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«El alma del hombre bajo el socialismo» es un ensayo en el que Wilde expone una cosmovisión socialista libertaria y una crítica de la caridad.
En el libro Wilde sostiene que, bajo el capitalismo, «la mayoría de las personas arruinan sus vidas por un altruismo insalubre y exagerado, se ven obligados, de hecho, a estropearlos»: en lugar de darse cuenta de sus verdaderos talentos, desperdician su tiempo resolviendo los problemas sociales causados por el capitalismo, sin eliminar su causa común.
Por lo tanto, las personas que se preocupan «se ponen seria y muy sentimentalmente a la tarea de remediar los males que ven en la pobreza pero sus remedios no curan la enfermedad: simplemente la prolongan».
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Veröffentlichungsjahr: 2020
Oscar Wilde
EL ALMA DEL HOMBRE BAJO EL SOCIALISMO
Traducido por Carola Tognetti
ISBN 978-88-3295-980-2
Greenbooks editore
Edición digital
Noviembre 2020
www.greenbooks-editore.com
EL ALMA DEL HOMBRE BAJO EL SOCIALISMO
La ventaja principal que aportaría la implantación del socialismo sería, indudablemente, el de liberarnos de esa sórdida necesidad de vivir en función de los otros que, en el actual estado de cosas, pesa tanto que nadie puede sustraerse al fenómeno.
De vez en cuando, durante el transcurso de esta centuria un gran científico como Darwin, un gran poeta como Keats, un fino espíritu crítico como el de José Ernesto Renán, un artista supremo como Flaubert, fueron capaces de aislarse del bullicioso universo de reclamos de los demás para vivir «bajo el refugio de un muro», como lo dice Platón en su «Mito de la caverna», acarreando hasta la perfección lo que había en cada uno de ellos, situación que conllevó un gran benefició al mundo entero. La mayoría de personas estropean sus vidas debido a un malsano y exagerado altruismo, y en efecto, son forzadas a ello. Al verse rodeadas de una horrorosa pobreza, de una abominable fealdad, de una terrible miseria, es inevitable que se dejen influenciar por todo eso. Las emociones del ser humano son mucho más fáciles de estimular que la inteligencia, y como ya lo indiqué
hace tiempo en un artículo sobre la función de la crítica, es más cómodo simpatizar con el sufrimiento que con el pensamiento. Por consiguiente, con admirables intenciones, serias y sentimentales se sienten capaces de remediar los males que ven. Pero sus remedios no curan la enfermedad, únicamente la prolongan.
Puede decirse que sus remedios hacen parte del mal. Tratan de resolver el problema de la pobreza manteniendo vivos a los pobres, o como lo hace una verdadera escuela avanzada, divirtiendo a los pobres. Pero esa no es la solución, más bien agrava la enfermedad. Lo propio es apuntar a la reconstrucción de la sociedad sobre unas bases tales que la pobreza sea imposible. No obstante, la filantropía ha impedido por todos los medios posibles que se logre esta meta.
Justamente los peores dueños de esclavos fueron los que mejor los trataban, pues prevenían que el horror de este sistema fuera sentido en su totalidad por las víctimas y entendido por sus espectadores. Así mismo, en el actual estado de cosas en Inglaterra las personas que causan mayor daño son las que intentan hacer el mayor bien. A tal punto que tuvimos que asistir al espectáculo de educados hombres que habitan los barrios bajos de Londres y quienes tras haber estudiado seriamente el problema y conocían esa