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Por absurdo que parezca, la mayoría de personas en este planeta creen que la vida es sinónimo de sufrimiento y que hay un Dios que quiere que pasemos una y mil pruebas dolorosas para conocer la verdad.
Y no es cierto: ¡Dios es todo bondad!, ¡Dios quiere que seamos siempre, siempre, inmensamente felices! La mala interpretación de las Sagradas Escrituras y otros muchos documentos, ha llevado al hombre a formarse una idea errónea de la existencia. Dios no exige, da. Y da a manos abiertas todo lo que uno quiera, sin esperar nada a cambio, salvo que uno sea extremadamente feliz con lo que desee.
Pero lo cierto es que a pesar de que todos y cada uno de nosotros queremos ser felices (porque difícilmente una persona se levanta por la mañana para ser desdichado y pasarlo mal) no todos sabemos cómo lograr esa dicha, y menos aún cómo mantenerla bajo cualquier circunstancia.
En este libro se te revelarán las claves que te permitirán ser feliz a pesar de tu pasado, de los temores del presente o la incertidumbre del futuro.Te enseñará a vivir en alegría bajo cualquier circunstancia, incluso en las circunstancias más difíciles y complicadas.
Descubrirás que la razón de tu existencia es simplemente ser feliz, ¡Has nacido para ser feliz, es tu derecho de nacimiento!
La vida no tiene por qué ser un valle de lágrimas. La vida es hermosa y tienes la misión de disfrutarla al máximo. En estas páginas descubrirás cómo hacerlo…
AUTOR:
Rubén García Palacios, Mexicano, nacido en el estado de Puebla.
Ingeniero Químico, con un diplomatura en Desarrollo de habilidades del pensamiento. Dedicado a la capacitación, el desarrollo humano y la comunicación corporativa. Coach de Negocios, Éxito y Felicidad. Autor de varios Best Sellers.
Con más de 30 años compartiendo la Palabra de Dios como conferencista y actualmente a través de la palabra escrita.
SOBRE LA COLECCIÓN
SUPÉRATE Y TRIUNFA
Vivimos en una época de estrés y de depresión profunda a causa de la crisis mundial que nos azota. Hemos perdido, en cierta manera, el norte como sociedad y vamos dando bandazos, caminando por la vida sin ilusiones, con una tendencia negativa que se refleja en nuestro rostro, en las relaciones con los demás y nuestros trabajos. Este planeta se ha convertido en un mundo gris, triste y desamparado. Cada día escuchamos decenas de historias que nos encogen el corazón y muy pocas que nos hagan emitir una sonrisa. Es una realidad.
Por eso, desde Mestas Ediciones buscamos cada día una manera de revertir esta situación, aportando nuestro pequeñito grano de arena. De ahí nace esta colección, Supérate y Triunfa, que contiene una serie de libros con los cuales queremos añadir optimismo y todas las demás herramientas necesarias para conseguir una vida plenamente feliz, en todos los aspectos posibles. De ahí el carácter heterogéneo de la colección, que tocará temas tan importantes como el económico, el amor, la salud, entre otros muchos. Y lo haremos de la mano de autores de primer orden, formados con gurús y conferencistas motivacionales mundialmente reconocidos, coaches tan importantes como Anthony Robbins, T. Harv Eker o John Demartini. Esperamos que os guste y que os sirva para disfrutar de la vida con la máxima pasión diaria y sonreír cuantas más veces, mejor.
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Agradecimientos
Mi primera gratitud es para El Creador de todo lo que existe, todos los aciertos de esta obra son gracias a Él y los desaciertos son únicamente míos.
Agradezco a mi madre, que ahora vive en la presencia de
Dios, que me enseñó a amarle y a creer en Él.
A mi esposa Charo, que me ayudó en la revisión del manuscrito. A mis hijos, a mi familia, la razón por la que escribo.
A mi amigo y hermano en la fe: Octavio Herrera Lastra, Pastor de “La Vid” por aceptar amablemente escribir el prólogo de este libro.
También mi gratitud a Cristina Díaz (mi mentora) y a muchos amigos más, a los que guardo con gratitud en mi corazón.
Aunque el título, ¡Dios quiere que seas inmensamente feliz!, pudiera espantar a los más escépticos, después de leerlo entenderás, lo que ciertamente Rubén detalla, la vida es una lucha, pero no necesariamente debe ser un valle de lágrimas y que cada uno de nosotros podemos decidir ser felices, a pesar de las circunstancias.
Siempre he creído y enseñado que nuestro destino no es cuestión de suerte, sino de decisiones, y ahora podría decir que la felicidad no es cuestión de suerte, sino de decisiones; la decisión que cada uno tomamos para reconocer a Dios en nuestro diario caminar, y como Rubén lo muestra en su libro, es la decisión de permitir que desde nuestro interior lo que Dios ponga en nuestro corazón, brote.
Considero importante que cada persona pueda entender que Dios quiere nuestro bien y que su deseo es bendecirnos, que no hay manera de creer que del corazón amoroso de Dios pueda brotar la intención de hacernos sufrir; eso enseña la Biblia y eso también leemos en este libro: Dios es bueno. También que Dios ha pagado el precio y provisto lo necesario para que cada uno podamos vivir una vida en abundancia.
Por otro lado, algo que reconozco y agradezco de estas páginas, es que no muestra una fantasía ni una utopía, pues reconoce que sí existen las dificultades, y las llama por su nombre, pero enseña justo lo que la Biblia nos dice que podemos hacer en esos tiempos difíciles.
Creo lo que la Biblia dice: toda dádiva y el don perfecto desciende de Dios, y también creo que Rubén presenta esta verdad de una manera amena, clara y muy fácil de entender; lo cual es altamente valioso en este tiempo en el que algunos escritores rebuscan entre tantos conceptos, principios y frases raras que terminan por no decir nada. Rubén dice mucho con muy poco:
¡Dios quiere que seas inmensamente feliz!
Octavio Herrera Lastra
Pastor de “La Vid”, Congregación Cristiana en Puebla, México
Esta es una pregunta que todos alguna vez nos hemos hecho, sin embargo pocas veces encontramos una buena respuesta.
Permíteme contarte mi experiencia personal al respecto.
Esto ocurrió cuando era más joven, hace poco tiempo, tal vez unos 35 años. Tenía la manía de poner todo en duda, y también tenía muchas preguntas sin respuesta.
Un día, paseando por la orilla de un río me quedé mirando la corriente. Los árboles que se movían suavemente con la brisa del viento… y en ese momento, sentí como si Dios me dijera:
–Aquí estoy, ¿qué me quieres preguntar?
En ese momento me surgieron varias preguntas:
–¿De verdad existes?
–¿Dónde estás?
–¿Para qué nací?
–¿Por qué estoy aquí?
La primera pregunta fue contestada esa misma semana.
Estaba en mi clase de Biología en la escuela preparatoria y el maestro que nos hablaba sobre la evolución, súbitamente hizo una pausa, y dijo algo así como:
“Enseño todo esto porque está en al plan de estudios, pero quiero decirles que personalmente no creo en ello, no creo en “el acaso1”, no creo en la “evolución”. De inmediato procedió a ilustrar sus creencias con un ejemplo. Dijo que si alguien pudiese juntar en una caja una cierta cantidad de letras dibujadas en sendos recortes de cartulina, agitarlas en la caja y lanzarlas al aire de manera que al caer formaran la frase de un poeta, perfectamente alineada, y con un verdadero sentido, “¡entonces creeré en el acaso! Solo así creeré en la evolución”.
Después mi buen maestro nos comentó que la estructura del ADN es tan compleja que el experimento mencionado sería verdaderamente ridículo al ser comparado con el ADN, y, sin embargo, algunos “científicos” todavía afirman que éste se habría formado por casualidad, por el acaso…
¿Suena absurdo y ridículo, no?
Esta respuesta fue suficiente para mí. Fue maravilloso.
Nunca sabes que usará Dios para responderte, pero Dios siempre te responde.
A partir de ese momento, mientras más sabía de la ciencia más me admiraba de la maravillosa creación de Dios.
Años después, Dios daría respuesta a las demás preguntas, cuando tuve mi primer encuentro con Jesucristo, con mi amado Señor Jesucristo, pero de ello hablaremos después, en otro libro seguramente porque hay mucho que decir al respecto. Por el momento solo quiero darte la respuesta que recibí a otra de las preguntas, concretamente a:
¿Para qué nací?
Si hacemos esta pregunta en la calle entrevistando a la gente, encontraremos respuestas tales como:
–Nací para ser un buen médico.
–Nací para sufrir, la gente nace en este mundo para eso, éste es un valle de lágrimas.
–No lo sé.
–Tan solo nací, no creo que mi vida tenga un sentido.
–Nací para crecer, reproducirme y morir.
Todas estas posibles respuestas, revelarían que hay una percepción muy pobre del propósito de nuestra existencia. Algunos viven sin propósito alguno y otros con un propósito meramente biológico: “nacer, crecer, reproducirse y morir”.
¿De verdad eso será todo?
¿Tú qué piensas?
Te animo a que detengas tu lectura por unos instantes y pienses en una respuesta a esta pregunta. Luego mira lo que quiero compartir contigo en el siguiente párrafo.
¿Ya lo pensaste?
¡Excelente! Ahora me voy a remitir al Manual del fabricante para conocer la respuesta a esta pregunta. ¿Que qué manual? La Biblia. Sí, me refiero a la Biblia, ése es el manual del Creador, del “fabricante” del hombre. Ahí encontraremos todas las respuestas. Fíjate lo que me encontré yo:
¡He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia! (Juan 10:10 B).
En este versículo, es el mismo Jesús el que se refiere a una “vida en abundancia”. Esto me hace pensar que no se refiere solo a una vida biológica: ¡sino a algo más!
Y esa “vida en abundancia”, ese “algo más”, no es ni más ni menos que la felicidad verdadera, una felicidad que solo puede conocerse en la presencia de Dios.
Si Dios se tomó la molestia de venir a este mundo para redimirnos y para darnos vida en abundancia, podemos entender que nuestra razón de vivir es vivir esa vida abundante. ¡Has nacido para una vida en abundancia! En otras palabras:
¡Has nacido para ser feliz! Muy, pero que muy feliz.
Déjame repetirlo, y por favor también tú repítelo conmigo: ¡He nacido para ser feliz!
Esto es una verdad contundente, pero de manera práctica…
¿Qué debemos hacer para ser feliz?
Millones de personas experimentan sufrimientos día tras día, viven sin esperanza y aquí estoy yo con este libro diciéndoles que nacieron para ser felices. Si alguien se da la vuelta y me pregunta “¿es una broma?”, lo entendería, pero no cierres el libro. Si me lo permites voy a llevarte de la mano a conocer la clave, el secreto de la verdadera felicidad.
¿Me acompañas? Vamos a ir paso, a paso. Empezaremos por decir algo que muchos creen. Me refiero a decir eso de que la vida es una lucha.
El lema de los colegios Jesuitas es Militia est vita, que significa: “La vida es una lucha”. Sí, es una lucha, pero ¿contra quién o contra qué?
Algunos asocian esto con el esfuerzo que representa ir todos los días a un trabajo mal pagado de 6 de la mañana a 6 de la tarde.
Para otros es estar al cuidado de un familiar enfermo.
Otro más te dirá que su lucha es contra sus propias enfermedades, limitaciones, adicciones o dependencias.
Alguien más afirmará que su lucha es con miembros de su propia familia.
La vida es una lucha, pero, ¿por eso debe ser un valle de lágrimas?
Veamos que dice Dios sobre “nuestra lucha”: