El sutra del diamante - Osho - E-Book

El sutra del diamante E-Book

OSHO

0,0

Beschreibung

Aunque el Buda habló durante más de cuarenta años, se dice que declaró no haber pronunciado nunca una sola palabra. El sutra del diamante es uno de sus misteriosos sutras nunca pronunciados, considerado el más preciado por millones de budistas. Se dice que hay gente que se ha iluminado simplemente oyendo este sutra. A veces un sutra puede parecer remoto y oscuro, pero tiene una atracción tan magnética que querrás entenderlo. Con su sentido del humor habitual, Osho nos acerca a la magia de esta enseñanza a través de historias, chistes y anécdotas, y lo transforma en algo vivo con lo que los buscadores de la verdad se puedan identificar.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 419

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



OSHO

El sutra del diamante

Traducción del inglés de Esperanza Moriones Alonso

Titulo original: THE DIAMOND SUTRA

© 1977, 2009 OSHO International Foundation

www.osho.com/copyrights

All rights reserved.

© de la edición en castellano:

2022 by Editorial Kairós, S.A.

www.editorialkairos.com

Este libro es la transcripción original de una serie de discursos de Osho titulada The Diamond Sutra dada en vivo ante una audiencia. Todos los discursos de Osho han sido publicados íntegramente en inglés y están también disponibles en audio. Las grabaciones originales de audio y el archivo completo de textos se pueden encontrar on-line en la OSHO Library de la www.osho.com.

OSHO® es una marca registrada de Osho International Foundation, www.osho.com/trademarks.

© de la traducción del inglés al castellano: Esperanza Moriones Alonso

Revisión: Alicia Conde

Composición: Pablo Barrio

Diseño cubierta: Katrien van Steen

Primera edición en papel: Mayo 2022

Primera edición en digital: Mayo 2022

ISBN papel: 978-84-9988-985-6

ISBN epub: 978-84-1121-036-2

ISBN kindle: 978-84-1121-037-9

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

Sumario

Prefacio1. El mensaje de Buda: ser consciente2. Lo mejor es ser normal3. La atracción de la otra orilla4. Desde el más allá5. La nada absoluta6. Bodhisattva: una flor llena de perfume7. El que habita en la paz8. La naturaleza no conoce el aburrimiento9. La verdad es tu propio ser10. Escucha el silencio en silencio11. Vivir con la certeza de que las cosas son como sonSobre el autorOSHO International Meditation ResortMás informaciónAccede a las OSHO Talks con tu smartphone

Prefacio

La vida es como un río, como un largo río, como una larga línea que va discurriendo por campos nevados. ¿Y luego qué ocurre? Cada río, ya sea grande o pequeño, se funde con el mar, encuentra su camino sin necesidad de guías, sin necesidad de sutras, sin necesidad de maestros. Se puede perder, puede ir culebreando, pero finalmente llega al mar. Y cuando llegue al mar, se convertirá en el mar. Esto es renacer. Esto es lo que significa para nosotros la meditación. Esto es lo que significa el Manifiesto Zen.

Todos los ríos están destinados a desaparecer en el mar en algún momento. Hazlo bailando, hazlo con alegría. No tienes que preocuparte, no tienes que tener prisa. El mar te está esperando, tómate tu tiempo, pero hazlo con alegría y sin tensiones ni miedos. Regocíjate y baila, canta, ama, y finalmente te fundirás con el mar. El mar siempre te está esperando.

Aunque estés lejos del mar, formas parte de él, siempre lo vas a alcanzar, siempre te vas a acercar más a él. Todo el mundo se convertirá en un buda, puede ser hoy o puede ser mañana, pero la semana solo tiene siete días, ¡para que puedas elegir!

OSHO

El manifiesto zen: liberarse de uno mismo

1.El mensaje de Buda: ser consciente

En cierta ocasión, esto es lo que oí. El Señor vivía en Sravasti…

A primera hora de la mañana el Señor se vistió, se puso su manto, cogió su cuenco y entró en la gran ciudad de Sravasti para pedir limosna.

Después de comer y al volver de su ronda, el Señor guardó su cuenco y su manto, se lavó los pies, se sentó con las piernas cruzadas y el cuerpo erguido en el sitio que le habían preparado, y fijó su atención al frente. Entonces muchos monjes se acercaron a donde estaba el Señor y se postraron con la cabeza a sus pies, giraron tres veces en torno a él por la derecha, y se sentaron a su lado.

En esa época, el venerable Subhuti acudió a la asamblea y se sentó. En un momento determinado, se levantó de su sitio, colocó la camisa de su túnica sobre uno de sus hombros, puso la rodilla derecha en el suelo, se inclinó juntando las palmas de las manos hacia el Señor y dijo: Oh, Señor, es maravilloso. Oh, bienaventurado, es extremadamente maravilloso comprobar en qué medida ha ayudado el Tathagata a todos los bodhisattvas y a todos los grandes seres con la mejor de las ayudas…

¿Cómo puede permanecer aquí, Oh, Señor, aquel que ha elegido el vehículo del bodhisattva? ¿Cómo puede progresar, cómo puede controlar sus pensamientos?

Tras oír estas palabras, el Señor le dijo a Subhuti: Por lo tanto, Subhuti, ¡escúchame bien y préstame mucha atención!

Aquel que ha elegido el vehículo del bodhisattva debería enfocar su pensamiento en esta dirección: debo conducir al nirvana a tantos seres como hay en el universo de los seres, a todos aquellos que abarca el término «seres» […], a todos ellos debo conducirlos a esa dimensión del nirvana que no se deja nada atrás. Sin embargo, aunque muchos seres hayan sido conducidos al nirvana de este modo, no se ha conducido a ningún ser al nirvana. ¿Por qué? Porque cuando en un bodhisattva está presente la noción de «ser», no podemos llamarlo «ser iluminado». ¿Y por qué? Porque no se puede llamar ser iluminado a alguien que sigue conservando una noción del yo o del ser, o una noción del alma viva o de la persona.

Me encanta el Buda Gautama porque representa para mí la esencia pura de la religión. Él no es el fundador del budismo, el budismo solo es una consecuencia, pero da comienzo a un tipo de religión completamente distinto en el mundo. Es el fundador de una religión sin religión. No propone una religión, sino una religiosidad. Y esto supone un cambio radical en la historia de la conciencia humana.

Antes de Buda hubo otras religiones, pero nunca hubo una religiosidad pura. El hombre todavía no había madurado. Con Buda, la humanidad alcanza su madurez. No todos los seres humanos han madurado, eso es verdad, pero Buda anunció el camino. Buda abrió la puerta sin puerta. Tiene que pasar mucho tiempo para que las personas puedan entender un mensaje tan profundo. El mensaje de Buda es el más profundo que haya habido nunca. Nadie ha hecho el trabajo que ha hecho Buda y de la forma que él lo ha hecho. No hay nadie más que represente la fragancia pura.

Los fundadores de las demás religiones, los demás iluminados, hacen concesiones a su audiencia. Pero Buda no hace concesiones, de ahí su pureza. No le importa lo que tú puedas entender, solo le interesa la verdad y la expresa sin preocuparse de que tú la entiendas o no. Aunque de alguna forma pueda parecer duro, es un acto de compasión.

La verdad solo se puede expresar como es. Siempre que haces concesiones, siempre que intentas llevar la verdad al nivel ordinario de la conciencia humana, la verdad pierde su alma, se vuelve superficial, se convierte en algo muerto. La verdad no se puede llevar al nivel de los seres humanos, son los seres humanos quienes tienen que ser conducidos al nivel de la verdad. Ese es el gran trabajo de Buda.

Hace veinticinco siglos, una mañana temprano —exactamente igual que hoy—, nació este sutra. Estaban presentes mil doscientos cincuenta monjes. Sucedió en la ciudad de Sravasti. En aquella época era una gran ciudad. La palabra sravasti significa «la ciudad de la gloria». Era una de las antiguas ciudades gloriosas de la India y en ella vivían novecientas mil familias. Actualmente, esa ciudad ya no existe. Solo queda un pueblito muy pequeño, tan pequeño que no sale ni en los mapas, e incluso ha desaparecido el nombre. Ahora se llama Sahet-Mahet. Es difícil de imaginarse que allí hubiera una ciudad tan grande. Así es la vida, las cosas van cambiando. Las ciudades se convierten en cementerios y los cementerios se convierten en ciudades. La vida es un fluir.

A Buda le debía encantar la ciudad de Sravasti porque se quedó en ella durante veinticinco de sus cuarenta y cinco años de servicio. Le debían encantar las personas que vivían allí. Debían ser personas con una conciencia muy elevada. Todos o casi todos los grandes sutras de Buda nacieron en Sravasti.

Este sutra, El sutra del diamante, también nació en Sravasti. En sánscrito, este sutra recibe el nombre de Vajrachchedika Prajnaparamita, y quiere decir la perfección de la sabiduría que corta como un rayo. Si se lo permites, Buda te puede cortar como un rayo. Te puede decapitar. Te puede matar y ayudarte a renacer.

Un buda tiene que ser un asesino y una madre al mismo tiempo. Por un lado, te tiene que matar, y, por otro lado, te tiene que dar un nuevo ser. El nuevo ser solo puede aparecer tras haber destruido al viejo ser. Lo nuevo solo puede nacer de las cenizas de lo viejo. El hombre es un ave fénix. El ave mitológica fénix, no es solo un mito, sino una metáfora. Se refiere al ser humano. El fénix no existe, es el ser humano. El hombre es un ser que tiene que morir para renacer.

Esto es lo que le dijo Jesús a Nicodemo. Nicodemo era un profesor, un hombre culto, un rabino, un miembro del consejo que gestionaba el gran templo de Jerusalén. Una noche oscura fue a ver a Jesús. No tenía valor para ir a verle durante el día porque temía las murmuraciones de la gente. Era una persona muy respetable, muy respetada. ¿Ir a ver a un maestro vagabundo? ¿Ir a ver a una persona odiada por todos los rabinos y todas las personas cultas? ¿Ir a ver a alguien que se juntaba con ladrones, borrachos y prostitutas? Pero tenía un gran deseo de conocer a este hombre. Es posible que hubiese visto a Jesús caminando, yendo hacia el templo. En su inconsciente debió de sentir algo muy profundo por él y no se pudo contener.

Una noche, cuando se había ido todo el mundo e incluso los discípulos estaban durmiendo, se acercó a Jesús y le preguntó:

—¿Qué tendría que hacer para poder entrar yo también en el Reino de Dios?

Y Jesús le dijo:

—No es posible a menos que mueras. Solo podrás entrar en el Reino de Dios si mueres. Debes morir tal como eres, y solo así podrás renacer como tu verdadero ser interior.

El ego tiene que morir para que empiece a aflorar el ser esencial. Este es el significado del Vajrachchedika Prajnaparamita. Te corta como un rayo. Te puede destruir de un solo golpe. Es uno de mejores sermones de Buda. Entra en sintonía con él.

Antes de adentrarnos en el sutra, conviene saber algunas cosas que te van a ayudar a entenderlo. El Buda Gautama dio inicio a una espiritualidad que no es represiva ni ideológica. Esto es muy poco habitual. La espiritualidad normal, la espiritualidad corriente, es muy represiva. Esta basada en la represión. No transforma al ser humano, sino que lo castra. No libera al ser humano, sino que lo esclaviza. Es opresiva, es terrible.

Escucha estas palabras de Tomás de Kempis, autor de La imitación de Cristo. Dice: «Cuanto más violento seas contigo mismo, más aumentará tu gracia. No hay ningún otro camino, excepto la mortificación diaria. Despreciarse a uno mismo es el mejor consejo». Hay miles de santos de todas las épocas que están de acuerdo con Tomás de Kempis. Y Tomás de Kempis era un personaje patológico.

O lo que dice el sacerdote francés Bossuet: «¡Maldita sea la Tierra! ¡Maldita sea la Tierra! ¡Maldigo a la Tierra mil veces!». ¿Por qué? ¿Por qué hay que maldecir a la Tierra? ¿Por qué hay que maldecir a la vida? Estas personas piensan que Dios está en contra de la vida o que la vida está en contra de Dios. La vida es Dios, no hay ningún antagonismo, y ni siquiera hay separación. No son dos cosas distintas, sino dos formas de referirse a una misma realidad.

Acuérdate de esto. Buda no es opresivo. Y si te parece que los monjes budistas son represivos, es porque no han entendido a Buda en absoluto. Han mezclado sus patologías personales con sus enseñanzas. Y Buda no es ideológico. No tiene una ideología porque todas las ideologías pertenecen a la mente. Y una ideología que forma parte de la mente no puede llevarte más allá de la mente. Ninguna ideología se puede convertir en un puente para ir más allá de la mente. Hay que renunciar a todas las ideologías, solo así podrás dejar a un lado la mente.

Buda tampoco cree en los ideales, porque todos los ideales crean tensiones y conflictos en el ser humano. Dividen y crean ansiedad. Eres algo, pero quieres ser otra cosa. Esas dos cosas empiezan a tirar de ti hasta que te rompen. Los ideales generan sufrimiento. Provocan esquizofrenia. Cuantos más ideales tenga la gente, más esquizofrenia habrá, más divididos estarán.

Lo único que puede evitar esta división es una conciencia sin ideologías. Además, ¿cómo puedes ser feliz si estás dividido? ¿Cómo puedes estar en silencio? ¿Cómo puedes saber lo que es la paz, la quietud?

Una persona ideológica siempre está luchando consigo misma. Hay un conflicto permanente. Vive en conflicto, vive dentro de esa confusión porque no es capaz de decidir quién es en realidad, si el ideal o la realidad. No confía en sí misma, se teme a sí misma, ha perdido la confianza. Y cuando una persona pierde la confianza, pierde toda su gloria. Está dispuesta a convertirse en el esclavo de alguien, de algún sacerdote o algún político. Está dispuesta y preparada para caer en alguna trampa.

¿Por qué las personas se quieren convertir en seguidores de alguien? ¿Por qué se dejan atrapar? ¿Por qué creen a Joseph Stalin, a Adolf Hitler o a Mao Zedong? ¿Cuál es el motivo? Se están tambaleando, la confusión ideológica les ha sacudido hasta sus cimientos. Ya no se tienen en pie solos y necesitan apoyarse en alguien. No pueden moverse solos, no saben quiénes son. Necesitan que alguien les diga que son esto o aquello. Necesitan que les den una identidad. Se han olvidado de su ser y de su naturaleza.

Hasta que el ser humano no renuncie a todas las ideologías, seguirá habiendo Adolf Hitlers, Joseph Stalins y Mao Zedongs. Y cuando digo ideologías, me refiero a todas las ideologías. No estoy diferenciando entre ideologías nobles o ideologías menos nobles. Todas las ideologías son peligrosas. De hecho, las ideologías nobles son todavía más peligrosas por su poder de seducción, porque son más persuasivas. Pero las ideologías como tal son una enfermedad, son una enfermedad porque te dividen en dos: el ideal y tú. Censuran el yo que eres y alaban el yo que no eres. Esto te va a generar problemas porque llegará un momento en que estarás neurótico, psicótico o algo parecido.

Buda nos ha dejado una forma de vida que no es represiva y tampoco es ideológica. Por eso no habla de Dios, ni del cielo, ni del futuro. No te permite agarrarte a nada, te lo quita todo. Te quita incluso a ti. Te va quitando cosas hasta que finalmente también se lleva la idea del ser, del yo, del ego. Solo te deja el vacío absoluto. Y lo que logra hacer es muy difícil de conseguir.

Es muy difícil porque nos hemos olvidado completamente de dar. Solo sabemos tener. Siempre queremos tener algo. Tengo un examen, tengo una mujer o tengo sueño. Siempre tienes algo, incluso el sueño, que no es algo que se pueda tener porque tienes que rendirte a él. El sueño solo llega cuando te entregas. Tienes una mujer o un marido, siempre tienes algo. No muestras respeto. Una mujer no es una propiedad. Puedes tener una casa, pero ¿cómo vas a tener una mujer o un marido? El lenguaje refleja nuestra forma de pensar. No sabemos dar, no sabemos entregarnos, no sabemos dejarnos llevar y permitir que las cosas fluyan.

Buda te quita todos los ideales, te quita todo el futuro, y finalmente te quita algo que te cuesta muchísimo entregar, te quita tu propio yo y deja un vacío puro, inocente e inmaculado. Ese vacío inmaculado es lo que él denomina nirvana. El nirvana no es una meta, sino tu vacío. Cuando sueltas todo lo que has ido acumulando, cuando dejas de hacer acopio de cosas, cuando dejas de ser un acaparador y de estar aferrado a las cosas, de repente, surge ese vacío. Siempre ha estado ahí.

Hakuin tiene razón: «Desde el principio, todos los seres son budas». Ese vacío está ahí. Has ido acumulando tantas cosas que no te dejan ver el vacío. Es como ir acumulando cosas en tu casa hasta quedarte sin sitio, hasta que no hay más espacio. Llega un día que incluso te cuesta trabajo moverte dentro de tu casa. La vida se complica porque no tienes espacio. Pero el espacio no se ha ido a ningún sitio. Piensa en esto, medítalo. El espacio no se ha ido a ningún sitio, tú has empezado a acumular muchos muebles, una televisión, una radio, un gramófono, un piano, y todo lo demás, pero el espacio no se ha ido a ningún sitio. Si quitas todos los muebles, verás que el espacio sigue ahí y siempre ha estado ahí. Los muebles lo estaban ocultando, pero no lo han destruido. No se ha ido de la habitación en ningún momento. Así es tu vacío interior, tu nirvana, tu nada.

Buda no te ofrece el ideal de un nirvana. En vez de coaccionarte, Buda te libera. Buda te enseña a vivir, a vivir con conciencia y sin perseguir una meta ni querer alcanzar nada, sino siendo dichoso aquí y ahora. No es que la conciencia te vaya a dar algo, la conciencia no es un medio para conseguir algo, es un fin en sí misma, es el medio y el fin al mismo tiempo. Tiene un valor intrínseco.

Buda no te habla del mundo del más allá. Esto debe quedar muy claro. La gente es muy mundana y los sacerdotes solo predican el más allá. Y el más allá tampoco es demasiado sobrenatural, es imposible porque solo es una versión mejorada de este mundo. ¿De dónde crees que sale el más allá? Tú solo conoces este mundo. Lo podrás mejorar, decorarlo un poco mejor, eliminar ciertas cosas feas y reemplazarlas por otras que te gusten más, pero sigue siendo una creación que surge de la experiencia de este mundo. De modo que tu mundo del más allá no puede ser muy diferente, eso es imposible. Solo es una prolongación. Surge de tu mente, es un truco de tu imaginación.

Allí tendrás bellas mujeres, y, por supuesto, mucho más bellas que las que hay aquí. Allí encontrarás el mismo tipo de placeres, quizá sean más permanentes y estables, pero siempre se tratará del mismo tipo de placeres. Habrá alimentos mejores, más sabrosos, pero seguirán siendo alimentos. Tendrás casas, y, aunque sean de oro, seguirán siendo casas. Volverás a repetir otra vez lo mismo.

Basta leer las Escrituras y comprobar cómo describen el cielo para darte cuenta de que es igual que este mundo, pero mejorado. Con algunos retoques aquí y allá, pero no tiene nada de sobrenatural. Por eso digo que el mundo del más allá del que hablan las religiones no es tan sobrenatural y solo es una proyección de este mundo en el futuro. Nace de la experiencia de este mundo. En el más allá no habrá miseria, ni pobreza, ni enfermedades, ni parálisis, ni ceguera, ni sordera. En el más allá no existirá todo lo que no te gusta de aquí, y tendrás todo lo que te gusta en abundancia, pero no será nada nuevo.

La mente no puede concebir nada nuevo. La mente es incapaz de concebir cosas nuevas. La mente vive de lo viejo, la mente es lo viejo. En la mente nunca hay nada nuevo. Lo nuevo solo aparece cuando la mente no está activa, cuando no te está controlando, cuando la dejas a un lado. Lo nuevo solo aparece cuando no interfiere la mente.

Todas vuestras Escrituras, en cambio, hablan del cielo…, y el cielo o el paraíso, o el firdaus o el swarga, siguen siendo lo mismo. Es posible que esté impreso en un papel couché de más calidad, que la tinta sea mejor o que la impresión sea de mayor calidad y tenga más ilustraciones en color, pero la historia seguirá siendo la misma y no podría ser de otra manera.

Buda no habla del más allá ni del otro mundo, simplemente te enseña a estar aquí, en este mundo. A estar alerta, consciente, atento, para que nada corrompa tu vacío. Para que tu vacío no se contamine, para que no se envenene, para que puedas vivir aquí y, al mismo tiempo, seguir sin contaminarte ni polucionarte. Formar parte del mundo sin que el mundo forme parte de ti.

La espiritualidad del otro mundo tiene que ser inevitablemente opresora, destructiva, sadomasoquista, y, en resumen, patológica. La espiritualidad de Buda tiene otro aroma, el aroma de no tener ideales, el aroma de que no hay un futuro, el aroma de que no hay un más allá. Es una flor en el aquí y ahora. No pide nada; ya lo tiene todo. Sencillamente, es estar más alerta para poder ver más, oír más, ser más.

Acuérdate de que solo eres en relación con lo consciente que seas. Si quieres ser más, tendrás que ser más consciente. La conciencia es la que te confiere el ser. La inconsciencia te quita el ser. Cuando estás ebrio, pierdes tu ser. Cuando estás profundamente dormido, pierdes tu ser. ¿No te has dado cuenta? Cuando estás alerta, tienes otra cualidad, estás centrado, arraigado. Cuando estás alerta, notas la solidez de tu ser, y es casi tangible. Cuando estás inconsciente, cuando te vas arrastrando, cuando vas medio dormido, tu sentido del ser disminuye. Siempre es proporcional a tu conciencia.

El mensaje de Buda es que hay que ser consciente. No hace falta tener un motivo, lo haces por el simple hecho de ser consciente. Porque la conciencia te confiere ser, la conciencia te crea, y es tan diferente a lo que eres ahora ese tú que crea la conciencia que no puedes hacerte una idea. Es un tú donde el «yo» ha desaparecido, donde no hay una idea del yo, no hay nada que te defina, eres un vacío absoluto, infinito, vacío ilimitado.

Esto es lo que Buda denomina estado de meditación, samma samadhi, estado correcto de meditación, cuando estás solo. Pero ten en cuenta que estar solo no es lo mismo que la soledad. ¿Alguna vez te has parado a pensar en esta maravillosa palabra inglesa, alone1? Significa que todo es uno, all one. Está compuesta por dos palabras: all y one. Cuando estamos solos, somos uno con el todo.

Estar solo no significa sentir soledad. Cuando estás solo, no sientes soledad. Aunque estás solo, no hay soledad porque eres uno con todo, ¿cómo vas a sentir soledad? No echas de menos a los demás, eso es verdad. Pero no es porque te hayas olvidado de ellos, no es que no te hagan falta, no es que no te importen, no. No te acuerdas de los demás porque eres uno con ellos. La diferencia entre uno y todo desaparece. El uno se convierte en el todo, y el todo se convierte en el uno. La palabra inglesa alone tiene una gran belleza.

Buda dice que samma samadhi es estar solo. La meditación correcta consiste en estar tan absolutamente solo que seas uno con todo. Te lo voy a explicar. Cuando estás vacío, desaparecen tus límites porque el vacío no tiene límites. El vacío solo puede ser infinito. El vacío no tiene peso, el vacío no tiene color, el vacío no tiene nombre, el vacío no tiene ninguna forma. ¿Cómo puedes estar separado de los demás cuando estás vacío? No tienes un color, no tienes un nombre, no tienes una forma ni tienes límites. ¿Cómo puede haber separación? Cuando estás vacío, eres uno con todo. Te fundes con la existencia, la existencia se funde contigo. Ya no eres una isla, te has convertido en un inmenso continente.

Todo el mensaje de Buda se puede condensar en esta palabra samma samadhi, meditación correcta. ¿Qué es la meditación correcta o la meditación incorrecta? Cuando hay un meditador, la meditación es incorrecta. Cuando el meditador desaparece en la meditación, la meditación es correcta. La meditación correcta te lleva al vacío y a estar solo.

Este sutra… Todo el sutra se enfoca en cómo quedarte completamente vacío. Esencialmente, este es su regalo para el mundo.

En cierta ocasión, esto es lo que oí.

Quien recordó estos sutras fue Ananda, el gran discípulo de Buda. Y hay que saber que todos los sutras empiezan así: En cierta ocasión, esto es lo que oí…

Al morirse Buda, todos sus discípulos se reunieron para compilar lo que había dicho durante cuarenta y cinco años. Ananda era el único que había estado constantemente al lado de Buda durante esos cuarenta y cinco años. Él era en quien más se podía confiar. Los demás también lo habían oído, pero se lo habían oído decir a otras personas. A veces estaban con Buda, pero otras veces no. Solo Ananda vivió a su lado durante toda su vida.

Ananda lo relata, pero lo bonito es que nunca dice: «Buda dijo esto». Él simplemente dice: «Esto es lo que he oído». Hay una enorme diferencia, porque no dice: «Buda ha dicho esto». «¿Cómo puedo decir lo que dijo Buda? Lo único que puedo decir es que “esto es lo que he oído” —decía Ananda—. Solo Buda sabe lo que dijo. Solo él sabe lo que quería decir. Lo único que puedo recordar es lo que yo he oído. Mi capacidad es limitada. A lo mejor quería decir algo diferente. A lo mejor me he olvidado de algunas palabras o lo he expresado con mis propias palabras».

Esto demuestra su profunda sinceridad. Podría haber dicho: «Esto es lo que dijo Buda. Yo estaba ahí presente, y he sido testigo presencial». Y lo fue, eso es innegable. Pero fíjate en la humildad de este hombre. Esto es lo que dice: «Esto es lo que he oído. Buda estaba hablando y yo le escuchaba. Solo puedo contar lo que he oído. Puede estar bien o puede estar mal. Puede que yo haya interferido, puede que lo haya interpretado, puede que me haya olvidado de alguna cosa, puede que haya añadido algo que yo he pensado…, todo eso es posible. Yo no soy un ser iluminado». Ananda todavía no se había iluminado, por eso dice: «Esto es lo único que puedo decir, es lo único que puedo asegurar».

En cierta ocasión, esto es lo que oí. El Señor vivía en Sravasti…

A primera hora de la mañana el Señor se vistió, se puso su manto, cogió su cuenco y entró en la gran ciudad de Sravasti para pedir limosna.

Después de comer y de volver de su ronda, el Señor guardó su cuenco y su manto, se lavó los pies, se sentó con las piernas cruzadas y el cuerpo erguido en el sitio que le habían preparado, y fijó su atención al frente.

Esto te va a sorprender. Cuando habla Ananda, se fija en todos los detalles. Nunca se sabe… Cuando hablas de un buda, hay que tener mucho cuidado. Él hace hincapié en todos los detalles, hasta los más pequeños. A primera hora de la mañana el Señor se vistió, se puso su manto, cogió su cuenco y entró en la gran ciudad de Sravasti para pedir limosna.

Ananda le sigue como si fuese su sombra, una sombra callada que solo le observa. El mero hecho de observarle ya era una bendición para él. Y lo observa todo: Después de comer y de volver de su ronda, el Señor guardó su cuenco y su manto, se lavó los pies, y se sentó en el sitio que le habían preparado…

Cuando se tradujeron por primera vez los sutras budistas a idiomas occidentales, los traductores estaban un poco desconcertados. ¿A qué se debían tantas repeticiones? Y esto ocurre constantemente, una y otra vez. ¿Por qué cuenta todos esos detalles? Ellos no lo entendían. Pensaban: «Es repetitivo, no hace falta decirlo tantas veces, no es necesario. ¿Qué sentido tiene?». Pero no lo estaban entendiendo debidamente. Lo que estaba diciendo Ananda era que Buda prestaba la misma atención a los detalles pequeños como a los grandes. Para un buda no hay cosas pequeñas ni grandes, todo es uno.

Cuando sujeta el cuenco, muestra por el cuenco el mismo respeto que mostraría por un dios. Cuando se pone el manto o la túnica, lo hace concienzudamente, está absolutamente atento, no es un acto mecánico. Cuando tú te vistes, lo haces mecánicamente. Lo sabes hacer de una forma mecánica, no tienes que prestar atención a lo que estás haciendo. Tu mente está pensando en otras cosas. Cuando te duchas, no eres muy respetuoso con la ducha. No estás ahí, estás en otro sitio. Cuando comes, no eres respetuoso con la comida. No estás ahí, simplemente engulles la comida. Haces todo eso porque estás habituado, lo haces de forma mecánica. Cuando Buda hace algo, está completamente presente, no está en otra parte.

Después de comer y al volver de su ronda, el Señor guardó el cuenco y su manto, se lavó los pies, se sentó con las piernas cruzadas y el cuerpo erguido en el sitio que le habían preparado, y fijó su atención al frente. Vale la pena contar todos estos pequeños detalles porque están describiendo la cualidad de la budeidad. Él es consciente en cada momento de su vida. Lo que esté haciendo no tiene importancia, pero en todo momento pone toda su atención en lo que esté haciendo. Cuando hace un gesto, él es ese gesto. Cuando sonríe, él es esa sonrisa. Cuando habla, él es esas palabras. Y cuando está en silencio, está en silencio absoluto.

El simple hecho de observar a un buda es una bendición: observar su forma de andar, su forma de sentarse, sus gestos, cómo te mira. Cada momento es un momento de conciencia radiante. Por eso Ananda lo describe todo. Cada vez que entraba Buda, se arreglaba la túnica, se lavaba los pies y se sentaba en el sitio que le habían preparado, se erguía y fijaba su atención al frente, se debía producir un profundo silencio. ¿Qué significa «fijar la atención al frente»? Es una técnica especial del budismo que se denomina Anapanasati Yoga, y es ser consciente de la inhalación y la exhalación. Este es el significado de fijar la atención al frente.

Cuando Buda hace algo como, por ejemplo, vestirse, presta atención a lo que está haciendo. Cuando camina, está atento al caminar. Cuando no hace nada, está atento a la respiración que entra y sale. Pero está atento, incluso sigue estando atento cuando duerme.

Ananda le preguntó una vez a Buda… Llevaba diez años viviendo con él y le sorprendía que permaneciera toda la noche en la misma postura. Si dejaba la mano en un sitio al dormirse, se quedaba así toda la noche. Sin duda, Ananda debió de acercarse muchas veces para comprobarlo, colándose en su habitación por la noche. Era importante saber cómo dormía Buda. Y estaba sorprendido y desconcertado de que Buda se pasara toda la noche sin cambiar de postura. No se aguantaba la curiosidad, y un día le dijo: «Ya sé que no está bien que vaya a observarte por la noche y sé que no debería hacerlo, pero la curiosidad me supera y estoy asombrado. Siempre te veo en la misma postura. ¿Estás dormido o sigues consciente?».

Y Buda le dijo: «El sueño es algo que le ocurre al cuerpo, pero yo soy consciente de ello. Veo cómo va llegando el sueño, veo en qué momento llega, cómo se asienta, cómo se relaja el cuerpo, cómo se relajan las extremidades, pero mi conciencia sigue resplandeciendo con fuerza».

La meditación es algo que sucede las veinticuatro horas del día. No significa meditar una vez al día y ya está. Tiene que convertirse en tu aroma, tiene que convertirse en tu ambiente. Tiene que rodearte dondequiera que estés y hagas lo que hagas.

[…] y se sentó fijando su atención al frente. Entonces muchos monjes se acercaron a donde estaba el Señor, se postraron con la cabeza a sus pies, giraron tres veces en torno a él por la derecha, y se sentaron a su lado.

Para hacerle una pregunta a un buda, tienes que adoptar una cierta actitud, y solo así recibirás una respuesta. No significa que el buda no vaya a contestarte. Si le haces una pregunta de forma poco respetuosa, el buda te contestará, pero no te llegará la respuesta. Esto no quiere decir que el buda solo te responda si eres respetuoso. Él responde siempre, pero si no eres muy respetuoso, humilde, receptivo, femenino, la respuesta no te llegará. Tu forma de hacer la pregunta es lo que determina que seas capaz de recibir la respuesta o no.

¿Cómo haces esa pregunta, en qué estado de ánimo, estás receptivo o solo tienes curiosidad? ¿Tu pregunta surge de un cúmulo de conocimientos o es una pregunta inocente? ¿Estás intentando poner a prueba la sabiduría de este hombre? ¿Estás haciendo la pregunta desde un estado de sapiencia o desde un estado de no saber? ¿Estás siendo humilde, estás entregado? ¿Estás preparado para recibir el regalo que te van a dar? ¿Estás abierto, dispuesto a recibirlo, te llegará al corazón? ¿Dejarás que se convierta en una semilla dentro de tu corazón? Hacerle una pregunta a un buda no es como hacérsela a un profesor. Tiene que haber una cierta predisposición, y solo así te podrá ayudar.

Entonces muchos monjes se acercaron a donde estaba el Señor, se postraron con la cabeza a sus pies, giraron tres veces en torno a él por la derecha, y se sentaron a su lado. Dar tres vueltas simboliza los tres cuerpos. La primera vuelta es por el cuerpo físico, el cuerpo que podemos ver y el que perciben los sentidos. El cuerpo físico del buda también es hermoso, es el templo en el que reside la divinidad. De modo que la primera vuelta es para saludar al primer cuerpo, al cuerpo físico. La segunda vuelta es para saludar al cuerpo de la dicha, el segundo cuerpo. Y la tercera vuelta es para saludar al cuerpo de buda, al cuerpo de la verdad.

Estas tres vueltas también simbolizan algo más. En el budismo hay tres refugios, tres amparos: «Me refugio en el Buda, me refugio en la sangha, me refugio en el dharma».

Cuando alguien le va a preguntar algo a Buda, tiene que buscar refugio. Tiene que ir con un cierto estado mental en el que «me pongo en sintonía con el Buda», «estoy preparado para vibrar en la misma frecuencia». «Me amparo en el Buda. Tú eres mi refugio, vengo a ti como discípulo, vengo a ti sabiendo que no sé nada, vengo a ti con inocencia, me postro ante ti, reconozco que tú sabes y yo no, de manera que estoy dispuesto a recibir lo que tú creas que merezco recibir».

«Me refugio en la sangha, en la comunidad», porque un buda representa a todos los budas del pasado y el futuro. Un buda es la puerta a todos los budas. Puedes llamarlos «budas», «cristos» o «krishnas», eso no importa. Son los nombres que emplean las diferentes tradiciones.

El primer refugio es el buda que está delante de ti. El segundo refugio son todos los budas, la sangha, la comunidad de budas pasados, presentes y futuros. Y el tercer refugio es el dharma, el ser esencial que convierte a un hombre en un buda. El arte del despertar es el dharma, la religión.

En esa época, el venerable Subhuti acudió a la asamblea y se sentó.

Subhuti era uno de los grandes discípulos de Buda.

En un momento determinado, se levantó de su sitio…

… dice Ananda. Y vuelve a repetirlo porque Subhuti no era cualquier persona. Era prácticamente un buda, estaba a punto de llegar a serlo, se iba a convertir en un buda en cualquier momento. De modo que Ananda vuelve a repetir:

En un momento determinado, se levantó de su sitio, colocó la camisa de su túnica sobre uno de sus hombros, puso la rodilla derecha en el suelo, se inclinó juntando las palmas de las manos hacia el Señor y dijo: Oh, Señor, es maravilloso. Oh, bienaventurado, es extremadamente maravilloso comprobar en qué medida ha ayudado el Tathagata a todos los bodhisattvas y a todos los grandes seres con la mejor de las ayudas…

¿Cómo puede permanecer aquí, Oh, Señor, aquel que ha emprendido el viaje de un bodhisattva? ¿Cómo puede progresar, cómo puede controlar sus pensamientos?

Subhuti está muy cerca de la budeidad, es un bodhisattva. Un bodhisattva es alguien que está a punto de convertirse en un buda, que está muy cerca y solo tiene que dar otro paso más para convertirse en un buda. Bodhisattva quiere decir que su esencia está iluminada, su ser está iluminado, está preparado, está a noventa y nueve grados, y se evaporará cuando alcance los cien grados. Pero un bodhisattva es alguien que quiere permanecer un poco más a noventa y nueve grados para ayudar a los demás, y esto es fruto de la compasión, porque cuando alcance los cien grados se irá al más allá: Gate, gate, paragate, parasamgate, bodhiswaha. Entonces se irá y cada vez estará más lejos. Y será muy difícil contactar con las personas que viven en esta orilla.

Los que están a noventa y nueve grados son quienes más pueden ayudar. ¿Por qué? Porque todavía no están iluminados y conocen las costumbres de las personas que no están iluminadas. Conocen el lenguaje de los que no están iluminados. Todavía están con ellos, aunque, por otra parte, el noventa y nueve por ciento de su ser esté más allá. Pero ese uno por ciento los mantiene unidos, hay un puente.

De modo que un bodhisattva es una persona que está muy próxima a la iluminación, pero intenta permanecer un poco más en esta orilla para ayudar a los demás. Es alguien que ha llegado, pero que le gustaría compartirlo con los demás. Ha encontrado la verdad y le gustaría compartir lo que ha encontrado con los demás. Los demás están dando tumbos en la oscuridad y a él le gustaría compartir su luz y su amor con ellos.

Subhuti es un bodhisattva. Ananda habla de él como si hablara de Buda: En un momento determinado, se levantó de su sitio… Imagínatelo, intenta visualizar a un bodhisattva levantándose. Es conciencia absoluta. No se levanta como si fuera un robot. Es consciente de todo, de cada respiración. Nada le pasa inadvertido. Está observando. Lo que la religión católica denomina recogimiento es lo que los budistas llaman sammasati: la atención correcta. Atención o recogimiento, estar recogido, vivir en recogimiento; sammasati, no llevar a cabo ni un solo acto inconscientemente.

[…] se levantó de su sitio, colocó la camisa de su túnica sobre uno de sus hombros, puso la rodilla derecha en el suelo, y se inclinó juntando las palmas de las manos hacia el Señor […]. Acuérdate de que incluso un bodhisattva, que es alguien que está a punto de convertirse en un buda, se inclina ante el Buda en profundo agradecimiento.

Es maravilloso, Oh, Señor, es extremadamente maravilloso, Oh, bienaventurado. Bienaventurado significa alguien que ha llegado a la otra orilla. Subhuti está en esta orilla y Buda está en la otra orilla. Subhuti ha llegado a esa comprensión; puede ver la otra orilla y ver a Buda en la otra orilla. Oh, bienaventurado…

Esta palabra, bienaventurado, tiene muchos significados. Uno de ellos es alguien que ha llegado a la otra orilla. Otro significado es alguien que ha llegado a la cima de la meditación. Buda dijo que hay ocho etapas para llegar a la cima de la meditación. El que ha llegado a la octava etapa recibe el nombre de bienaventurado. Pero quiere decir lo mismo. Es alguien que ha alcanzado el samadhi, el samadhi definitivo, que ha llegado a la otra orilla y ya no existe; eso es lo que significa bienaventurado. Es aquel que ha desaparecido, desaparecido del todo. Ya no existe, solo es el vacío. Su ser ha desaparecido, se ha evaporado: Oh, bienaventurado […]. Es maravilloso […], es extremadamente maravilloso comprobar en qué medida ha ayudado el Tathagata a todos los bodhisattvas y a todos los grandes seres con la mejor de las ayudas…

Tathagata es un término budista que significa bienaventurado. Subhuti dice: «Cuánta ayuda se nos ha dado, qué maravilloso es. Es extremadamente maravilloso, es increíble todo lo que nos has dado. Y todavía nos sigues dando, aunque no lo merezcamos».

[…] es maravilloso, Oh, Señor, es extremadamente maravilloso, Oh, bienaventurado, comprobar en qué medida ha ayudado el Tathagata a todos los bodhisattvas y a todos los grandes seres con la mejor de las ayudas […]. ¿Qué debe hacer entonces, Oh, Señor, aquel que ha elegido el vehículo del bodhisattva… Aquel que ha decidido quedarse un poco más en esta orilla para ayudar a la gente.

¿Cómo debería: permanecer, progresar, controlar sus pensamientos? ¿Qué es lo que está preguntando? Está haciendo una pregunta que quizá no sea relevante para muchos de vosotros porque solo es relevante cuando te conviertes en un bodhisattva. Pero, tarde o temprano, llegará un día que todos seréis bodhisattvas. Llegará un día que esta pregunta sea relevante para vosotros. Es mejor pensar en ello, es mejor meditar sobre ello.

Él dice: «Los que han decidido ser bodhisattvas, ¿cómo pueden permanecer aquí?». Lo que está diciendo es que, «siendo tan fuerte la atracción hacia la otra orilla, ¿cómo pueden permanecer en esta orilla? Nos gustaría ayudar a la gente, pero ¿cómo podemos hacerlo? La atracción es tan grande, la atracción magnética es tan fuerte, la otra orilla nos está llamando. Enséñanos a permanecer aquí, a volver a estar arraigados en esta orilla. Ahora estamos desarraigados, no tenemos raíces en este mundo. El noventa y nueve por ciento de las raíces han desaparecido».

Imagínate un árbol que ha perdido el noventa y nueve por ciento de sus raíces y solo le queda un uno por ciento. El árbol pregunta: «¿Cómo me mantengo ahora de pie? Me voy a caer, pero si pudiera quedarme de pie un poco más, podría ayudar a la gente enormemente, y lo necesitan. Yo estaba necesitado y tú me ayudaste. Ahora los demás necesitan ayuda, y debería ayudarlos». Es la única manera en que un discípulo puede pagar a su maestro. No hay ninguna otra forma de hacerlo. El maestro te ha ayudado; él no necesita tu ayuda. ¿Cómo puedes devolverle lo que te ha dado? ¿Qué puedes hacer? Lo único que puedes hacer es ayudar a alguien que esté dando tumbos y vueltas en la oscuridad. Haz con los demás lo mismo que tu maestro hizo contigo, y habrás saldado tu deuda.

Él preguntó: «¿Cómo puedo permanecer aquí?» (es difícil, es casi imposible) y «¿cómo puedo progresar, cómo puedo empezar a ayudar a la gente?». Esto también es muy difícil. Ahora sabemos que todo su sufrimiento es falso. Ahora sabemos que solo es una pesadilla: su sufrimiento no es verdad. Ahora sabemos que solo le tienen miedo a una cuerda creyendo que es una serpiente. Es muy difícil ayudar a estas personas. Es ridículo. Pero sabemos que necesitan ayuda porque conocemos nuestro propio pasado. Estábamos temblando, llorando y gritando. Sabemos que hemos sufrido mucho, aunque sepamos ahora que todo ese sufrimiento solo era un sueño, era ilusorio, era maya.

Imagínate que sabes que la otra persona solo está diciendo tonterías y no tiene ninguna herida…

Un día me trajeron a un hombre que se había empeñado en decir que se había tragado dos moscas. Se le habían metido en el estómago porque dormía con la boca abierta, y las moscas no paraban de revolotear dentro de su estómago. Evidentemente, si se las había tragado, tendrían que estar revoloteando. Estaba enormemente preocupado y no era capaz de quedarse quieto en una postura. Se movía de un lado al otro, diciendo:

—Ahora están en este lado, ahora están en el otro lado.

Se estaba volviendo loco.

Entonces llamó a varios médicos, pero ninguno le pudo ayudar, todos se rieron de él.

—Te lo estás imaginando —le dijeron.

Pero decirle a alguien que se está imaginando su sufrimiento no sirve de nada porque está sufriendo. Aunque tú creas que es imaginario, a él no le importa que sea imaginario o que sea real, porque sigue sufriendo. No importa el nombre que le quieras poner.

Le toqué el estómago y luego dije:

—Efectivamente, están ahí.

Él estaba feliz. Se postró a mis pies y dijo:

—Tú eres el único… He ido a ver a todo tipo de doctores y médicos (ayurvédicos, alopáticos y homeopáticos), pero son unos ineptos. Todos insisten en lo mismo. Yo les dije: «Si no tenéis un remedio, decídmelo, pero ¿por qué os empeñáis en decirme que me lo estoy imaginando?». Y por fin te he encontrado a ti…, ¿te das cuenta?

Yo le contesté:

—Me doy perfectamente cuenta, están ahí. Yo me ocupo justo de este tipo de problemas. Has venido a ver a la persona adecuada. En eso consiste mi trabajo. Yo me ocupo de problemas que en realidad no existen. Soy experto en lidiar con problemas que no existen realmente. Túmbate —le dije— y cierra los ojos. Te voy a tapar los ojos y luego te sacaré las moscas. Abre la boca y yo las llamaré. Voy a utilizar un mantra muy potente.

Él estaba feliz, y dijo:

—Así es como hay que hacerlo.

Le tapé los ojos, le dije que abriera la boca, y él estaba feliz esperando a que salieran las moscas. Entonces salí rápidamente de la casa y busqué dos moscas.

No fue fácil porque nunca había cazado moscas antes, pero lo conseguí, y cuando abrió los ojos y vio esas dos moscas en la botella, dijo:

—Dame la botella. Voy a enseñársela a esos idiotas. —Y se curó. Pero ayudar a este tipo de personas es difícil porque sabes que el problema que tienen es falso.

Subhuti le pregunta: «Señor, dinos primero cómo permanecer aquí, porque ya no tenemos raíces, ya no formamos parte de este mundo. Ya no tenemos apegos, que son las raíces. ¿Y cómo podemos progresar, cómo podemos trabajar? Sabemos que es un disparate y que la gente se imagina todas sus desgracias. ¿Cómo podemos controlar los pensamientos?».

¿Qué quiere decir con esto? Normalmente, un bodhisattva no tiene pensamientos, no tiene el tipo de pensamientos que tienes tú. Solo tiene un pensamiento, solo piensa en la otra orilla. Y la otra orilla le atrae constantemente. La puerta está abierta, puedes entrar a la dicha absoluta, pero te quedas en la puerta, aunque esté abierta.

Antes has estado muchas vidas buscando esta puerta. Luego has estado llamando a la puerta durante muchas vidas, y ahora la puerta está abierta. Pero Buda dice: «Espera, quédate fuera. Hay muchas personas que necesitan ayuda». Evidentemente, el deseo de entrar es inmenso, tienes muchas ganas de entrar. Eso es lo que está preguntando.

Tras oír estas palabras, el Señor le dijo a Subhuti […]. Por lo tanto, Subhuti, ¡escúchame bien y presta mucha atención!

Aquel que ha elegido el vehículo del bodhisattva debería enfocar su pensamiento en esta dirección.

En la traducción no suena tan bien. En sánscrito, la palabra que emplea es chittopad. Uno debería tener la siguiente disposición mental, la siguiente decisión, uno debería tomar una gran decisión o determinación —chittopad— en esta dirección:

Debo conducir al nirvana a tantos seres como hay en el universo de los seres, a todos los que abarca el término «seres».

«No es ni uno ni dos, Subhuti, ni uno ni dos, sino todos los seres: hombres, mujeres, animales, pájaros, árboles, piedras. Todos los seres del mundo. Deberías proponerte “conducirlos a todos al nirvana”».

[…] a esa dimensión del nirvana que no se deja nada atrás. Sin embargo, aunque muchos seres hayan sido conducidos al nirvana de este modo, no se ha conducido a ningún ser al nirvana.

Esto también lo tienes que recordar, no te puedes olvidar, de lo contrario, al conducir a los demás volverás a caer en la ignorancia. Hay que conducir a todos los seres a la otra orilla, y, al mismo tiempo, recordar que todo su sufrimiento es falso, de modo que tu remedio también es falso. Recuerda que ellos no tienen un yo, y tú tampoco. No te olvides. No te creas que estás ayudando a alguien, que eres un gran ayudante y todo eso, porque entonces volverás a caer. Te volverán a salir raíces en esta orilla.

De modo que tienes que recordar dos cosas. Debes permanecer en esta orilla con una gran determinación, de lo contrario, serás arrastrado hacia la otra. Y no debes volver a desarrollar raíces, de lo contrario no podrás ayudar a nadie. Te estarás destruyendo, estarás volviendo a caer en un sueño.

¿Y por qué? Porque cuando en un bodhisattva está presente la noción de «ser», no podemos llamarlo un «ser iluminado». ¿Por qué? Porque no se puede llamar ser iluminado a alguien que sigue conservando una noción del yo o del ser, o una noción del alma viva o de la persona.

De modo que tienes que recordar dos cosas, Subhuti. La primera es que debes conducir a todos los seres a la otra orilla; sin embargo, tienes que acordarte de que nadie tiene un ser, ni tú ni ellos. Todos los egos son falsos e ilusorios. No te olvides de esto y avanza con determinación. Ayuda a la gente a cruzar a la otra orilla. Ellos ya están ahí, y tú solo tienes que ayudarlos a darse cuenta. Pero no te pierdas ni te conviertas en un salvador, acuérdate de estas dos cosas.

En este sutra, Buda repite una y otra vez: … el vehículo del bodhisattva… A mí me gustaría que todos os convirtieseis en bodhisattvas.

Hemos terminado por hoy.