El Código de las Estrellas - Raimon Samsó - E-Book

El Código de las Estrellas E-Book

Raimon Samsó

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Beschreibung

Descubre los secretos ocultos de las antiguas bibliotecas Arsino, un «cazador de libros», de la Gran Biblioteca de Alejandría, se embarca en una aventura épica desde las orillas de Alejandría hasta Pérgamo, Constantinopla y Antioquía. Ayudado por la directora de la biblioteca Hipatia, persigue tres códices secretos que revelan el Código de las Estrellas: ¿Quién creó a los humanos? Cada página de esta novela es una pista para desentrañar el misterio del origen de la humanidad y revelar la historia prohibida que se nos ha ocultado. Acompaña al protagonista a través de reinos antiguos y bibliotecas perdidas en busca de los manuscritos que cambiarán el curso de la historia y el destino humano. Códices secretos sobre el origen de la humanidad y las civilizaciones antiguas. Conspiraciones y traiciones para ocultar textos reveladores. Sectas que atesoran los secretos de los dioses antiguos no humanos. Amor imposible de Arsino y su mentora, Hipatia, en conflicto con su misión. Destrucción de las tres mayores bibliotecas de la antigüedad. En un mundo donde la posesión de conocimiento puede significar la muerte, ¿logrará Arsino proteger los secretos que ha jurado rescatar? Los tres Códigos de las Estrellas revelados, comprende de dónde provienen todos los problemas de la humanidad.

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El Código de las Estrellas

Y el misterio del origen humano

Raimon Samsó

Cuanto más te acercas a la verdad,

más increíble es.

Copyright © 2024 by Raimon Samsó. All rights reserved.

Ediciones Instituto Expertos

España

1ª edición 28 mayo 2024

Portada: Regina Adell Ulloa - 99designs

Corrección: Cinta Pluma

Ilustraciones interior: IA - DALL-E. / Adobe stock / Assassin´s Creed.

Videos: Day Dream Gaming

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio electrónico o mecánico, incluidos los sistemas de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso escrito del autor, excepto para el uso de citas breves en una reseña del libro.

Índice

Introducción

1. Biblioteca de Alejandría

2. Biblioteca de Qumrán

3. Arsino y Menahem rescatan antiguos manuscritos

4. Hipatia nombra a Arsino embajador de la biblioteca

5. Hipatia ordena la captura de tres códices misteriosos

6. Biblioteca de Pérgamo

7. Biblioteca de Constantinopla

8. Biblioteca de Antioquía

9. Arsino regresa con el código del origen humano

Epílogo

Nota final

Bibliografía

Conoce al Autor

Introducción

He escrito este libro, como todos los que escribo, porque necesitaba leerlo.

Esta novela combina dos temas que me han apasionado desde hace años: La Gran Biblioteca de Alejandría y el origen de la humanidad (el verdadero, no el oficial). Como escribir sobre un tema significa aprender sobre él, al documentarse e investigar, decidí reunir ambos temas en una historia de ficción.

Lo que vas a leer es una historia de ficción, una novela histórica.

Pero no te engañes, solo la historia tramada que leerás es ficción porque la Gran Biblioteca de Alejandría existió y desde luego la humanidad tuvo un origen desconocido.

Debes saber cuánto antes que la teoría —nunca demostrada— de «La evolución de las especies» de Darwin es una completa falsedad o cortina de humo diseñada para ocultar un origen humano realmente asombroso.

Pero como no quieren que lo sepas, he escrito esta novela para que abras tu mente a otras posibilidades y cuando menos empieces a investigar al respecto. Hay dos historias: la oficial y la prohibida. Es una elección tuya la que decidas creer.

Sobre la Gran Biblioteca de Alejandría te diré que tal es mi obsesión por ella que en uno de mis viajes a Egipto, me desvié hasta Alejandría para conocer la ciudad y visitar la nueva biblioteca que se construyó en los años 90´s como un remake moderno.

Te confieso que cuando entré en su gran sala de lectura (echa un vistazo a la imagen que abre esta introducción), se me llenaron los ojos de lágrimas ante su grandeza; aunque yo creo que se debió más bien a un recuerdo antiguo de mi alma encarnada que recuperó una sensación del pasado. La tragedia de la destrucción de la original.

Me parece sublime que se haya hecho semejante homenaje a lo que no fuimos capaces de conservar. Pero a pesar de que las actuales instalaciones son extraordinarias, nunca podremos recuperar el contenido de entre quinientos y setecientos mil volúmenes que ardieron allí hace más de dos mi años.

Tuve la suerte de visitar el antiguo emplazamiento de la segunda biblioteca de la ciudad, el Serapeum de Alejandría. Hoy se levanta allí la columna de Pompeyo y apenas quedan ruinas de los templos y la biblioteca que se alzaban en esa colina. Pude, sin embargo, visitar los sótanos del Serapeum, una serie de pasillos subterráneos, escalonados, donde probablemente se realizaban ritos paganos. Pude adentrarme en el corazón del emplazamiento de la segunda biblioteca de Alejandría, el Serapeum donde transcurre esta novela en el año 390 de la era cristiana, un año antes de su destrucción.

Visité el castillo donde estuvo emplazado en su día el famoso Faro de Alejandría hace mucho. Levantar la vista e imaginar su majestuosidad en el espacio vacío fue igualmente emocionante. No sabría describir la sensación que produce ver la bahía de Alejandría bañada por la luz del atardecer desde ese punto avanzado en la costa.

Años después visité el British Museum, en Londres, donde se exhibe una importante colección de textos sumerios. Poseen una buena colección de las famosas tablillas cuneiformes grabadas sobre piezas de barro cocido, los textos más antiguos de los que se tiene noticia. En ellos se cuentan cosas muy interesantes sobre el origen de la humanidad. En el avión de ida y vuelta, leí a Samuel Noah Kramer, el mayor experto en Sumeria —y el mejor traductor de su compleja escritura cuneiforme— y quedé atónito.

Esta novela no puede incluir todo lo que aprendí en el proceso de documentación, pero te aseguro que merece dedicarle cuando menos una vida entera a este tema.

Tras reunir una buena cantidad de documentación sobre el contexto histórico, empecé a idear la trama de esta novela. Escribí. Empecé a escribir esta historia hace unos treinta años, pero como no era su momento, ni el mio, guardé mis notas, documentación, ideas y primeros borradores para más adelante. Y aparqué el proyecto, hasta estos días. Siempre pensé que era una historia hermosa que valía la pena contar. La aplacé porque quería darle el brillo que merece. Y aquí está.

Los acontecimientos históricos de esta novela están ajustados a la historia, sin embargo, hay muchas discusiones entre historiadores y arqueólogos al respecto, así que en muchas ocasiones he tenido que tomar partido por una u otra teoría acerca de fechas, hechos y emplazamientos históricos. Pero siempre tratando de ser fiel a la verdad que conocemos. No sabemos todo y nunca conoceremos todos los detalles exactos de una época tan lejana debido a las diferentes versiones de los antiguos historiadores.

En los capítulos 6,7 y 8 —que son el corazón de esta novela— se exponen los tres códigos de las estrellas que desvelan posibles orígenes de la humanidad. He adoptado aquí las teorías desarrollas por los tres investigadores que se mencionan en la bibliografía. Si quieres complementar la información que hallarás aquí, lee los libros que he reseñado, son muy interesantes.

No he querido ser más detallista con los tres códigos, ni profundizar en ellos, para no frenar el ritmo narrativo de la novela. Solo te diré que provienen de tres autores creíbles y sus teorías me parecen no solo posibles, sino muy probables, cada una por diferentes aspectos. He investigado durante años sobre el origen no humano de la humanidad y me quedo con estas tres versiones, sin preferir una a otra. He calibrado el contenido informativo de este libro y estos son los resultados: nivel de consciencia 5D, un 85% de verdad, vibración en la escala Bovis de 16000 o nivel espiritual.

Pero no me creas. Solo lee y deja que tu intuición te guíe. Consulta con tu ángel si sabes cómo hacerlo; o si no, pregunta a tu corazón. Lo que decidas creer es cosa tuya.

He incluido notas al pie de página para dar detalles que no deberían frenar el avance de la historia pero que considero fundamentales para situarse en el contexto. He añadido además imágenes, realizadas mediante inteligencia artificial, tómalas como una simulación, no son exactas. Sé que ambos elementos, notas e imágenes, son infrecuentes en el género de novela pero me gusta transgredir toda clase de normas.

Este libro era una asignatura pendiente para mí. Siempre me dije que no querría irme de este planeta sin escribirla; y finalmente sentí que ya era el momento de hacerlo. Zambullirme en ese país y época fue fascinante porque tengo muy buenos recuerdos de Alejandría y de Egipto.

Lector, he escrito, con este, 43 libros, pero solo cuatro de ellos son novela. No soy novelista, ni lo pretendo, no me considero como tal. Tenlo en cuenta si vas a compararme con tus autores favoritos de narrativa. No estoy a su altura ni siquiera subiéndome a un taburete. Pero quería escribir esta historia que guardaba dentro de mí; y me he esforzado, como siempre, en contar cosas interesantes.

Quédate con lo que te sirva y guste; y descarta el resto.

No sé cuál es la verdad.

Dicho todo esto, que se levante el telón y empiece la función.

Raimon Samsó, autor.

RECREACIÓN VIRTUAL 3D

Si dispones de tiempo, te aconsejo que mientras leas el libro veas estos 2 videos de Day Dream Gaming que te ayudarán a situarte en el contexto de la historia:

1) Video 3D con recorrido virtual sobre una recreación figurada de la Biblioteca del Serapeum de Alejandría donde transcurre esta novela:

https://bit.ly/Serapeum

2) Video 3D con recorrido virtual sobre una recreación figurada de la ciudad de Alejandría donde transcurre esta novela:

https://bit.ly/Alexandria3D

Biblioteca de Alejandría

Cuando Alejandro Magno llegó a la costa egipcia ordenó a sus arquitectos la construcción de una bella ciudad. La ciudad fue levantada siguiendo el estilo griego.

En su propio honor, se llamaría Alejandría. Y su faro y su biblioteca iluminarían el mundo.

Corría el año 331 antes de Cristo.

El emperador se propuso, además, convertirla en el centro mundial del saber y en el primer puerto mediterráneo. Alejandro el Grande deseaba abrir espacio a todas las culturas y todo su saber. Su visión dio cabida al culto del conocimiento, al mestizaje de razas y la convivencia… Además de respetar a los dioses de todas las creencias en un mosaico religioso.

Mucho antes de Alejandría, la villa primitiva era apenas una colina habitada llamada Rhakotis colonizada mil años antes. Al alrededor de ese antiguo núcleo, se construyó la nueva ciudad de Alejandría.

La población egipcia local le amó desde el principio. La conquista del Egipto de los antiguos faraones por Alejandro Magno no se consideró una invasión, sino una liberación. Liberó al país de la dominación de los odiados persas.

Cuando Alejandro murió, su imperio se repartió entre todos sus generales como gesto de gratitud. Pronto la sociedad local fue helenizada por la siguiente dinastía de reyes griegos, los Ptolomeos.

Esta dinastía nació del reparto de Egipto entre los generales de Alejandro. Dado que el general griego Ptolomeo quedó al cargo de este territorio, todos sus descendientes se llamaron Ptolomeos. Y fueron reyes de Egipto. Desde el año 323 a.C. hasta el 30 a.C. siendo la última reina de la dinastía griega: Cleopatra VII. La ciudad era gobernada por un rey griego; y después, en época romana, por un prefecto romano. Aunque de facto quien gobernaba era un obispo, bajo el título de Patriarca de Alejandría.

Un edicto, de uno de los reyes, quedó inmortalizado al escribirse sobre una piedra negra en tres lenguas, la piedra Rosetta, gracias a la cual se podría traducir los jeroglíficos egipcios siglos después. Así es como se establecieron en aquellas tierras griegos macedonios y fenicios helenizados quienes propagaron el idioma y la cultura griega en tierras del Nilo.

Alejandro ordenó a su arquitecto Dinócrates que levantase los planos de una ciudad magnifica. Después de él, los Ptolomeos pusieron todo su empeño en convertir a Alejandría en un espejo de Grecia, un microcosmos de un macrocosmos, una metrópolis universal, impregnada por la belleza y el arte en todas sus facetas. Nunca antes se estableció una alianza tan estrecha entre los poderosos y los intelectuales sobre la capa de la tierra. Construyeron un museo a cielo abierto.

Alejandro Magno nunca vio construido ni un solo edificio de la ciudad. Siguió su camino.

Conquistó Persia y Oriente Próximo. Y ocho años después de abandonar Alejandría, murió en su cama.

Sus restos se enterraron en el centro de Alejandría, su tumba sería saqueada por los emperadores romanos.

La ciudad de Alejandría, en el momento de su esplendor, albergaba una población extensa y diversa: soldados macedonios y romanos, aristócratas griegos, mercaderes judíos, marineros fenicios, comerciantes de la lejana India, aventureros sin patria, vagabundos locales y eruditos en todas las ciencias y letras. Esta metrópoli era hogar de todas las razas: nubios, galos, africanos, iberos y árabes, así como de un número considerable de esclavos traídos de los rincones más remotos del mundo conocido.

Alejandría era un mosaico de culturas y nacionalidades.

Cosmopolita, de ciudadanos del cosmos.

Una ciudad hermosa como no se había visto nunca.

En sus bulliciosas calles, gentes de todas las religiones coexistían en un mosaico complejo junto a una predominante mayoría pagana. Con el transcurso de los años, sin embargo, el cristianismo comenzaría a ganar terreno, emergiendo del entramado de creencias para imponerse gradualmente al resto. Lo que eventualmente marcaría tanto el ascenso de una nueva era como el principio de la decadencia cultural de la ciudad.

Alejandría, en su época de esplendor, fue una joya de la antigüedad. Una metrópoli sin parangón que destacaba por su magnífica arquitectura y vida cultural. Esta ciudad era un palacio a cielo abierto, cuya influencia trascendía sus muelles, atrayendo tanto al humilde como al poderoso y, por supuesto, a los sabios del mundo.

La ciudad se extendía a lo largo de cinco kilómetros de longitud y casi dos de anchura, junto a la costa mediterránea, por un lado; y el lago Mareotis, por el otro. Su diseño urbano seguía el trazado helenístico clásico. Sus calles se cortaban perpendicularmente, con vías principales que llegaban hasta los treinta metros de ancho, estaban flanqueadas por majestuosas columnatas. Calzadas amplias pavimentadas con piedra y flanqueadas por aceras a cada lado. Bajo sus pórticos soportados por columnas, un sinfín de comercios y artesanos bullían de actividad, haciendo de Alejandría un emporio comercial.

Alejandría compartía con Antioquía y Constantinopla el honor de ser las principales ciudades del Mediterráneo. Situada en el noroeste del delta del Nilo, Alejandría estaba abrazada por el Mediterráneo al norte y custodiada por el lago Mareotis al sur. En aquel tiempo, albergaba a más de medio millón de almas, lo que la convertía en la segunda capital del Imperio Romano. Y era el puerto más destacado del mundo, en el corazón del Mediterráneo.

La ciudad, de trazado helenístico, estaba atravesada por su principal avenida, la Vía Canópica que era la arteria principal de Alejandría. La más hermosa de todo el imperio. Estaba flanqueada por columnas de mármol de un extremo a otro, y a un lado y al otro. Esta avenida era lo primero que veía un viajero cuando entraba a la ciudad por la Puerta de Sol al este; o por la Puerta de la Luna, al oeste. Las calles empedradas se extendían como una cuadrícula bajo el sol egipcio.

Via Canópica de Alejandría

Los más grandiosos edificios públicos de Alejandría se erigían majestuosamente frente al puerto, en el distinguido barrio griego de Bruchium. Uno podría pasarse horas mirando sus fachadas. Esta zona de gran prestigio albergaba el Museion⁠1, que incluía la imponente Gran Biblioteca de Alejandría. A pocos metros, se levantaba un teatro para las artes escénicas, el Templo de Poseidón. Al otro lado, se entraba al Emporion —una vasta plaza comercial que se había convertido en el núcleo de la vida urbana—. Más allá, el palacio de los reyes Ptolomeos, rodeado de exquisitos jardines.

Hacia el suroeste de la ciudad, sobre la colina del barrio egipcio, se encontraba el Serapeum⁠2. Originalmente fue concebido como un templo dedicado a Serapis. Pero con el tiempo, este complejo se amplió para incluir otros templos y una biblioteca, que funcionaba como una sucursal de la Gran Biblioteca. Su razón se debía a la necesidad de espacio adicional para albergar el creciente acervo de títulos.

Dada su vulnerabilidad frente a las tribus libias vecinas, Alejandría estaba protegida por murallas que la resguardaban al sur, al este y al oeste de esta metrópoli cosmopolita.

Sin duda, el rasgo más distintivo de Alejandría era su Faro⁠3, llamado así por ocupar la minúscula isla de Faros que se conectaba al continente por una lengua de tierra de siete estadios de longitud —aproximadamente 1290 metros— conocida como Heptastadion. Esta vía enlazaba la isla con la ciudad y dividía los dos puertos alejandrinos: el Puerto Grande al este y el Puerto de Eunostos al oeste.

El Faro era una imponente torre compuesta por tres cuerpos escalonados. El primero cuadrado, el segundo octogonal y circular el tercero. Se alzaba a 120 metros de altura y su luz podía ser vista desde una distancia de unos 60 kilómetros. El espejo de la cima resultaba más espectacular que el edificio mismo. Esta estructura, una de las siete maravillas del mundo antiguo, fue edificada en el siglo III a.C. Y causó una enorme admiración en el mundo antiguo que duró hasta su destrucción mucho después.

En el ámbito religioso, una rica amalgama de creencias conformaba un mosaico espiritual. La ciudad era un crisol de prácticas religiosas que incluían cristianos, paganos, adoradores de divinidades griegas, dioses orientales, dioses egipcios, dioses romanos, seguidores del culto gnóstico y practicantes de misterios herméticos. Sin embargo, esta diversidad estaba destinada a ser disuelta por la creciente ola de cristianismo, que, al ser adoptado como la religión oficial del Imperio Romano, comenzó a desplazar a las otras creencias.

Alejandría, en la era romana, empezó a vivir tensas relaciones entre paganos y cristianos, siendo frecuentes las revueltas violentas. Para complicarlo, la ciudad era un hervidero de adivinos y astrólogos, oráculos y artes mágicas que formaban parte de la vida cotidiana. Ello se concretaba en prácticas y mancias esotéricas.

El griego era el idioma principal en Alejandría por la influencia helenística tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno. Además, el latín también se utilizaba en los textos oficiales y administrativos. En la escritura de libros, el griego era el principal idioma tanto para textos académicos, como religiosos y literarios.

Y así, en esta gloriosa Alejandría, durante el reinado de los Ptolomeos, la era griega, floreció un oasis de conocimiento en medio del desierto. Alejandría era un faro de sabiduría. Los reyes Ptolomeos materializaron el sueño de Alejandro Magno: Alejandría. El primer rey, Ptolomeo I Soter, fundó el Museion con su Gran Biblioteca Real. Y sus sucesores dinásticos continuaron con el mecenazgo cultural como la más notable de las misiones de su linaje.

Alejandría, donde el saber y el mar se encuentran.

Faro que iluminaba al mundo antiguo.

Gran Biblioteca de Alejandría

La Gran Biblioteca de Alejandría, emplazada dentro del Museion, se levantaba orgullosa en el centro del barrio de Bruchium. Este enorme complejo cultural contenía diferentes dependencias, entre ellas la Gran Biblioteca. Un santuario con unos setecientos mil pergaminos. Sus estanterías, talladas en maderas finas, albergaban innumerables rollos de papiro⁠4 con el conocimiento de las mentes más brillantes de todas las épocas. Todas. Allí, filósofos, matemáticos, poetas y astrónomos de todas partes del mundo se congregaban para compartir sus ideas en la academia. El Museion, además de la biblioteca, albergaba aulas, laboratorios, un observatorio y hasta un zoo con animales exóticos.

Los muros de la biblioteca eran testigos del constante bullicio de hombres en pro del conocimiento. Los eruditos se sentaban en mesas para leer textos; mientras los escribas⁠5, copiaban antiguos manuscritos en el scriptorium. Leer y escribir. El Museion no era simplemente una institución científica; era además un complejo residencial y académico dedicado a las nueve musas. Estaba diseñado para acoger eruditos que llegaban para estudiar e investigar bajo el patrocinio real. El Museion se consideraba como el instituto cultural más grande del mundo.

Los profesores eran auspiciados por los gobernadores locales, garantizando su dedicación plena a la enseñanza. Los estudiantes más destacados eran seleccionados y sostenidos económicamente, aunque muchos estudiantes provenían de familias acaudaladas de todas partes del mundo antiguo y no necesitaban sostenimiento. Lo mejor para los mejores.

De planta cuadrada, el Museion poseía patios ajardinados y un estanque rodeado de columnatas, detrás de las cuales quedaban las salas de estudio e investigación. Su interior estaba decorado con patios porticados y fuentes murmurantes que invitaban a la meditación. Contaba con una gran variedad de espacios, incluyendo habitaciones tanto para los visitantes como para los empleados de la biblioteca. El complejo proporcionaba un espacio estimulante para la actividad académica.

Su vestíbulo principal, la Gran Sala, consistía en un espacio de proporciones colosales y decoración majestuosa. Admirarlo dejaba sin respiración. Al frente, un tapiz monumental representaba a Alejandro Magno con atuendos faraónicos, con un gancho y un mayal, símbolos de su poder. El suelo estaba decorado con un mosaico en rojo y negro con unas figuras geométricas de inusitada belleza. La perfección. Las columnas de mármol negro estriado se elevaban con sus capiteles finamente decorados. Todo contribuía al equilibrio y grandeza de un templo dedicado, no a un dios, sino al saber.

Contaba con múltiples salas, cada una dedicada a un campo específico del conocimiento de las Musas. La biblioteca era un oasis de la erudición. Alimento para la mente. Luz para el alma. Las salas de lectura de la biblioteca estaban organizadas por temas, cada una con sus rollos de papiro y códices en pergamino almacenados en estanterías y armarios. Cada volumen estaba etiquetado con su título, autor y número de líneas, siguiendo un sistema de organización que facilitaba el acceso rápido.

Los diversos patios lucían rodeados con columnatas de mármol y servían como espacios para conversar; mientras que para debates formales se disponía de una sala que también servía como comedor. Su diseño no solo fomentaba la investigación y el estudio, sino que además generaba un ambiente de debate.

Además, albergaba un observatorio astronómico.

Bajo las estrellas de Alejandría.

Y contaba, por supuesto, con su scriptorium; el espacio dedicado a la labor de copiar y traducir textos donde se trabajaba frenéticamente todo el día.

Pero la Gran Biblioteca no era solo un depósito de libros. Era una influencia que se proyectaba sobre otras bibliotecas del mundo antiguo. Un modelo a seguir. En la época, era habitual la práctica de intercambiar obras mediante la compra, el préstamo o la copia de textos. Los bibliotecarios se esforzaban por adquirir nuevos manuscritos. En Alejandría se copiaban los libros de los barcos que hacían escala en el puerto de la ciudad.

En este santuario, sabios, eruditos y estudiantes dedicaban incontables horas al estudio de disciplinas tan variadas como matemáticas, ingeniería, astronomía, medicina, geografía, literatura, biología, física y geometría. La biblioteca atesoraba las copias más fieles, más exactas y los originales más valiosos. Además enviaba «cazadores de libros» a tierras lejanas para adquirir nuevos volúmenes e incluso bibliotecas enteras. Estos cazadores también buscaban a los más renombrados sabios del mundo, cuyos conocimientos eran anhelados en Alejandría y les ofrecían patrocinio en el Museion.

Ninguna cultura, civilización o lengua del mundo era ajena a la Gran Biblioteca. Su misión buscaba integrar todo el saber humano bajo un solo techo, en un esfuerzo por enriquecer y expandir las fronteras del entendimiento humano. Durante siete siglos, la Gran Biblioteca de Alejandría y su sucesora el Serapeum se convirtieron en el foro mundial, acogiendo y fomentando las teorías de mentes prodigiosas que cambiaron el curso de la historia.

La milenaria ciudadela de Rhakotis se transformó en una acrópolis en cuya cima se alzó el templo a Serapis⁠6 y a su alrededor diferentes templos y una segunda biblioteca, hija de la principal, en los claustros que lo rodeaban. Esta segunda biblioteca fue conocida como la biblioteca-hija, o biblioteca-menor, de la Gran Biblioteca, pero con el tiempo la superó en volúmenes y se convirtió en la heredera de la primera biblioteca después del gran incendio que sufrió durante la guerra cesariana y que marcó su decadencia.

Muchos sabios dieron fama a la biblioteca. Eruditos de la talla de Erastóstenes, quien calculó la circunferencia de la Tierra; los astrónomos Hiparco, quien trazó mapas estelares, y Aristarco de Samos, que sostenía que la Tierra orbita el Sol midiendo el tamaño del Sol y de la Luna; el ingenioso Arquímedes; Euclides, el padre de la geometría; Herófilo, pionero en fisiología; el innovador Herón; Galeno, cuyos textos médicos dominaron por siglos; Apolonio de Pérgamo, con sus avanzadas teorías matemáticas; Tolomeo, cuyos mapas estelares y terrestres guiaron a exploradores; y Dionisio de Tracia, filósofo de profunda influencia… Y muchos más.

Estos eruditos no solo expandieron los límites del conocimiento en campos diversos, sino que también establecieron fundamentos que desafiaban las concepciones previas. Por ejemplo, demostraron que la Tierra era redonda y no plana. O situaron la sede de la inteligencia en el cerebro y no en el corazón. Y desarrollaron tecnologías como las cajas de engranajes y los primeros autómatas… entre otras muchas hazañas científicas. En Alejandría los héroes no eran guerreros, sino inventores.

Sus contribuciones trascendieron innumerables disciplinas, proporcionando las bases para el desarrollo de las ciencias avanzadas y la comprensión moderna del cosmos⁠7. La biblioteca era el corazón palpitante de la ciudad y no era solamente un centro de aprendizaje, sino también el símbolo de la ciudad. Era un faro que brillaba con el fuego de las mentes inquietas para aquellos que buscaban entender los misterios del universo.

En el tumultuoso año 48 a.C, la ciudad de Alejandría se convirtió en el escenario de un conflicto devastador. Julio César, se hallaba sitiado en esta polis estratégica, bajo la constante amenaza de la flota de Ptolomeo XIV, hermano y adversario de Cleopatra. Y en un intento desesperado por bloquear el acceso naval al enemigo y asegurar su dominio sobre la ciudad, César ordenó a sus tropas una maniobra tan audaz como destructiva: incendiar sus propias naves. Pero las llamas no se limitaron a consumir la flota; pronto se extendieron con rapidez hacia los edificios adyacentes a los muelles. El fuego alcanzó la Biblioteca de Alejandría.

Según el filósofo Séneca el incendio provocado por César resultó en la destrucción catastrófica de cuarenta mil volúmenes. Plutarco lamentó este episodio así: «Cuando el enemigo intentaba cortar su comunicación por mar, César, para evitar ese peligro, prendió fuego a sus propias naves, que, tras incinerar los muelles, acabaron por devorar la gran biblioteca».

Mientras tanto, otros historiadores ofrecieron una versión menos dramática, limitando el desastre a la flota y algunas edificaciones cercanas al puerto, sin mencionar la biblioteca. A pesar de que la Gran Biblioteca y el Museion de Alejandría continuaron siendo centros de investigación y conocimiento, la lumbre de su fama académica comenzaba a palidecer en la era romana y la percepción del mundo sobre esta institución estaba en claro declive.

Con el paso del tiempo, el Museion se trasladó a la biblioteca-hija del Serapeum —que finalmente sería también destruida, pero esta por fanáticos religiosos. Así, Alejandría veía nacer nuevas bibliotecas dentro de sus propias murallas. Muchos o algunos de los volúmenes de la Gran Biblioteca fueron trasladados a estos nuevos recintos, tales como el Caesareum y el Claudianum, que preservaron importantes colecciones hasta finales del primer siglo a.C. Pero sobre todo a la biblioteca-hija del Serapeum que experimentó un enorme auge y tomó el relevo.

Con el paso del tiempo, el interés de Roma en el ámbito cultural comenzó a decaer junto con el aumento de su interés en la producción agrícola egipcia aparentemente alimentar al Imperio. Alejandría se fue transformando lentamente en una ciudad de provincias. El ambiente en la biblioteca se tornó más introspectivo y menos pionero. Los emperadores no le dedicaron recursos ni le dieron prioridad como habían hecho los reyes griegos.

El Serapeum de Alejandría fue un último intento por revivir la gloria de la antigua institución del Museion de Alejandría, aunque su relevo fue una sombra de su grandiosa predecesora. Aun así, el Serapeum se mantendría como el nuevo faro cultural en la ciudad. Desde el primer siglo antes de la era cristiana, este templo pagano no solo servía como un centro de peregrinación para los fieles de Serapis, sino que también poseía la colección más extensa de textos de toda Alejandría. El Serapeum funcionaba como templo y como academia donde los maestros impartían sus lecciones y cualquiera que supiera leer podía consultar los libros de su biblioteca.

Y es justo aquí, en el Serapeum, donde transcurre esta historia…

* * *

1El Museion, también conocido como Musaeum o Museo de Alejandría, era un centro consagrado a las nueve musas. Allí, se proporcionaba todo lo necesario para que los mejores poetas, escritores y científicos del Mundo Antiguo pudieran vivir y trabajar.

2El Serapeum, conocido en latín como Serapeum o simplemente Serapeo, era el nombre utilizado por los antiguos romanos para referirse a los templos de Serapis. En particular, se refiere al templo construido en Alejandría por Ptolomeo I, conocido como el Serapeum de Alejandría. Fue un santuario monumental dedicado al culto de Serapis. Fue fundado en el año 300 a.C. por Ptolomeo I Sóter y destruido en el 391 d.C.

3El faro fue construido en el siglo III a.C. en la isla de Faro (Pharos) frente a Alejandría. Fue financiado por Ptolomeo I. La construcción se completó durante el reinado de su hijo, Ptolomeo II, tras 12 años de trabajo. El faro albergaba una hoguera nocturna en la cima para guiar a los navegantes. Estaba construido con bloques de piedra caliza y tenía un espejo en la cúspide para reflejar la luz solar durante el día, encendiéndose una hoguera por la noche.

4Un rollo era una lámina larga de papiro, enrollada sobre sí misma. Antes del auge de los códices, que tenían el formato de los libros modernos, se solía escribir en rollos. Los romanos denominaban «volumen» a una tira de papiro o pergamino que se utilizaba como soporte para la escritura, la cual se almacenaba en forma de rollo.

5Los escribas era un clan privilegiado a las ordenes de los sacerdotes, normalmente corruptos y ambiciosos. Dominaban los diversos dialectos de la época y diferentes idiomas, tal vez una decena. Su trabajo era retribuido y registraban datos administrativos de la ciudad.

6Serapis fue una deidad greco-egipcia creada por Ptolomeo I y que era la mezcla de los dioses Osiris y Apis. Lo proclamó patrón de Alejandría y dios oficial de Egipto y Grecia, con el objetivo de promover la vinculación cultural entre ambos pueblos.

7Cosmos, palabra griega que significa orden del universo. Se estudiaba en la biblioteca alejandrina por los eruditos como Hiparco, astrónomo, que ordenó el mapa de las constelaciones y calculó el brillo o magnitud de las estrellas. Estimó que las estrellas nacen y mueren.

Biblioteca de Qumrán

Qumrán, desierto de Judea, año 66 de la era cristiana

Entrada la noche, una docena de hombres caminaban por el desierto de Judea, sin pronunciar palabra. Avanzaban en fila, uno detrás del otro, serpenteando entre valles erosionados, entre las montañas solitarias. Desoladas.

El viento ululaba como una música de una flauta monocorde en el paisaje árido. Polvo y guijarros. Y el viento de la noche. De vez en cuando, los hombres se veían obligados a cubrirse el rostro con sus mantos para protegerse de la arena que el viento levantaba.

Un rumor distante detuvo su marcha.

El convoy se detuvo e hizo silencio. Los hombres escucharon con los sentidos agudizados por la adrenalina. Tras un instante de incertidumbre, y comprobar que era una falsa alarma, reanudaron su paso. La caravana, envuelta en silencio, continuó su camino hacia su destino.