyenda de Peregil, el aguador

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Índice

Comenzar a leer

Notas

Introducción

El autor

Washington Irving nació en Nueva York,

en Estados Unidos, en 1783.

Estudió derecho y trabajó en varios despachos

como abogado.

Desde 1802 también trabajó como periodista

escribiendo artículos para varios periódicos.

En ellos criticaba con humor las costumbres

de la sociedad de su país.

Más tarde, viajó a Europa por motivos de trabajo.

En esa época escribió relatos que se han convertido

en cuentos populares muy importantes y conocidos,

como “La leyenda de Sleepy Hollow”.

En 1826 viajó a España

para hacer una investigación sobre Cristóbal Colón.

Se quedó en este país hasta 1846,

porque le eligieron como embajador

de Estados Unidos en España.

De esta época su obra más famosa es

“Cuentos de la Alhambra”.

Luego volvió a su país, y se retiró a una casa de campo.

Allí murió en 1859, a los 76 años.

Washington Irving en Granada

En el año 1829 hizo un viaje a Granada.

Pasó 2 meses en esta ciudad,

alojado en el palacio de la Alhambra.

En esa época, en la Alhambra vivían

muchas personas con las que Washington Irving

convivió e hizo amistad.

Estas personas pertenecían a distintas clases sociales

y trabajaban en oficios muy variados.

Ellos le contaron historias y tradiciones del lugar

que le sirvieron para escribir este libro.

“Cuentos de la Alhambra” nos habla de viajes,

de anécdotas, de hechos históricos y de la vida cotidiana

de los habitantes de la Alhambra.

Pero, sobre todo, nos descubre leyendas

llenas de magia, imaginación, aventuras,

emoción, misterio y humor.

Estos relatos, reales e inventados,

ocurrieron en la Alhambra y en sus alrededores.

Todos ellos nos ayudan a conocer mejor

la historia de este mágico lugar

y de las personas de distintas culturas y religiones

que han vivido en él a lo largo de los siglos.

La vida en la Alhambra

1.El viaje

Era el 1 de mayo de 1829 cuando mi compañero y yo

salimos de Sevilla, con la intención de llegar a Granada.

Veníamos de lugares muy diferentes.

Él era un miembro de la Embajada rusa en Madrid

y yo un americano de viaje por España.

Pero la casualidad nos unió

y decidimos recorrer este camino juntos.

Los 2 deseábamos conocer

las montañas de Andalucía.

Venía con nosotros un joven de Vizcaya,

al que pusimos de nombre Sancho.

Era un chico fuerte, divertido y servicial.

Él nos guiaba a través de los caminos montañosos.

También cuidaba de los 3 caballos

que eran nuestro transporte en este viaje.

Y estaba dispuesto a defendernos de los criminales

que nos asaltaran por el camino.

El primer día de viaje nos mojamos

varias veces por la lluvia,

mientras caminábamos sin encontrar ningún refugio.

A última hora de la tarde llegamos a una posada situada en un pequeño pueblo de la sierra.

Los posaderos se quedaron asombrados al ver

que nuestros pasaportes eran extranjeros

y estaban escritos en otro idioma.

Pero Sancho les explicó

que éramos personas importantes

y les repartió unos cuantos cigarros.

Esto sirvió para ganarnos su simpatía

y para que nos acogieran con gusto.

En la cena nos acompañaron

personas destacadas de la zona

que quisieron conocernos al enterarse

de nuestra llegada.

Todavía estábamos saboreando la exquisita comida

que nos había preparado la posadera

cuando escuchamos una guitarra, unas castañuelas

y varias voces cantando a coro.

Mi posadero había reunido

a aficionados al canto y la música

y había organizado una verdadera fiesta española

en el patio de la posada.

—Reparta usted vino

y ofrezca refrescos a estas personas

para disfrutar juntos de la noche.

¡Nosotros invitamos!

—pidió mi compañero al dueño de la posada.

Lo pasamos muy bien aquella noche.

Al día siguiente seguimos nuestro camino por sierras,

valles, barrancos y montañas.

En nuestro viaje nos juntábamos con personas

de todas las clases sociales.

No nos importaba que fueran ricos o pobres.

Esa era la mejor forma de viajar por España.

Nos adaptábamos a la comida de las humildes posadas

que encontrábamos, como si fuéramos vagabundos.

Sancho guardaba los alimentos

que nos sobraban de la cena

para que tuviéramos comida

durante el camino del día siguiente.

También llenábamos la bota

con exquisito vino tinto

antes de abandonar cada posada.

En esos días disfrutamos de sabrosas meriendas

a la sombra de los árboles

y en la orilla de los arroyos que encontrábamos.

¡Y qué siestas nos echábamos

en nuestras mantas extendidas sobre la hierba!

Recuerdo un día en que la comida fue muy buena.

Sancho había guardado las sobras

de los últimos cuatro días.

Además, habíamos pasado la última noche

en una lujosa posada de Antequera.

Nos enseñó muy contento todo

lo que llevaba en sus alforjas:

—¡Mirad qué bien vamos a comer hoy! —nos dijo.

Primero sacó una pierna de cabrito asada,

luego una perdiz entera, los restos de un jamón,

un buen trozo de bacalao envuelto en papel,

media gallina, naranjas, higos, pasas y nueces.

Cada vez que nos mostraba uno de esos manjares

nosotros poníamos cara de sorpresa.

Entonces Sancho se tiraba de espaldas sobre la hierba

y empezaba a reír.

Disfrutaba asegurándose de que no nos faltara de nada.

Siguiendo nuestro viaje llegamos a la ciudad de Loja.

Loja está situada a 50 kilómetros de Granada,

en un paso entre montañas, rocas y plantas,

a orillas del río Genil.

Esta ciudad sirvió de refugio

y escondite para los moros

en los tiempos en que luchaban contra los cristianos.

Sus habitantes todavía conservaban

el espíritu de lucha de tiempos pasados.

La dueña de la posada en la que nos alojamos

era una joven y hermosa viuda andaluza.

Andaba de manera firme y delicada.

Por la forma en que se movía y los adornos que llevaba,

debía ser una mujer acostumbrada a que la admirasen.

Su hermano era un joven casi de la misma edad que ella,

también con muy buena presencia.

Era alto y musculoso, de piel morena,

ojos negros y mirada penetrante.

La posada entera y los huéspedes que llegaban

tenían aspecto de dedicarse al contrabando.

Las armas estaban en un rincón, al lado de una guitarra.

Mientras cenábamos, 2 asturianos pobres se acercaron

a pedirnos comida y un lugar donde descansar:

—Nos han asaltado unos ladrones y nos han robado todo.

Nuestro dinero, nuestros caballos y nuestras ropas

—nos contaron tristes y preocupados.

Mi compañero, que era muy generoso,

les pagó la cena y una noche en la posada.

Además, les dio dinero para que pudieran volver a casa.

Esa noche disfruté de las conversaciones

que mantenía ese grupo,

formado por personas muy diferentes.

Hablaban todos a la vez y en voz muy alta.

Aprendí que eso era una cosa normal

en las posadas españolas.

Escuchamos canciones de contrabandistas,

historias de ladrones, aventuras de guerra

y leyendas de moros.

Al día siguiente continuamos nuestro viaje.

Dejamos atrás las montañas

y entramos ya en la ribera de Granada.

En esta ribera merendamos y dormimos

la siesta a la sombra de unos olivos

y a orillas de un riachuelo.

Después del descanso anduvimos

los pocos kilómetros que nos quedaban.

Al ponerse el sol llegamos a las puertas de Granada.

¡Ya estábamos en la Alhambra!

El gobernador de la Alhambra nos dio permiso

para alojarnos en las habitaciones vacías del palacio.

Esto nos puso muy contentos.

Mi compañero se marchó pronto

porque tenía que atender

sus obligaciones como miembro de la Embajada rusa.

Pero yo tuve la suerte de poder quedarme

varios meses en la Alhambra.

Pasemos a conocer este maravilloso palacio.

2.La Alhambra

La Alhambra es un antiguo palacio rodeado de murallas.

Fue construido por los reyes moros de Granada.

Desde este lugar organizaban a sus tropas

para luchar contra los cristianos

y defender sus territorios.

Dentro de estas murallas llegaron a tener

un ejército de 40.000 hombres.

La Alhambra fue el último territorio

que los árabes conservaron en España.

Cuando los cristianos vencieron

y se hicieron con la Alhambra,

el palacio siguió siendo de los reyes.

Algunos reyes cristianos vivieron en este lugar,

hicieron reformas y construyeron habitaciones nuevas.

Pero todos ellos estuvieron poco tiempo.

Y cuando se fueron el palacio quedó abandonado.

Sus bellos salones quedaron en ruinas,

sus jardines destruidos

y de sus fuentes dejó de salir agua.

Poco a poco, las casas las ocuparon ladrones,

contrabandistas y granujas de todas las clases.

Usaban la Alhambra para hacer sus negocios sucios

y guardar lo que robaban.

Al ver esta situación, el Gobierno los echó.

Solo permitió vivir allí a quien demostrara

que era una persona honrada.

Se destruyeron muchas de las casas.

Solo quedaron en pie unas pocas,

la iglesia y el convento de San Francisco.

Durante la Guerra de la Independencia

las tropas francesas tomaron la Alhambra

y el general francés vivió en el palacio.